Sunday, August 26, 2007

Que bonita es Venecia con sus canales y al que no le guste es que está mochales


Cuando hace más de un año inicié la hoy ya desaparecida sección de "El rincón de la poesía" puse como ejemplo de mi poca afición por la rima los legendarios esfuerzos de Mecano por buscar algo que pegara con las palabras "York" o "bruces". En aquella ocasión ya hubo bastante mofa, befa y escarnio sobre el tema pero en días recientes un link suministrado por The Queer Enquirier (cuyos datos constan en la sección de amiguetes de la derecha) ha traido nuevas y profundas revelaciones sobre este tema. Algunos de las "muestras" recogidas en ese link me eran de sobra conocidas pero otras no las había oido nunca o, lo que es vital en este tipo de cuestiones, no había caido en la cuenta de que existian a pesar de que sí las había oido.

Reconozco que me ha costado trabajo dar crédito a las cosas que he leido y antes de dar publicidad a estos horrores he preferido consultar a expertos "mecanógrafos" que me han cofirmado plenamente la increible verdad.

Una vez hecha esta introducción ya puedo abrirles la puerta del infierno.

La diez rimas más gloriosas de Mecano

Sunday, August 19, 2007

Rat Salad



Con las películas de dibujos animados me pasaba igual que con los comics: teniendo asumido que ambos eran vehículos de entretenimiento para niños deje de verlos cuando deje de ser niño. Sin embargo regresé a las pantallas a ver los colorines cuando me llegaron noticias de que estaba pasando “algo” con respecto a este tipo de películas. Ese “algo” resulto ser “La sirenita” película que inició una nueva etapa dorada para la Disney que duro algunos años, aproximadamente hasta el estreno de la horrible “Hércules”.

Algo parecido sucedió con las películas de los estudios Pixar.: el fenómeno Toy Story arrasó el mundo y la verdad en este tipo de cosas yo soy muy “mundo”. Luego llegaron Bichos, Toy Story 2 (bastante inferior a la primera la verdad) y a continuación Monstruos S.A. y Buscando a Nemo, dos obras maestras con los que los estudios llegaron a cumbres que no han sido superadas. Los increíbles era una buena película que aún así resultó un poco deslucida con respecto a sus ilustres predecesoras. Cars no fui a verla algo desanimado por la división de opiniones que suscitó entre los fans sobre todo teniendo en cuenta la infrecuente unanimidad que había dominado en la valoración de casi todas las películas anteriores y que por cierto ha vuelto a producirse con Ratatouille.

De esta última se puede decir casi lo mismo que de Los increíbles: es una película redonda de la que no se puede objetar nada en el aspecto técnico y casi nada del aspecto argumental, sobre todo porque es una historia bastante clásica apenas permeable a sorpresas o giros que un espectador con algo de experiencia no pueda prever. Esto se traduce en un guión sólido donde casi todas las pegas que se pueden poner a la trama se resuelven de forma lógica y satisfactoria. Si tuviera que ponerle alguna pega diría que quizás me pareció que al personaje del crítico culinario Anton Ego no se le dedica el tiempo suficiente, de hecho dicho personaje desaparece por completo durante gran parte del metraje con lo que el climax de la película, en la que su intervención es decisiva carece de la fuerza suficiente.

Pero repito que se trata de una gran película sobre todo en su primer tercio en el que abundan los momentos magistrales: el descubrimiento de Remy de los placeres de la cocina, el episodio de la huida por las alcantarillas, la trepidante escena en la que Remy irrumpe por primera vez en la cocina del Gusteau´s y sobre todo ese en el que la rata gourmet descubre a que ciudad ha ido a parar.

Les doy la razón a los que han dicho que esta película no es demasiado adecuada para niños o al menos los que había en mi sesión se han aburrido como el carajo. Es más, casi da la impresión de que los breves momentos “slapstick” que salpican la película estaban colocados precisamente para evitar que los enanos se perdieran demasiado.

Y esto es todo lo que puedo comentar de Ratatouille que no es mucho la verdad pero es que con las películas de dibujos animados siempre me pasa que no se me ocurre nada que decir incluso cuando se trata de obras maestras como las que se han señalado más arriba.

Monday, August 13, 2007

Abecedario del Crimen. Capitulo X. Picnic en Ayers Rock



No tenía pensado seleccionar este capitulo de “El abecedario del crimen” pero la actualidad (al igual que sucedió en el caso de la masacre de Virginia Tech) ha impuesto sus reglas. Tampoco tenía pensado decir nada sobre el misterio que rodea la desaparición de Madeleine Mccan. Un suceso que involucra a un niño de tan corta edad suele ser demasiado desagradable para dedicarle un comentario. Aparte de esto el caso no había logrado despertarme mucho interés hasta que las últimas noticias han hecho que los acontecimientos den un giro inesperado y aún más tenebroso si cabe. Me refiero desde luego al hallazgo de restos de sangre en la habitación donde la niña fue vista por última vez, restos de sangre que por lo visto había sido limpiada

Este descubrimiento arroja una sombra de duda sobre los padres de la niña al insinuar que Madeleine podría haber muerto de forma accidental o provocada en ese mismo lugar y esa misma noche y que su muerte podría haber sido posteriormente encubierta haciéndola pasar como un secuestro. Hasta este momento los padres de Madeleine habían recibido el apoyo de todo el mundo (recepción del Papa y donaciones millonarias incluidas) e incluso se había pasado de puntillas por el hecho de que el matrimonio hubiera dejado aquella noche a la niña en el apartamento sin más compañía que sus hermanos pequeños.

Pero repito que los últimos descubrimientos introducen un elemento tan perturbador que lo que hasta ahora era un hecho trágico pero más bien vulgar puede alcanzar dimensiones de una maldad demoníaca si se confirman las sospechas. Pero volviendo a la Biblia del Mal lo que está ocurriendo ahora mismo trae a la memoria unos hechos similares ocurridos hace más de 25 años y que causaron sensación. Por lo menos en las antípodas.









Nos encontramos en Ayers Rock, Australia. Hasta este fenómeno geológico de gran interés turístico llegó el 16 de agosto de 1980 la familia Chamberlain (Lynne, su marido Michael y tres niños de corta edad entre los que se encontraba Azaria de nueve semanas de vida) para hacer una acampada. Esa misma noche Lynne acostó su hija pequeña dentro de la tienda de campaña y se quedó fuera charlando con un matrimonio amigo. En ese momento comenzaron a oírse ruidos extraños: un gruñido amenazador y un gemido de bebe que se interrumpía bruscamente. Tratando de averiguar que pasaba Lynne se dirigió a su tienda justo a tiempo para ver como de ella salía un dingo, una especie de perro salvaje australiano. La parte inferior del cuerpo del animal quedaba oculta tras una valla baja pero a Lynne le pareció que llevaba algo entre sus fauces. El poste central de la tienda estaba torcido, sin duda a causa de un golpe, había sangre alrededor y Azaria había desaparecido. “¡Un dingo se ha llevado a mi bebe!”, exclamo Lynne.






Al cabo de media hora, 300 buscadores registraron minuciosamente los arbustos. Esa misma noche el jefe de guardabosques y su rastreador encontraron las huellas del animal pero luego perdieron el rastro. Cinco días más tarde se encontró el mono del bebé, estropeado y manchado de sangre al otro lado de Ayers rock pero a la niña nunca más se la volvió a ver.




Puede que en los países urbanos de Europa los dingos puedan sonar a fieras pero en Australia no son más que pequeños perros salvajes que suelen salir de estampida cuando alguien los espanta De todas maneras aquel mismo verano las zonas de acampada de la roca habían experimentado un aumento de los ataque de estas bestias que entraban en las tiendas en busca de comida e incluso una de ellas había sacado a rastras a otra niña que en el último momento había sido salvada por su padre. Pero todos estos incidentes jamás llegaron a los periódicos de manera que lo sucedido a los Chamberlain fue una completa novedad para el gran público y en seguida comenzaron las suspicacias

Además los Chamberlein eran un blanco fácil para los chismosos. Michael el padre era un pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y su esposa era una devota seguidora. Cuando, en un intento de conciliar la pérdida con la fe, consideraron la muerte de Azaria como parte de un plan divino, la mayoría de los australianos pensó que era una postura como mínimo extraña.

Los profesionales también comenzaron a mostrarse escépticos; la policía de Mount Isa (donde vivía la familia) informó de que Lynne “Parecía no cuidar al bebé…. no lo alimentaba….lo vestía de negro…..y además no reaccionó ante la tragedia como una persona normal (el mismo error que le costó la vida al pobre Mersault)”. También se publicó que el nombre de Azaria significaba “sacrificio en el desierto” y que la ropa encontrada en Ayers Rock en realidad estaba pulcramente doblada. Nada de esto era cierto pero los rumores seguían creciendo hasta alcanzar dimensiones grotescas. De este modo el pequeño ataúd de madera que Michael usaba como apoyo visual en sus charlas anti tabaco se convirtió por arte de magia en las conversaciones de los lugareños en un pequeño féretro blanco que servia de cuna a la niña.

Por fin en diciembre de ese año los expertos de la policía concluyeron (aunque de una manera inexacta e improvisada) que en realidad una persona y no un dingo había hecho jirones la ropa de Azaria. Pero el Juez de Primera Instancia e Instrucción dio más validez a las sólidas pruebas testifícales de la pareja que se encontraban con Lynne en el momento de la desaparición y sentenció que efectivamente Azaria encontró la muerte al ser atacada por un dingo.


El fallo fue retransmitido por televisión y la policía se sintió humillada públicamente. Seis meses más tarde se vengaron. Uno de los expertos que declaró en el juicio llevó la ropa de Azaria a Londres para que un reputado médico forense proporcionara una segunda opinión. Sus conclusiones fueron dinamita. El cuello del vestidito no había sido rasgado por los dientes de un animal sino por un objeto cortante. Las manchas de sangre procedían de una herida inflingida antes de que a la niña le fuese quitada la ropa. Y en la parte posterior del mono el profesor descubrió la huella de sangre de una mano femenina.




Con estas nuevas pruebas la policía reabrió la investigación y hurgó a fondo en las propiedades de los Chamberlain. En el coche se hallaron manchas de sangre de las que se dijo que sólo podían pertenecer a un niño de menos de tres años, también fueron hallados 25 mechones procedentes del mono. Y en la bolsa donde la familia guardaba la cámara de fotos se detectaron cabellos y diminutas manchas de sangre. Los expertos aparecían desde todas las direcciones. Odontólogos y expertos textiles apoyaron la teoría de que el mono había sido cortado y no rasgado por unos dientes. Además se dijo que el dingo no podía haber agarrado la cabeza de Azaria con sus mandíbulas porque esos animales no pueden abrir la boca más de diez centímetros.

Con todo este material se celebró un nuevo juicio en septiembre de 1982 más de dos años después de los sucesos de Ayers Rock. Pero todas las pruebas presentadas no ocultaban un hecho vital: la acusación no podía explicar por qué ni cómo Lynne había matado a su hija; únicamente sostenía que lo había hecho. El juez volvió a ponerse de parte de la madre pero esta vez el jurado discrepó y el 28 de octubre de 1982 Lynne Chamberlein fue declarada culpable.



Dos apelaciones posteriores fueron rechazadas hasta que en noviembre de 1983 una de las principales pruebas de la acusación fue desarbolada. Las machas de sangre del coche en realidad eran de pintura y las de la bolsa de la cámara simple suciedad. No se comprobó a fondo el origen de las manchas sino que sencillamente se asumió que podían haber sido de sangre.

Además resultó que la dentadura del dingo sí era un instrumento cortante. Se había dado por supuesto que los dientes de estos animales sólo servían para desgarrar pero nadie se había tomado la molestia de comprobar lo contrario.. El profesor Les Smith lo hizo y de paso también demostró que estas bestias también podían abrir la boca lo bastante como para abarcar la cabeza de un bebe. Aun así los expertos seguían desconcertados por el hecho de que un dingo había conseguido desabrochar las botitas de lana, dejándolas junto al mono antes de extraer el cuerpo por la cabeza. Pero ellos nunca habían observado a los dingos en acción o sea que tampoco podían demostrar que estos animales eran incapaces de hacerlo. Por lo que se refiere a las huellas dactilares femeninas de manchas de sangre que habían sido descubiertas por aquel forense inglés demostraron ser invisibles. En otras palabras: absolutamente nadie más había conseguido verlas.

Por fin en junio de 1987, después de siete años, un juicio, dos apelaciones, seis millones de libras en investigaciones, y cinco toneladas de informes, Lynne Chamberlain consiguió el perdón. Su condena fue anulada y recibió 900.000 dólares de compensación. Esta historia ha sido llevada a las pantallas en varias ocasiones, una de ellas en una película moderadamente conocida que lleva por titulo “Un grito en la oscuridad” y que nunca he podido ver debido al aterrador aspecto de Merly Streep.





La moraleja de todo esto se puede desglosar en dos puntos:

a) La gente está dispuesta a creer con los ojos cerrados cualquier canallada antes que admitir que vivimos en un mundo en el que puede suceder algo tan imprevisto, inevitable y entupido como que un perro salvaje entre en una tienda y se lleve a un bebé.

b) Cuando la policía se empeña en que algo pase algo pasará..

Volviendo a Madeleine la verdad es que tengo mis dudas de que los padres tengan algo que ver. Si así fuera ya habrían sido descubiertos o bien se hubieran derrumbado. Por los mismos motivos tampoco estoy convencido de que el sospechoso detenido desde hace ya bastante tiempo sea el culpable. Quizás por ese motivo la frustración y la presión de verse sometidos al escrutinio de todo el mundo haya llevado a las autoridades portuguesas a inclinarse por la vieja teoría de la investigación policíaca: “cuando no tengas a nadie culpa a la familia”.

Si esto es así significa que la investigación está lejos de estar en condiciones de presentar pruebas sólidas contra alguien lo que quiere decir que es posible que jamás se descubra que sucedió esa noche y por lo tanto la ominosa duda que en este momento planea sobre los Mccan permanecerá también para siempre. De todos modos han tenido algo de suerte en que el suceso haya tenido lugar fuera de las fronteras británicas ya que todo esto se ha convertido en una cuestión del orgullo nacional que hay que defender. Si la desaparición hubiera tenido lugar en Cornualles quizás las fotos del matrimonio ocuparían la portada de The Sun debajo de un tiular que dijera “ESTOS DOS BASTARDOS OCULTAN ALGO”.

Friday, August 10, 2007

La escena: Un recién nacido con una dentadura perfecta

Tuesday, August 07, 2007

Planet Terror



Debo confesar que antes de que viera la luz el proyecto Rodríguez-Tarantino no tenía ni idea de lo que era una sesión Grindhouse (tampoco sabía que era la literatura Pulp antes de que se estrenara la película casi homónima). Por lo visto el término hace referencia a unas salas de cine que en los años setenta programan películas de bajo presupuesto en donde abundaban las escenas gore y las actrices parecían sacadas de las paredes de una gasolinera. No creo que en España tuviéramos algo parecido a ese fenómeno o al menos no en el lugar en el que yo vivía por lo cual no disponemos de una memoria colectiva que nos lleve a entrar en el juego de complicidad que propone la película (donde la cinta ha sido deliberadamente “estropeada” para homenajear las deficientes exhibiciones de aquellos años, algo que los que tenemos una cierta edad sí que recordamos).

De todas maneras en los Estados Unidos por lo visto el proyecto tampoco ha logrado interesar al gran público no sé exactamente por qué pero tras el visionado de Planet Terror me atrevería a aventurar que quizás estas películas pueden ser demasiado fuertes para el gusto mayoritario. No me refiero a la violencia plástica, aséptica y en el fondo bastante aceptable de alguno de los títulos previos de estos dos directores (que sí fueron notables éxitos de taquilla). Me refiero más bien a la deliberada y apabullante truculencia que domina todo el metraje y que hace que el espectáculo no sea para todos los gustos (o mejor dicho para todos los estómagos). Esto quiere decir que es posible que el público no tenga problemas para ver como le vuelan la cabeza a un hombre en la parta trasera de un coche pero otra cosa es ver a un abominable aborto reventando en ulceras purulentas bajarse los pantalones. En resumen esta película homenajea a un cine de minorías y posiblemente sólo sea apreciado por una minoría. A mí en particular me ha recordado sobre todo a alguna de las muchas salvajadas de la Troma que pululaban también en aquellos años (y que aunque hubiera querido ver no hubiera podido porque no eran toleradas para menores) Si ponen en el buscador de youtube las palabras “redneck zombies” o “nukem high school” podrán ver de qué estoy hablando.

Quisiera poder hablar de “Planet Terror” al margen de estas circunstancias pero no me es posible: me pasé toda la sesión demasiado tenso preguntándome que jodida asquerosidad iba a aparecer en la siguiente escena.

Saturday, August 04, 2007

Deceso de una mañana de verano



Cuando a principios de semana murió Ingmar Bergman naturalmente me sentí en la obligación de hacer alguna referencia en mi blog aunque también me sentí en la obligación de no decir demasiado sobre el tema. Bergman es un asunto serio y aunque fuera capaz de expresar por escrito los sentimientos que me causaron películas como “El séptimo sello” “Persona” “La hora del lobo” “Gritos y susurros” y “Secretos de un matrimonio” posiblemente palabras siempre resultaría demasiado torpes para servir de homenaje al maestro y podrían ser sustituidas perfectamente por unos minutos de alguna de sus películas (cosa que fue exactamente lo que hice).

A los pocos días murió también Michelangelo Antonioni y eso ya es otra cosa. No voy a ser yo el que inicie ninguna de esas inservibles discusiones cinéfilas sobre si tal director es mejor o ha sido más influyente que tal otro. Aquí sólo valen los gustos personales y para mi el italiano está bastante lejos del sueco en lo que se refiere a la experiencia que supone ver sus películas. Pero no se puede negar que Antonioni fue uno de los grandes y concretamente en los años sesenta era una figura gigantesca y un punto de referencia de la cinefilia mundial (¡joder! ¡si hasta le nombraban en una película de Berlanga!). De manera que seria injusto no escribir algo sobre él y bueno como he dicho antes con Michelino sí que me atrevo. Será un homenaje cortito en el espacio y también en el tiempo ya que mañana tengo pensado ver “Planet Terror” y habrá que decir algo de ella.

La primera vez que oí hablar de Antonioni fue en el programa de Carlos Pumares “Polvo de estrellas”. Eran los años ochenta y para entonces el fantasma cinéfilo que recorrió el mundo en los años sesenta y setenta hacia tiempo que se había esfumado. Antonioni había perdido su prestigio y se había convertido en el paradigma (antes de que Tarkovski empezará a ser algo más conocido) del cine intelectual y aburrido. En este ejercicio de iconoclastia participaba Pumares con devoción afirmando incluso que Monica Vitti, la musa y amante del cineasta, no empezó a parecerle guapa hasta que rompió con su mentor.

Mi primer encuentro con Antonioni no fue demasiado espectacular. También por aquellos años había un programa en televisión española llamada “La clave” presentado por José Luís Balbín y que consistía en un debate sobre un tema en concreto precedido por alguna película (curiosamente seleccionada por el antedicho Carlos Pumares) alusiva a dicho tema. No puedo imaginar a que tema podría servir de introducción “Blow Up” pero fue en el marco de “La clave” donde la vi por primera vez. Sinceramente no le presté demasiada atención y en lo único que me fijé fue en la conocida escena en la que David Hemmings entra en un club nocturno y se encuentra a los Yardbirs tocando ante un público impasible. Así que mi primera reacción se limitó a un “¡guau! Pero si ese tío es Jimmy Page”.



Algunos años más tarde ya me encontraba convertido en un cinéfilo. Y ser un cinéfilo es entrar en un estado superior al de simple espectador que ve películas por diversión. Ser cinéfilo significa tener verdadero interés en el arte del cine y eso a su vez comporta la obligación de ver algunas películas que han sido imprescindibles en la historia del séptimo arte por muy matrucos que sean. Así que un día grabé “El eclipse” en Canal Plus y me dispuse a verla……y no lo conseguí. Que una película tan prestigiosa me resulta mala o sea incapaz de verla es algo que me fastidia enormemente. Y no es que no tenga paciencia, todo lo contrario, he aguantado sin pestañear algunos de los mayores aburrimientos de la historia del celuloide sin pestañear pero con esta película fue imposible, lo intenté tres veces y dudo mucho que en ninguna de ella llegara al primer cuarto de hora. Mis recuerdos de “El eclipse” se reducen a largas escenas en la que Monica Vitti y el bueno de Paco Rabal se miran sin decir “estas bocas son nuestras”.




Aun así no me resigno a la derrota y sé que algún día conseguiré ver “El eclipse” aunque tendrá que ser en una sala de cine donde sea imposible apretar el botón de stop y donde mi buena educación me impida levantarme y marcharme a “El imperial” (el bar situado al lado de la filmoteca de Santa Cruz de Tenerife) a comerme una arepa. Eso fue por cierto lo que me sucedió con “Gertrud” de Carl Theodore Dreyer una película que traté de ver muchas veces en video con el resultado de que me sentía incapaz de mantener los ojos puestos en la pantalla. Hasta que no me encerré en una sala de cine no pude con ella.

Como despedida de “El eclipse” decir que cuanto menos mi experiencia no ha sido exclusiva. Precisamente con motivo de los comentarios que he leído a raíz de la muerte del director italiano otros camaradas cinéfilos han confesado no haber podido traspasar la barrera de los quince minutos. Y bueno, mal de muchos consuelo de Sisterboy.

Mi siguiente experiencia con Antonioni fue una nueva visión más atenta y consciente de Blow Up también en Canal Satélite. Para entonces ya sabía algunas cosas más sobre ella como por ejemplo que estaba basada libremente en un cuento de Julio Cortazar (tan libremente que por lo menos en lo que a mí respecta sólo se parecen en que ambas obras fueron alumbradas en el siglo veinte). Esta nueva visión no me aclaró demasiado las cosas pero de todos modos disfruté bastante la película, en especial por el estimulante ambiente del “swinging London” y por la no menos estimulante presencia de algunas musas de los sesenta como Vanessa Redgrave, Jane Birkin o la encantadora Sarah Miles. De hecho “Blow Up” se convirtió en la inauguradora de un subgénero particular denominado “no entiendo ni papa pero me gusta”.





Bastantes años más tarde en la filmoteca local (esa que mencionaba antes, la que está a lado de “El Imperial”) pasaron un ciclo del director. El ciclo por desgracia no incluía “El eclipse” con lo que perdí la oportunidad de “obligarme” a verla pero en cambio sí que pusieron alguna muestra de la, por lo visto, no demasiado interesante filmografía del italiano que precedió al estallido “La aventura”. La película en cuestión fue “La dama sin camelias” de 1953 que confirmando lo dicho anteriormente resultó ser un pasable melodrama que sólo merece ser recordado por la presencia de una Lucia Bosé de 23 años.



En el mismo ciclo se programó “La noche” que sí está considerada una de sus grandes películas algo con lo que por una vez estuve plenamente de acuerdo después de ver este viaje al fin de “la notte” de la pareja formada por Marcelo Mastroianni y Jeanne Moreau que tras asistir a la agonía de un amigo común se encuentran a si mismos (sin que lo que encuentren les guste demasiado) a lo largo de una frívola velada en casa de un millonario que termina con una hermosa escena al filo del amanecer.



A continuación vino “El desierto rojo” primer experimento de Antonioni con el color y un nuevo revés en mi opinión sobre el cineasta. De los inacabables 120 minutos de la cinta sólo salvaría unos diez que se corresponden con una sugerente escena en el interior de una cabaña portuaria y con un pequeño impasse en forma de bello cuento oriental que por fortuna no tiene nada que ver con el tono del resto de la película que podría resumirse en “Monica Vitti una vez más sufriendo horriblemente sin que se sepa muy bien por qué”



El ciclo concluyó una vez más con “Blow Up” que por fin comenzó a cobrar sentido para mí (o por lo menos me he hecho la ilusión de que así ha sido). Quiero decir que tras tres visionados en el lapso de veinte años he terminado de comprender que en el fondo la explicación de todo se resume en el prólogo y el epílogo de la historia, esto es, todo lo que tiene que ver con esos odiosos mimos.

El siguiente episodio de la historia tuvo lugar hace un año y medio cuando comencé a disfrutar de las delicias del ADSL y decidí aprovechar la ocasión para completar algunos inexcusables huecos que había en mi formación cinéfila. Y entre ellos se encontraba “La aventura”.

He hablado de esta película anteriormente describiéndola como un estallido y por lo visto eso fue exactamente lo que ocurrió en 1960 el año de su estreno y un período muy convulsa en la historia del cine (en aquella época el mundo estaba en la cresta de la nueva ola francesa y muchos otros maestros estaban presentando sus mejores armas). El pase en el festival de Cannes concluyó con un concierto de silbidos y abucheos por parte de un público desconcertado ante el, para aquel entonces, inconcebible giro argumental de la película (un giro que por cierto la hermana con otra película fundamental estrenada ese año: “Psicosis”). No obstante “La aventura” fue inmediatamente reivindicada de tal manera que dos años más tarde un grupo de críticos la votaron como la segunda mejor película de todos los tiempos. Un galardón sin duda demasiado exagerado aunque no se puede negar que esta obra ha sido un influencia decisiva en la historia de la narrativa cinematográfica.

Mis sentimientos sobre “La aventura” están divididos. La primera mitad de la película (para los que ya la han visto digamos que esta primera mitad abarca hasta que ocurre “lo que ocurre”) es sin duda una experiencia increíble que nadie debería perderse. No obstante durante el resto del metraje decae tanto el interés que sinceramente a duras penas recuerdo lo que pasa.



Para terminar la historia mi última experiencia antonioniana tuvo lugar creo que el año pasado. Fue también la despedida del cine del nonagenario director. Se trataba de la película colectiva “Eros” compuesta por tres historias dirigidas respectivamente por Antonioni, Wong Kar Wai (que firmaba un corto tan bello como poco memorable) y Steven Soderbergh (que firmaba una gilipollez insufrible). El segmento de Antonioni llevaba el título “The dangerous thread of things” y era una historia que sorprendía por una visión del sexo un tanto camioneril. Aun así resultaba bastante más estimable que las otras dos historias.

Y bueno de momento eso es todo lo que tengo que decir de M.A. Supongo que algún día ajustaré cuentas con la condenada “El eclipse” y supongo también que algún día veré “Zabriskie Point” un gran fracaso de crítica y público que puso fin a la hasta entonces meteórica carrera del director. Entonces podré cerrar para siempre el expediente Antonioni.

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