Saturday, October 31, 2009

Pumkinhead




Hoy es 31 de octubre y como cada año (desde hace unos diez más o menos) casi cualquier programa de radio y televisión que se precie o se desprecie dedica unos minutos a reflexionar (la mayor parte de las veces en tono de queja) sobre cómo se ha introducido en nuestro país la fiesta de Halloween. Es poco más o menos lo que sucede también cuando llegan las Navidades (y esto ya es algo que vengo escuchando desde que tengo orejas) donde tampoco faltan aquellos que reivindican la figura tradicional de Los Reyes Magos frente a la invasión baptista del gordo Santa Claus.

Son dos fiestas distintas pero creo que en el fondo el problema es el mismo: aunque hay cosas que en España sabemos hacer mejor que en los Estados Unidos (como paellas y cosas así) hay que reconocer que los yankees saben como hacer una fiesta aunque sea deconstruyéndola a pedazos y volviéndola luego a recomponer de tal modo que la cosa resulte más....”divertida”. Fíjense si no en el mencionado Santa Claus y en toda la parafernalia navideña que le acompaña que fue más o menos un invento de la Coca Cola y de los almacenes Macy´s de Nueva York. Ahora sabemos que Santa Claus vive en el Polo Norte, que está casado con la señora Santa Claus, que tiene unos duendes que le echan una mano con los regalos e incluso sabemos el nombre de todos sus renos (Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donder y Blitxen sin olvidar a Rudolph el de la nariz roja). Además, que quieren que les diga, Santa parece un tipo simpático. En cambio ¿qué sabemos de los Reyes Magos? pues que uno era negro y que llevaron unos regalos bastante raros al recién nacido (incluida la mirra que nadie ha sabido nunca qué carajo es). Hay que reconocer que como personajes populares resultan bastante sosos, no es de extrañar que la gente prefiera ponerse un gorrito rojo en la cabeza antes que una corona.

Tres cuartos de lo mismo sucede con lo de esta noche. Comprendería que en países en los que existe una particular forma vernácula de celebración de esta fiesta algunos se mostraran dolidos por el retroceso de las costumbres locales frente a la invasión cultural norteamericana tal y como sucede con los mexicanos y su “Día de muertos”.



Por eso me pregunto si los que en nuestro país se quejan de que hayamos adoptado la manera estadounidense de celebrar la noche de difuntos viven en localiades en los que tradicionalmente se solía hacer algo especial esta noche. Porque a nivel colectivo (es decir de estado) sinceramente no recuerdo otra forma de pasar esta festividad que no sea comprando flores a precio de uranio para luego ir a depositarlas sobre una losa de piedra debajo de la cual no hay más que un poco de materia orgánica embalsamada. La otra alternativa era ver alguna representación de Don Juan Tenorio por la tele.






No es de extrañar que las nuevas generaciones encuentren mucho más estimulante disfrazarse de alguna modo terrorífico o acudir a alguna de las muchas fiestas de Halloween que se celebraran esta noche. Sobre todo si comparamos esas atractivas actividades con la alternativa que plantea la iglesia que como suele ser habitual es una cursilada jacobiana-vicenciana .Quizás sí es cierto que la costumbre del “trato o truco” resulta un poco ridícula y no termine de implantarse pero en lo que respecta al resto me parece bien que la gente se divierta. Y si importamos otras fiestas yankis como el Cuatro de Julio o El Día de Acción de gracias por mí perfecto. Siempre será mejor que adoptar otras costumbres de dicho país como la pena de muerte, la libre posesión de armas, el límite de edad para tener relaciones sexuales o la Asociación Nacional del Rifle.

Que pasen una terrorífica noche.

Sunday, October 25, 2009

El factor X


“Saw” se estrenó en el año 2004 y tuvo bastante éxito en el circuito de los aficionados a las películas de de terror. La cinta estaba suscrita a una nueva tendencia del cine de género que se distanciaba formal y temáticamente de las por entonces habituales sagas de cine de terror adolescente (estilo iniciado con Viernes 13 y prolongado con otras series como las de Pesadilla en Elm Street o Scream).

La tendencia antes señalada recuperaba un poco el tono de “teatro de la crueldad” de las antiguas películas de terror de los años setenta y por lo tanto hacía un uso de la violencia muy truculento pero al mismo tiempo bastante lejano a las plásticas y en cierto modo inofensivas (por extravagantes) explosiones de hemoglobina del cine teen.

Las masacres de “Sé lo que hicisteis el último verano” podían ser celebradas de forma jocosa por la audiencia pero las de ““Saw””, “Las colinas tiene ojos” o “La casa de los mil cadáveres” (para mí una de las películas señeras de este estilo de hacer cine) ya eran otra cosa. Además las películas que recuperaban el estilo de los setenta también se esforzaban en ser algo más que un simple “body count” y apuntaban (aunque muchas veces de un modo bastante torpe) alguna clase de mensaje de tipo social o filosófico por más que en ocasiones dicho mensaje estuviera teñido de cierto desagradable tufo reaccionario. Sin ir más lejos el argumento de la propia “Saw” giraba alrededor de un maniaco moribundo que ideaba complicados y sádicos castigos que sufrían todos aquellos que de alguna manera “estaban malgastando su vida”, lo que incluía desde drogadictos hasta maridos infieles.

De toda la serie de películas iniciadas con “Saw” sólo he visto la primera que me pareció un producto no exento de algún interés pero que tampoco justificaba la visión de las otras cinco entregas de la saga que, según tengo entendido, no son más que meras excusas para mostrar un encadenamiento de escenas de tortura y asesinato cada vez más barrocas.

La sexta parte de “Saw” tenía que haberse estrenado el pasado viernes en 300 salas españolas pero tal cosa no llegó a ocurrir porque algunos días antes la Comisión Calificadora del Ministerio de Cultura la ha clasificado con una X.




Contrariamente a lo que se piensa la X no fue creada (ni en nuestro país ni en los USA donde se originó el invento) para calificar las películas de contenido pornográfico sino para denominar cualquier filme con un contenido destinado específicamente para el público adulto. Ateniendo a lo que dice literalmente la ley se otorga esta calificación a las películas de “carácter pornográfico o que realicen apología de la violencia”.

En el caso del cine pornográfico está claro que todos sabemos distinguirlo del cine convencional pero eso de “apología de la violencia” ¿qué significa realmente? ¿Con qué intención se incluyó ese apartado?. Quizás se estaban pensando en combatir alguna clase de futuro producto cinematográfico que justificara o hiciera alarde de una determinada forma de violencia vinculada a la política. Y claro, lo que pasa con las leyes pergeñadas para combatir situaciones puntuales es que la situación pasa pero la ley permanece.

Podríamos extrañarnos de por qué se elige precisamente esta película como la primera cinta no pornográfica en recibir la letra de marras (anteriormente se había intentado aplicar la ley a la francesa “Baise moi” aunque tras un recurso de la productora se quedó en un simple “no recomendable para menores de 18 años” aunque yo hubiera sido más partidario de que se le colocara la leyenda “no recomendable para nadie”) cuando hay muchas otras cuyo contenido no debe diferir mucho del de esta cinta en particular.

Podríamos también solidarizarnos con los numerosos espectadores españoles que querían ver esta película y que ahora no podrán hacerlo (al menos legalmente y es que tiene guasa que una decisión del Ministerio termine por fomentar el pirateo) dado que en la actualidad tan sólo existen seis salas X en España (otras fuentes elevan ese número a ocho), bastantes menos que en los años en los que fue promulgada la ley allá por los tiempos de Pilar Miró.

Podríamos incluso participar de las numerosas puyas que ha recibido la ministra Ángeles González Sinde (aunque desconozco en qué grado ha podido influir en el dictamen de la Comisión) sobre todo teniendo en cuenta su participación como escritora de películas que algunos califican de apología de la violencia contra la guionista del engendro.

Pero por encima de todo eso a mí lo que me preocupa es que una decisión arbitraria dictada en ejecución de una ley ambigua se ha transformado en un acto de censura, una censura indirecta, encubierta, disimulada, la peor de todas las censuras. Y el hecho de que dicha censura se haya aplicado sobre un producto de escaso valor cinematográfico es irrelevante ya que ¿quien nos puede decir cuál será la próxima?.

Monday, October 19, 2009

El infundio del globo

Se cuenta que cuando le comentaron a Albert Einstein que en la Alemania nazi sus libros estaban siendo quemados el científico respondió que al menos la humanidad había avanzado algo ya que trescientos años antes hubiera sido él mismo el que hubiera terminado en la hoguera.



Supongo que si han estado viendo los telediarios de la última semana ya estarán más o menos al corriente de lo sucedido con el niño Falcon Heene y su extraña familia pero por si acaso les pongo al corriente de la evolución del caso.

Y la anécdota que prologaba este comentario viene de una reflexión personal acerca de que en el fondo la cosa no ha sido tan grave porque si el incidente hubiese tenido lugar dentro de algunos años es posible que el nene sí que hubiera ido dentro del globo y que hubiera sido colocado allí con toda intención por el padre.

Quizás sea por eso que no me siento muy estimulado para sumarme al pelotón de ejecución de esta patética cuadrilla de perdedores cuyos actos merecen un nivel de reprobación bastante inferior al de la productora televisiva que por lo que se cuenta está detrás de todo el asunto, o del de esos policías que maniobraban de forma ridícula y peliculera cuando para atrapar al objeto volante identificado cuando, por lo que he oído también, sabían perfectamente que el chico no estaba allí.



Y desde luego sus miserias no se pueden ni comparar con las de todas esas cadenas de televisión (españolas incluidas) que retransmitieron durante horas el aleatorio vuelo del jodido globo cuando ni en el caso de que la noticia fuera cierta podía justificarse tal despliegue. Lo de esta familia no es más que una pequeña mezquindad cotidiana, como la de esos kiosqueros que ponen los periódicos al revés para que los transeúntes no puedan leer las portadas.

Monday, October 12, 2009

RECS (sin spoilers)



El merecido éxito de crítica y público que supuso REC hacía presagiar una continuación, era lógico que así fuera teniendo en cuanta las pocas veces que pasa el tren para los cineastas españoles a pesar de que al menos Balagueró ha tenido bastante fortuna en este aspecto. Además REC, como casi todas las películas de terror, tenía un final que dejaba abierta la posibilidad de una secuela aunque queda la duda de si los responsables de la película primegenia habían pensado ya en como sería REC 2 cuando realizaban la primera parte de la saga.

El comienzo de la película, con esa patrulla de policía armada hasta los dientes preparándose para intervenir, hacía presagiar que quizás estábamos ante un completo cambio de tono tal y como había tenido lugar en Aliens respecto a la original Alien (de ahí la bromita del título de este comentario).




Pero no hay tal, REC 2 no es un cambio radical con respecto a REC aunque sí que hay algunas variaciones la mayoría de las cuales no son demasiado afortunadas por lo que esta segunda parte es decididamente inferior a la primera.

En primer lugar se pierde la sensación de realidad que otorgaba la técnica de unidad de tiempo y lugar a la que obligaba el uso durante todo el filme de una sola cámara subjetiva. En REC 2 hay en cambio una división de puntos de vista a partir de lo que podríamos llamar la cámara subjetiva “principal” (la que porta uno de los agentes) y que se reparte luego entre las cámaras incorporadas al casco de cada uno de los policías (algo que vuelve a recordar a lo que se hacía en Aliens) y una tercera fuente que sirve además para incorporar a unos personajes cuya presencia en la acción no sólo es superflua sino que además constituye un obstáculo y una quiebra en el fluir de la acción.

En segundo lugar quedan igualmente disueltas las virtudes que suponía, en la película original, el hecho de situar el argumento en el marco físico de un edificio de apartamentos del centro de la ciudad habitado por ciudadanos corrientes sometidos a una situación completamente fuera de su control. En REC 2 el protagonismo inicial es asumido por la mencionada patrulla de la policía cuyo carácter uniforme hace que resulte bastante difícil identificarse con ellos y por lo tanto que te importe un carajo lo que les pueda pasar. Y lo peor de todo es que cuando alguno de los personajes se sale de dicha uniformidad resulta tan inverosímil o insoportable que sinceramente estas deseando que alguno de los demonios del edificio lo liquide de una vez.

En tercer lugar queda mencionar la posiblemente mayor aportación que en el aspecto del argumento ofrece esta secuela. Ya habíamos comentado en su día el hecho de que en REC la introducción final de una suerte de explicación al horror por el que habían pasado los protagonistas era algo que no desentonaba demasiado con el resto de la película y que incluso se podía considerar un afortunado epílogo e incluso una pieza separada. En esta segunda parte se retoma esa idea y se convierte en el eje sobre el cual gira todo el argumento y lo malo es que eso obliga al filme a ir por un camino muy poco interesante y en ocasiones decididamente ridículo, tanto que cuesta trabajo creer que se lo hayan tomado en serio lo cual es una lastima.

Por supuesto no todo es malo en REC 2, la película mantiene un refinado gusto por las escenas de acción y terror cuya maestría supera incluso a las ofrecidas en la primera parte o al menos los monstruos son capaces de ejecutar movimientos mucho más aterradores. También resulta una mejora el hecho de que el devenir de la acción abandone el marco físico de las zonas comunes del edificio y se adentre en esos inmensos y destartalados inmuebles que parecen bastante característicos del ensanche barcelonés y cuyas posibilidades cinematográficas, en lo que al género de terror se refiere, resultan un apreciable descubrimiento. A todo esto hay que añadir el interesante uso que los guionistas han decidido otorgarle al modo visión nocturna de una de las cámaras (un modo cuyas virtudes ya habíamos podido apreciar en la primera parte) y que supone una idea brillante siempre y cuando no se profundice mucho en ella (una actividad que es casi un pecado cuando se habla de cine de terror).

Pero nada de esto convierte a REC 2 en una buena película y mucho menos en una buena secuela, de hecho en algunos momentos incluso me he aburrido. Habrá que ver si se recupera el tono en la tercera parte con la que casi seguro que habrá que contar teniendo en cuenta lo bien que está funcionando esta segunda.

Tuesday, October 06, 2009

Polanski y el ardor





Siempre he sostenido que en asuntos de mucha trascendencia pública sólo hay que abrir la boca cuando lo que vayas a decir no sea lo que ya dice todo el mundo. Y para reafirmarme en mi postura anti redundancia en lugar de hacer mi propio comentario sobre el asunto Polanski prefiero reproducir el artículo que a tal efecto publicó Diego Manrique en El País el pasado 5 de octubre.


DIEGO A. MANRIQUE
¿Hay armarios sin esqueletos?



Festival de Cannes, 1979. Se exhibían dos películas generadas por The Who, Quadrophenia y The kids are alright; sus productores lo celebraron con una fiesta en un palacete. Nada parecido a una bacanal: música tenue, los invitados charlando en la pradera. Exiliados fiscales y VIP de paso, desde Roger Waters, arrogante cabecilla de Pink Floyd, al más famoso prófugo del momento, Roman Polanski.

Un año antes, el director había burlado a la justicia estadounidense. Aquella noche, se mostraba locuaz pero le acompañaba un hombre silencioso, quizás un guardaespaldas. Decían que Polanski tomaba precauciones respecto a la gente del cine, que por esas fechas pululaba por la Costa Azul. No era muy popular en Hollywood: se deploraba que no hubiera tenido suficiente fe en la capacidad de los abogados para resolver los más embarazosos desaguisados. Podían disculpar su lolitismo, pero no que cometiera su delito en casa ajena, la de Jack Nicholson. El actor prolongó sus vacaciones, alejado de California mientras zumbaban las requisitorias de la policía, que -excitada por la posibilidad de una doble captura- quería comprobar si eran suyas las huellas aparecidas en una caja con hachís. Nicholson tardó en someterse a las pruebas dactiloscópicas: no hubo coincidencia. Susurraban que alguien hizo un trabajito, manipulando las evidencias.

Los detalles rezumaban una espantosa sordidez. La estratagema de seducir a una muchachita de 13 años con la promesa de convertirla en modelo para Vogue. Los barbitúricos para debilitar su resistencia. Luego, el encendido del ventilador de la difamación, punzantes sugerencias de que la víctima y su madre eran cazafortunas, dispuestas a exprimir a Polanski. Pero éste explicaba que le querían hacer pagar por pecados propios y ajenos. Al establishment, recordaba, se le había escapado otro realizador (supuestamente) judío con inclinación por las menores, Charlie Chaplin.

Treinta años después, sus defensores insisten en la perversidad estadounidense, que si Abu Ghraib o las ejecuciones de Tejas, para relativizar la culpabilidad de Polanski. Puedo entender sus argumentos pero intento imaginar cuál habría sido nuestra reacción si, en 2009, unos generales europeos hubieran protestado por la detención de un "milico" argentino, acusado de violación cuando combatía a los montoneros.

Funcionamos con automatismos que nos empujan a excusar y proteger a los colegas, a nuestros héroes. Supimos recientemente de otra historia miserable, que afecta a un antiguo amigo de Polanski, el músico John Phillips. En su autobiografía, la actriz Mackenzie Phillips alega que su padre se acostó con ella cuando tenía 18 años, precisamente la víspera de su boda; también se usaron drogas -cocaína, heroína- para superar el tabú. La relación se prolongó hasta que Mackenzie tuvo que abortar.

También yo me sentí indignado: muerto en 2001, el genio de The Mamas & The Papas no puede responder. Mackenzie ha compartido su "infierno" mediante una aparición en televisión, confesándose ante la madre superiora de las conciencias estadounidenses, Oprah Winfrey. ¿No se había agotado el filón de las revelaciones de añejos abusos sexuales? Luego, negaciones y confirmaciones: las ex esposas de John no pueden creerlo, las hermanastras de Mackenzie aseguran estar al tanto de la historia. Para ensuciarlo más, el publicista del patrimonio del difunto compositor de California dreamin' -herencia de la que se benefician las implicadas- difunde She's just 14, donde John cantaba a una adolescente sexualmente activa, posiblemente la propia Mackenzie. Como banda de acompañamiento, los Rolling Stones: ¿se necesitan más "sospechosos habituales"?

Entramos en el territorio de las guerras culturales. El caso de los Phillips, nos aleccionan, es producto de la degeneración moral propiciada por los años sesenta. Tienes que reírte: ¿no hay incesto en la Biblia? Pero termino repasando las memorias de Phillips, Papa John. Obviamente, no menciona nada de esto pero impresiona su autorretrato del adicto, un desastre con patas, a veces rescatado por Mick Jagger y otros valientes. De repente, un escalofrío: sí, pudo ser. En su estado, todo era posible.

Friday, October 02, 2009

Busca, busca, Rafael



Ha muerto Rafael Arozarena. Quizás este nombre no les resulte conocido aunque a lo mejor si les digo que era el autor de ““Mararía”” les suene algo más. Desde luego si vivieran en Las Afortunadas posiblemente sabrían al menos que esta obra existe.



Rafael Arozarena no es desde luego el artista más célebre que ha nacido en Canarias. Es cierto que las placentas de Oscar Domínguez y Benito Pérez Galdos también fueron expulsadas aquí pero, que yo sepa, ni el pintor ni el novelista mostraron mucho interés en plasmar los avatares de su tierra en sus respectivas obras, más bien salieron escopeteados de aquí en cuanto se les presentó la ocasión (algo que nadie les puede reprochar por cierto).

Pero “Mararía” es otra cosa, es nuestro Pedro Páramo, nuestro Cien Años de Soledad. Y el lugar en el que transcurren los hechos que se narran (Femes, isla de Lanzarote) es posiblemente el paisaje seco, negro y marrón con el que generalmente se identifica a estas islas, un concepto erróneo como sabe todo aquel que conozca un poco la tierra en la que llueve por calles y en la que se puede pasar del Valle de la Muerte a la Selva Negra en un par de kilómetros recorridos en coche de alquiler.




“Mararía” cuenta la historia de un forastero que llega a Femes y queda cautivado por la imagen de una anciana enlutada de aspecto misterioso. En los días sucesivos varios hombres del pueblo le contaran la historia de María, una joven de excepcional belleza ambicionada por todos los hombres del pueblo y que sólo entregará su cuerpo a aquellos que piensa que pueden sacarla del secarral físico y humano en el que vive. Así pues María pasará por los brazos de capitanes de barco, médicos, indianos retornados y extranjeros. Todos ellos contaran al forastero su relación con la muchacha y todos acabaran confesando con mayor o menor sonrojo su lamentable comportamiento con Maria a la que mentirán y engañaran para obtener sus favores a cambio de nada. Un triste recorrido de una decepción a otra que culmina en una violenta catarsis que traerá la liberación de su cuerpo pero no de su alma.

““Mararía”” es como he dicho posiblemente la novela más celebre ambientada en esta tierra que se haya escrito nunca y convirtió a su autor en una celebridad local a pesar de que Arozarena acabó hasta las narices de la fama que le trajo una obra que el consideraba menor en comparación con su producción poética de la que la verdad es que muy poca gente sabe algo.

De hecho, llegados a este punto, tengo que confesar que yo no hubiera tocado “Mararía” de no ser por que era de lectura obligatoria en el Instituto aunque la verdad es que me gustó bastante. Algunos años después se hizo una película basada en la obra de Arozarena y que nunca he querido ver, quizás porque todos los lectores del libro tenemos a nuestra propia María fabricada por nuestra imaginación y desde luego la mía no tenía el rostro de la también conejera Goya Toledo


En fin, sólo quería dejar testimonio de la muerte de Rafael Arozarena y recomendarles que si algún día se tropiezan por casualidad con su obra harían bien en echarle un vistazo.

Antes de tener noticia de este óbito mi intención era dedicarle una entrada a Mister Polanski pero habrá que esperar. Y tengo la sensación de que tal y como se está poniendo el asunto es difícil que el tema pase de moda.