Sunday, January 30, 2011

No aceptamos barco.

“Las noches revolucionarias” fue una mini serie de televisión de producción francesa que se pasó por la pequeña pantalla hace algunos años. Basada en un libro del escritor Nicolás Edme Restif de la Bretonne, la serie narraba las aventuras de un anciano apodado “El búho” que se paseaba por el convulso Paris nocturno de la época de la Revolución. En uno de sus recorridos el búho pasa la noche con una prostituta quinceañera, algún tiempo más tarde el viejo se encuentra con la madre de la chica que le espeta: “La próxima vez haced el favor de pagarle a mi hija lo que se merece, como adolescente puede ser un poco adelantada para su edad pero como prostituta sigue siendo una niña”.




Creo que algo de esto le ha pasado al bueno de Alex de la Iglesia: como cineasta es posible que se haya asomado con frecuencia a los aspectos más oscuros de nuestro carácter nacional, pero como personaje público y cargo político (no lo es en realidad pero se le asemeja mucho) parece estar lejos de haber comprendido ese carácter. Aunque no he entrado a fondo en el asunto (tampoco es algo que me preocupe en exceso), parece que su dimisión como Presidente de la Academia de Cine tiene su origen en un rapto de sinceridad que el director tuvo en el Twitter, donde hizo una afirmación que luego se sintió obligado a mantener en un gesto del que estoy seguro que ya está arrepentido.

La decisión de dimitir porque el Gobierno ha pactado una ley, que él entiende perjudicial para el colectivo al que preside, ya demuestra por sí sola el hecho de que Alex no ha sido traído al mundo para entender los avatares de la política, un arte que consiste básicamente en transigir con cosas que te desagradan o que directamente detestas. Pero el hecho de tener que ser fiel a un afirmación hecha en un entorno en el que sólo habitan espectros ya es directamente ser un ingenuo, como aquel Presidente de la Primera República que dimitió por no firmar una sentencia de muerte.

Lo peor es que dicho gesto sólo haya sido aplaudido por los tales espectros, (acostumbrados a exigir conductas morales que ellos mismos no tendrían el valor de llevar a sus propias vidas) porque sus compañeros de profesión, incluso aquellos que él tiene como amigos (uno de los cuales le ha llamado directamente “payaso” aunque con cariño) se han llevado las manos a la cabeza por una decisión que ha puesto patas arriba al mundillo y que, y creo que el propio Alex estaría de acuerdo en que esto es lo único bueno que ha salido de este embrollo, promete ofrecernos la gala de los Goya más apasionante desde los tiempos del No a la Guerra. Esperemos que Buenafuente y su equipo estén a la altura.

Si no son ustedes personas demasiado jóvenes, seguro que de niños jugaron al fútbol en la calle, y seguro también que recordaran ese momento en el que el dueño de la pelota se cabreaba porque no le habían pitado un penalty y cogiendo el esférico declaraba el juego terminado. Más o menos lo que ocurría en aquel conocido anuncio televisivo del Scattergoris sólo que en esta ocasión al final el pulpo ha resultado no ser un animal de compañía.



En otro orden de cosas sigo con mi campaña pre Oscars. Hoy le ha tocado a “El demonio bajo la piel” (“The killer inside me” debió parecerles a los distribuidores un título demasiado existencialista). Las perspectivas eran inmejorables: un gran director (Michael Winterbottom), un material literario excelente cortesía de Jim Thompson (no he leído este libro en particular pero si es una cuarta parte de bueno que Pop 1280 me conformo), y unos actores solventes (Casey Affleck ya dio muestras de ser perfectamente capaz de interpretar a un personaje inquietante en “El asesinato de Jesse James”).

Ni siquiera tengo fuerzas para decir por qué no me ha gustado, la película simplemente es una obra muerta, tanto que la abundancia de brutales escenas de violencia ni siquiera conmueve, a veces unos buenos ingredientes no producen un buen cocido. Además, luego me di cuenta de que la película ni siquiera está nominada a los jodidos Oscars. Las próxima serán Black Swann y 127 días, dos películas que ya me estoy “comprando” como he tenido que hacer con esta y con “El discurso del rey” (esta última la he visto demasiado tarde para comentarla por aquí) dado que alguien ha decidido que no se estrene en la Vetusta del subtrópico.

Wednesday, January 26, 2011

La medusa del amor



Con motivo del estreno de ““Cloverfield”” (“Monstruoso”) algunos críticos de cine, o simplemente estudiosos de este arte, como Jordi Costa o Nacho Vigalondo escribieron en sus respectivos medios que en realidad no estábamos ante una historia de monstruos con una trama romántica subsidiaria, sino ante una historia de amor con trama monstruosa subsidiaria. En una de sus citas más célebres Jean Luc Godard decía que para hacer una película sólo se necesitaba una pistola y una chica, según añadió alguien (creo que incluso hablando del filme que hoy nos ocupa) se podría acortar la frase diciendo que para hacer una película se necesita una chica y…

alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5566566196026562242" />

Volviendo con “Cloverfield” reconozco que en esta obra había que dedicarse a leer entre líneas para encontrar la subtrama que, según estos comentarios, era la autentica base del filme, o al menos a mí no me quedó claro en una primera visión. Me refiero a que la película podía funcionar a la perfección como una excelente historia de monstruos sin necesidad de andar buceando en dicha subtrama.

Con “Monsters” no cabe esa posibilidad, tal y como reza la cita que se puede leer en el cartel promocional de la distribuidora española, se trata de “Una historia romántica de delicioso aire Indie con monstruos al fondo”. Naturalmente no se trata de una frase ideada por los autores de la película (algo que bastaría para expulsarles de su profesión de por vida) sino que ha sido reseñada en la crítica de un periodista español, aunque hay que reconocer que es una expresión muy acertada.

“Monsters” nunca podría ser calificada con una película de terror o de suspense, al contrario que en el caso de “Cloverfield” no hay nada que leer entre líneas, y los espectadores que vayan al cine confundidos por el título de la película quedarán bastante decepcionados.

Pero ese no es el problema (a mí los que entran a ver una película sin saber bien de qué va y luego salen trasquilados me importan un comino), el problema es que “Monsters”, que como ya hemos dicho no funciona ni pretende funcionar como película de monstruos, tampoco funciona como película romántica y no lo hace porque tiene un problema tremendo: la absoluta falta de entidad colectiva e individual de sus dos protagonistas.



En el programa de mano, que pueden leer los que vean la película en la cadena Renoir, manifiesta su director (novato por cierto) que para interpretar a los protagonistas quería una pareja normal, que también fuera pareja en la vida real. Dado que es una transcripción literal, está claro que en este caso sí podemos ponerle en el debe esta declaración tan cinematográficamente risible. Una cosa es que dos actores hagan de gente normal y otra muy distinta que dichos actores “sean” gente normal y encima exigir que también se acuesten fuera de la pantalla. Y este es el gran problema de “Monstruos”, en otras películas la falta de personalidad de sus protagonistas puede diluirse en medio de una acción trepidante o cuanto menos de una sobredosis de espectaculares efectos especiales. Aquí no, la acción empieza, progresa y termina en torno a dos personajes que lo único que provocan es indiferencia.



De todos modos tampoco es este filme algo como para echar a la basura sin más, la película cuenta con algunos momentos interesantes, una aguda (aunque quizás algo grosera en sus formas) metáfora sobre la emigración ilegal, y sobre todo la elegancia con la que están tratadas casi todas las escasas y fugaces apariciones de los monstruos alienígenas, que además son presentados con unos efectos especiales modestos (la película presume de haber sido filmada con cuatro perras aunque ya quisieran muchos directores españoles consagrados contar con los recursos de los que dispone un director americano independiente en su opera prima). Y también me gustaría elogiar la escena con la que concluye la película que ha sido destacada con justicia como la mejor y la única (esto ya es opinión personal) por la que alguna vez debería ser recordada dicha película, una escena que tendré el buen gusto de no desvelar como sí hizo el mamerto que publicó su crítica en la revista “Dirigido”. En fin, recomendable únicamente si no hay nada mejor en cartel y si no se puede esperar a “comprarla” por los canales adecuados, el resto puede abstenerse exceptuando los que vayan a verla pensando que se trata de un “Transformers” de perra gorda, esos que se jodan (que se joderan sin duda).

Sunday, January 23, 2011

Necrophobic.

En una entrevista realizada con motivo del estreno de “The Dead”, una periodista le preguntó a John Houston sobre su implicación personal en la historia que se narraba. El anciano director respondió “¿Me hace usted esa pregunta porque yo mismo me estoy muriendo?”.



Clint Eastwood ha cumplido ya ochenta años y aunque tiene buen aspecto (ya me gustaría a mí estar así a esa edad suponiendo que llegue) está claro que puede morir en cualquier momento, así que es inevitable preguntarse si hacer una película sobre la posibilidad de vida más allá de la muerte tiene algo que ver con sus propias inquietudes sobre el tema.





De todos modos las historias que suelen tener este tipo de tramas no resultan en principio algo atractivo de ver debido a su facilidad para caer en la sensiblería más desvergonzada. Véase si no los ejemplos de “Ghost”, “The lovely bones” o la pringosa (en todos los sentidos) “Más allá de los sueños” que además tiene un título tan parecido a la que hoy nos ocupa.




De todos modos el hecho de que el filme venga con la firma de Clint Eastwood unido a que estamos en plena temporada pre-Oscars parecían estímulos suficientes para ir a ver una película con un argumento contra el que, en un principio, se debe tenar bastante prevención.

El veterano actor y realizador norteamericano está considerado como uno de los últimos nombres asociados al cine clásico de Hollywood, por más que dicho clasicismo pueda ser puesto en duda en películas como “Sin perdón” o “Mystic River” tan ortodoxas formalmente como heterodoxas argumentalmente o por el contrario en casos como “Million Dollar Baby” o “Gran Torino” que narraban tramas muy manidas envueltas en una estructura totalmente anárquica. De todos modos este, en mi criterio, equivocado concepto de clasicismo no parece incomodar a los espectadores que suelen acudir masivamente a presenciar cada uno de los estrenos del viejo director. Me pregunto cual será la opinión de dichos espectadores tras terminar la contemplación de “Más allá de la vida” porque adelanto que la mía es de moderada consternación.

La película se estructura entorno a la historia de tres personajes que han tenido experiencias cercanas a la muerte: Marie, una periodista y modelo francesa (Cécile de France conocida hasta ahora únicamente por su papel en “Alta Tensión”) que sobrevive al gran tsunami de 2004, Marcus, un niño que se rebela contra un hecho trágico e inesperado y George, un médium (Matt Damon) que trata de llevar una vida normal lejos de las miserias que le acarrea su don.

Lo más sorprendente de todo no es la manera tan sonrojante en la que estas tres historias acaban convergiendo sino en la poca entidad dramática que tiene cada una de ellas, o al menos dos de ellas.

La parte de la historia protagonizada por Marie se inicia con la escena del tsunami que no sólo es totalmente innecesaria (para lo que se cuenta lo mismo hubiera dado que la mujer hubiera sobrevivido a un resbalón en la ducha) sino que opino que está filmada con unos efectos muy pedestres, más próximos a las fantasías animadas tipo “Anaconda” que a ilustres filmes de catástrofes con ola gigante incluida como 2012 o “El día de mañana”. Pero vamos, repito que más que chapucero es innecesario, como esos planos de la actriz en ropa interior (aunque de esto me quejo menos). La cuestión, es que tras esa experiencia cercana a la muerte, Marie ya no encuentra sentido al estilo de vida moderno y glamouroso que había llevado hasta entonces, y comienza a hacer una serie de cambios que paradójicamente hacen su existencia mucho más miserable de lo que eran antes. Pero Marie parece incapaz de sustraerse a la gran cuestión filosófica sobre lo que ocurre tras la muerte y decide indagar sobre ello a pesar del escepticismo de una sociedad siempre aquejada de una aguda tanatofobia. Este último punto sería quizás el más interesante de la historia de Marie de no ser porque, al igual que el resto de la película, la narración es demasiado confusa y fragmentada, tanto que al final ni siquiera estoy seguro de saber qué es lo que realmente piensa este personaje sobre el tema sobre el que gira el argumento.





Sin embargo todos estos defectos no son nada comparado a lo que sucede en el episodio protagonizado por Matt Damon, que directamente adolece de casi cualquier cualidad de las que adornan a una historia contada a través del cine. En concreto las escenas en las que se describen las prácticas extrasensoriales de George (y más en concreto aun, aquella en la que interviene una irreconocible Bryce Dallas Howard) están filmadas de una manera tan plana y carente de tensión dramática que resultan impropias de un profesional.



Más afortunado resulta el segmento protagonizado por el niño Marcus que refleja de un modo más preciso todos los sentimientos que genera una desaparición inesperada: la sensación de amputación emocional, la negación, la rebeldía, el fracasado empeño en buscar algún sentido al hecho absurdo que supone la muerte. Todo esto es narrado de una manera inteligente y al mismo tiempo emotiva algo a lo que ayuda mucho la interpretación de los jóvenes actores (que parece que esta vez sí son gemelos de verdad) Frankie y John McLaren.





Estas tres vidas confluyen en una resolución que causa tanta perplejidad e insatisfacción como el resto de la película, aunque en esta ocasión al menos se puede tener el consuelo de que esos dos sentimientos están deliberadamente provocados por el propio autor de la historia que parece tener interés, no tanto en responder a la gran pregunta (el que quiera eso que siga viendo “Entre fantasmas” y otras hierbas por el estilo), como en ayudar a que el público se la plantee o al menos que piense en ella. Claro que para eso lo cierto es que preferiría revisar “Six feet under” o el capítulo de “Buffy cazavampiros” en el que muere la señora Summer.

Tuesday, January 18, 2011

No volveras a comer en esta ciudad



Nunca había hablado de los Globos de Oro porque nunca los había visto, pero ayer les eché una ojeada. No voy a extenderme sobre ellos, solo señalar que me pareció una ceremonia bastante relajada con las estrellas sentadas bebiendo y tal, y que me pareció encantador que los premiados tuvieran que avanzar hacia el escenario haciendo que Johnny Depp o Robert de Niro se levantaran.

Pero no quería hablar sobre la ceremonia, dado que no he visto casi ninguna de las películas y series premiadas, yo quería hablar más bien de Ricky Gervais. De este actor y director británico, y de su clorhídrico sentido del humor, ya hablamos hace algunos años con motivo del comentario sobre “The Office”. Tenía noticias de que Gervais se había convertido en una especie de maestro de ceremonias de las últimas ediciones de la fiesta, parece que este año el cómico había decidido que su actuación fuera inolvidable, de hecho había declarado que sería su última intervención porque nunca más le volverían a llamar. Para que juzguen si había para tanto aquí tienen un resumen de lo más jugoso de dicha intervención ( y además subtitulado, mucho mejor que verlo en directo con ese molesto off de algún esforzado traductor de voz entrecortada).




Bueno, es gracioso ¿no?, dentro de su estilo hay que reconocer que tiene bastante gracia, está claro que algunas bromas bordean el límite de la crueldad, véase los comentarios sobre “The tourist”, o lo de introducir a Bruce Willis como “el padre de Ahston Kutcher”, o esa desternillante presentación del dúo Tom Hanks-Tim Allen (replicada de modo tan igualmente brillante que hay que dudar de si no estaba todo preparado). En resumen un humor cabroncete pero tolerable. Otra cosa es el chiste sobre heterosexuales que interpretan a homosexuales, al revés que algunos “conocidos cienciólogos”. Eso me pareció una burrada, tanto como aquel juego de palabras de Steve Martin a propósito de Penélope Cruz y su participación en la película “Blow”. No digo que también tengan gracia estas salidas, que las tienen, pero es un tipo de bromas que deberían quedarse en el lugar que les corresponde, en la taberna o como mucho en un capítulo de South Park, pero no me pareció adecuado para una glamorosa gala del mundo del cine. Desde luego Rick si querías que esta fuera tu última gala posiblemente lo has conseguido, puedes apuntar tu británico culo a que así será.

Thursday, January 13, 2011

La frase de la semana. Han shot first



Harrison Ford anda por el país promocionando su nueva mierda de película. En una de las millones de entrevistas que ha concedido un periodista le suelta la típica pregunta.

-¿Sabe usted decir algo en español?

Y H.F. contesta

-Adios

Y ahí terminó la conversación.

Sunday, January 09, 2011

Actualidad

Vamos con dos temas de actualidad a los que la muerte (de otros) y la época navideña desplazaron un poco de su espacio natural, y que pese a todo siguen estando presentes.

SI EL PRECIO DE ESTE DISCO ES SUPERIOR A SETECIENTAS PESETAS, ENTONCES ROBALO.




El otro día hice algo que llevaba mucho tiempo sin hacer. Fui a la sección de cine de El Corte Inglés y me compré dos películas. ¿Por qué lo hice ahora? Porque tenía trabajo, ¿Por qué no lo hice antes? Por que no lo tenía.

Y a eso se reduce todo ¿para qué darle más vueltas? La gente se baja canciones y películas (también libros) porque es más barato y fácil (es decir, doblemente barato) que comprar en una tienda. Y por otro lado los cantantes, cineastas y escritores se encolerizan tanto porque son conscientes de que cada una de esas descargas ilegales les cuesta dinero, por más que en ocasiones dicha cólera se manifieste rebasando por una cabeza los límites del ridículo.



Es una teoría no basada en ningún estudio sociológico o antropológico, pero siempre he tenido la sensación de que por regla general el español es un individuo que trata, siempre que puede, de saltarse a la torera la ley o el reglamento siempre y cuando pueda beneficiarse de ello, y siempre y cuando no hablemos de delitos serios naturalmente. La mayor parte de la gente que conozco no tiene ningún inconveniente, por ejemplo, en trampear su declaración de impuestos si le es posible hacerlo, y además lo hace sin tener conciencia de estar actuando mal. Las campañas contra el límite de velocidad, el fraude fiscal o la descarga ilegal de música y películas no suelen tener demasiado éxito cuando apelan a argumentos morales dado que, repito, al final todo se reduce a una cuestión de avaricia y pereza.

Y yo que he defraudado a Hacienda todo lo que he podido y violo el límite de velocidad a diario (cosas de las que no me enorgullezco pero que tampoco me hacen sentir culpable) trato sin embargo de ejercer mi actividad pirata (ahora que tengo nómina) con algo de moralidad. Y no lo hago porque alguna vez haya creído en esas apocalípticas predicciones de que si el problema de las descargas ilegales prosigue, algún día no habrá música ni cine porque dichas actividades ya no serán rentables económicamente. Primero porque no creo que tal cosa sea cierta, la industria siempre ha sabido sobreponerse a desafíos semejantes o peores que este, y segundo porque creo que una actitud moral debe ser exigida en base a un razón moral y no de beneficio propio. En resumen que la música y sobre todo las películas me interesan mucho más que la Declaración de Hacienda y por ello me gusta pensar que trato de contribuir en lo posible a que algo de mi dinero llegue a manos de quienes las crean. Con la música no hay problema porque hace mucho que no me descargo ninguna canción, me basta con oírla en el youtube donde es posible encontrar el 90% de los temas que quieres oír (al menos los que yo quiero oír). Con el cine en cambio sí que me aplico algunas reglas.

En primer lugar nunca pirateo una película que tenga la posibilidad de ver en el cine. El problema es que en las regiones europeas ultraperiféricas hay muchas películas que no se estrenan, y hay otras que se emiten en condiciones inadmisibles. Me estoy refiriendo naturalmente al doblaje. Aunque siempre es mejor ver una película en versión original ya hemos comentado que en ocasiones se puede tolerar el doblaje, por ejemplo “La red social” puede ser vista doblada si no hay más remedio, pero hay otras ocasiones en que dicho doblaje es intolerable. Pongo el ejemplo de dos títulos recientes, “Neds” la película dirigida por el actor Peter Mullen y “El discurso del Rey”, no se puede ver esas películas dobladas, es como no verlas, o verlas con un mosquito metido en cada ojo.

Se podría argumentar que lo más decente sería esperar a que dichos títulos estuvieran disponibles en DVD pero sinceramente me fastidia quedarme fuera del tiempo real en el que se estrena una película, y de las discusiones que sobre ella se generan, sólo porque algún distribuidor decida que los que vivimos en provincias no somos dignos de ver una película o no somos dignos de verla como Dios manda. Ya me pasó con “Inglorious Basterds” (que también me negué a ver doblada) y no quiero que me siga pasando.

Con las series de televisión ocurre otro tanto. Se supone que en la década que acabamos de dejar atrás, y todavía en esta en la que entramos, estamos viviendo una edad de oro de las series, una edad de oro que al público español se le ha hurtado pues muchas de esas series no han sido emitidas, o lo han sido en plataformas de pago, o en condiciones deleznables: desplazamientos de horario sin avisar, emisión de una temporada ignorando las siguientes, interrupción de la serie incluso antes de emitir el último capítulo de una temporada, emisión de temporadas en orden inverso (esto es rigurosamente serio, ocurrió con la serie “Urgencias). Por no hablar de nuevo del tema del doblaje, ¿de verdad alguien piensa que puede verse esto doblado al español?



En resumen, yo por mi parte dejare de robar (no tengo ningún inconveniente en llamar robo a lo que hago) cuando el sistema de producción, distribución y exhibición español deje de ser la mierda que siempre ha sido. Pero incluso si eso terminara por ocurrir la cosa seguirá estando jodida porque repito que la razón principal del pirateo es el dinero.

¿Por qué pagar una pasta en el cine o en la sección de series de televisión de un gran almacén cuando se puede conseguir todo lo que se quiera apretando un botón? Las soluciones no son sencillas, las apelaciones al civismo no parece que estén funcionado, el cierre de webs que facilitan la descarga (en el caso de que algún día llegue a aprobarse la ley que lo posibilita) tampoco serviría de mucho (surgirían otras iguales o incluso peores). Queda el sistema francés por el cual, según dicen, se puede suspender la conexión a Internet de los ordenadores que sean detectados ejerciendo esta actividad ilegal. Pero, suponiendo que esto último fuera posible en España, yo auguraría en ese caso una caída drástica en el número de personas conectadas por tarifa plana. Seamos sinceros, tenemos Internet en casa para poder descargarnos cosas, el resto de nuestras actividades en la red sería perfectamente posible con una hora diaria de sesión pagada en un cibercafé o gratis en las Bibliotecas Públicas o en nuestros respectivos trabajos. Sería interesante comprobar si las bajas masivas de abonados compensarían el aumento de ganancias de discográficas y salas de cine.

Hasta que eso ocurra seguiré acudiendo a la red para ver cosas que no tengo otro modo de ver.




COFFE AND CIGARRETTES





Bueno, al igual que con lo del pirateo, el tema de la entrada en vigor de la nueva ley anti tabaco no es de inminente actualidad, pero sin duda dará que hablar durante mucho tiempo.

Soy fumador desde hace 25 años aproximadamente. Aunque he pasado por etapas de mucho consumo en cantidad y bajo en calidad (Kruger azul a 35 pesetas el paquete) ahora me mantengo en un cartón de Marlboro al mes, eso son diez paquetes, dos a la semana, entre cinco y seis al día, no está mal. Sinceramente no creo tener una adicción con ese nivel de nicotina, lo cual quiere decir que todavía para mí fumar es un placer.

Pero no me parece mal esta ley, no tengo nada en contra de ella y comprendo que es una lógica etapa en el lento e inexorable camino que conducirá algún día a la prohibición total de cultivar, fabricar, vender y fumar tabaco. Desde luego jamás me alinearía con todos esos incomprensibles postulados marianos (lo digo por Javier Marías, fumador militante que muy pronto sacará, a propósito de este tema, uno de esos artículos suyos que provocaran un aluvión de cartas de protesta en la sección correspondiente de “El País Semanal”, una circunstancia que sospecho que es el motivo principal por el que este escritor publica allí sus escritos) que hablan de ataque a la libertad, persecución y marginación del fumador, derechos fundamentales vulnerados, etc.. etc… Yo he fumado mucho en bares, vestíbulos de cines y teatros, escaleras de centros comerciales, aviones, barcos, oficinas, aulas universitarias e incluso aulas de enseñanza media (se permitía fumar en el Instituto durante los exámenes finales de junio, aunque no se lo crean). Ahora no se puede y comprendo que tal cosa suceda.

Pero confieso que me perturba la idea de no poder volver a sentarme en una cafetería (una normal y corriente, con barra de acero inoxidable y camareros con camisa blanca y pantalón negro, con la tapa de una botella de butano colgando del cinturón) a tomarme un cortado natural acompañado de un cigarrillo, o de que la próxima vez que salga (cosa que hago sólo una o dos veces al año) tampoco pueda acompañar el Johnny-Cola con el veneno acostumbrado. El otro día recorrí por casualidad los bares de mi código postal y la mayor parte de ellos estaban sorprendentemente vacíos, a excepción de algunos parroquianos que estaban fumando por fuera. Es curioso como esta nueva ley nos haya mostrado que los bares no eran sitios para gente que no quería beber sola sino para gente que no quería fumar sola

Thursday, January 06, 2011

Personal Christmas. Balance de pérdidas y pérdidas

•Lotería de Navidad (ni pa chochos) 17,33
•Regalo hermana (impresora multifunción) 20,00
•Comida de empresa (una comida repugnante en un sitio que bien
podría servir de escenario para un capítulo de cuéntame y todo amenizado con música de karaoke del estilo de Christian Castro “el azulillo”) 18,00
•Segunda comida de empresa(mejor que la otra pero con poco entullo) 15,00
•Regalo hermano (monitor para ordenador estropeado) 30,00
•Regalo hermano 2 (un Dvd legal de la película “Performance”) 14,95
•Regalo mamá (bonito pero indescriptible) 9,00
•Regalo ahijada (no me quejo, nació el 6 de enero y su nombre no está en el santoral con lo que sólo tengo que darle algo una vez al año) 16,50
•Lotería del niño (ni pa chochos too) 4,00
•Regalo Mamá (un pasaje de avión, no es un indirecta) 35,00
•Regalo tía carnal (portarretrato con bandeja a juego) 12,00
•Regalo padre (cd de Calamaro, qué le vamos a hacer) 9,40

Total 201 euros con dieciocho céntimos. Hasta el año que viene.