Un episodio inquietante
En Junio de 1974 un hombre llamado Ted organizó un descenso en balsa por el río Yakima en el estado de Washington en compañía de Larry un conocido de la administración de judicial donde ambos trabajaban. Los jóvenes invitaron a dos mujeres, Becky y Susan. De los cuatro, tres iban por turnos en una balsa que arrastraba al cuarto, metido en un tubo de goma.
Al llegar a los rápidos, el humor de Ted cambió súbitamente. Según afirma Larry: “De repente Ted, que estaba detrás de Becky, le desata el cordón superior del bikini, dejando sus pechos al descubierto. Todos, salvo él, nos sentimos atónitos e incómodos. Ted parecía disfrutar de ello. Más tarde, bajábamos por un tramo particularmente movido y Becky estaba en el tubo de goma. Ted cogió la cuerda que la sujetaba y dijo: ¿Qué harías si desatase esta cuerda? Becky se puso a gritar, claro. Tenía un susto de muerte. Yo miré a Ted y no pude creer lo que veía. Estaba gozando con el terror que le producía a Becky, que gritaba desesperadamente. Había desatado la cuerda y amenazaba con soltarla”.
El tal Ted resultó ser Theodore Robert Bundy http://es.wikipedia.org/wiki/Ted_Bundy que con el tiempo se convirtió en uno de los peores asesinos de la historia criminal de los Estados Unidos. Era sádico, despiadado, insaciable, una autentica bestia cuyas hazañas quedaron reflejadas de forma certera en su propio biopic http://spanish.imdb.com/title/tt0284929/ .
La cuestión es ¿eran conscientes los testigos del desagradable incidente del descenso del río Yakima de lo que iba a suceder posteriormente con Bundy? Seguramente no pero lo que pasó les dejó sin duda con una experiencia perturbadora sobre el comportamiento humano. Estoy convencido de que todos los que lean esto independientemente de su juventud y circunstancias han presenciado a lo largo de su vida algún acto de crueldad física o mental en diverso grado de violencia, un acto gratuito, inmotivado y por el que su perpetrador no obtiene ninguna ventaja que no sea una morbosa satisfacción y que deja a los que lo contemplan tan conmocionados y extrañados como los excursionistas de aquel día. ¿Cuántos Ted Bundy en potencia habrá caminando por el mundo cuyo grado de trastorno sea lo bastante leve para permitirles no pasar nunca de ser unos simples miserables?. Una vez que se ha traspasado la barrera todo es cuestión de niveles, algunos llegaran al nivel más alto, a otros les faltara oportunidad o agallas para llegar tan arriba.
La anécdota del río está sacada del libro “Diccionario del crimen” de Oliver Cyriax. Una obra fundamental para todo el que muestre algún interés en este tema u otros similares. En el futuro iremos conociendo más historias sacadas de esta Biblia del mal.
Al llegar a los rápidos, el humor de Ted cambió súbitamente. Según afirma Larry: “De repente Ted, que estaba detrás de Becky, le desata el cordón superior del bikini, dejando sus pechos al descubierto. Todos, salvo él, nos sentimos atónitos e incómodos. Ted parecía disfrutar de ello. Más tarde, bajábamos por un tramo particularmente movido y Becky estaba en el tubo de goma. Ted cogió la cuerda que la sujetaba y dijo: ¿Qué harías si desatase esta cuerda? Becky se puso a gritar, claro. Tenía un susto de muerte. Yo miré a Ted y no pude creer lo que veía. Estaba gozando con el terror que le producía a Becky, que gritaba desesperadamente. Había desatado la cuerda y amenazaba con soltarla”.
El tal Ted resultó ser Theodore Robert Bundy http://es.wikipedia.org/wiki/Ted_Bundy que con el tiempo se convirtió en uno de los peores asesinos de la historia criminal de los Estados Unidos. Era sádico, despiadado, insaciable, una autentica bestia cuyas hazañas quedaron reflejadas de forma certera en su propio biopic http://spanish.imdb.com/title/tt0284929/ .
La cuestión es ¿eran conscientes los testigos del desagradable incidente del descenso del río Yakima de lo que iba a suceder posteriormente con Bundy? Seguramente no pero lo que pasó les dejó sin duda con una experiencia perturbadora sobre el comportamiento humano. Estoy convencido de que todos los que lean esto independientemente de su juventud y circunstancias han presenciado a lo largo de su vida algún acto de crueldad física o mental en diverso grado de violencia, un acto gratuito, inmotivado y por el que su perpetrador no obtiene ninguna ventaja que no sea una morbosa satisfacción y que deja a los que lo contemplan tan conmocionados y extrañados como los excursionistas de aquel día. ¿Cuántos Ted Bundy en potencia habrá caminando por el mundo cuyo grado de trastorno sea lo bastante leve para permitirles no pasar nunca de ser unos simples miserables?. Una vez que se ha traspasado la barrera todo es cuestión de niveles, algunos llegaran al nivel más alto, a otros les faltara oportunidad o agallas para llegar tan arriba.
La anécdota del río está sacada del libro “Diccionario del crimen” de Oliver Cyriax. Una obra fundamental para todo el que muestre algún interés en este tema u otros similares. En el futuro iremos conociendo más historias sacadas de esta Biblia del mal.
11 Comments:
Jo!! Ted Bundy, Charles Manson, Zinedine Zidane...esa Biblia del Mal va a dar para mucho...
a mi ya me parece una crueldad meterme en un tubo de goma, ni me quiero imagina lo demas! con estas cosas una tiene pesadillas...
Y que lo digas, siempre que veo un descenso por el rio recuerdo esta escalofriante historia.
calla, que en septiembre yo me voy a hacer una especie de rafting a huesca!! me van a meter en un traje de neopreno o algo peor!!
Yo sin embargo no puedo con estas historias, me dan nauseas, leo lo de sharon tate y me tengo que tumbar media hora a que deje de darme vueltas el estómago.
Disfruto más con un terror más fantasmal o demoníaco.
Yo creo que todos tenemos un Ted Bundy dentro, la diferencia está en que unos lo tienen más al fondo que otros.
Hace tiempo vi por la tele un reportaje de Ted Bundy. Sólo una palabra: escalofriante.
Aparte de la pelicula ya mencioanda también existe una miniserie para la televisión protagonizada por el mismisimo Mark Harmon (el de Flamingo Road)
Últimamente he tenido la oportunidad de conocer a gente como Bundy, y puedo afirmar que preferiría que solo existieran en las películas.
Un honor verte por aquí empiezo a entender :)
Vi la película. Lo pasé francamente mal. Me cuestiona la naturaleza humana. La crueldad, por más que queramos reprimirla forma parte de nosotros. Como bien dice deckard, todos albergamos un Bundy en nuestro interior. Lo que da más esperanzas en creer en la "bondad" del ser humano es la capacidad de contención de aquellos en los cuales pudiese aflorar con mayor facilidad ese monstruo.
Cielos. Qué negro se está volviendo este blog. No puedo con entrada tan dispares. Y por favor, más historias como esa YA!
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