Saturday, May 23, 2015

ULTIMA JORNADA


Hoy no se ha despedido un jugador histórico para el club y para el fútbol nacional (posiblemente el más galardonado de nuestra historia) e internacional. Hoy se ha despedido una forma de jugar al fútbol que sigue en lucha táctica y estratégica con otra muy diferente (y es curioso que parte de esa dualidad la hayamos vivido en nuestras propias carnes esta temporada), nadie podrá sustituirle nunca.

Friday, February 13, 2015

A MEANS TO AN END



Hoy hace exactamente nueve años que empezó este blog y hoy es el día que termina.

Recuerdo que me dí de alta en Blogger para poder comentar en otros blogs que seguía como lector y luego lo cierto es que empezó a agradarme la idea de tener un sitio en el que comentar cosas que, desafortunadamente, no tenía ocasión de comentar en mi vida diaria real, cosas que además otras personas leían y en ocasiones compartían y aquí creo que está la clave de todo.

Internet es un entorno cambiante y lo que parece que va a ser para siempre luego pasa de moda y se olvida. En mis primeros años de conexión a la red tenía la sensación de que me iba a pasar el resto de mi vida chateando en el IRC a diario, luego el programa simplemente pasó de moda y desapareció, posiblemente por el éxito del también ya en decadencia Messenger. Lo mismo pasó con otras plataformas como el MySpace. En cuanto a los blogs tengo la sensación de que Facebook (que empezó a desarrollarse plenamente más o menos en la época en la que yo empecé con este diario) ha terminado con ellos, esta red social resulta más directa e interactiva que los blogs y quizás se adapte mejor al escaso tiempo que la mayoría de nosotros disponemos para llevar una bitácora como Dios manda.

Revisando la lista de mis links descubro que de los 15 blogs que hay enlazados tan sólo seis siguen actualizando con más o menos regularidad, uno tiene el acceso restringido y el resto dejaron de actualizar entre diciembre del 2010 y septiembre de 2013 (por desgracia uno de ellos ya nunca lo será por haber fallecido su autor). A la propia decadencia de Blogger se une mi progresivamente escasa actividad que se inicio en octubre de 2011 por desgraciadas circunstancias personales y que se ha acentuado hasta el día de hoy aunque más que eso lo que creo que ha matado a Sisterboy Drama ha sido la ausencia de lectores. Y es que para mí un blog se justifica por la interacción con aquellos que lo leen y sobre todo con aquellos que lo comentan (admiro pero no comparto el empeño de blogs que llevan meses y años sin que nadie los lea o al menos sin que nadie demuestre que los está leyendo) y la verdad pasar de varias docenas de comentarios manifestados por cinco o seis lectores diferentes a tan sólo unos pocos (la mayoría a cargo de mis queridos Slim, Ra, Impenitente, Refrescos Pepito y el Señor Biltons) me causa desánimo.

También me entristece la idea de dejar morir un blog por el simple hecho de no actualizar las entradas sin ponerle final en un punto determinado y es eso lo que quiero hacer aquí. El blog no va a ser borrado y permanecerá todo el tiempo que permita la tecnología, también se mantendrá el blog dedicado al balompié y por mi parte pienso seguir frecuentando los blogs que todavía se mantengan vivos, por lo demás si alguien quiere seguir al tanto de mis desvelos puede hacerlo a través de mi página de Facebook (algunos de ustedes la conocen ya) registrada con el absurdo e injustificable nombre de “Alberto Rodilla Letón” (no me busquen en Twitter porque a pesar de tener cuenta nunca la uso y es que todavía no he encontrado a nadie que me justifique la existencia de esta plataforma). Y eso es todo amigos, gracias por haber leído y sobre todo comentado mis humildes entradas a lo largo de estos nueve años  y ¡AU REVOIRE COMO DIJO VOLTAIRE!.    



Wednesday, December 31, 2014

TOP OF THE UNPOPS

Bueno seguimos combatiendo la pereza bloqueril acudiendo a los tópicos, en este caso la lista de marras de cada fin de año y como este sitio es eminentemente cinéfilo ahí va eso. Creo que todas han sido comentadas aquí al menos las vistas antes de que empezara el gran silencio.

Los títulos están extraídos de una lista de cintas estrenadas en este año en España entre el uno de enero y el pasado veintiséis de diciembre por lo que no se incluyen cosas que no se han estrenado por aquí todavía y sí he visto. El orden es aleatorio.

Feliz año 2015.

1.Coherence
2.A propósito de Llewellyn Davis
3.La isla mínima
4.Boyhood
5.La venus de las pieles
6.Hermosa Juventud
7.Antonio Vega tu voz entre otras mil
8.El desconocido del lago
9.Nymphomaniac
10. Her

Sunday, December 21, 2014

A HOLIDAY AFFAIR

Amigos pese a la progresiva decadencia del mundo blogger no podía olvidar las fechas en las que estamos así que FELIZ NAVIDAD A LOS QUE QUEDEN POR AHÍ Y QUE DIOS NOS BENDIGA A TODOS.







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Friday, October 31, 2014

DIEZ PASOS VACILANTES EN LA ZONA CREPUSCULAR. DÉCIMO Y ÚLTIMO PASO.


NIGHTMATRE AT 20,000 FET
 
Emitido por primera vez el 11 de Octubre de 1963.
 
 



Y aquí concluye todo amigos, llegamos al final de una aventura que comenzó la noche de Halloween del año 2012 y termina la misma noche dos años más tarde.

 

Y termina con el que sin duda es uno de los episodios más famosos de toda la serie o puede que incluso el más famoso (pese a ello se ha seguido un estricto orden cronológico, según la fecha de la primera emisión, a la hora de comentar los diez capítulos por lo que este relato se comenta al final por el simple hecho de que es, de entre los diez elegidos, el que se emitió en último lugar ), homenajeado hasta la saciedad (incluyendo, una vez más, un episodio de “Los Simpsons”) y que también fue uno de los capítulos seleccionados para formar parte de la antología-homenaje de la película de 1983, siendo además posiblemente la más popular de las cuatro historias de las que se componía dicha película.

 

 

Precisamente opino que, hablando del filme, ocurre lo mismo que con el también homenajeado allí episodio “It´s a good life”, el tono con el se trata este relato en la película del 83 resulta excesivamente recargado de elementos grotescos y surrealistas, como si se estuviera ilustrando una pesadilla suburbana alejando precisamente así la historia del espíritu de la mayor parte de los episodios de la serie original: personas normales sometidas a experiencias extraordinarias y  que se ven arrastradas fuera de su existencia cotidiana hacia la “zona crepuscular”.

 

Dirigido por Richard Donner,  basado en un relato de Richad Matheson (dos nombres habituales en la serie que con los años acabaron deviniendo el primero en el director de algunas de las películas más populares de los ochenta y el segundo en uno de las más reputados escritores de fantasía y ciencia ficción de la segunda mitad del Siglo XX) y con un reparto al frente del cual aparece William Shatner (también protagonista de otro episodio comentado aquí, “Nick of time” y también un hombre que posteriormente desarrollaría una fructífera carrera profesional), es la historia de Robert Wilson, un vendedor de treinta y siete años casado y con hijos (una vez más un perfecto representante de lo que por aquel entonces debía ser un americano medio) que acaba de salir de una estancia de seis meses en una clínica mental tras sufrir un colapso nervioso durante un viaje en avión. Wilson regresa a casa acompañado de su esposa precisamente en avión lo cual le causa cierto nerviosismo pese a que se considera recuperado de su enfermedad, es en ese momento, en mitad de un vuelo tormentoso, cuando el hombre cree ver a alguien caminando sobre el ala del aparato…

 

Entre los numerosos aspectos a destacar esta historia me llama la atención sobre todo el hecho de que nunca sepamos cuál fue la causa del problema mental que aquejó a Wilson la primera vez, se nos dice que ocurrió en un avión pero no que fuera provocado por el simple hecho de volar, tampoco se nos da demasiada información sobre la vida del protagonista de esta historia, lo cual nos lleva a considerar si lo que sucederá a continuación tiene que ver más con una cierta clase de alineación urbana que con el simple medio físico dónde se materializa la psicosis.

 

En esta historia convergen por un lado el miedo atávico a volar que es inevitable sentir en mayor o menor grado cuando se es consciente de la sensación de indefensión que provoca  el hecho de haber entregado tu voluntad y tu seguridad a una máquina de la que es prácticamente imposible salir con vida en caso de accidente, y por otro lado la aterradora sensación de soledad que siente alguien que padece una experiencia como la descrita aquí al no poder compartir dicha experiencia con un entorno que le cree mentalmente desquiciado. En efecto el horror de Wilson no tiene su origen únicamente en la misteriosa criatura que transita por el ala del aparato, sino en el hecho de que sólo él parece capaz de verla y de que los demás (en especial su propia esposa) le traten con la condescendencia con la que se trata a un loco al rodearle de un biombo de mentiras y falsedades (una de las virtudes de este relato es que la ambigüedad sobre si lo que está sucediendo es real o fruto de una mente trastornada se mantiene intacta hasta el final). Es precisamente este sentimiento el que parece conducir a Wilson a la fatal decisión con la que concluye este episodio que constituye una pequeña obra maestra de la pequeña pantalla a la que sólo habría que ponerle un pero: el diseño del espanto en cuestión deja bastante que desear, o hablando en plata, resulta directamente ridículo. Una opinión que compartía el propio autor del relato original que lo definió literalmente como “una especie de huraño osito de peluche”.

 

 

Y eso ha sido todo amigos, espero que hayan disfrutado de este viaje compuesto de diez estaciones y una introducción inicial, y espero sobre todo que estos simples comentarios de aficionado hayan despertado en ustedes el interés por una serie de televisión que, como hemos tratado de explicar, va mucho más allá de una simple sucesión de relatos de ciencia ficción, fantasía y misterio (aunque si así fuera ya de por sí merecería la pena su visionado) y representa una verdadera antología de la condición humana y de los terrores que la atormentan amen de una aguda crónica social de la vida cotidiana en una época histórica (finales de los cincuenta y principios de los sesenta) en la que se produjo un abrupto cambio cultural que transformó el pasado siglo. Espero que lo comprueben alguna vez con sus propios ojos.

 

Gracias por todo y Feliz Noche de Halloween. 

 

 



Wednesday, September 17, 2014

BOYZ IN THE HOOD





A quién esta experiencia cinematográfica (filmar una historia de ficción acerca de la evolución de un niño entre los 6 y los 17 años empleando para ello al mismo actor en un total de 39 días de rodaje repartidos en ese lapso de tiempo) le resulta única en la historia del séptimo arte debería repasar el artículo dedicado al estreno del filme publicado en el número de este mes de la revista “Dirigido”, donde se encontrará un cuidadosa antología de otras experiencia semejantes, muchas de las cuales por cierto totalmente desconocidas para mí.

 

Yo desde que tuve noticia del estreno del proyecto me acordé de la sorprendente saga de Antoine Doinel, el personaje ficticio interpretado durante veinte años también por el mismo actor (Jean Pierre Léaud) en una serie de películas filmadas por Francois Truffaut
 


En algunas entrevistas el director de “Boyhood”, Richard Linklater, reclama la independencia de su proyecto con respecto a estos antecedentes más o menos ilustres (incluyendo su propia serie de películas “Before…”), puede que tenga derecho a hacerlo pero es inevitable contemplar ciertos paralelismos entre la forma de hacer cine de la generación de la Nouvelle Vague y la de otros directores que como Linklater (un nombre que yo uniría los de Wes Anderson o Quentin Tarantino y sólo porque son los primeros que me vienen a la cabeza) nacieron en la década de los sesenta y cuyas obras se caracterizan también por una marcada cinefilia y un fuerte carácter autobiográfico, dos circunstancias a las que los nuevos directores añaden un gran influencia de la cultura popular americana.

 

En el caso de la película que nos ocupa Linklater coincide con otros directores (como el ya mencionado Truffaut y el ejemplo aún más evidente de Eric Rohmer) en que la descripción de la existencia cotidiana de unos personajes puede ser a la vez una experiencia ordinaria y trascendental. En efecto en “Boyhood” se narra como hemos dicho once años de la existencia de un chico llamado Mason, una existencia no carente de avatares (es hijo de una madre empeñada en liarse con los tipos más impresentables que se echa a la cara y de uno de esos individuos que resultan encantadores siempre y cuando no resulten ser tu padre) pero ausente de cualquiera de esos dramas que justifican el argumento de una película comercial.



Incluso aunque estuviéramos viendo simplemente un metraje de dos horas y cuarenta y cinco minutos que narrara la evolución vital de un chico cualquiera (por más que no hay que olvidar que los otros dos personajes secundarios mencionadas así como la hermana del protagonista resultan tan apasionantes como Mason) ya me parecería una película notable por la forma en la que está guionizada, dirigida y montada y por el inestimable esfuerzo de perseverancia de su autor y de sus interpretes.  Pero “Boyhood” es muchas cosas más, como todas las películas sublimes contiene en su argumento principal una serie de referencias implícitas que aumentan su valor como es el hecho de ser (quizás de forma involuntaria lo que para mí resultaría incluso más meritorio) una pequeño resumen de la historia de la primera década del siglo XXI a través de numerosas referencias políticas, sociales, culturales e incluso musicales, es también una análisis del estilo de vida americano (y más concretamente texano) que podría resultar vindicatorio de no ser porque contiene también elementos que, sobre todo para el espectador europeo y latino, pueden resultar aterradores (la inestabilidad económica permanente que sitúa a la clase media trabajadora siempre a un paso del abismo, la neurosis, las relaciones sentimentales conflictivas, la agotadora e inacabable competitividad).

 

Pero por encima de todo “Boyhood” tiene la capacidad de atrapar sentimentalmente al espectador (más bien a algunos espectadores, otros sentirán que están ante una tomadura de pelo, una postura que respeto y entiendo pero que desde luego no comparto) mediante una serie de referencias, en este caso atemporales y no adscritas a ninguna sociedad en particular, que apelan a la experiencia más íntima del ser humano (del mismo modo que lo hacía, aunque en un tono bien diferente, la también esencial “El árbol de la vida”). Cada espectador puede descubrir en esta película el momento que puede tocarle el corazón (en mi caso fue esa escena en la que la familia elimina las huellas de su paso por uno de los muchos hogares que tiene que abandonar a lo largo de los años), pero no creo que nadie pueda evitar sentirse conmovido por ese momento que casi cierra el filme en el que la madre de Mason ejercita un monólogo sobre el paso del tiempo que ríete tú de la magdalena de Proust y del plano que cierra “Toy Story 3”.

 

En resumen una experiencia cinematográfica que nadie debería perderse.         



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Tuesday, August 19, 2014

NUIT PERMET LE JOUR




El 12 de enero de 2013 puse en este blog mi crítica de la película “Los Miserables”, en la sección de comentarios explicaba que, como parte de la buena impresión que me produjo el argumento del filme, había decidido abordar el original literario. Hoy, más de un año y medio después, he conseguido terminarlo.




Podría aducir para justificar la tardanza la extensión del libro (2000 páginas de vellón por más que la lectura se haya producido en el entrañable soporte de un libro de pasta dura de páginas nunca antes despegadas y de traducción antigua en la que se convierte un Jean en un Juan) o como cada vez es más complicado leer a medida que aumentan las distracciones que dificultan ese ejercicio (cuando tenía 13 años posiblemente leía el doble de lo que leo ahora).

 

Pero lo cierto es que la explicación tiene algo más que ver con lo que también comentábamos a propósito de la lectura de “Moby Dick” y en ocasiones anteriores sobre otros autores clásicos y populares del Siglo XIX. Puede resultar arriesgado hacer una valoración conjunta de la amplia y variada literatura de dicho siglo pero lo cierto es que la tendencia al enciclopedismo de algunos escritores de entonces resulta cuanto menos sorprendente cuando se leen hoy en día. En el mencionado caso de “Moby Dick” se comprobaba cómo el célebre relato no parecía otra cosa que un concienzudo tratado de cetología camuflado de libro de aventuras marinas. Asimismo en algunas obras de Julio Verne ocurría otro tanto, la historia narrada en “20.000 leguas de viaje submarino” se veía continuamente alternada con extensas descripciones de la fauna, la flora y la geografía submarina,  “De la Tierra a la Luna” tuve que abandonarlo al encontrarme empantanado por inacabables disquisiciones sobre astronomía, física, hipérbola y parábola. Y según me han dicho con “Viaje al centro de la Tierra” ocurre otro tanto en lo que respecto a la geología.




Es posible que muchos de estos autores se vieran en la obligación de proporcionar al lector no sólo un relato apasionante, sino también un acompañamiento de conocimientos didácticos de imposible o difícil adquisición en una época en la que la ignorancia sobre el mundo y sus circunstancias era la norma casi general, incluso en el escaso porcentaje de población que sabía leer.

 

En el caso de Víctor Hugo y otros autores cuasi contemporáneos suyos  como Balzac, Flaubert y compañía  se aprecia, por encima de cualquier veleidad artística, un deseo de retratar la estructura de la sociedad en la que vivían.  Sin embargo cuando leí “Madame Bovary” por ejemplo, las detalladas descripciones que se hacían de la pequeña comunidad rural en la que se desarrollaba la acción y de los hombres y mujeres que la habitaban no me parecieron tan extrañas al cuerpo de la historia como me ha resultado en el libro que nos ocupa, aunque tampoco he tenido la sensación de estar leyendo un tratado pseudo-científico con un barniz dramático como en el ya mencionado caso de Moby Dick. Aquí pienso sencillamente que el bueno de Don Víctor se iba por los cerros de Úbeda de vez en cuando.





El libro comienza de modo bastante desalentador dedicando las primeras 78 páginas a describir la vida y milagros del Obispo Myriel cuya función en la historia es importante (reconducir al salvaje Jean Valjean hacia los linderos de la santidad) pero en absoluta merecedora de tal minuciosidad.  Y esta es más o menos la tónica que prosigue a lo largo del libro, en el que se alterna el argumento que todos más o menos conocemos con insertos sorprendentes como ese que tiene lugar en el comienzo de la segunda parte en el que se emplean otros 83 páginas en una narración de la batalla de Waterloo sólo porque es allí donde tiene lugar el encuentro entre Thernadier y el padre de Marius.

 

Pero la cosa se empieza a poner verdaderamente fea (tanto que ahí estuve a punto de abandonar la lectura o peor aún, saltarme directamente según qué partes) cuando el autor dedica otra larga parrafada a contar con pelos y señales la historia de la orden religiosa en la que Valjean y Cosette se refugian de la policía. Y cuando Víctor Hugo interrumpe el apasionante relato de la huída de Valjean con Marius a cuestas a través de las catacumbas de París para iniciar un estomagante estudio del pasado, presente y futuro del alcantarillado de la ciudad de las luces ya dan ganas directamente de resucitar al barbón para volver a mandarlo a la tumba.




No quiero desanimar a nadie de la lectura de un clásico inmortal que ha jugado un papel tan destacado en la cultura occidental (y cuya influencia llega incluso hasta nuestros días con la película anteriormente mencionada) y que sin duda abunda en momentos inolvidables (como la desgarradora narración de la caída en desgracia de Fantine o el célebre episodio del levantamiento de 1832) pero está claro que el hipotético lector debe acercase a dicho clásico con las prevenciones oportunas, teniendo en cuenta además que, como por otro lado suele ser habitual en las novelas decimonónicas o al menos en las que he leído, los personajes principales (Jean Valjean, Marius, Cosette) suelen ser estereotipados e incongruentes y su principal función es servir de marco para que muchos otros (Fantine, los jóvenes revolucionarios, el fanático funcionario Javert, los Thernadier, Eponine, Gavroche y  los demás habitantes del arroyo) nos desborden con su humanidad. Porque al fin y al cabo es la humanidad (ya sea la del siglo XIX o la del presente pues ya advertimos en su momento las aterradoras similitudes entre la historia de entonces y la que hoy nos atormenta) la verdadera protagonista de este drama.