Sunday, May 30, 2010

Guayominí cuatu puá

Fiel a la cita de todos los años (y con este ya van cinco por más que el año pasado me resultó imposible hacer algo como Dios manda) aquí viene la crónica del Festival de Eurovisión. Dado que sigo en Madrid y por lo tanto en ordenador ajeno de uso a tiempo parcial, este año la narración será bastante más sucinta que los anteriores (aunque espero que no tanto como la inmediatamente anterior).

La primera década del siglo XXI terminaba con una edición celebrada en Noruega tras unos años en los que los países de la antigua órbita comunista habían copado cinco de las diez ediciones celebradas.

Que el certamen se celebrara en un país serio, luterano y diligente garantizó una realización sobria (escenario incluido) aunque no exenta de detalles simpáticos y en la que, sobre todo, el espectador europeo no fue torturado por un amplios reportajes con fines turísticos (a este respecto todavía recuerdo la experiencia turca).

Además, siguiendo la afortunada tendencia de años anteriores, la introducción fue mínima (creo que sólo consistió en la repetición de la, una vez más, irreconocible canción ganadora de la pasada edición) y se entró directamente al saco despachando a las 25 candidatas en aproximadamente dos horas.

Como de costumbre también, es este un festival de tendencias en el que se podría jugar a agrupar las canciones de los diferentes países en varios estilos con características comunes.

Esto se demuestra sobre todo en los países del lado malo del telón de acero en el que, salvando excepciones de las que hablaremos en particular, podríamos decir que el estilo de los participantes variaba entre:

a) Baladas interpretadas en inglés aunque ausentes por completo de las complicaciones características de la lengua de Shakespeare y por lo tanto abundantes en términos que un espectador con un nivel de idiomas de enseñanza media podría desentrañar. Esto se traduce en melodías trufadas de palabras como “forever” “ever” “love” “dream” “together” “heart” “time” y demás dulzuras habituales.

b) Estilo folk del la Europa del Este trufado de extravagancias y horteradas varías que cristalizan en un modo de hacer música definible como “cani-eslavo”

Al primer grupo se adscribirían países como Azerbaiyan, Noruega (el país anfitrión hizo el ridículo con un justo vigésimo puesto debido a que los nervios hicieron que el interprete local cantara tan fuera de tono como un borracho con la garganta rajada de vino peleón), Chipre, Irlanda (al menos estos cantaban en su lengua materna, bueno, es un decir), Georgia, Ucrania (esta interprete tenía a su favor una de las mejores voces que se escucharon anoche y además tuvo la delicadeza de aparecer sola, sin ningún fantoche con eye liner haciendo piruetas a su alrededor), Portugal (tristona balada que recordaba mucho al “Se oye una canción” de “La bella y la bestia”, quizás porque los lusos sepan que jamás se hará una película Disney sobre alguno de sus personajes históricos: Pessoa, Saramago, Eusebio el futbolista del Benfica, Mourinho,…), Bélgica (con un tema que podría ser el típico acompañamiento musical empalagoso que no deja de sonar en series como “Gilmore Girls” o “Anatomía de Grey”) Israel e Islandia (con una cantante apellida Bjork, apellido que quizás sea como Fernández islandés, mujer rolliza a la que además vistieron de rolliza en una mezcla entre Demis Roussos y Mamma Cash con profusión de túnicas y chorreras y a la que por añadidura buscaron acompañantes de coro igualmente repolludas),

Al segundo grupo podríamos decir que pertenecían Moldavia, Albania (con coro de negras que seguramente antes de ser contratadas pensaban que Albania era un estado de México como Tabasco o Chihuahua) o Rumania (con un dúo a lo pimpinela en el que predominaba la maciza de los Cárpatos Paula Seling).

Al margen de todo esto añadir que la participación de los antiguos reyes del cotarro en el festival volvió a resultar decepcionante. El Reino Unido (Guayominí) ocupó el último puesto. Los británicos no lo habían hecho mal en pasadas ediciones aunque también habían quedado muy atrás, este año lo intentaron en cambio con un tema muy pasado de moda y que recordaba a la despedida musical de un capítulo de “Vacaciones en el mar”. Parece que no hay forma de que levanten cabeza y es posible que se les acaben cruzando los cables (como a los italianos) y terminen por abandonar el certamen.

Francia quedó también en un puesto mediocre a pesar de presentar un tema bastante bailongo (interpretado con “vitalidad africana” según Uribarri) que quedaría muy bien como himno del próximo mundial (en lugar de esa pesadilla onomatopéyica firmada por Shakira) .



Ahora veamos algunos interpretes que merecen un capítulo aparte y además condimentando con vídeos.

En primer lugar tenemos a Serbia a la que podríamos alistar en la onda “eslavo cani” con una interpretación a cargo de locaza de pelo lamido que, al menos ayer, cantó como una cabra

Bielorrusia, balada romántica aderezada con la sorpresa del despliegue de alas de mariposa por parte de las tres interpretes femeninas que, al menos a mí, sólo me hizo recordar a la metamorfosis de Jeepers Creepers.

Los diferentes públicos y jurados no entendieron la broma (seamos bien intencionados e interpretémoslo así) y castigaron a los lepidópteros con el penúltimo puesto.

Grecia era en principio una de las grandes favoritas y parece que su octavo puesto final no debió dejar muy contentos a los helenos si tenemos en cuenta la patibularia expresión de su orondo cantante. De todos modos está claro que esta animosa arenga a Dios sabe qué será sin duda muy popular en ciertos ambientes donde a buen seguro se coreará mientras se baila haciendo la conga. A mí sinceramente me pareció el número culminante de una hipotética comedia musical basada en “La naranja mecánica”.

Turquía trató de hacer una “lordiada” sacando a un grupo de heavy metal (género musical tan extenso que a buen seguro podrá englobar en alguna de sus muchas ramificaciones al conjunto otomano) denominados Manga que, por hacer honor a su nombre, se destacaron con lo que se asemejaba a la sintonía de un remake de Mazinger Z (Strep tease de Afrodita A incluido). Lo peor, el penoso nombre de la canción: “Podemos ser iguales” ¿una suplica en vista a la muy difícil entrada del país turco en el paraíso de la moneda única?.

Rusia atacó por el lado baladista con un lastimero tema interpretado por un vagabundo con el retrato (a carboncillo) de su amada en la mano mientras caía una nevada compuesta sin duda por excedentes del antiguo Ejercito Rojo del aluminio con el que los Mig 21 se defendían de los mísiles tierra-aire de los talibanes en Afganistán. Todo ello en un tono a lo Alex Ubago del Volga. Uribarri en una de sus afortunadas intervenciones comentó que al cantante “daban ganas de buscarle novia por todo Moscú”.

Armenia optó por el eslavo cani aunque también nos regalo con una macizorra marcando canalillo y que recordaba mucho a Angelina Jolie. Este país fue de los pocos que optó por un atrezzo teatral compuesto por un flautista, un pozo y un enorme hueso de albaricoque (que daba nombre al tema en cuestión). Por supuesto todo consistía en echar agua del pozo al hueso y ver que pasaba, algo que me ocasionó un suspense tan horrible (el hueso tenía un tremendo parecido con la planta carnivora de "Little shop of horrors") que apenas pude poner asunto a la canción. Al final sólo salieron unas ramitas bastante inocentes.

Y ahora por último vamos con los dos temas musicales que, freaks aparte, son los que más interesan, el ganador y nosotros (dos términos que por lo que parece permanecerán opuestos durante muchos años).

En las notas que escribo durante cada actuación había apuntado que el tema elegido por Alemania (cantado también en inglés y es que el alemán parece apto sólo para himnos militares) era un pop facilón con acompañamiento minimalista (o al menos yo sólo podía oír una caja de ritmos) interpretado por una adolescente (una Lolita según Uribarri) con aspecto de popotitos que además bailaba fatal. Posiblemente ni siquiera hubiera mencionado este tema en mi resumen de no ser porque….sorprendentemente ganó. Algo tendría esta canción que gustó de forma casi unánime en todos los países que votaron y que se alzó con el triunfo final con una sustancia diferencia. Algo tendría sí, aunque posiblemente nunca llegue a saber qué es. De todos modos enhorabuena a la tal Lena.

En cuanto a nosotros….bueno a mí desde un principio el tema elegido (en un sistema combinado de designación que pretende en el futuro evitar más chiquilicuatres algo que veo lógico teniendo en cuenta los horrores que se presentaban este año) me sonaba, igual que en el caso británico, a algo de hace mucho tiempo, de un estilo de canción festivalera más propio de la década de los setenta. De hecho en cuanto lo oí por primera vez me pareció escuchar un remedo de aquel otro vals con el que concurso en su día José Vélez. Esta claro que los responsables de nuestra canción no han visto los anuncios anti-retro de Citroen.




Pasando ya a la interpretación de Daniel Diges decir que empezó la misma bastante fuera de tono, algo que se remedió al final. El cantante pelo murga recurrió como apoyo a un grupo de bailarines que me hicieron recordar a los amigos autómatas de J.F Sebastian en Blade Runner (¡¡¡BUENOS NOCHES JF SEBASTIAN!!!).

En resumen un tema y una interpretación que no pasaran a la historia por sí solas y que tuvieron el mismo y justo mediocre puesto de todos estos últimos años. Pero de todos modos la actuación de anoche pasara a la historia (al menos a la de los aficionados al festival) por ser que se sepa (y hasta ahora nadie ha desmentido este hecho) la única en la que se coló un espontáneo.



El visitante inesperado no es otro que el catalán Jimmy Jump un veterano de este tipo de interrupciones. La verdad es que en un principio no caí en la cuenta de lo que estaba sucediendo ocupado en escribir mis impresiones sobre la canción (¿ven lo que me pierdo por culpa de servirles a ustedes?) además de que la verdad entre tanto autómata copeliano había perdido la cuenta y sólo me dije en un momento “caray que mal caracterizado está ese tipo”.

Lo cierto es que hay que reconocer que dentro del mundo de los espontáneos el comportamiento de éste en particular fue casi conmovedor ya que, además de no usar sus 15 segundos de fama para lanzar ninguna consigna política o de cualquier otra clase, logró integrarse casi como uno más en el coro (que además lo recibió, al igual que DD, con un profesionalismo encomiable). De hecho estoy convencido de que si los de seguridad no hubieran hecho amago de intervenir el chico podría haber continuado hasta el final de la canción como si nada.

Pero lo más gracioso de todo es que apenas solventado el incidente apareció por la misma esquina del escenario otro individuo que, al menos dos personas que yo conozca, tomaron por un segundo espontáneo. En realidad se trataba de la segunda voz de la canción, papel para el que escogieron a un cantante que parecía una versión de Daniel dentro de veinte años. Suerte tuvo el jambo de que los de seguridad no le arrastraran también fuera del escenario.

En fin, como consecuencia del incidente se produjo la también inédita anécdota de que la canción fuese interpretada de nuevo al final de todo con lo que Daniel sin duda se cagaría doblemente en Jimmy por tener que pasar de nuevo por ese calvario en el que además volvió a perder el tono igualito que la primera vez. Al menos todo el mundo estuvo de acuerdo en que la intromisión ni perjudicó ni benefició a nuestro representante.

Seguidamente vino la tradicional votación que no estuvo demasiado reñida. Por lo visto, y para evitar votaciones orientadas de forma nacionalista, este año se había escogido una fórmula hibrida entre las imprescindibles (por sustanciosas económicamente) votaciones telefónicas y un jurado de expertos. Lo cierto es que, como señalo Uribarri, al final se votó de la misma forma que en el sistema anterior. En fin.

A propósito de nuestro ínclito showman eurovisivo decir que ayer estuvo bastante comedido en sus comentarios durante el certamen (si exceptuamos algunos de ellos ya subrayados anteriormente y otros como hacer juegos de palabras del estilo “manga por hombro” para hablar del representante turco) pero luego volvió a hacer de las suyas en la fase de votación donde, además de dedicarse a piropear a las jamonas de los diferentes países que aparecían en pantalla para comunicar las deliberaciones, volvió con la sobada broma de dárselas de Rappel “adivinando” dónde iban los votos de cada país como si no estuviera claro que ya lo sabía de antemano. En fin pese a todo te queremos José Luís y el día que faltes (y con Beatriz Pécker seguramente aún internada en la clínica Betty Ford) no habrá consuelo ni sustituto.

Monday, May 24, 2010

Paradise Lost



¿Por qué motivos se levanta la gente a las seis de la mañana?. Yo me he levantado muchas veces a esa hora. Desde luego la mayor parte de dichas veces ha sido para trabajar, algunas otras para ir a buscar o a llevar a alguien del primer grado de consanguineidad al aeropuerto, en ocasiones incluso para asistir a un acontecimiento deportivo (recuerdo por ejemplo los madrugones que me pegaba en los años ochenta para ver a Mike Tyson tumbar en tres segundos a alguno de sus desgraciados oponentes).

Pero ¿Para ver el final de una serie de televisión? ¿Quién madrugaría para eso? Pues al menos en este (y en otros próximos) uso horario lo han hecho millones de personas en un acontecimiento televisivo universal sólo comparable (aunque por causas bien distintas como es lógico) a las imágenes del ataque contra las Torres Gemelas del año 2001.

Podría decir eso de que me siento estremecido por haber estado presente en algo que de lo que (siempre hablando en términos de la historia de la caja tonta) se hablará dentro de 50 años pero no voy a hacerlo porque no tengo ni idea de si efectivamente lo de esta mañana pasará a la posteridad.

Tampoco voy a entrar en discusiones sobre el final que tanta gente estaba esperando, para eso ya existe el blog dedicado a la serie donde algunos llevamos tres años debatiendo.

La autora de dicho blog suele hablar a menudo (en otro de sus foros dedicado a la televisión en general) de la desazón y la tristeza que le produce los finales de las series que sigue con tanto fervor. Y aunque yo no soy tan apasionado como ella sí que he notado en ocasiones sentimientos parecidos. Me ocurrió la primera vez con “Six feet under” una serie cuyo mensaje sencillo pero fundamental (y que consiste simplemente en que cada uno debe decirse a sí mismo “te vas a morir”) es algo que puedo decir que ha modificado mi modo de ver la vida. Me ocurrió también con “The Wire” aunque en este caso se trataba nada más que de un ramalazo de tristeza ante la idea de que no iba a poder disfrutar más de las apasionantes aventuras de sus protagonistas (entre ellos la mismísima ciudad de Baltimore verdadero centro de todo la historia).

En lo que se refiere a Lost lo cierto es que aún no tengo muy claro cual está siendo mi reacción apenas seis horas de concluido el gran acontecimiento contemplado simultáneamente en 59 países.

No recuerdo la primera vez que oía hablar de una serie de la que todo el mundo contaba maravillas. Mi primer contacto con ella fue a través de la emisión por el canal FOX, una forma bastante digna de seguir una serie lejos del martirio que supone tratar de hacerlo por alguna de las cadenas generalistas. El impactante episodio piloto, el estremecedor cuarto capitulo y ese indescriptible doble cliffhanger con el que concluía la primera temporada consiguieron engancharme cual bonito en bichero.

A partir de la segunda temporada decidí seguir la serie como un auténtico fan, esto es descargándome los episodios apenas unas horas después de ser emitidos en USA y con subtítulos hechos a la carrera por parte de algunos entusiastas a los que nunca podremos agradecer lo bastante sus desinteresados esfuerzos.

A medida que avanzaban los capítulos y las temporadas los misterios se iban acumulando y la capacidad de los guionistas por dejarnos con la boca abierta parecía no tener límites. Cada uno de los fragmentos del drama se vivía con una intensidad fuera de lo común y provocaba unas discusiones posteriores inacabables (Lost puede disfrutarse en solitario en lo que respecta a su emisión pero es casi obligado acudir, nada más terminar el visionado, a alguno de los numerosos foros creados en torno a la serie para comenzar a debatir sobre lo visto y oído).

Sin embargo a medida que avanzaba la historia empecé a sospechar algo que no por inevitable dejaba de ser un punto decepcionante. Me refiero desde luego a la certeza de que no había explicación posible y de que el misterio no sería jamás desvelado. Era una conclusión lógica por el simple hecho de que había millones de personas elucubrando sobre lo mismo y al mismo tiempo, y muchas de ellas además extraordinariamente inteligentes y disciplinadas a la hora de escrutar hasta el último detalle de cada capítulo. Pues bien, ninguna de las teorías expresadas ha sido jamás lo suficientemente fuerte como para no ser puesta en cuestión y ser capaz de resistir dicho cuestionamiento, a veces incluso (de forma explícita o implícita) por los propios responsables de la serie.

Era normal pues pensar que si no se había llegado a ninguna conclusión perfecta con tantas mentes puestas en ello era porque dicha conclusión perfecta no era posible. Nunca se llegaría a explicar de forma satisfactoria tantos misterios interconectados.
Según tengo entendido la intención inicial era hacer una serie de tres temporadas. El gran éxito de la primera de ellas obligó al parecer a extender dicha duración hasta el doble obligando así a crear nuevas tramas perpendiculares y paralelas con lo que el embrollo quizás se les haya escapado de las manos.

A nivel personal y tras la mencionada decepción inicial tengo que decir que al menos quedé para siempre al margen de las inevitables polémicas que traería consigo el final de la serie, y aceptado el hecho de la imposibilidad de un final feliz (me refiero a un final que nos hiciera a todos felices) quedaba pues únicamente el disfrute del gran espectáculo televisivo que suponía el visionado de la serie que sólo por la cantidad de horas que nos ha ocupado elucubrando de forma encantadoramente inútil sobre el sexo de los ángeles merecería muy mucho la pena.
Así pues por más que el destino no sea el esperado nadie puede negar que el camino ha sido largo y fructífero y como epitafio final decir que al fin y al cabo lo importante no es la isla sino los isleños.


Tuesday, May 18, 2010

Corns in the air

Friday, May 14, 2010

Rock bottom

Vean estes vídeo



Los que sigan más o menos de cerca el mundillo del deporte rey posiblemente ya tendrían noticia de lo que aquí se ve. Los demás posiblemente se hubieran acabado enterando teniendo en cuenta el elevado número de visitas y el poco tiempo transcurrido desde que tuvo lugar el incidente.

No voy a hablar de las formas de ejercer su profesión que practica Manolo Lama, los aficionados al fútbol ya tienen suficientes noticias de ello , recuerdo por ejemplo cómo él y sus cómplices de la cadena SER se pasaron toda la retransmisión de la final de la pasada Eurocopa tildando de "mariposón" al seleccionador alemán cuyo equipo disputaba la final contra el viril Luís Aragones (al que según sus propias palabras no le cabe un pelo de gamba por el culo).




Tampoco veo mucho que decir sobre los aficionados que siguieron la broma televisiva, sabido es desde hace tiempo que mucha gente está dispuesta a hacer lo que sea por salir por la caja tonta por más que luego se puedan horrorizar al contemplarse a sí mismos, son cosas de la hipnósis colectiva.

No me gustaría tampoco unirme al coro de lamentos sobre la suerte del involuntario protagonista de la historia quizás por el hecho de que el término "pobre hombre" (usado de forma mayoritaria por dicho coro) me resulta casi tan despreciativo como la broma en cuestión. Aparte del hecho de que presumo de que lo visto en el vídeo no debe ser ni con mucho lo peor que le ha pasado a alguien que vive en la calle.

Lo que de verdad me inquieta es que posiblemente Manolo Lama hizo lo que hizo porque presuponía que el público al que van dirigidos sus esfuerzos iba a celebrar con jolgorio este espectáculo igual que los otros que el programa al que pertenece suele protagonizar. Quiero decir que el hecho de que en el, en teoría, progresista grupo de noticias al que pertenecen la SER y Cuatro se haya colado una sección deportiva conocida por sus comportamientos reaccionarios, racistas y homófobos responde al hecho de que los responsables de dicha sección están convencidos de que los aficionados al deporte son también reaccionarios, racistas y homófobos. En definitiva Lama no es más que otra persona que desprecia el trabajo que hace.

Sunday, May 09, 2010

La muerte es un buen precio por una rosa roja.



Amigos, espero que la poca actividad del blog en esta últimas semanas termine pronto. Uno de los motivos por los que se ha producido dicho descenso de actividad se debe a que, teniendo prevista una nueva visita a la capital del reino, había aparcado deliberadamente algunos estrenos cinematográficos con objeto de poder verlos en el idioma en el que fueron rodados.

Aparte de eso ya veremos si hay algo más que comentar sobre todo de ese tipo de cosas que sólo suceden en Madriz (como el reciente tiroteo en la Puerta del Sol).

Mientras tanto querría compartir algo con ustedes. Comentaba, con motivo del último día de San Valentín que se celebró en el blog, lo difícil que se me había hecho encontrar algún relato que hablara del gran tema y que me resultara satisfactorio. Al final elegí “El rayo de luna” de Gustavo Adolfo Becquer como único ejemplo de buena literatura romántica que se me ocurría. Pero puede que si para entonces hubiera leído otro cuento corto hubiera tenido dudas sobre mi elección final.




Siempre he pensado que Oscar Wilde es un preclaro ejemplo de disociación entre la imagen de un artista y su obra. Algo que en realidad me complace pues no encuentro nada menos interesante que un creador que tiene el mismo aspecto que aquello que escribe o compone. Me refiero a que bajo ese aspecto de dandy orondo, sarcástico y cazador de muchachitos se escondía también un romántico incurable pues no veo de qué otra manera podría alguien haber escrito cosas como “El retrato de Dorian Gray”, “El gigante egoísta” o “El príncipe feliz”.

También es el caso del cuento que nos ocupa hoy, “El ruiseñor y la rosa” aunque en esta ocasión los más nobles sentimientos, encarnados de nuevo en un pajarito, resultan derrotados por la invencible realidad. Derrotados más no ridiculizados pues en este (y también en el de “El cumpleaños de la infanta” que igualmente les recomiendo) cuentito donde más aprecio la dualidad de la que antes hablábamos. No olvidemos que el gran cínico del siglo XIX acabó en el arroyo por culpa de ese sentimiento que tanto nos preocupa.


EL RUISEÑOR Y LA ROSA por Oscar Wilde

-Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín.
Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.

-¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante.

Y sus bellos ojos se llenaron de llanto.

-¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja.

-He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente.

-El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón.

-He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro.

-Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle.

Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba.

-¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada.

-Si, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.

-Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue.

-Llora por una rosa roja.

-¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería!

Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor.

De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.

Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.

En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados antes de que llegue el segador con la hoz. Ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante, y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.

-Dame una rosa roja -le gritó-, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el arbusto meneó la cabeza.

-Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré más rosas este año.

-No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?

-Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.

-Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso.

-Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.

-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?

Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque.

El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.

-Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.

El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros.

Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.

-Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!

Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina.

Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz.

"El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¿Que lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!"

Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada.

Al poco rato se quedo dormido.

Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas.

Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche.

Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.

Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.

Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora.

La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago.

Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fluyó más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y de una virgen.

Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida.

Pero las espinas no habían llegado aún al corazón del ruiseñor; por eso el corazón de la rosa seguía blanco: porque sólo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa.

Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó aún más contra las espinas, y las espinas tocaron su corazón y él sintió en su interior un cruel tormento de dolor.

Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba.

Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón.

Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.

Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta.

Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo.

La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba.

El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos.

El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.

-Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa.

Pero el ruiseñor no respondió; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas.

A medio día el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera.

-¡Qué extraña buena suerte! -exclamó-. ¡He aquí una rosa roja! No he visto rosa semejante en toda vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe tener en latín un nombre muy enrevesado.

E inclinándose, la cogió.

Inmediatamente se puso el sombrero y corrió a casa del profesor, llevando en su mano la rosa.

La hija del profesor estaba sentada a la puerta. Devanaba seda azul sobre un carrete, con un perrito echado a sus pies.

-Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero.

Pero la joven frunció las cejas.

-Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores.

-¡Oh, qué ingrata eres! -dijo el estudiante lleno de cólera.

Y tiró la rosa al arroyo.

Un pesado carro la aplastó.

-¡Ingrato! -dijo la joven-. Te diré que te portas como un grosero; y después de todo, ¿qué eres? Un simple estudiante. ¡Bah! No creo que puedas tener nunca hebillas de plata en los zapatos como las del sobrino del chambelán.

Y levantándose de su silla, se metió en su casa.

"¡Qué tontería es el amor! -se decía el estudiante a su regreso-. No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada; habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente, no es nada práctico, y como en nuestra época todo estriba en ser práctico, voy a volver a la filosofía y al estudio de la metafísica."

Y dicho esto, el estudiante, una vez en su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer.

Saturday, May 01, 2010

El velo pintado



Hay una parábola, creo que budista, acerca de un maestro al que uno de sus pupilos le propuso una determinada cuestión y la opinión que él tenía de la misma. El maestro tras escucharle respondió “tienes razón”, otro alumno sobre el mismo tema tenía en cambio una opinión totalmente contraria pero el maestro volvió a responderle “tienes razón”. Por último un tercero interpeló al maestro diciéndole que era imposible que sobre la misma polémica hubiera dos opiniones totalmente contrarias pero acertadas ambas. El maestro le dijo a este último “tú también tienes razón”

Uno con la edad que tiene y con las cosas que ha visto ya se supone que debería tener una opinión más o menos formada sobre cualquiera de los temas de actualidad que nos asaltan todos los días.

Y, modestia aparte, así suele suceder en casi todos esos temas. Pero hay algunos en los que no. ¿No les ocurre a veces que cuando se discute sobre algo y se escuchan los argumentos de las partes contrarias descubren que están de acuerdo simultáneamente con ambas posturas? Es jodido aunque sinceramente tampoco envidio del todo a quienes siempre tienen las ideas tan claras.

A ver si alguno de ustedes hace que me aclare.