Nací en el año 1969, más o menos en la época en la que ETA cometió su primer atentado, así pues me he pasado toda la vida (y ya es lo bastante larga como pare usar la expresión “toda la vida”) viendo como se abrían los telediarios, como empezaban los informativos de radio y como se ocupaban las portadas de todos los periódicos locales y nacionales con alguna noticia relativa a lo que la banda había hecho o dejado de hacer.
He asistido como espectador (una palabra que cobra más sentido viviendo como vivo en uno de los escasos lugares de España que nunca se ha visto afectado directamente por un atentado de la organización) a todas las etapas por las que ha pasado el conflicto: el pistolerismo de los años del plomo cuando la media era un atentado mortal por semana, la fase de las espectaculares acciones de comando contra militares de alta graduación en el mismo centro de la capital de España, los atentados indiscriminados con coches bomba, el comienzo de los asesinatos de concejales y otros miembros de la clase política, la voladura de las casas cuartel de Vic y Zaragoza, la masacre de Hipercor, los secuestros y posteriores asesinatos del ingeniero José Maria Ryan, del capitán Martín Barrios y de Miguel Ángel Blanco…crímenes brutales que conmovieron cada uno en su momento a la sociedad española y que parecía que marcaban el principio del fin de la organización, cosa que al final nunca sucedía.
A lo largo de todos estos años he asistido también a la repetición del ritual que seguía siempre a cada nueva barbarie, las mismas palabras, las mismas frases hechas, manifestaciones, concentraciones, foros de Ermua, manos blancas, nuevas consignas con idénticas intenciones,…pero incluso en medio de tanta unanimidad en las palabras y en los actos siempre había algo que me llamaba la atención incluso desde que era niño: nadie hablaba nunca de soluciones, el terrorismo era un tema sobre el que se hablaba continuamente pero sobre el que siempre se pronunciaba el mismo discurso en el que nadie sabia decir nunca cuando y sobre todo cómo se tenia pensado resolver de una vez el problema. Se decía constantemente que el terrorismo nunca podría derrotar al estado de derecho y sin dura era cierto pero existía la desagradable sensación de que nosotros TAMPOCO podríamos derrotarles a ellos, o al menos no la clase de derrota que todos esperábamos, la clase de derrota que auguraba toda esa catarata de buenas palabras que siempre habíamos escuchado.
En todo problema existe siempre una solución ideal y una solución posible, en el caso de ETA la solución ideal es desde luego que la organización declare su autodisolución, que entregue o destruya las armas, que sus miembros se entreguen voluntariamente para enfrentarse a sus deudas con la ley y que la facción política de la banda acepte el juego democrático para tratar de conseguir sus objetivos. Seria magnifico que todo esto sucediera así pero ¿de verdad cree alguien que esto es lo que va a pasar?
Yo creo que no y creo que nuestros políticos tampoco o al menos eso se deduce de los continuos intentos por negociar con la banda a los que hemos asistido también durante todos estos años, las conversaciones de Argel durante el gobierno de Felipe González, la tregua de 1998 durante el gobierno de Aznar y en último lugar la reciente tregua que acaba de saltar por los aires en sentido literal.
Esta vez parecía ser la buena, la banda se hallaba en una situación de extrema debilidad debido al propio desgaste de la lucha armada, a la nueva situación mundial que habían provocado atentados como los del 11 de Septiembre de 2001 y del 11 de Marzo de 2004 pero sobre todo la desaparición de la opción política que representaba el independentismo radical como consecuencia de la aplicación de la Ley de Partidos Políticos, una ley que planteaba tremendas dudas en toda aquella persona respetuosa de los ideales políticos de la democracia pero que indudablemente cumplió a la perfección con sus objetivos y era por lo tanto una renuncia admisible a parte de dichos ideales con el objetivo de intentar conseguir la paz (en el pasado hemos tenido otras renuncias que sí eran completamente inadmisibles).
Así pues todo parecía hacer pensar que esta vez sí era la buena. Pero ante el nuevo proceso de paz se planteaba la misma inquietante pregunta ¿sobre qué exactamente vamos a negociar? La respuesta es; sobre nada, no hay nada que negociar, ese es el autentico problema, por eso fracasaron las negociaciones anteriores y por eso ha fracasado esta. Al igual que el violador es incapaz de separar el sexo de la violencia los terroristas son incapaces de separar la política del terror al igual que son incapaces de comprender cosas como la separación de poderes (desde dicho principio irrenunciable para un autentico demócrata es ridículo exigir al Gobierno que ponga en libertad a este etarra o impida la detención de este otro) o la imposibilidad de que el Gobierno adopte cualquier determinación que pueda contradecir a la Constitución o para los que la Constitución prevea un procedimiento específico (este es el caso de exigencias como el derecho de Autodeterminación o la incorporación de Navarra al País Vasco).
Pero lo que por encima de todo quería ETA es que su rama política, es decir HB, volviera a la escena política, como se ha dicho la ilegalización de este partido había sido un golpe muy duro para la banda, se habían perdido alcaldes, concejales y diputados forales, autonómicos y nacionales, se habían perdido subvenciones y sueldos que ahora tenia que pagar la organización, se había perdido el gran efecto propagandístico que suponía el hecho de tener portavoces en todas las instituciones nacionales e incluso en el Parlamento Europeo. Es revelador lo mucho que se ha hablado en esta última negociación de la vuelta a la circulación de HB y lo poco que se ha hablado del tema de los presos, algo que sí había sucedido en el pasado. Pero claro HB no quería pasar por el aro de la Ley de Partidos Políticos y lo que se pretendía es que se soslayara esa condición o incluso se derogara esa ley, lo cual era imposible, seria equivalente a reconocer que dicha ley se creó para liquidar a HB y de hecho ¡así fue! pero ¿habría algo más desconcertante y confuso para el público que ver como las leyes se hacen y se deshacen para solucionar situaciones puntuales? ¿hacer una ley para quitar de en medio a un partido? ¿derogarla ahora que nos interesa que vuelva a la política? De ningún modo, era absurdo exigir tal cosa.
Al constatar que volvía a repetirse la historia ETA adoptó su particular estrategia de “Si vis bellum, para bellum” y tras una serie de presagios inquietantes trató de forzar el bloqueo de la única forma que conoce: poniendo una bomba. Es seguro que los terroristas no querían que muriera nadie pero eso da igual, las intenciones no matan, lo que mata es la dinamita y son tan culpables de esas muertes como si hubieran liquidado a esos hombres de un balazo en la nuca al viejo estilo. Una vez más han demostrado no sólo ser unos asesinos y unos ignorantes en materia política sino que como siempre han demostrado que son unos verdaderos imbéciles. Brutalidad, ignorancia y estupidez, una peligrosa mezcla.
Algo que es importante señalar es que el fracaso de la negociación no es achacable a nadie que no sean los propios terroristas y esto no es una frase hecha de esas que tanta suspicacia me han inspirado siempre, es la pura verdad.
Es cierto que los socialistas encabezados por su líder demostraron un sorprendente optimismo al comienzo del proceso teniendo en cuenta los fracasos precedentes (lamentable la imagen de Odon Elorza brindando con cava) y que durante el mismo observaron un comportamiento errático, dubitativo y opaco (la misma irritante opacidad que siempre acompaña estos proceso y cuya utilidad nunca he comprendido). Es cierto también que lo mejor hubiera sido dejar claro desde un principio sobre qué se podría hablar y sobre qué no, dejar claro que una cosa era pactar el fin de la violencia y otra distinta era la política que tenia sus propios cauces y procedimientos y que estaba claro que el episodio del robo de las pistolas ya indicaba que la tregua había terminado (aunque no reprocho a Zapatero que se resistiera a romper las negociaciones incluso en ese momento).
Es cierto asimismo que la oposición tras una reacción inicial tímidamente favorable luego convirtió el tema en punta de lanza de su oposición olvidando vergonzosamente lo que había pasado en la tregua del 98-99 (vergonzoso el olvido no la negociación que fue tan legitima como ésta) en el marco supongo del terrible síndrome de stress postraumático en el que sigue inmerso tras el 11-14 M. Y es cierto por último que la tenebrosa aureola que rodea al PP (prensa, intelectuales, tertulianos revisionistas, paranoicos de la conspiración, esa incomprensible AVT, etc.) tampoco ha ayudado demasiado.
Pero repito que ninguno de estos factores desfavorables ha provocado el nuevo fracaso, esto tenia que pasar porque no podía pasar de otra manera, como siempre.
¿Y ahora qué? Pues nada, habrá que volver a lo de antes, cuidarse bien, poner toda la atención posible y el máximo esfuerzo por que los daños sean los mínimos posibles, porque daños habrá desde luego, desgraciadamente tenemos demasiados ejemplos de que cualquier paleto fanático puede matar sin demasiado esfuerzo. Y a seguir esperando a que se den las condiciones para una nueva negociación porque si bien es cierto que siempre ha fracasado por los mismos motivos también es cierto que es la única salida definitiva siempre y cuando se establezcan de forma clara y pública (sobre todo este último) las condiciones de dicha negociación. O eso o resignarnos a padecer un problema inevitable como los accidentes de tráfico o los incendios forestales, yo me niego a eso, al menos de momento.