El rincón de la poesia

Para que se hagan una idea de la clase de trabajo que me ocupaba en mi años dorados (en el aspecto laboral se entiende), durante las largas mañanas de rasking pelotas me dediqué a leer la Biblia. ¡Pero toda todita! Desde el Génesis hasta el Apocalipsis. No es que me entrará de improviso el fervor religioso (de hecho sostengo que no hay nada como leer el Libro para que uno se aliste definitivamente en las filas del ateismo y la apostasía) es sólo que tenia la sensación de que era el momento y el lugar preciso para hacer algo que de otro modo nunca tendría oportunidad de hacer.

Hay quien sostiene que toda la historia del hombre con sus grandezas y sus miserias cabe perfectamente en la Biblia, no sé si tal cosa es verdad, pero desde luego es sorprendente encontrar tantas observaciones que tienen perfecta aplicación en nuestros días. En concreto me llamó la atención este pasaje dedicado a la embriaguez, se trata del libro de los Proverbios Capítulo 23 versículo 31 ¿No es emocionante comprobar como los Antiguos ya describían con total exactitud los síntomas que casi todos hemos sentido alguna vez?

No mires mucho al vino cuando rojea
y cuando espuma en el vaso;
Entrase suavemente,
pero al fin muerde como sierpe
y pica como áspid.
Y tus ojos verán cosas extrañas
y hablarás sin concierto;
Te parecerá estar acostado en medio del mar
y estar durmiendo en la punta de un mástil
Me han pegado, y no me ha dolido
me han tundido, y no lo he sentido
cuando me despierte volveré a buscarlo.