Monday, April 28, 2008

Short Cuts.

Dado que siguen sin aparecer estrenos de relumbrón y dado que últimamente no se ha muerto nadie interesante aprovecho una recomendación que me hizo Dorando en los comentarios de una de las últimas entradas para colar una lista de diez relatos cortos que me han gustado. Digo que me han gustado y no que son los diez mejores que he leído porque hacer una lista como esa supondría un esfuerzo intelectual del que no me siento capaz.

De todas maneras si algún día me pongo a ello estoy seguro que muchas de los relatos que se describen aquí estarían en dicha lista. Pero de momento vamos con lo que tenemos. Siempre que me ha sido posible he añadido un link con el relato en cuestión por si tuvieran alguna dificultad en encontrarlo. Aunque les recomiendo que hagan lo que este en su mano por leerlos como Dios manda, es decir en soporte tocable, subrayable y manchable de mantequilla.







1. La casa de Asterión. Jorge Luis Borges

Cuando yo tenía unos diez años o así mi padre se presentó en casa con dos libros que se regalaban a modo de promoción de una serie de volúmenes que se anunciaba por TV. En concreto esa promoción correspondía a la Colección de Literatura Universal Bruguera, una serie de ejemplares de tapa dura de aspecto agradable refiriendome con esto a que dicho aspecto invitaba a leerlos y no como en otros casos que más bien invitan a todo lo contrario.

Sin que hubiera ninguna razón lógica para ello mi padre le dio a mi hermano el que venia en tapas rojas y a mí el que venía en tapas amarillas. Cuando algún tiempo más tarde ojeé el que había recibido mi hermano supe que a mí me había tocado el libro malo. El de mi hermano era “A sangre fría” de Truman Capote y yo había abierto el libro en la parte de la confesión de Perry Smith quedando atrapado ya para siempre en sus páginas.

A mí en cambio me había correspondido “Nueva antología personal” de un escritor cuyo nombra sonaba a pie rajado con un trozo de loza. Empecé a leerlo por el poema llamado “Fundación mítica de Buenos Aires” y al poco rato el volumen terminó yendo a parar al el limbo de los libros que nunca serían leídos. Quizás Borges fuera demasiado para un niño (hay quien sostiene que es demasiado en cualquier circunstancia pero no deseo hablar sobre eso) y de todos modos la poesía nunca fue el punto fuerte del argentino, al menos en mi opinión.

“La Casa de Asterión” no es mi relato preferido de Borges y no estaba incluido en aquella antología. Lo leí bastante más tarde en un libro de literatura del instituto y fue esa lectura la que me empujó a recuperar aquel libro de tapas amarillas y luego a intentar leer cualquier cosa que hubiera escrito el argentino aunque se tratase de la lista de la compra. Si tuviera que definir el relato en palabras diría que se trata de una revelación. La revelación del otro, o mejor dicho de su existencia o de la consciencia de su existencia, un consciencia que no se revela hasta la última frase que es la que obliga a replantearse todo lo leído hasta ese momento. Una técnica literaria que recuerda algo a la de O. Henry (y de la que ofrecí una muestra en la entrada que finalizaba la temporada de Navidad en el blog) y que sin duda recuerda también a la de ciertas historias (cuyo final igualmente nos ha sorprendido) en formato de películas cinematográficas.





2. La autopista del Sur. Julio Cortazar

Otro argentino que está vinculado al anterior por algo más que el país de nacimiento ya que por alguna razón ha existido siempre un antagonismo entre estos dos escritores o mejor dicho entre los hombres que los han leído. Nunca me he sentido atraído por este tipo de competiciones literarias y no entiendo porque alguien no puede disfrutar en la misma vida de “El jardín de los senderos que se bifurcan” y “La noche boca arriba”.

La historia de Cortazar empieza también con un libro no leído. Se trata de una amenazante edición de “Rayuela” que lleva mucho tiempo en mi casa. Digo amenazante por su volumen y por ser una de esos odiosos productos de letra minúscula y cubiertas blandas como el requesón. El libro, como digo sigue ahí y estoy seguro de que algún día él y yo llegaremos a entendernos.

Mi primer encuentro con Cortazar tuvo lugar en cambio a través de “Historias de Cronopios y famas”. Incluso había pensado elegir para esta selección el desternillante relato “Pérdida y recuperación del pelo” pero luego pensé que quizás sería demasiado radical así que opté por el mucho más académico “La autopista del sur”

El relato pertenece a un compendio de las obras completas de Cortazar que me temo no podré terminar porque dicho compendio ha desaparecido misteriosamente de mi biblioteca (y créanme que su tamaño no lo hace fácil de esconder) algo que me ha fastidiado bastante aunque siempre he pensado que un libro es posiblemente lo que menos pena debería dar que te robaran.

“La autopista del sur” es la historia de unos automovilistas que se ven atrapados en un gigantesco atasco que parece no tener fin. No soy muy bueno como crítico literario pero creo que no sería demasiado aventurado considerar el relato como una metáfora de la vida moderna en la que un individuo se ve obligado a interactuar no con aquellos con los que desea hacerlo sino simplemente con los que le tocan en suerte. Al igual que los conductores de los vehículos que se ven forzados a convivir con aquellos con los que la casualidad les ha colocado durante el atasco estableciendo una relaciones aparentemente profundas pero en el fondo tan evanescentes (al igual que en la vida real) que se deshacen de inmediato cuando el atasco se resuelve y todos ellos tienen que volver una vez más a la carretera “donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia delante”





3. Un sumario. Alexander Kuprin

Empezamos con las rarezas. Estoy seguro de que muchos de ustedes han leído o al menos conocen a los dos autores mencionados anteriormente así como los relatos que escribieron pero presumo que ni esta historia ni el hombre que la creó son del conocimiento general. De hecho la información que existe sobre Kuprin es bastante escasa y en esta ocasión no ha sido posible encontrar su relato y enlazarlo aquí.

Yo descubrí a ambos (es decir al relato y a su autor) en una colección llamada “Joyas del cuento europeo” editada por Selecciones del Reader´s Digest y tengo la esperanza de que lo que leí no haya sido una condensación a las que esta editorial era tan aficionada.

“Un sumario” es la historia de un proceso judicial que tiene lugar en un cuartel del ejercito ruso. Un soldado de origen asiático ha sido acusado de robar dinero y unas botas. Las pruebas parecen acusarle sin lugar a dudas pero el hombre preso de un hermético ensimismamiento se niega a decir nada sobre el asunto. El joven oficial instructor se siente inclinado a ayudar al desgraciado pero su intervención conseguirá todo lo contrario.

No es un relato donde ocurra nada demasiado espectacular. Es sólo una pequeña y triste historia de dos hombres que por diferentes motivos se sienten aislados en medio del zafio y hostil ambiente cuartelero y de cómo a veces las mejores intenciones acaban por resultar funestas.

Espero al menos que estas palabras les estimulen a leer el cuento, si es que consiguen dar con él que no será fácil.




4. Diles que no me maten. Juan Rulfo

Volvemos a los autores conocidos y volvemos a escritores en lengua hispana. Juan Rulfo prácticamente sólo escribió dos libros en su vida: “Pedro Páramo” y la colección de relatos cortos “El llano en llamas”. No me siento capaz de definir la literatura de Juran Rulfo pero diría que en pocas ocasiones he sentido una sensación tan física como la que me embargaba cuando leía algo del escritor mexicano. Hablando gráficamente leer uno de estos relatos es sentir el polvo de la llanura en la boca.

Este fue el primer cuento que leí de Rulfo y me llamó la atención el desesperado apego que el protagonista muestra por su vida a pesar de que no hay nada en ella que tenga algo de valor. De hecho todo el relato no es más que un largo ruego que no encontrara respuesta pues en este mundo del llano no impera otra ley que la de la sangre.




5. La Corista. Anton Chejov

Uno de los autores de relatos cortos más citados. De hecho es junto con Poe (uno de cuyos cuentos se ha caído a última hora de la lista) uno de los autores de cuentos cortos por excelencia.

Hay muchas cosas que no recomendaría a personas que estuvieran bajas de ánimo y una de ellas sería leer a Chejov (especialmente “El pabellón número seis” que por añadidura contiene el manifiesto nihilista más atroz que haya leído nunca). El ruso no parecía tener demasiado apego por la humanidad y muchos de sus cuentos podría decirse que están protagonizados por dos clases de personajes: los que actúan invadidos por una inacabable destreza para la miseria moral y los que asisten como testigos o victimas de esa miseria y que aun siendo algo menos infames que los primeros no pueden evitar verse envueltos en la misma patina.

Este pequeño drama es un vivo ejemplo de esta dualidad. Resulta verdaderamente talentosa la capacidad del escritor para encerrar tanta mezquindad en tan pocas palabras.





6. Gira, gira. Domingo Santos

Me parecía casi una obligación incluir a un escritor español en la lista. Y la verdad es que hay mucho donde escoger. Me hubiera gustado incluir alguna de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer pero considero más interesante hablar de gente no demasiado conocida y Domingo Santos es bastante desconocido sobre todo teniendo en cuenta que está especializado en Ciencia Ficción un género que no goza de demasiado prestigio cuando el que firma ha nacido en la piel de toro.

Yo la verdad de Domingo Santos sólo conozco este relato que junto con el ya comentado de Julio Cortazar y el "Crash" de J.G. Ballard conforman una personal trilogía básica para analizar uno de los fenómenos más paradójicos de la vida moderna.

El protagonista del relato llega a una megalópolis del futuro tan invadida de vehículos que es imposible aparcar. Los conductores se ven obligados a circular sin descanso por la ciudad y a llevar a cabo sus actividades prácticamente sin poder bajarse del coche viéndose además amenazados por unas autoridades que a la tercera multa convierten sus coches en chatarra a veces incluso con ellos dentro.

El relato es tan angustioso como cualquiera de los de Kafka aunque se ve adornado de un fino sentido del humor (negro) y es narrado de una forma tan cotidiana que no hay más remedio que reflexionar cuando llegará el momento en que tengamos que vivir algo semejante a lo que experimenta el desafortunado protagonista de esta historia.





7. El hotel azul. Stephen Crane

Los dos siguientes relatos pertenecen a una antología del cuento norteamericano (que abarca desde Washington Irving hasta autores nacidos en los años sesenta) que tuve ocasión de leer hace algunos años.

Stephen Crane es conocido sobre todo por su novela “La roja insignia del valor” aunque yo le recordaré siempre por haber escrito “El hotel azul”, una historia cargada de tensión y suspense en el que una población del oeste norteamericano se ve sacudida por la llegada de un enigmático personaje que trastorna las reglas (primitivas pero reglas al fin y al cabo) del apartado lugar como si de un ángel exterminador grosero, violento y enloquecido se tratara. Podría decir que la verdadera dimensión del sangriento suceso que tendrá lugar a continuación no se revela hasta las últimas líneas del relato pero ni siquiera ese consuelo tendrá el lector.






8. En los sueños comienzan las responsabilidades. Delmore Schwartz

De los tres relatos que restan voy a hablar más bien poco por diversos motivos.

El número ocho fue escrito por un autor judío y neoyorquino (como anécdota decir que era el profesor preferido de Lou Reed en la universidad) que es el responsable de este inclasificable ejercicio de introspección mediante el cual un hombre asiste en una sala de cine a una proyección del momento en el que sus padres se conocieron.



9. Bartleby el escribiente. Herman Melville

Este relato estaría siempre en una lista personal de los diez mejores. También en una de los cinco mejores y también en una de los tres mejores. Incluso si me pidieran una lista donde tuviera que figurar un solo cuento casi seguro elegiría este. De hecho me gustaría dedicarle un post entero y por eso considero mejor aplazar el comentario hasta ese momento ya que ahora mismo “preferiría no hacerlo”.







10. Un hombre bueno es difícil de encontrar. Flannery O´connor

Supe de esta historia a través del ensayo de Stephen King “La Danza macabra”. La busqué y la leí y no pienso decirles nada sobre ella excepto que todavía me estoy buscando las pelotas que se me cayeron al suelo cuando la terminé. Y lamento usar una expresión tan vulgar pero después de mucho pensarlo no pude hallar nada que expresara con tanta contundencia las sensaciones que me dejó esta dama del sur con su cuento.

Wednesday, April 23, 2008

La frase de la semana. La flema que conquistó el mundo

-¿Que eso que viene volando hacia aquí?
-Eso es un misil Exocet.

(Conversación a bordo del HMS Sheffield la mañana del 4 de mayo de 1982)


Sunday, April 20, 2008

Académico en la sesentena desea conocer mujer interesada en Mozart, James Joyce y la sodomía



Comentario con spoilers puesto que no se trata de inducir a nadie para ir o no a ver la película ya que siendo de Isabel Coixet eso es una decisión que casi todos los espectadores han tomado previamente y sin necesidad de consultar con nadie.

Yo he visto dos películas suyas (“Cosas que nunca te dije” y “Mi vida sin mi”) que casi me han gustado y que seguramente me hubieran gustado más de no tener un doblaje tan horrible (algo que por cierto vuelve a suceder aquí, no entiendo por qué las películas de esta mujer tienen siempre ese problema). No fui a ver la anterior a esta porque el tema (tipo achicharrado en plataforma pretolífera sobre mar gris ceniza) no me atraía demasiado.

En cambio “Elegy” supone una variación sobre el cine de Coixet sobre todo porque, que yo sepa, es la primera vez que la película no está basada en una historia de su invención sino en un relato (de titulo original “El animal moribundo”) del prestigioso escritor Philip Roth.

Es la historia de David Kepesh un maduro profesor universitario cuyo mayor entretenimiento es seducir a sus alumnas aunque, para evitar problemas legales y académicos, siempre lo hace una vez finalizado el curso. La elegida en esta ocasión es Consuela, una estudiante de origen cubano. Al principio de la película Kepesh aparece como un diletante únicamente interesado por el sexo que incluso utiliza su erudición y su prestigio como cronista cultural en los medios sólo como un instrumento para encandilar a sus futuras amantes. Las causas de su comportamiento parecen obedecer a una deliberada intención de separarse de la moral dominante (de ahí su mala opinión sobre el matrimonio o esa escena que abre la película y que describe el conflicto entre el puritanismo de los pioneros de Nueva Inglaterra y aquellos que no quieren sujetarse a sus leyes) o más bien, como sostienen sus amigos, una forma de protegerse contra los conflictos emocionales que atormentan a la mayor parte de la humanidad.

Como quiera que sea lo cierto es que Kepesh acaba enamorándose de Consuela lo que parece bastante verosímil y Consuela acaba enamorándose también del viejo profesor lo que ya resulta más difícil de creer sobre todo porque la película no ayuda demasiado a ello. No hay que echarle la culpa a una mala adaptación del original literario ya que el propio libro tampoco parece muy interesado en esta parte de la historia. De hecho los problemas de Elegy se producen precisamente cuando se ocupa de algunos de los personajes que rodean a Kepesh (como los interpretados por Dennis Hopper, Peter Sarsgaard y Patricia Clarkson) y cuya presencia sólo se justifica por que también aparecen en el libro ya que ninguno de ellos contribuye demasiado a profundizar en la personalidad de Kepesh ni aportan demasiado a lo que se cuenta. De ahí quizás viene el hecho de que la peor escena de la película es la de la muerte de George (Dennis Hopper) que resulta tan grotesca que me cuesta trabajo creer que haya sido filmada en serio.

Por el contrario cuando Coixet se desmarca más de la historia y se centra en la intimidad de los dos amantes es cuando consigue hacerlo mejor, algo lógico puesto que es en esta parte de la película en la que la directora se encuentra más a gusto ya que tiene más libertad para recurrir a los trucos visuales (playa solitaria en invierno y tal) y sonoros que tan bien conoce, como el poner de fondo musical la Gnossienne numero tres de Erik Satie, una melodía que haría que incluso una escena de dos saltamontes fornicando resultara hermosa.




Es también en estas escenas (a la que podríamos añadir toda la parte final, esto es, la que empieza con la última visita de Consuela a la torre de marfil del profesor) donde los dos actores protagonistas dan lo mejor de sí. Especialmente en el caso de Ben Kingsley uno de los mejores actores del mundo pero que, a excepción de esos momentos ya señalados, no parece encontrase demasiado a gusto con el personaje (al que en un principio iba a interpretar el, quizás más adecuado Al Pacino) además de que no comprendo ese empeño de Coixet en sacarle tan feo. O yo al menos no recuerdo otras películas suyas donde se noten tanto sus enormes narices y orejas que le dan un aspecto más digno del emperador Ming que de un profesor tarambana.

Resumiendo una película donde lo concreto y lo intimo (es decir lo que no necesita discurso alguno) resulta más valioso y perdurable que lo general y teórico. Algo es algo.

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Tuesday, April 15, 2008

Comer, beber, matar



No suelo ver películas españolas salvo que se trate de alguna que venga dirigida por algún cineasta de prestigio (omitamos nombres) o que se trate de algún ejercicio de género poco habitual.

No voy a decir que el terrorismo sea un género cinematográfico en España. De hecho sorprende que, a pesar de estar considerado como uno de los problemas más graves del país y generar un enorme interés y preocupación a todos los niveles, haya sido un tema tan poco tratado en nuestro cine, al menos de forma directa.

No creo que “Todos estamos invitados” sirva para llenar ese hueco. De hecho al poco interés previo que ha generado se unirá un rápido olvido y todo ello además de forma merecida.

La historia principal gira en torno a un profesor universitario (José Coronado) amenazado por ETA por posicionamiento público en contra del terrorismo. Se trata de un argumento poderoso en sí mismo aunque por lo visto no lo suficiente como para que Manuel Gutiérrez Aragón (guionista junto con Ángeles González Sinde) decida centrarse en él. En su lugar el responsable de la película se dedica a alternar esta historia con otra increíblemente absurda en la que el anguloso Oscar Jaeneda interpreta a un terrorista que queda amnésico tras recibir un disparo.

La forma de relacionar estas dos tramas tratando de dotarlas de cierto paralelismo resulta un fracaso y la parte de Jaeneda no llega a ser nunca ni un complemento ni una alternativa la historia de Coronado resultado más bien un estorbo causado sobre todo por la negligente forma de presentar al personaje del que no se llega nunca a saber o tan siquiera intuir cuales son sus motivaciones. Y bueno, es una ley del cine que si no conoces a un personaje no tiene por qué importante su destino. Tampoco es que ayude demasiado la interpretación del joven actor catalán. De hecho tenía la impresión de que habían cometido un error en la sala de montaje y se habían colado en la película precisamente todas esas tomas falsas en la que los actores se dedican a bromear con sus compañeros de reparto mientras ensayan una escena.

Volviendo a la historia de Coronado hay que decir que tampoco se trata de un argumento bien desarrollado. No es un problema de que la narración de las experiencias que conforman la vida de un amenazado por el terrorismo no tenga un fondo de realidad. De hecho estoy convencido de que todas esas experiencias están directamente sacadas de la vida real (recuerdo haber leído sobre la conversación de “las ultimas cocochas que te vas a comer en tu vida” o sobre el episodio de las 47 llaves) pero eso tampoco garantiza nada. El problema es como se las presentes al espectador y la poca habilidad de Gutiérrez Aragón (manifestada sobre todo en esa chapucera forma de hacer avanzar la historia de forma apresurada y discontinua como si hubiera que hacerle sitio a la gilipollez del etarra tontaina) consigue que no resulte demasiado emocionante nada de lo que le ocurre al personaje interpretado por Coronado a quien, por añadidura, no le queda demasiado bien el papel que le han dado. Mención aparte merece esa novia del protagonista que resulta ser italiana aunque no entiendo por qué ni para qué. Podría tratarse del clásico personaje outsider con el cual pueden identificarse los espectadores que no estén familiarizados con una determinada situación política o social expresada en una película pero eso tendrá que aclarármelo alguien.

En resumen una película fallida en sus intenciones y también bastante ridícula en sus resultados. Habrá que seguir esperando.

Para no echarlo todo a la basura mencionar algunos aspectos positivos, entre ellos algunas escenas afortunadas (como la del curso de protección contra atentados que reciben los perseguidos por ETA por más que esta escena sea introducida a trompicones como casi todas las demás) o esas bonitas estampas de la geografía urbana donostierra (porque la ciudad que se muestra es San Sebastián ¿no?) y sobre todo esa llamativa presencia durante todo el metraje de la gastronomía vasca como si fuese este un aspecto a incluir entre los muchos que definen el conflicto del norte. También me convencieron los actores que interpretaban a los terroristas aunque es curioso que dichos personajes podrían resultar paródicos si no supiéramos a ciencia cierta (a través de la abundante documentación visual al respecto) que son esas precisamente las pintas que llevan en especial la chica que es una perfecta representación de la típica perra etarra.

Thursday, April 10, 2008

Buscando América




Por segunda vez http://sisterboydrama.blogspot.com/2007/11/para-eso-estan-los-amigos.html
este blog acude en ayuda de un amigo. En este caso no se trata de música sino de televisión y tampoco se trata de un amigo sino de una amiga. Bueno en realidad es una de esas amigas a la que conozco desde hace años (posiblemente nueve o diez) aunque no personalmente, amistad virtual que le dicen.

Esta amiga es guionista y ahorita mismo está trabajando en la series Plan América cuyo episodio piloto se emitió el pasado lunes con resultados de audiencia más bien escasos. La perseverancia no es una de las escasas virtudes de los programadores de la televisión española y la serie amenaza con cancelarse salvo que el share khrisna suba un poco el próximo lunes.

De manera que si tal día no tienen nada que hacer, están hartos de la barba de Grissom, y quieren ver algo de más calidad que La Familia Mata o lo que quiera que estén poniendo en Tele 5 (que seguramente será una inmundicia) pues podrían dedicarle unos minutos a esta serie así echaran una mano a la amiga de un amigo (o a la amiga de un bloger que les entretiene un poco más que el buscaminas) y a lo mejor hasta le cogen el gusto y todo.

Mejor aún, si conocen a alguien que tenga un audímetro o a alguien que conozca a alguien que lo tenga transmítanles el mensaje. Thanks in advance.


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Sunday, April 06, 2008

They want Charlton Heston to play a mexican

En los últimos días han muerto varios personajes importantes del mundo del cine. Pero con todos mis respectos por gente como Richard Widmark o Roy Scheider ninguno de ellos se puede comparar a la figura de Charlton Heston un mito cinematográfico de esos sobre los que nadie se pregunta si actuaban bien o mal y que pertenece ya para siempre a la memoria colectiva e individual (o al menos a la del individuo que escribe esto) del séptimo arte.



Alto, atlético y con una mirada capaz de derribar a un árbol Heston encarnaba al héroe clásico del cine: fuerte, valiente, seguro de sí mismo, indestructible e inasequible al desaliento, el tipo de personaje que en el cine de hoy ya sólo es presentable si se hace de forma paródica. No es de extrañar pues que casi desde sus comienzos quedará catalogado como actor de carácter en superproducciones de Hollywood, esos peliculones con los que se rellenaban tantas tardes de domingos y sábados y que en los teatros de antaño solían programar en verano, una estación en la que por los motivos que fuera no había estrenos y los cines se alimentaban de reposiciones.

Su primer papel relevante fue en “El mayor espectáculo del mundo” una película que responde perfectamente a las características descritas en el párrafo anterior.



Un Technicolor de 1951 de dos horas y media de duración y dirigida por Cebil B. De Mille nada menos. En la película Heston encarnaba a un enérgico director de circo adicto al trabajo que además estaba enredado en una complicada relación sentimental con la trapecista estrella. También andaban por allí James Stewart (al que ni una vez durante toda película se le veía sin su maquillaje de payaso) y Gloria Grahame haciendo de domadora de elefantes con su látigo y su atuendo a juego con su profesión (ñam).

Tras esta primera aparición estelar vinieron una larga serie de películas y telefilmes entre la que destacan “Cuando ruge la marabunta” en la que Heston interpretaba al rudo dueño de una plantación en la selva tropical que tenía que vérselas con un ejercito de hormigas asesinas y que en su día fue considerada de forma unánime como la mejor película de la historia al menos en el patio del Colegio San Fernando. En el mismo año se estrenó también “El secreto de los Incas” otra película de aventuras exóticas que quizás no sería demasiado recordada de no ser porque muchos la consideran una clara influencia de la saga de Indiana Jones, o me dirán que el vestuario de Heston no les recuerda a alguien.



Pero seguidamente vino una de las películas que cimentaron la leyenda del actor, esto es LOS DIEZ MANDAMIENTOS otra monstruosa producción de 220 minutazos de metraje dirigida una vez más por el fanático religioso De Mille en la que Heston evolucionaba desde el semi desnudo y chulangas hijo del faraón hasta el venerable y barbado patriarca judío del final. A pesar de todo reconozco que esta película me decepcionó un poco cuando era niño ya que el tema de las diez plagas (mi parte preferida de la Biblia) quedaba prácticamente reducida a la que menos molaba (el asesinato de los primogénitos) pero bueno ahí queda para la eternidad la escena más reconocible de la película, la del paso del Mar Rojo.



A partir de ahí la película perdía bastante interés –si exceptuamos la orgía del Becerro de Oro que era bastante cachonda- y tenía ese final en el que Yahvé prohibía la entrada a la tierra prometida a Moisés por una fruslería, un pasaje bíblico que a todos los niños nos hacía murmurar por lo bajini “que cabronada”

La carrera de Heston prosiguió a lo largo de los años cincuenta sin que el actor abandonara del todo su personaje arquetípico. Así vinieron algunos títulos destacados como “Misterio en el barco perdido” o “The Big Country” (“Horizontes de Grandeza”) un western al antiguo estilo con Heston haciendo de duro capataz que competía por los favores de la hija del jefe con el pisaverde Gregory Peck, una competición que acababa a las puras piñas al amanecer en un de las peleas clásicas del cine.



Sin embargo en medio del esplendor de la década Heston se permitió una pequeña rareza en su carrera. Se trata de “Touch of Evil” en la que el actor daba vida a un imposible policía mexicano para lo cual le peinaron y maquillaron como si de un Otelo de Chihuahua se tratara y le hicieron farfullar algunas palabras en español para hilaridad del público latino de todo el planeta. De todos modos Heston consiguió dar el pego por más que inevitablemente quedará oscurecido por la enorme (hablando en términos físicos y artísticos) figura de Orson Welles.



Pero salvando la anécdota wellesiana la década concluía con una de las películas más famosas de la historia que cine, que sigue aun hoy ostentando el record absoluto de estatuillas de la Academia y sin duda el cenit de la carrera del actor que también tuvo su hombrecito dorado. Estamos hablando por supuesto de BEN-HUR un peliculón que se sitúa más allá del bien y del mal y que en teoría trataba sobre un hombre que se sobrepone a sus deseos de venganza y acaba aceptando la fe cristiana aunque muchos años más tarde nos enteremos que en realidad se trataba de la historia de amor entre Judah y Mesala, una trama subterránea que el pillastre de Gore Vidal (guionista no acreditado) coló de rondón en la película. El bueno de Heston no se enteró de nada.

Toda gran película tiene siempre una escena emblemática. La de Ben Hur es por supuesto la gran carrera de cuadrigas pero yo siempre he sentido predilección por esa insólita escena en la que el general Quinto Arrio comprueba con desdeñoso sadismo la habilidad de los forzados remeros en el arte del combate naval.

http://youtube.com/watch?v=uUYJFSvVli8

Durante la década de los sesenta todo iba a cambiar y el cine no fue una excepción aunque en los primeros años Heston continuó interpretando los papeles para los que parecía haber nacido en películas como “El Cid”, “El tormento y el éxtasis” (dos películas biográficas, la segunda de ellas sobre el pintor y escultor Miguel Ángel que desafortunadamente nunca he tenido ocasión de ver) y la excelente superproducción histórica “55 días en Pekín”. Pero ya en 1965, tal y como se ha dicho, las cosas empezaban a no ser como siempre habían sido. En este año Heston hizo una pequeña obra maestra llamada “El señor de la guerra” en la que daba vida a un señor medieval que se deja arrastrar por una incontenible pasión por una bella lugareña seguidora de una religión pagana. También es el año de “Mayor Dundee” dirigida por Sam Peckimpah, uno de los muchos directores que se encargaron en aquellos años de dinamitar las convenciones del western. Es dudoso que Heston hubiera intervenido en un filme tan atípico y violento como este tan solo cinco años atrás.

En la segunda mitad de la década prodigiosa el cine de grandes estudios y fastuosas superproducciones en el que Charlton Heston había triunfado empezaba a caerse a pedazos. El actor ya bien entrado en la cuarentena tuvo que variar su registro para poder sobrevivir y de esta manera logró un sorprendente renacimiento protagonizando tres películas claves en la historia del género de la ciencia ficción. Se trata de “The omega man” (“El último hombre vivo”), “Soylent Green” (“Cuando el destino nos alcance”) y sobre todo “El planeta de los simios”. Tres títulos no muy prestigiosos en su día pero que con el tiempo han devenido en auténticos clásicos

Quizás “The Omega man” sea la que más ha perdido con el tiempo pero al menos Heston logró encarnar a un Neville bastante parecido al endurecido héroe de la novela original o por lo menos bastante más que en las ocasiones en las que el personaje fue interpretado por el exquisito Vincent Price o por ese Will Smith cantando canciones de Bob Marley con voz de falsete.



“Soylent Green” en cambio sigue considerándose casi una obra maestra y una de las películas más desoladoras en cuanto al futuro de la humanidad aparte de ser una curiosa anticipación de los horrores de la industria alimentaria (¿acaso no hemos condenado a los animales de granja a la antropofagia forzándoles a comer harina de carne?). Para la historia quedara siempre la hermosa escena de la muerte del entrañable personaje de Edward G. Robinson.



Pero sin duda es “El planeta de los simios” la más recordada de todas. Un Heston de 45 años mostraba que todavía estaba en forma paseándose por casi toda la película medio en pelotas y protagonizando sin duda la escena más inmortal de su carrera (por encima de cualquier otra de las que hemos mostrado aquí) y a buen seguro una que figurará siempre en cualquier lista de los diez mejores finales de la historia del cine.



Pero los años seguían pasando y al final Heston terminó en el mismo sitio en el que muchos de sus compañeros de generación: en el averno de las películas de catástrofes. Pero incluso en esta faceta Heston siguió haciendo bien su trabajo y por muy humillantes que resultaran aquellos años son recordados con cariño por una generación de espectadores (a la que pertenezco) que llenaban las salas para contemplar estos espectáculos de fuego y destrucción. Así vinieron “Aeropuerto 75” “Terremoto”, “Alerta roja, neptuno hundido” y “Pánico en el estadio” (“Two minutes warning”) que personalmente considero no ya la mejor de esta etapa personal del actor sino sin duda la mejor película del género de catástrofes de los setenta.

Puede decirse que la carrera de Heston terminó aquí. Siguió trabajando por supuesto pero nunca volvió a hacer nada no ya con algo de calidad sino ni siquiera con algo de popularidad. Sus últimos años transcurrieron entre películas desconocidas (algunas de ellas tan intragables como “El despertar”), papeles como secundario de prestigio en series de televisión y algún que otro cameo con el que poder seguir pagando al piscinero.

La vida y los años no respetan a nadie incluyendo a los Dioses del Olimpo. El último trabajo del que se tiene noticia por la imdb es una “cosa” llamada My Father en la que el anciano actor interpretaba a Josef Mengele…. Pero en fin como cantaban Barón Rojo en la canción homónima “tu triste final no empaña tu gloria” y en el día de su muerte es justo que se rinda homenaje a un hombre que supo mantener el tipo durante casi treinta años y cuyas películas forman parte inseparable de la historia personal de todo aquel que sienta algo de amor por el séptimo arte y que tenga la edad suficiente para recordar la época en la que ir al cine era el equivalente laico de ir a la iglesia.

Por último no creo que merezca la pena detenernos en sus tristemente célebres actividades extra cinematográficas. Podemos pasar por alto esa faceta de su personalidad acudiendo a las palabras que le dedicó Orson Welles en su día. “Charlton Heston es un hombre encantador siempre y cuando no se le hable de religión o de política”. Dejémoslo ahí.



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Wednesday, April 02, 2008

Despierto (sin spoilers)



Hacía más de un mes que no iba al cine (desde que pasó la temporada de los Oscars) y aunque siempre he sostenido que (independientemente de lo que cueste) no se debe ir allí salvo que uno tenga un buen motivo para hacerlo la verdad es que ya me estaba entrando el mono.

De todas formas reconozco que el tema de esta película me resultaba sugerente. Dicho tema pertenece a un argumento clásico del género de terror, aunque más própio de tebeos o de episodios de cincuenta minutos para televisión, y que podía resumirse como “¡ESTOY VIVO CABRONES!”. Esto es, la historia de un individuo aparentemente muerto que tiene que enfrentarse al delicado trance de una autopsia estando en plenas facultades sensitivas. En el caso de la película la variante es la de un paciente que debe someterse a una operación a corazón abierto y al que la anestesia deja paralizado pero perfectamente consciente –y doliente- de lo que está ocurriendo en la sala de operaciones.

Según se comenta en el prólogo este fenómeno es real y se produce en el 0,14% de las operaciones quirúrgicas. Por lo visto el propio director y guionista del filme pasó por un trance similar y yo mismo hace años conocí a una persona que aseguraba lo mismo. Pero de todos modos sea o no cierto no cabe duda de que la idea de que tal cosa pueda ser posible es lo suficientemente terrorífica como para resultar atractiva.

De todas formas no estamos ni mucho menos ante una película terrorífica o macabra, de hecho la excusa argumental que se le presupone al filme tiene bastante poco peso en el desarrollo de la historia. Más bien estamos ante un thriller con toques sobrenaturales con una ambientación muy cuidada y un reparto de primera fila (al menos en lo que se refiere a rostros populares aunque todos incluso Jessica Alba están bastante bien). Si tuviera que comparar el estilo de “Despierto” elegiría “Identity” aunque argumentalmente no tengan nada que ver.

En fin poco se puede decir sin desvelar nada importante sólo que se trata de una película con un guión bastante tramposo (en el buen sentido de la palabra) pero que es mejor no analizar de forma demasiado rigurosa so pena de que la historia se desinfle como pellejo de vino rasgado por bisturí. Pero vamos, personalmente no creo que nadie se ponga tiquis miquis con una película como ésta, yo desde luego no iba en ese plan y si deciden ir a verla les aconsejaría que tampoco lo hicieran.