Short Cuts.
Dado que siguen sin aparecer estrenos de relumbrón y dado que últimamente no se ha muerto nadie interesante aprovecho una recomendación que me hizo Dorando en los comentarios de una de las últimas entradas para colar una lista de diez relatos cortos que me han gustado. Digo que me han gustado y no que son los diez mejores que he leído porque hacer una lista como esa supondría un esfuerzo intelectual del que no me siento capaz.
De todas maneras si algún día me pongo a ello estoy seguro que muchas de los relatos que se describen aquí estarían en dicha lista. Pero de momento vamos con lo que tenemos. Siempre que me ha sido posible he añadido un link con el relato en cuestión por si tuvieran alguna dificultad en encontrarlo. Aunque les recomiendo que hagan lo que este en su mano por leerlos como Dios manda, es decir en soporte tocable, subrayable y manchable de mantequilla.
1. La casa de Asterión. Jorge Luis Borges
Cuando yo tenía unos diez años o así mi padre se presentó en casa con dos libros que se regalaban a modo de promoción de una serie de volúmenes que se anunciaba por TV. En concreto esa promoción correspondía a la Colección de Literatura Universal Bruguera, una serie de ejemplares de tapa dura de aspecto agradable refiriendome con esto a que dicho aspecto invitaba a leerlos y no como en otros casos que más bien invitan a todo lo contrario.
Sin que hubiera ninguna razón lógica para ello mi padre le dio a mi hermano el que venia en tapas rojas y a mí el que venía en tapas amarillas. Cuando algún tiempo más tarde ojeé el que había recibido mi hermano supe que a mí me había tocado el libro malo. El de mi hermano era “A sangre fría” de Truman Capote y yo había abierto el libro en la parte de la confesión de Perry Smith quedando atrapado ya para siempre en sus páginas.
A mí en cambio me había correspondido “Nueva antología personal” de un escritor cuyo nombra sonaba a pie rajado con un trozo de loza. Empecé a leerlo por el poema llamado “Fundación mítica de Buenos Aires” y al poco rato el volumen terminó yendo a parar al el limbo de los libros que nunca serían leídos. Quizás Borges fuera demasiado para un niño (hay quien sostiene que es demasiado en cualquier circunstancia pero no deseo hablar sobre eso) y de todos modos la poesía nunca fue el punto fuerte del argentino, al menos en mi opinión.
“La Casa de Asterión” no es mi relato preferido de Borges y no estaba incluido en aquella antología. Lo leí bastante más tarde en un libro de literatura del instituto y fue esa lectura la que me empujó a recuperar aquel libro de tapas amarillas y luego a intentar leer cualquier cosa que hubiera escrito el argentino aunque se tratase de la lista de la compra. Si tuviera que definir el relato en palabras diría que se trata de una revelación. La revelación del otro, o mejor dicho de su existencia o de la consciencia de su existencia, un consciencia que no se revela hasta la última frase que es la que obliga a replantearse todo lo leído hasta ese momento. Una técnica literaria que recuerda algo a la de O. Henry (y de la que ofrecí una muestra en la entrada que finalizaba la temporada de Navidad en el blog) y que sin duda recuerda también a la de ciertas historias (cuyo final igualmente nos ha sorprendido) en formato de películas cinematográficas.
2. La autopista del Sur. Julio Cortazar
Otro argentino que está vinculado al anterior por algo más que el país de nacimiento ya que por alguna razón ha existido siempre un antagonismo entre estos dos escritores o mejor dicho entre los hombres que los han leído. Nunca me he sentido atraído por este tipo de competiciones literarias y no entiendo porque alguien no puede disfrutar en la misma vida de “El jardín de los senderos que se bifurcan” y “La noche boca arriba”.
La historia de Cortazar empieza también con un libro no leído. Se trata de una amenazante edición de “Rayuela” que lleva mucho tiempo en mi casa. Digo amenazante por su volumen y por ser una de esos odiosos productos de letra minúscula y cubiertas blandas como el requesón. El libro, como digo sigue ahí y estoy seguro de que algún día él y yo llegaremos a entendernos.
Mi primer encuentro con Cortazar tuvo lugar en cambio a través de “Historias de Cronopios y famas”. Incluso había pensado elegir para esta selección el desternillante relato “Pérdida y recuperación del pelo” pero luego pensé que quizás sería demasiado radical así que opté por el mucho más académico “La autopista del sur”
El relato pertenece a un compendio de las obras completas de Cortazar que me temo no podré terminar porque dicho compendio ha desaparecido misteriosamente de mi biblioteca (y créanme que su tamaño no lo hace fácil de esconder) algo que me ha fastidiado bastante aunque siempre he pensado que un libro es posiblemente lo que menos pena debería dar que te robaran.
“La autopista del sur” es la historia de unos automovilistas que se ven atrapados en un gigantesco atasco que parece no tener fin. No soy muy bueno como crítico literario pero creo que no sería demasiado aventurado considerar el relato como una metáfora de la vida moderna en la que un individuo se ve obligado a interactuar no con aquellos con los que desea hacerlo sino simplemente con los que le tocan en suerte. Al igual que los conductores de los vehículos que se ven forzados a convivir con aquellos con los que la casualidad les ha colocado durante el atasco estableciendo una relaciones aparentemente profundas pero en el fondo tan evanescentes (al igual que en la vida real) que se deshacen de inmediato cuando el atasco se resuelve y todos ellos tienen que volver una vez más a la carretera “donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia delante”
3. Un sumario. Alexander Kuprin
Empezamos con las rarezas. Estoy seguro de que muchos de ustedes han leído o al menos conocen a los dos autores mencionados anteriormente así como los relatos que escribieron pero presumo que ni esta historia ni el hombre que la creó son del conocimiento general. De hecho la información que existe sobre Kuprin es bastante escasa y en esta ocasión no ha sido posible encontrar su relato y enlazarlo aquí.
Yo descubrí a ambos (es decir al relato y a su autor) en una colección llamada “Joyas del cuento europeo” editada por Selecciones del Reader´s Digest y tengo la esperanza de que lo que leí no haya sido una condensación a las que esta editorial era tan aficionada.
“Un sumario” es la historia de un proceso judicial que tiene lugar en un cuartel del ejercito ruso. Un soldado de origen asiático ha sido acusado de robar dinero y unas botas. Las pruebas parecen acusarle sin lugar a dudas pero el hombre preso de un hermético ensimismamiento se niega a decir nada sobre el asunto. El joven oficial instructor se siente inclinado a ayudar al desgraciado pero su intervención conseguirá todo lo contrario.
No es un relato donde ocurra nada demasiado espectacular. Es sólo una pequeña y triste historia de dos hombres que por diferentes motivos se sienten aislados en medio del zafio y hostil ambiente cuartelero y de cómo a veces las mejores intenciones acaban por resultar funestas.
Espero al menos que estas palabras les estimulen a leer el cuento, si es que consiguen dar con él que no será fácil.
4. Diles que no me maten. Juan Rulfo
Volvemos a los autores conocidos y volvemos a escritores en lengua hispana. Juan Rulfo prácticamente sólo escribió dos libros en su vida: “Pedro Páramo” y la colección de relatos cortos “El llano en llamas”. No me siento capaz de definir la literatura de Juran Rulfo pero diría que en pocas ocasiones he sentido una sensación tan física como la que me embargaba cuando leía algo del escritor mexicano. Hablando gráficamente leer uno de estos relatos es sentir el polvo de la llanura en la boca.
Este fue el primer cuento que leí de Rulfo y me llamó la atención el desesperado apego que el protagonista muestra por su vida a pesar de que no hay nada en ella que tenga algo de valor. De hecho todo el relato no es más que un largo ruego que no encontrara respuesta pues en este mundo del llano no impera otra ley que la de la sangre.
5. La Corista. Anton Chejov
Uno de los autores de relatos cortos más citados. De hecho es junto con Poe (uno de cuyos cuentos se ha caído a última hora de la lista) uno de los autores de cuentos cortos por excelencia.
Hay muchas cosas que no recomendaría a personas que estuvieran bajas de ánimo y una de ellas sería leer a Chejov (especialmente “El pabellón número seis” que por añadidura contiene el manifiesto nihilista más atroz que haya leído nunca). El ruso no parecía tener demasiado apego por la humanidad y muchos de sus cuentos podría decirse que están protagonizados por dos clases de personajes: los que actúan invadidos por una inacabable destreza para la miseria moral y los que asisten como testigos o victimas de esa miseria y que aun siendo algo menos infames que los primeros no pueden evitar verse envueltos en la misma patina.
Este pequeño drama es un vivo ejemplo de esta dualidad. Resulta verdaderamente talentosa la capacidad del escritor para encerrar tanta mezquindad en tan pocas palabras.
6. Gira, gira. Domingo Santos
Me parecía casi una obligación incluir a un escritor español en la lista. Y la verdad es que hay mucho donde escoger. Me hubiera gustado incluir alguna de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer pero considero más interesante hablar de gente no demasiado conocida y Domingo Santos es bastante desconocido sobre todo teniendo en cuenta que está especializado en Ciencia Ficción un género que no goza de demasiado prestigio cuando el que firma ha nacido en la piel de toro.
Yo la verdad de Domingo Santos sólo conozco este relato que junto con el ya comentado de Julio Cortazar y el "Crash" de J.G. Ballard conforman una personal trilogía básica para analizar uno de los fenómenos más paradójicos de la vida moderna.
El protagonista del relato llega a una megalópolis del futuro tan invadida de vehículos que es imposible aparcar. Los conductores se ven obligados a circular sin descanso por la ciudad y a llevar a cabo sus actividades prácticamente sin poder bajarse del coche viéndose además amenazados por unas autoridades que a la tercera multa convierten sus coches en chatarra a veces incluso con ellos dentro.
El relato es tan angustioso como cualquiera de los de Kafka aunque se ve adornado de un fino sentido del humor (negro) y es narrado de una forma tan cotidiana que no hay más remedio que reflexionar cuando llegará el momento en que tengamos que vivir algo semejante a lo que experimenta el desafortunado protagonista de esta historia.
7. El hotel azul. Stephen Crane
Los dos siguientes relatos pertenecen a una antología del cuento norteamericano (que abarca desde Washington Irving hasta autores nacidos en los años sesenta) que tuve ocasión de leer hace algunos años.
Stephen Crane es conocido sobre todo por su novela “La roja insignia del valor” aunque yo le recordaré siempre por haber escrito “El hotel azul”, una historia cargada de tensión y suspense en el que una población del oeste norteamericano se ve sacudida por la llegada de un enigmático personaje que trastorna las reglas (primitivas pero reglas al fin y al cabo) del apartado lugar como si de un ángel exterminador grosero, violento y enloquecido se tratara. Podría decir que la verdadera dimensión del sangriento suceso que tendrá lugar a continuación no se revela hasta las últimas líneas del relato pero ni siquiera ese consuelo tendrá el lector.
8. En los sueños comienzan las responsabilidades. Delmore Schwartz
De los tres relatos que restan voy a hablar más bien poco por diversos motivos.
El número ocho fue escrito por un autor judío y neoyorquino (como anécdota decir que era el profesor preferido de Lou Reed en la universidad) que es el responsable de este inclasificable ejercicio de introspección mediante el cual un hombre asiste en una sala de cine a una proyección del momento en el que sus padres se conocieron.
9. Bartleby el escribiente. Herman Melville
Este relato estaría siempre en una lista personal de los diez mejores. También en una de los cinco mejores y también en una de los tres mejores. Incluso si me pidieran una lista donde tuviera que figurar un solo cuento casi seguro elegiría este. De hecho me gustaría dedicarle un post entero y por eso considero mejor aplazar el comentario hasta ese momento ya que ahora mismo “preferiría no hacerlo”.
10. Un hombre bueno es difícil de encontrar. Flannery O´connor
Supe de esta historia a través del ensayo de Stephen King “La Danza macabra”. La busqué y la leí y no pienso decirles nada sobre ella excepto que todavía me estoy buscando las pelotas que se me cayeron al suelo cuando la terminé. Y lamento usar una expresión tan vulgar pero después de mucho pensarlo no pude hallar nada que expresara con tanta contundencia las sensaciones que me dejó esta dama del sur con su cuento.
De todas maneras si algún día me pongo a ello estoy seguro que muchas de los relatos que se describen aquí estarían en dicha lista. Pero de momento vamos con lo que tenemos. Siempre que me ha sido posible he añadido un link con el relato en cuestión por si tuvieran alguna dificultad en encontrarlo. Aunque les recomiendo que hagan lo que este en su mano por leerlos como Dios manda, es decir en soporte tocable, subrayable y manchable de mantequilla.
1. La casa de Asterión. Jorge Luis Borges
Cuando yo tenía unos diez años o así mi padre se presentó en casa con dos libros que se regalaban a modo de promoción de una serie de volúmenes que se anunciaba por TV. En concreto esa promoción correspondía a la Colección de Literatura Universal Bruguera, una serie de ejemplares de tapa dura de aspecto agradable refiriendome con esto a que dicho aspecto invitaba a leerlos y no como en otros casos que más bien invitan a todo lo contrario.
Sin que hubiera ninguna razón lógica para ello mi padre le dio a mi hermano el que venia en tapas rojas y a mí el que venía en tapas amarillas. Cuando algún tiempo más tarde ojeé el que había recibido mi hermano supe que a mí me había tocado el libro malo. El de mi hermano era “A sangre fría” de Truman Capote y yo había abierto el libro en la parte de la confesión de Perry Smith quedando atrapado ya para siempre en sus páginas.
A mí en cambio me había correspondido “Nueva antología personal” de un escritor cuyo nombra sonaba a pie rajado con un trozo de loza. Empecé a leerlo por el poema llamado “Fundación mítica de Buenos Aires” y al poco rato el volumen terminó yendo a parar al el limbo de los libros que nunca serían leídos. Quizás Borges fuera demasiado para un niño (hay quien sostiene que es demasiado en cualquier circunstancia pero no deseo hablar sobre eso) y de todos modos la poesía nunca fue el punto fuerte del argentino, al menos en mi opinión.
“La Casa de Asterión” no es mi relato preferido de Borges y no estaba incluido en aquella antología. Lo leí bastante más tarde en un libro de literatura del instituto y fue esa lectura la que me empujó a recuperar aquel libro de tapas amarillas y luego a intentar leer cualquier cosa que hubiera escrito el argentino aunque se tratase de la lista de la compra. Si tuviera que definir el relato en palabras diría que se trata de una revelación. La revelación del otro, o mejor dicho de su existencia o de la consciencia de su existencia, un consciencia que no se revela hasta la última frase que es la que obliga a replantearse todo lo leído hasta ese momento. Una técnica literaria que recuerda algo a la de O. Henry (y de la que ofrecí una muestra en la entrada que finalizaba la temporada de Navidad en el blog) y que sin duda recuerda también a la de ciertas historias (cuyo final igualmente nos ha sorprendido) en formato de películas cinematográficas.
2. La autopista del Sur. Julio Cortazar
Otro argentino que está vinculado al anterior por algo más que el país de nacimiento ya que por alguna razón ha existido siempre un antagonismo entre estos dos escritores o mejor dicho entre los hombres que los han leído. Nunca me he sentido atraído por este tipo de competiciones literarias y no entiendo porque alguien no puede disfrutar en la misma vida de “El jardín de los senderos que se bifurcan” y “La noche boca arriba”.
La historia de Cortazar empieza también con un libro no leído. Se trata de una amenazante edición de “Rayuela” que lleva mucho tiempo en mi casa. Digo amenazante por su volumen y por ser una de esos odiosos productos de letra minúscula y cubiertas blandas como el requesón. El libro, como digo sigue ahí y estoy seguro de que algún día él y yo llegaremos a entendernos.
Mi primer encuentro con Cortazar tuvo lugar en cambio a través de “Historias de Cronopios y famas”. Incluso había pensado elegir para esta selección el desternillante relato “Pérdida y recuperación del pelo” pero luego pensé que quizás sería demasiado radical así que opté por el mucho más académico “La autopista del sur”
El relato pertenece a un compendio de las obras completas de Cortazar que me temo no podré terminar porque dicho compendio ha desaparecido misteriosamente de mi biblioteca (y créanme que su tamaño no lo hace fácil de esconder) algo que me ha fastidiado bastante aunque siempre he pensado que un libro es posiblemente lo que menos pena debería dar que te robaran.
“La autopista del sur” es la historia de unos automovilistas que se ven atrapados en un gigantesco atasco que parece no tener fin. No soy muy bueno como crítico literario pero creo que no sería demasiado aventurado considerar el relato como una metáfora de la vida moderna en la que un individuo se ve obligado a interactuar no con aquellos con los que desea hacerlo sino simplemente con los que le tocan en suerte. Al igual que los conductores de los vehículos que se ven forzados a convivir con aquellos con los que la casualidad les ha colocado durante el atasco estableciendo una relaciones aparentemente profundas pero en el fondo tan evanescentes (al igual que en la vida real) que se deshacen de inmediato cuando el atasco se resuelve y todos ellos tienen que volver una vez más a la carretera “donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia delante”
3. Un sumario. Alexander Kuprin
Empezamos con las rarezas. Estoy seguro de que muchos de ustedes han leído o al menos conocen a los dos autores mencionados anteriormente así como los relatos que escribieron pero presumo que ni esta historia ni el hombre que la creó son del conocimiento general. De hecho la información que existe sobre Kuprin es bastante escasa y en esta ocasión no ha sido posible encontrar su relato y enlazarlo aquí.
Yo descubrí a ambos (es decir al relato y a su autor) en una colección llamada “Joyas del cuento europeo” editada por Selecciones del Reader´s Digest y tengo la esperanza de que lo que leí no haya sido una condensación a las que esta editorial era tan aficionada.
“Un sumario” es la historia de un proceso judicial que tiene lugar en un cuartel del ejercito ruso. Un soldado de origen asiático ha sido acusado de robar dinero y unas botas. Las pruebas parecen acusarle sin lugar a dudas pero el hombre preso de un hermético ensimismamiento se niega a decir nada sobre el asunto. El joven oficial instructor se siente inclinado a ayudar al desgraciado pero su intervención conseguirá todo lo contrario.
No es un relato donde ocurra nada demasiado espectacular. Es sólo una pequeña y triste historia de dos hombres que por diferentes motivos se sienten aislados en medio del zafio y hostil ambiente cuartelero y de cómo a veces las mejores intenciones acaban por resultar funestas.
Espero al menos que estas palabras les estimulen a leer el cuento, si es que consiguen dar con él que no será fácil.
4. Diles que no me maten. Juan Rulfo
Volvemos a los autores conocidos y volvemos a escritores en lengua hispana. Juan Rulfo prácticamente sólo escribió dos libros en su vida: “Pedro Páramo” y la colección de relatos cortos “El llano en llamas”. No me siento capaz de definir la literatura de Juran Rulfo pero diría que en pocas ocasiones he sentido una sensación tan física como la que me embargaba cuando leía algo del escritor mexicano. Hablando gráficamente leer uno de estos relatos es sentir el polvo de la llanura en la boca.
Este fue el primer cuento que leí de Rulfo y me llamó la atención el desesperado apego que el protagonista muestra por su vida a pesar de que no hay nada en ella que tenga algo de valor. De hecho todo el relato no es más que un largo ruego que no encontrara respuesta pues en este mundo del llano no impera otra ley que la de la sangre.
5. La Corista. Anton Chejov
Uno de los autores de relatos cortos más citados. De hecho es junto con Poe (uno de cuyos cuentos se ha caído a última hora de la lista) uno de los autores de cuentos cortos por excelencia.
Hay muchas cosas que no recomendaría a personas que estuvieran bajas de ánimo y una de ellas sería leer a Chejov (especialmente “El pabellón número seis” que por añadidura contiene el manifiesto nihilista más atroz que haya leído nunca). El ruso no parecía tener demasiado apego por la humanidad y muchos de sus cuentos podría decirse que están protagonizados por dos clases de personajes: los que actúan invadidos por una inacabable destreza para la miseria moral y los que asisten como testigos o victimas de esa miseria y que aun siendo algo menos infames que los primeros no pueden evitar verse envueltos en la misma patina.
Este pequeño drama es un vivo ejemplo de esta dualidad. Resulta verdaderamente talentosa la capacidad del escritor para encerrar tanta mezquindad en tan pocas palabras.
6. Gira, gira. Domingo Santos
Me parecía casi una obligación incluir a un escritor español en la lista. Y la verdad es que hay mucho donde escoger. Me hubiera gustado incluir alguna de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer pero considero más interesante hablar de gente no demasiado conocida y Domingo Santos es bastante desconocido sobre todo teniendo en cuenta que está especializado en Ciencia Ficción un género que no goza de demasiado prestigio cuando el que firma ha nacido en la piel de toro.
Yo la verdad de Domingo Santos sólo conozco este relato que junto con el ya comentado de Julio Cortazar y el "Crash" de J.G. Ballard conforman una personal trilogía básica para analizar uno de los fenómenos más paradójicos de la vida moderna.
El protagonista del relato llega a una megalópolis del futuro tan invadida de vehículos que es imposible aparcar. Los conductores se ven obligados a circular sin descanso por la ciudad y a llevar a cabo sus actividades prácticamente sin poder bajarse del coche viéndose además amenazados por unas autoridades que a la tercera multa convierten sus coches en chatarra a veces incluso con ellos dentro.
El relato es tan angustioso como cualquiera de los de Kafka aunque se ve adornado de un fino sentido del humor (negro) y es narrado de una forma tan cotidiana que no hay más remedio que reflexionar cuando llegará el momento en que tengamos que vivir algo semejante a lo que experimenta el desafortunado protagonista de esta historia.
7. El hotel azul. Stephen Crane
Los dos siguientes relatos pertenecen a una antología del cuento norteamericano (que abarca desde Washington Irving hasta autores nacidos en los años sesenta) que tuve ocasión de leer hace algunos años.
Stephen Crane es conocido sobre todo por su novela “La roja insignia del valor” aunque yo le recordaré siempre por haber escrito “El hotel azul”, una historia cargada de tensión y suspense en el que una población del oeste norteamericano se ve sacudida por la llegada de un enigmático personaje que trastorna las reglas (primitivas pero reglas al fin y al cabo) del apartado lugar como si de un ángel exterminador grosero, violento y enloquecido se tratara. Podría decir que la verdadera dimensión del sangriento suceso que tendrá lugar a continuación no se revela hasta las últimas líneas del relato pero ni siquiera ese consuelo tendrá el lector.
8. En los sueños comienzan las responsabilidades. Delmore Schwartz
De los tres relatos que restan voy a hablar más bien poco por diversos motivos.
El número ocho fue escrito por un autor judío y neoyorquino (como anécdota decir que era el profesor preferido de Lou Reed en la universidad) que es el responsable de este inclasificable ejercicio de introspección mediante el cual un hombre asiste en una sala de cine a una proyección del momento en el que sus padres se conocieron.
9. Bartleby el escribiente. Herman Melville
Este relato estaría siempre en una lista personal de los diez mejores. También en una de los cinco mejores y también en una de los tres mejores. Incluso si me pidieran una lista donde tuviera que figurar un solo cuento casi seguro elegiría este. De hecho me gustaría dedicarle un post entero y por eso considero mejor aplazar el comentario hasta ese momento ya que ahora mismo “preferiría no hacerlo”.
10. Un hombre bueno es difícil de encontrar. Flannery O´connor
Supe de esta historia a través del ensayo de Stephen King “La Danza macabra”. La busqué y la leí y no pienso decirles nada sobre ella excepto que todavía me estoy buscando las pelotas que se me cayeron al suelo cuando la terminé. Y lamento usar una expresión tan vulgar pero después de mucho pensarlo no pude hallar nada que expresara con tanta contundencia las sensaciones que me dejó esta dama del sur con su cuento.
26 Comments:
Una entrada así no se comenta de cualquier manera. Dame tiempo para preparármela al menos de los que puedo opinar (Rulfo, Borges, Cortázar, Chejov, Melville). Del resto tomaré nota.
Aquí vuelvo. Supongo que esta entrada tendré que comentarla uno a uno, tratando de aportar mis impresiones por si a alguien le puede servir de algo.
Primero: pienso se debe leer en negro sobre blanco, en soporte papel y, a ser posible, encuadernado. El libro nunca podrá ser subrayado, ni manchado con mantequilla ni sus esquinas dobladas salvo que uno pretenda pasar la eternidad en las calderas de P. Botero.
De acuerdo con "A sangre fría". Totalmente.
De Borges me leí hace más de veinte años "El Aleph" y me gustó. Sin embargo después nunca tuve la tentación de leer algo más de él. Y nadie me recomendó nada suyo.
Cortázar es, para mí, y de lo que he leído, el gran maestro del relato corto. Has elegido uno. Yo no sería capaz. Y atrévete con "Rayuela". Sin prisa. Saboréalo. Disfrútalo. Yo me lo leí en la mili, en aquellas tardes en el cuartel cuando me toca quedarme de escribiente, zozobrando con Horacio y la Maga.
"Pedro Páramo" y "El llano en llamas" debieran ser obligatorios. Cuando Ana estaba en el paritorio dilatando con las oxitocinas cuando nació Carlos yo estaba a su lado leyendo "Pedro Páramo". Tengo un cariño especial por ese libro.
He leído muchos relatos de Chejov y, la verdad, nunca me ha terminado de convencer. Me gustó mucho más su teatro, no tanto "La gaviota" o "El tío Vania" como "El jardín de los cerezos" o "Las tres hermanas".
De Melville, después de terminar "Moby Dick" me juré no volver a leer nunca más nada suyo. Pero siempre que te he hecho caso me ha ido bien, así que me saltaré mi juramento.
Del resto, ni idea. Pero tomo nota.
Por último, quisiera añadir algunos autores cuyos relatos me gustaron mucho, abusando de tu hospitalidad: Gogol, Capote, Becquer y tus citadas "Leyendas", Stefan Zweig, R.L. Stevenson, Henry James y Kipling y su "Libro de las Tierras Vírgenes".
De Borges si volviera a nacer yo leería "El sur", "El jardín de los senderos que se bifurcan" "El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké" "Funes el memorioso" "El milagro secreto" "Emma Zunz" "La otra muerte" y eso sólo para empezar. Ala ya tienes faena.
Creo que con Rayuela tendré que comprarme una edición que reuna las características adecuadas y sobre la contribución de la mili a la lectura ya hablaremos un día.
El teatro de Chejov es una de mis asignaturas pendientes y me gustaría empezar con Tio Vania una obra a la que le tengo cariño porque sirvió como base a la última peilcula del gran Louis Malle.
Me asustas con Moby Dick ¿está en tu lista -todos tenemos alguna- de grandes clásicos de la literatura que detestas?. Una aclaración quiero.
De tus recomendaciones tengo pendiente a Gogol (del que no he leido nada) y a Kipling (idem) tampoco he leido ningún relato corto de Stevenson ni de Zweig (si exceptuamos "Carta de una desconocida" que aun siendo bastante corta no sé si se le puede considerar como tal).
Del arte de Henry James para la ambiguedad y la sutileza sí que he tenido noticias felizmente a través de la insuperable "El rincón feliz"
Siempre dando tantas y tan buenas razones para que te lea. Ahora ando muy dormida. Mañana te contesto a tu “shorts cuts”. Dado mi lamentable estado, mis comentarios se acercarían más a los epitafios que a los relatos cortos.
Un saludo y buenas noches
Se me hace raro, don Sister, que no me haya usted nombrado a Maupassant, aunque hubiese sido como omisión imperdonable- la de Poe ciertamente lo es.
El 10. se puede encontrar en http://www.google.es/url?sa=t&ct=res&cd=10&url=http%3A%2F%2Fniusleter.com.ar%2Fbiblioteca%2FFlanneryOconnorUnhombrebuenoesdificildeencontrar.doc&ei=tc0WSKrfL4mYwQHXoq1Q&usg=AFQjCNFthbMEa8WKxGqUzquuSeru2r_Wmw&sig2=3AKoNDXAXqedt-CDdezVsQ
Cuando llegue a casa, me lo leo :)
Marina si tu estado se debe a alguna resaca de origen alcohólico que sepas que considero dicho estado uno de los más elevados en la escala de lucidez humana por razones que algún día explicaré.
Dexter de Maupassant conozco El Horla y ¿Quien Sabe? de los que guardo grato recuerdo pero que no creo que figuraran en ninguna lista en puesto destacado. Tambien esta por supuesto "Bola de sebo" que ya es otra historia pero que de todos modos resulta un relato corto demasiado largo para considerarlo como tal. Ya se que Poe tenía que haber estado y su asuencia me causa graves remordimientos.
Torrance me alegra seguir en contacto contigo ya que #cinefilos prosigue en su implacable decadencia. Gracias por el link y espero que dejes tu opinión en estos pixeles cuando lo termines
De los autores que citas me encanta Chejov, aunque no recuerdo haber leído ese relato.
Cortazar en pequeñas dosis tiene su punto, pero cuando salta del relato a la novela, no hay dios que lo aguante.
En un mes se me acaba el contrato. Mi último día pienso acudir al trabajo en plan Bartleby. Siempre quise decirle a mi jefe eso de "preferiría no hacerlo".
Abro un paréntesis para decir que la historia del austriaco (no pongo adjetivos calificativos) y su hija y todo lo que ha salido ahora a la luz se merece una entrada del gran maestro en estos temas.
Creo que ya hablamos de "Moby Dick" hace tiempo. Si tienes gran interés en saberlo todo absolutamente todo sobre las ballenas y su pesca (o caza, pues la ballena no es un pescado sino un mamífero), léete "Moby Dick". Si te interesan las aventuras del capitán Achab y su ballena blanca, cómprate una edición juvenil de esas resumidas del libro.
Sobre los grandes clásicos de la literatura que detesto, tengo previsto escribir dentro de poco sobre Shakespeare.
Oh es cierto, y creo que te respondí que Julio Verne hacía igual con muchas de sus obras y ponía como ejemplo "De la tierra a la luna" donde el francés se perdía en un marasmo de hipérboles y parabolas.
De lo del austriaco no pensaba hablar pero lo de que el vejete esté acaparando la primera página de todos los periódicos nacionales y grandes pedazos de telediarios empieza a mosquearme. Ya veremos
Excelente tu entrada. Gracias.
Como veo que te gusta la literatura, te traigo un regalo: Te invito a que veas la forma tan especial con que La 2 Noticias celebró el Día del Libro, en nuestra página tienes el vídeo de una entrevista que "le hicieron" ese día a nueve grandes de la literatura, entre los que se encuentra Cortazar. Espero que te guste ;)
Vídeo entrevista a nueve genios de la Literatura.
Saludos
Mara Torres Página no oficial (Labana blog)
Oh pues muchas gracias. Vi esa entrevista por la tele y me pareció bastante original
Yo también creo que deberías hablar del austríaco de cara mefistofélica, que la historia me recuerda mucho a la de "flores en el ático", sólo que en este caso sería "flores en el sótano".
Por cierto, buen puente.
Por cierto que el otro día dando vueltas por la biblioteca local me tope con una obra de TÚ Jardiel Poncela. En concreto "El cadaver del Señor García". Jejeje ese forense traumatizado no lo hubieran parido ni todos los guionistas de la HBO reunidos en comandita
Los que conozco, me parecen buenos. Los que no, me los apunto. Falta Cheever, y Carver, y Poe, y...
"Bartleby el escribiente" yo lo leí gracias a Borges.
Confieso que no he leído nada de lo que pones en la lista :(
Para atraparte debería tener de bonus 50 añicos más de nada que sumar a mi esperanza de vida...
Pero contribuyo con un libro que leí hace muchos años y que me gustó muchísimo: "Relatos de lo inesperado", de Roald Dahl.
Y para citar a uno de "casa", Quim Monzó (Cualquiera de sus libros de relatos cortos, desde "El perquè de tot plegat", llevado al cine, al último "Mil Cretins") Espero que haya la edición traducida y te lo leas algún día.
De John Cheever sólo he leido su afamado "El nadador" pero acepto más recomendaciones. Carver también me gusta aunque es un estilo que es dificil amar.
De Roald Dahl sólo conozco "El superzorro" que de niño me gustó mucho pero eso de "Relatos de lo inesperado" suena prometedor. De Quim Monzó tengo tan mal recuerdo con la pelicula que se hizo de sus relatos que me da cosa acercarme a la versión escrita pero lo buscaré.
la pelicula era mala, pero yo tambien los lei despues y me gustaron mucho los relatos de quim monzo.
que buenisima la entrevista de La 2, me ha emocionado y todo. buenisima tambien tu seleccion.
hoy no tiene nada que ver con el post, me temo... solo entro para desvelarte el misterio ;-)
estoy en df y si... estoy aqui para celebrar que... abandono la solteria
un besazo enoooooooorme
ORALE ya te dedicaré algo en tu post cuando pongas la confirmación :)
Desde mi incultura, el de Borges es el mejor.
Bienvenido Salvajuan y buen gusto tienes maño.
Enrique Jardiel Poncela SIEMPRE. Y no es de sus mejores obras, ya sabes que yo soy a muerte de sus novelas. Y no digo más, que me lío a hablar y no paro.
Roald Dahl te va a chiflar, tienes que leerlo, y eso que la mayoría de los finales te sonarán de haberlos visto un millón de veces en series de ésas de Alfred Hitchcock presenta y similares.
Para cuando leas "Relatos de lo inesperado", mi favorito: "subida al cielo"
Desde luego, qué decepción. Una persona erudita como tú diciendo esas cosas tan ordinarias!
Carape, ya me han picado con lo de Roal Dhal, lo pongo en mi lista de objetivos.
Queer la culpa de mi mala crianza la tienes tú y los sitios donde me llevas
Ayer viendo "El habitante incierto" por la dos cai en la cuenta de que no había nombrado un relato de Cortazar que quizás hasta merecía desbancar a "La autopista del sur" del top. Para remediarlo aqui está el cuentito en cuestión.
http://www.lainsignia.org/2001/enero/cul_031.htm
Post a Comment
<< Home