Nada por aqui

"El ilusionista" sin spoilers

Hay algo atrayente en las películas ambientadas en el siglo XIX, una sensación de calidez que transmiten esos decorados iluminados por el gas en el exterior y el interior de los edificios, lo recargado de la tramoya y los vestuarios e incluso la propia apariencia física de los actores que interpretan a los personajes con profusión de barbas y bigotes de todos los tamaños.. Independientemente del argumento de la película es como si el espectador reconociera el ambiente en el que se van a desarrollar los acontecimientos como un lugar agradable en el que por línea general van a predominar la elegancia y el buen gusto. Incluso los asesinos, borrachos, miserables y prostitutas pareciera que tuvieran más clase en esa época.

En resumen que una película cuya acción tenga lugar digamos entre 1815 y 1913 cuenta ya con mis simpatías a priori. Pero claro, esto por sí solo no es suficiente y “El ilusionista” es un claro ejemplo de ello.

La película narra la historia de un mago (Edward Norton) que sorprende al público vienés con trucos imposibles y que por un azar del destino se tropieza en uno de sus espectáculos con una aristócrata antiguo amor de la infancia (Jessica Biel) que está a punto de casarse con el malvado (sus bigotes rectos y en punta así nos lo indican desde el primer momento en que aparece ) Príncipe Leopoldo (Rufus Sewell).

El mayor problema de la película reside en su forma esquemática e infantiloide de narrar la historia donde no faltan el clásico bueno-listo que no se equivoca jamás y que jamás dice o hace algo que no sea lo adecuado en cada momento, el que empieza siendo malo pero acaba siendo bueno, el anteriormente señalado malo con bigote que además de malo es más tonto que Abundio, etcétera etcétera. Y no es que todos estos estereotipos no hayan funcionado en otras películas pero es labor del director y del guionista (que en este caso son el mismo individuo) que la manifestación de los mismos no sea tan grosera como lo es en este caso.

Un ejemplo es la historia de amor entre Norton y Biel que responde a los síntomas de un caso agudo de “Titanicitis” con escenas sonrojantes como la conversación intima entre los dos antiguos enamorados que más parece el primer encuentro entre dos internautas tímidos (´-Tenía ganas de volver a verte, -Pues ya me estas viendo. –Si –Si) o aquella otra en la que la muchacha llega al galope hasta la residencia del mago para acabar los dos encamados al más puro estilo “Pasión de gavilanes” (¡TOMEME MI GALANSOTE!).

En fin una historia que empieza, continua y termina más o menos de la forma esperada si exceptuamos un sorprendente viraje final que, como en casi todos los casos en los que se usa este recurso, no soporta un análisis serio pero vamos, no creo que nadie haga un ejercicio de análisis serio con una película tan liviana como esta.

Si algo tuviera que destacar de “El ilusionista” sería las escenas que muestran las representaciones públicas del mago que están filmadas de un modo elegante y que consiguen transmitir el suspense y la tensión del momento. No destacaría en cambio a ninguno de los actores, ni a Edward Norton que sigue alternando buenas y malas actuaciones (esta vez ha tocado la mala), ni a Paul Giamatti que se limita a contraer la mandíbula y mirar de través, ni a Rufus Sewell. Jessica Biel se limita a estar tan buena como siempre, nadie le pide más.

En fin a ver si Nolan le devuelve “el prestigio” a las películas de magos.


P.D. Ha muerto Robert Altman, dado que no he visto alguna de sus peliculas más elogiadas (Nashville, M.A.S.H., McCabe & Mrs. Miller) no me considero lo suficientemente autorizado para hacer un memorial sobre su larga y provechosa carrera pero tampoco queria dejar pasar la ocasión para celebrar algunas de sus obras que sí he visto como The Player, Gosford Park o su obra maestra Short Cuts. Ahí queda eso