Las 110 escenas que me traumatizaron de niño: escena número 3. TIME AFTER TIME
No, no hablamos del vídeo de Cindy Lauper (sin poner en duda que a buen seguro también traumatizó alguna que otra infancia) sino de una película que en España se llamó “Los pasajeros del tiempo”
Según la imdb la película fue estrenada en su país de origen en 1979 y posiblemente yo la vería más o menos al año siguiente. Para quien no lo conozca, el argumento gira en torno a uno de esos juegos cinematográficos (y también literarios) que consiste en confrontar a dos personajes –reales o ficticios- más o menos contemporáneos con el ánimo de provocar una sinergia que resulte atractiva para el espectador. Una formula que fue muy usada en el pasado con el ánimo de revitalizar la popularidad de los viejos monstruos de la Universal (algo que luego fue degenerando hasta niveles delirantes como es el caso de “Billy the kid vs Drácula” o “Bela Lugosi meets a Brooklyn Gorilla”) y que incluso hoy se sigue usando con mayor o menor fortuna (“Alien vs Predator” “Freddy vs Jason).
En el caso de la película que nos ocupa se trataba de enfrentar a H. G. Welles con el mismísimo Jack el Destripador. El pobre Malcom Macdowell daba vida al célebre escritor y el siempre minusvalorado David Warner al serial killer victoriano. Completaba el cuadro de personajes principales Mary Steenburgen a la que por cierto doblaron de forma tan atroz que daban ganas de arrebatarle el escalpelo al asesino y cortarle la garganta tú mismo.
La trama comienza en 1888, de un modo semejante al de la novela de Welles “The time machine”, con una reunión de amigos en casa del escritor en el que éste manifiesta su confianza en una sociedad futura (a la que él denomina “Utopía”) donde hayan desaparecido las guerras y la violencia. La novedad es que, entre los invitados a la velada, se encuentra el mejor amigo de Welles, el doctor Stevenson que resulta ser el celebre carnicero de Whitechapel. El criminal, al verse descubierto, huye usando la máquina del tiempo que Welles había construido y que guardaba en su sótano. Horrorizado por haber contribuido a soltar a un monstruo en Utopía (la máquina le ha dejado en el año 1976) Welles viaja también al futuro a la caza del asesino.
A partir de ahí tienen lugar las típicas situaciones que ilustran el contraste del viajero (ya sea al pasado o al futuro) enfrentado a una sociedad y a unas costumbres muy diferentes a las suyas y que tanto gustan a los amantes de la paradojas temporales entre los que me incluyo. Uno de esos contrastes tiene cuando Welles localiza a Stevenson en la habitación de un hotel. El escritor trata de convencer a su antiguo amigo de que vuelva al Londres del siglo XIX para enfrentarse a lo hizo allí ya que ellos dos no tienen nada que hacer en esa sociedad moderna. En ese momento Stevenson coge el mando del televisor y hacer un rápido zapping por todas las cadenas plagado de noticias de guerras y crímenes y de películas violentas. Utopía es muy diferente a lo que había soñado Welles y tal y como le dice Stevenson “en nuestro tiempo yo era un bicho raro, aquí no soy más que un aficionado”.
Como se pueden imaginar a partir de ahí las cosas se complican bastante pero volvamos a la escena en cuestión. Lo cierto es que tenía dudas sobre cual elegir. La alternativa era una que abría la película y que era igualmente traumática: mostraba en cámara subjetiva uno de los crímenes londinenses del destripador el cual, tras convencer a una prostituta de que le acompañara hasta un callejón, procedía a rajarla. Esto no se veía en pantalla claro pero no se me olvidará en la vida el peculiar sonido que hacía el cuchillo del asesino abriendo el estomago de su victima.
La escena elegida tiene lugar mucho más tarde cuando Stevenson acorrala al personaje interpretado por Mary Steenburgen. Lo que sucede a continuación tampoco lo vemos, lo que vemos son las consecuencias.
Lo cierto es que todavía hoy (obviando la poca habilidad de los especialistas para recrear la hemoglobina humana) impresiona ese escenario por el que parece haber pasado un torbellino de sangre coronado por ese macabro recuerdo que el carnicero ha dejado atrás. Y yo por entonces era un niño. Aunque lo curioso es que en la época en la que la vi la película, y al contrario que el resto de niños espectadores (si se permite la presunción), yo ya conocía al dedillo todas las hazañas del autentico Jack el Destripador que había tenido oportunidad de leer en un Selecciones del Reader´s Digest donde no se omitía ningún detalle de los crímenes por escabroso que fuera. Pero claro, una imagen vale más que mil palabras ¿no?.
Según la imdb la película fue estrenada en su país de origen en 1979 y posiblemente yo la vería más o menos al año siguiente. Para quien no lo conozca, el argumento gira en torno a uno de esos juegos cinematográficos (y también literarios) que consiste en confrontar a dos personajes –reales o ficticios- más o menos contemporáneos con el ánimo de provocar una sinergia que resulte atractiva para el espectador. Una formula que fue muy usada en el pasado con el ánimo de revitalizar la popularidad de los viejos monstruos de la Universal (algo que luego fue degenerando hasta niveles delirantes como es el caso de “Billy the kid vs Drácula” o “Bela Lugosi meets a Brooklyn Gorilla”) y que incluso hoy se sigue usando con mayor o menor fortuna (“Alien vs Predator” “Freddy vs Jason).
En el caso de la película que nos ocupa se trataba de enfrentar a H. G. Welles con el mismísimo Jack el Destripador. El pobre Malcom Macdowell daba vida al célebre escritor y el siempre minusvalorado David Warner al serial killer victoriano. Completaba el cuadro de personajes principales Mary Steenburgen a la que por cierto doblaron de forma tan atroz que daban ganas de arrebatarle el escalpelo al asesino y cortarle la garganta tú mismo.
La trama comienza en 1888, de un modo semejante al de la novela de Welles “The time machine”, con una reunión de amigos en casa del escritor en el que éste manifiesta su confianza en una sociedad futura (a la que él denomina “Utopía”) donde hayan desaparecido las guerras y la violencia. La novedad es que, entre los invitados a la velada, se encuentra el mejor amigo de Welles, el doctor Stevenson que resulta ser el celebre carnicero de Whitechapel. El criminal, al verse descubierto, huye usando la máquina del tiempo que Welles había construido y que guardaba en su sótano. Horrorizado por haber contribuido a soltar a un monstruo en Utopía (la máquina le ha dejado en el año 1976) Welles viaja también al futuro a la caza del asesino.
A partir de ahí tienen lugar las típicas situaciones que ilustran el contraste del viajero (ya sea al pasado o al futuro) enfrentado a una sociedad y a unas costumbres muy diferentes a las suyas y que tanto gustan a los amantes de la paradojas temporales entre los que me incluyo. Uno de esos contrastes tiene cuando Welles localiza a Stevenson en la habitación de un hotel. El escritor trata de convencer a su antiguo amigo de que vuelva al Londres del siglo XIX para enfrentarse a lo hizo allí ya que ellos dos no tienen nada que hacer en esa sociedad moderna. En ese momento Stevenson coge el mando del televisor y hacer un rápido zapping por todas las cadenas plagado de noticias de guerras y crímenes y de películas violentas. Utopía es muy diferente a lo que había soñado Welles y tal y como le dice Stevenson “en nuestro tiempo yo era un bicho raro, aquí no soy más que un aficionado”.
Como se pueden imaginar a partir de ahí las cosas se complican bastante pero volvamos a la escena en cuestión. Lo cierto es que tenía dudas sobre cual elegir. La alternativa era una que abría la película y que era igualmente traumática: mostraba en cámara subjetiva uno de los crímenes londinenses del destripador el cual, tras convencer a una prostituta de que le acompañara hasta un callejón, procedía a rajarla. Esto no se veía en pantalla claro pero no se me olvidará en la vida el peculiar sonido que hacía el cuchillo del asesino abriendo el estomago de su victima.
La escena elegida tiene lugar mucho más tarde cuando Stevenson acorrala al personaje interpretado por Mary Steenburgen. Lo que sucede a continuación tampoco lo vemos, lo que vemos son las consecuencias.
Lo cierto es que todavía hoy (obviando la poca habilidad de los especialistas para recrear la hemoglobina humana) impresiona ese escenario por el que parece haber pasado un torbellino de sangre coronado por ese macabro recuerdo que el carnicero ha dejado atrás. Y yo por entonces era un niño. Aunque lo curioso es que en la época en la que la vi la película, y al contrario que el resto de niños espectadores (si se permite la presunción), yo ya conocía al dedillo todas las hazañas del autentico Jack el Destripador que había tenido oportunidad de leer en un Selecciones del Reader´s Digest donde no se omitía ningún detalle de los crímenes por escabroso que fuera. Pero claro, una imagen vale más que mil palabras ¿no?.
14 Comments:
Me encantan estas películas sesen/setenteras en las que los protagonistas viajan a un futuro que resulta ser terrrrible, un poco en la línea de "El planeta de los simios" o la primera "La máquina del tiempo", en la que Stevenson (en su personalidad de buen escritor y no poseído por su personaje) viaja al año cuatro millones o algo así y se encuentra con una humanidad aria en la que todos van peinados a lo Beatle.
"La maquina del tiempo" llamada en España "El tiempo en sus manos" no era un gran película pero era una película encantadora (sobre todo para mí por motivos personales) o al menos muchísimo más que su infortunado remake.
De aquella época recuerdo también "El final de la cuenta atrás" que en el fondo era muy decepcionante (como sabrá todo aquel que la haya visto). En fin que siempre me he tragado y me seguiré tragando cualquier cosa buena o mala que incluya una trama de viajes en el tiempo. LETS DO THE TIME WARP AGAIN
Viste esta película con once años y ya para entonces te sabías todas las andanzas de Jack el Destripador con pelos y señales.
Tío, hay veces que me das miedo.
Y aquel mismo año hice un mural en mi clase de sexto de EGB con fotos de asesinos famosos.
A mí la máquina del tiempo me encanta... la nueva no, la verdad.
En cuanto a la peli de la que hablas me suena muchísimo, debo haberla visto hace muuuchos años, o eso o la describes tan bien que me da esa sensación. Sea como sea me han dado ganas de buscarla!
Pues para editar esta escena tuve que bajarla de la mula así que supongo que seguirá por allí, otra cosa es que alguien haya hecho subtitulos pero si quieres te hago un resumen más extenso :D
Gran película. Siempre es peor lo que nos imaginamos que lo que nos puedan mostrar.
¿Después de entregar el mural no te enviaron a terapia? Suerte de no vivir en USA, ¿no?
Para bien o para mal era 1980 y los niños podían ser todo lo salvajes que quisieran sin que nadie les montara un Informe Semanal por ello. Otro grupo de la clase hizo un mural sobre trafico de drogas ilustrado con unas fotos de un individuo metiendose una bolsa de coca por donde se pueden imaginar
¿¿Y dónde carajo se conseguía ese material gráfico en la era pre-Internet?? ¡Yo las pasé canutas buscando fotos de catedrales románicas!
"El tiempo en sus manos" es, con certeza absoluta, la peli que he visto más veces en mi vida. No sé cuántas, pero no menos de 10. ;-)
Basicamente en Interview :) por aquel entonces el rollo "mondo" estaba muy de moda e incluso en revistas como Semana o Lecturas hallabas historias macabras.
Está claro que en el Interview los monumentos no son románicos.
jajaja, he pensado exactamente lo mismo que el Impenitente... Y luego lo rematas con lo del mural :S
Esta es una de mis peliculas favoritas de la infancia. Tambien la vi de chaval en el cine, aunque en programa doble, y me impresiono muchisimo. Precisamente ese efecto de sonido cuando Jack ataca a una de sus victimas de Whitechapel me dejo, como a ti, una honda marca.
A la chica sí que le dejó una marca bien honda :D
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