Abecedario del crimen capitulo XIII. Algunas veces he vuelto al lugar donde enterré a Mary Ann. La quiero cerca de mí porque la amo y la deseo.
|Kemper es un asesino que sobresale por encima de los de su clase por varios motivos: en primer lugar su imponente físico de más de dos metros de altura y 140 kilos de peso
, en segundo lugar porque es uno de los pocos asesinos en serie (si no el único) que se entregó a la policía de forma voluntaria cuando decidió poner fin a su carrera y en tercer lugar, con un cociente intelectual de 140 y una sorprendente lucidez a la hora de juzgar sus propias acciones, el gigante asesino es uno, también, de los escasos criminales capaces de un sincero y profundo autoanalisis sobre su conducta, lejos de las torpes y poco convincentes excusas que se oyen en otros casos. Por lo visto es él y no Ed Gein (un paleto que habitaba en los linderos del retraso mental y que era incapaz de hacer una reflexión tan singular sobre este o sobre cualquier otro asunto) el autor de la conocida cita que dice: “Cuando veo a una chica bonita una parte de mi piensa en decirle algo bonito e invitarla a salir mientras que la otra parte se pregunta como quedaría su cabeza clavada en un palo.”
Por lo demás la historia de personal de Kemper es bastante arquetípica: madre dominante y tiránica, padre ausente, humillaciones en el hogar y en la escuela, aislamiento social, crueldad con los animales…en resumen una serie de circunstancias adversas que afectan a la infancia y la adolescencia y que son posiblemente el único nexo en común entre todos los asesinos en serie. Condiciones necesarias aunque no suficientes desde luego pero no es el objetivo de hoy entrar en la larga e irresoluble cuestión entre los factores ambientales y los factores genéticos a la hora de analizar la mente criminal. Vamos a centrarnos en la historia de Ed y hagámoslo además (en homenaje a su mencionada capacidad de expresarse de forma tan aguda sobre sí mismo) en buena parte usando sus propias palabras.
Edmund Emil Kemper III nació el 18 de Diciembre de 1948 en Burbank California. Fue el segundo hijo y único varón del electricista Edmund Emil Kemper II y de su esposa Clarnell. La pareja tenía ya una hija y posteriormente tuvo otra más. Sus padres discutían con frecuencia. Clarnell reprochaba a su marido que no tuviera estudios y no ganara bastante dinero. Edmund padre a pesar de su imponente físico era un hombre débil y pasivo que no pudo soportar la tensión y en 1957 abandonó a su familia. El “pequeño” Ed adoraba a su padre a quien solía comparar con John Wayne a quien también admiraba.
“Cuando estuve por primera vez en Los Ángeles fui a poner mis pies en las huellas de los de John Wayne inmortalizadas delante del Teatro Chino. Me enorgulleció ver que mis pies eran mayores que los suyos”.
Edmund empezó en esta época a sentir un profundo odio por su madre. Una animadversión recíproca ya que Clarnell, que además había empezado a beber, encontraba cada vez mayor similitud entre padre e hijo: los dos eran enormes y con poco carácter. Aparte la mujer cree que el chico se está homosexual y necesita disciplina. Las hermanas de Ed tampoco le tenían aprecio de manera que el muchacho sentía que el mundo entero estaba contra él y acumulaba cada vez más deseos de odio y venganza.
Sus actividades se vuelven cada vez más morbosas. A los ocho años solía jugar con su hermana mayor a la silla eléctrica o a la cámara de gas “Me dejo atar con una cuerda a un sillón, finjo retorcerme de dolor cuando mi hermana hacer como que pone el contacto…”
Algún tiempo más tarde asiste a un espectáculo de magia en un centro comercial. Es el truco de la guillotina falsa. Una chica se ofrece a probar el aparato. Ed sufre una conmoción y empieza a fantasear sobre que haya un accidente y la chica quede decapitada. “Estaba fascinado, esa idea de la decapitación era tan excitante para mí que me acosó durante semanas”. Mucho antes de primer crimen ya sabía que iba a matar, que todo acabaría así,. Las fantasías eran demasiado fuertes”.
El comportamiento del niño se vuelve más y más extravagante, empieza a mutilar las muñecas de sus hermanas cortándoles las cabezas y las manos. Un día al volver del colegio descubre que su madre había cogido sus pertenencias y las habían trasladado al sótano. Su madre le dice que la vida con él es insoportable. Todas las noches le encierra en el sótano arrastrando la mesa de la cocina para cerrar la trampilla. Aquello se prolonga durante ocho meses hasta que el padre se entera y le pone fin.
Mientras tanto Ed sigue bajando peldaños en el descenso a la locura. Deja de mutilar muñecas y empieza a ocuparse de los seres vivos. Primero le arranca la cabeza al gato de la familia, la ensarta en un palo y la coloca en el cabecero de la cama para dirigirle sus oraciones. A los trece años mata a tiros al perro de uno de sus compañeros de clase, incidente que le vuelve aún más impopular en el colegio.
En 1963 Ed se marcha a vivir con su padre que se había casado de nuevo. Entra en un colegio de Los Ángeles pero de nuevo es rechazado por sus compañeros y su madrastra le tiene pánico. Su padre decide entonces llevarle a North Fork a la granja de los abuelos paternos. Su abuela es también una mujer dominante. “Mi abuela espera librarme de la influencia negativa de mi madre, pero de hecho la sustituye por la suya. Y yo soy completamente incapaz de comprender relaciones psicológicas tan complejas”.
Como siempre Ed alivia sus frustraciones con la violencia. Durante su estancia en la casa de los abuelos se agencia un rifle del 22 y literalmente dispara contra todo lo que se mueve. Causa tal sangría en los pájaros de la comarca que los animalitos deciden evitar la granja. El 27 de agosto de 1964 Ed da un nuevo salto cualitativo en la escala de la violencia y dispara a sus abuelos causándoles la muerte. También apuñala el cuerpo de la anciana, luego llama a su madre y le da la noticia. Cuando la policía le interroga dice que sólo quería saber lo que se sentía matando a su abuela, dice también que lamenta no haber tenido el valor de desnudarla.
Un tribunal psiquiátrico le diagnostica como esquizofrénico paranoide y decide enviarle a un hospital para criminales dementes donde pasa los siguientes cinco años. Pronto se convierte en un recluso de confianza e incluso acaba ayudando al director de la institución a evaluar a los otros reclusos. Adquiere el dominio de los conceptos y terminología psicológicos y llega a adivinar lo que los doctores querían que diga. Por fin en junio de 1969 le ponen en libertad. Los médicos del hospital habían aconsejado que Ed se mantuviera lejos de su madre pero ante la falta de alternativas (era incapaz de sobrevivir solo y su padre se había evaporado borrando incluso su nombre de la guía) las autoridades decidieron volver a confiárselo. Clarnell vivía ahora en la ciudad californiana de Santa Cruz y trabajaba en
Ed se siente de nuevo extraño en un mundo que además ha cambiado rápidamente “Tenía casi 21 años y ninguna experiencia sexual o amorosa. Tampoco había trabajado nunca”. Kemper detesta la nueva sociedad juvenil imbuida de la filosofía hippie. Los problemas con la madre vuelven a reproducirse, la mujer sigue inmersa en el alcoholismo pero a pesar de todo sigue teniendo planes para él, le acucia para que termine sus estudios y obtenga una plaza en
Por aquella época encuentra trabajo de guardavías lo que le permite dejar la casa de su madre e instalarse en un piso compartido donde comienza a preparar con cuidado sus futuras acciones. Durante dos años recorre las autopistas y carreteras del estado de California recogiendo a cientos de autoestopistas (abundantes en aquellos primeros años setenta) y perfeccionando tácticas psicológicas para conseguir, a pesar de su perturbador aspecto, ganarse su confianza. También las somete a un escrupuloso cuestionario para ver si son las victimas adecuadas “no quería tener nada que ver con las sucias hippies que se veían en todas partes. Quería herir a la sociedad donde le hiciera más daño”. También empieza a coleccionar navajas y varias pistolas que guarda en el maletero de su coche al que ha hecho algunos arreglos como el añadir una palanca debajo del asiento del conductor que permite bloquear la puerta del asiento del copiloto. Por último convence a su madre para que le consiga un pase de
Lo que sí se ha verificado es que el 7 de mayo de 1972. se encontró con Mary Ann Pesce y Anita Luschessa, dos estudiantes universitarias de 18 años están haciendo autostop en la carretera de San Francisco. “Mary Ann es una experta autoestopista. No quería subir al coche pero yo había perfeccionado una técnica infalible. Miraba siempre mi reloj con el aire de alguien que se pregunta si tiene tiempo de detenerse. Es increíble lo bien que funciona esto. Algo me atrae hacia Mary Ann. No quiero decir que sienta compasión por ella cuando hablo de ella. De hecho, representa precisamente lo que me impulsa al crimen. Es altiva, algo desdeñosa, me hace caer en el crimen a causa de su refinamiento, de la distancia que establece entre nosotros. Ella colaboró bastante en su propia muerte
Al contrario que su compañera, Anita es la primera vez en su vida que hace autoestop. Usando su experiencia Kemper se da cuenta de que ninguna de las dos conoce bien la zona lo que le permite desviarse por carreteras secundarias hasta que por fin las muchachas se dan cuenta de que algo malo está pasando. En ese momento Ed saca la pistola. Anita se muestra acobardada y termina en el maletero, Mary Ann trata de razonar con el maniaco pero ya no hay vuelta atrás. “Cuando actúo es un choque terrible. Multiplico las tonterías. Quiero estrangularla y no lo consigo. Se agita, empieza a gritar. Me siento frustrado. Tomo mi cuchillo y la apuñalo. No se muere. En las películas se supone que la gente muere en seguida. En la realidad, las cosas no son así. Acaba con la garganta cortada. Ya está ya está ahora tengo que matar a la otra. Tengo la impresión de que me va a estallar la cabeza. Es como una pesadilla psicótica. Saco a la otra del maletero empiezo a apuñalarla. Espero que caiga pero continua gritando por fin pierde el conocimiento. Se está muriendo. Es insensato pero recobra el conocimiento y me pregunta ¿por qué?. Yo también quiero saber por qué. Hay sangre en todas partes y ella continua hablando. Repite alternativamente no, no, no y ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?. Es una locura. No siento nada, ya no formo parte de la raza humana. Unos instantes después muere.
Kemper lleva los cuerpos a su casa allí los mutila y se queda con las cabezas con las que se dedica a jugar encima de la cama. Una de las cabezas cae rondando al suelo y hace mucho ruido, su vecino de abajo se queja y Kemper le grita “Compañero, lo siento mucho, he dejado caer mi cabeza”.
“Vivas, las mujeres se muestran distantes conmigo,. No comparten nada. Trato de establecer una relación pero no la hay…Cuando las mato sé que me pertenecen. Es la única manera que tengo de poseerlas. Las quiero para mí solo.
Pasaron cuatro meses en los que Kemper se contenta con los recuerdos que le quedan de sus primeros crimenes: los objetos personales de las muchachas y las fotografias que sacó de sus cadaveres. Pero a finales del verano volvió a la carga. El 14 de Septiembre recoge a Aiko Koo de 15 años y la mata poco después.Kemper estudia los objetos personales de la victima tratando de averiguar algo de la vida a la que había dado fin. Tiene dudas sobre la respetabilidad de su victima, hasta el punto de que pasa en coche por delante de su domicilio para contemplar la clase de de casa donde vivía. Dos días después con la cabeza de su victima aún en el maletero, viajó hacia Fresno para ver a una pareja de psiquiatras forenses, los cuales declararon que había hecho muchos progresos y recomendaron la cancelación de sus antecedentes juveniles.
Kemper es a la vez un feroz asesino y un vecino bien considerado al que todos tienen por un buen tipo que y que progresa en sus relaciones con la comunidad. Suele frecuentar un bar local donde conoce a policías algunos de los cuales participan en la investigación de sus crímenes y le comentan detalles del caso. Kemper sale incluso con la hija de un jefe de la brigada criminal de Santa Cruz, que suele invitarle a su casa y le considera un buen partido para su hija. Durante las cenas en casa de su suegro Kemper se imagina sacando un revolver y matándoles a todos para luego decapitarles y dejar las cabezas sobre los platos. Posteriormente el policía le preguntó por qué no les había hecho nada y Kemper le contestó que porque le había tratado con consideración, lo mismo que su hija.
Kemper vive pués en un estado de disociación como si de un Jeckill y Hyde moderno se tratara. He aquí como describe una semana cualquiera en aquella época. “La mato un jueves. A la mañana siguiente comunico a mi patrón que estoy enfermo. Desmiembro el cuerpo de la chica. El viernes por la noche me deshago del cadáver pero conservo la cabeza y las manos. El sábado por la mañana salgo de mi casa para llevármelas y enterrarlas luego visito a mi psiquiatra y por la tarde visito al otro. El sábado por la noche voy con mi novia y su familia a Turlock y el domingo por la noche regreso a mi casa.
El 05 de febrero le toca a Rosalind Thorpe y a Alice Lin dos jóvenes a las que recogió la misma noche en sitios distintos. Rosalind Thorpe iba al campus todos los días en bicicleta excepto el día en que murió. En esta ocasión el ritual se desarrolla más rápido de lo normal: asesinato a tiros, necrofilia y decapitación. Pero aquello cada vez le produce menos placer. Se vuelve descuidado, se pasea por el campus con los cuerpos agonizantes amontonados en el asiento de atrás sin que nadie se de cuenta de lo que pasa.
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“El objetivo original había desaparecido. Empezaba a pesarme. La necesidad de seguir con la muerte era superflua. No me estaba sirviendo para ningún propósito físico ni emocional. Era una pura pérdida de tiempo. Se había agotado.”
Kemper sigue frecuentando el bar de la policía donde empieza a beber en exceso y a tomar barbitúricos. Mientras está borracho no puede actuar y desea mantenerse así el máximo tiempo posible. Pero no se puede estar borracho todo el tiempo a pesar de que bebe una media de cinco litros de vino al día.
Ed desea acabar con todo pero quiere hacerlo con un acto definitivo. Primero piensa en liquidar a todos sus vecinos, una docena de familias pero rechaza la idea y por último llega a la conclusión de que la pesadilla terminará con la muerte de su madre.
El viernes por la tarde regreso pronto a casa y bebo durante toda la tarde. Cuando mi madre regresa, estoy dormido. Me despierto después de su llegada. Las últimas palabras, la última disputa. Voy a su cuarto. En el fondo de mí mismo deseaba pronunciar la palabra apropiada, o que ella dijese algo que detuviera aquella locura. Tenia esa pequeña e ingenua esperanza. Pero nada…está leyendo, deja su libro para decirme “Vaya por Dios, ¿te quedarás de pie toda la noche para hablarme?” Era una de sus frases favoritas cuando iba a hablarle a su cuarto. La mayor parte de las veces yo contestaba que no y me marchaba. Ella sabía entonces que me había herido, que a la mañana siguiente todo volvería a ser normal. Esa noche yo había decido que ya no hablaríamos más. Regreso a mi cuarto para tenderme un rato. Dos o tres horas sin podré dormirme. Deben ser las cuatro o las cinco de la mañana.
Kemper regresa al cuarto de Clarnell con un martillo y le hunde el cráneo, le corta la garganta, le arranca la laringe y la arroja al triturador de basura en un gesto claramente simbólico. Pero cuando Kemper pone en funcionamiento la máquina, ésta se obstruye y devuelve la garganta. Incluso muerta seguía quejándose de mí. No conseguía hacerla callar. Coloca la cabeza sobre la repisa de la chimenea y la convierte en diana para jugar a los dardos mientras le grita cosas que no había podido decirle nunca en vida.
Siempre consideré a mi madre como alguien muy impresionante, un ser casi indestructible. Tuvo una enorme influencia en mi vida. Me sorprende mucho darme cuenta de hasta qué punto es vulnerable, tan humana como mis demás victimas. Esto me sobrecoge un buen rato, y todavía me conmueve aunque su muerte me alivie.
Podría pensarse que al terminar con lo que él suponía el origen de todos sus problemas sus ansias de matar cesarían o al menos se aplacarían pero ocurrió todo lo contrario. Al día siguiente va en busca de un amigo que le debe diez dólares con intención de matarle pero cuando el hombre paga su deuda salvando así la vida. Entonces Kemper telefonea a Sally Hallett, una amiga de su madre y le invita a una cena sorpresa. Otras versiones dicen que Kemper quería explicar la ausencia de su madre y pensó en decir que se había marchado con su amiga.
Como quiera que fuese la mujer acudió a la cita.
Apenas llega, se deja caer en un sillón y dice que está muerta de cansancio. A fin de cuentas, le tomé la palabra
Kemper usó de nuevo el martillo y coloca el cuerpo sobre su cama antes de irse a dormir al cuarto de su madre. Al despertarse, el domingo de Pascua, se marcha de su casa en coche y deja esta nota:
Sábado, 5.15 de la mañana. No es necesario que ella sufra a causa del horrible carnicero sangriento. Fue breve –ella dormía-, yo quise que fuese así. Muchachos, no es un trabajo incompleto y descuidado. Simplemente, falta de tiempo ¡¡¡Tengo cosas que hacer!!!
Siguen 48 ininterrumpidas de huida mientras se atiborra de pastillas No-Doz para no dormirse y sigue su ruta hacia el Estado de Colorado. Por fin se detiene y telefonea a sus amigos de la policía para entregarse pero nadie le cree. Después de muchos intentos consigue convencer por fin a uno de los policías y le detienen.
En los interrogatorios posteriores Kemper hizo una detallada confesión de sus crímenes pero los motivos siguen siendo algo confusos. Por ejemplo en el tema de las decapitaciones –que aplicó a todas sus victimas- decía por una parte que la intención era evitar que se identificaran los cuerpos pero otras veces las consideraba trofeos personales como los de los cazadores que cuelgan las cabezas de ciervos y alces que han abatido. Kemper también trató siempre de culpar de sus crímenes al violento y abusivo carácter de su madre pero las personas del entorno de Clarnell nunca creyeron ciertas las declaraciones de Kemper sobre el carácter dominante y pendenciero de la mujer. Lo cierto es que casi todos los crímenes se produjeron después de alguna clase de discusión con su madre y que posteriormente el asesino encontraba sumamente placentero charlar con Clarnell mientras tenia alguno de los cadáveres en su dormitorio o en el maletero de su coche.
Los amigos de Kemper no podían creer la noticia. Lo habían visto siempre como a un gigante amable y sociable, un hombre cordial, contrario a todo tipo de violencia o estallido de cólera. Lo cierto es que esos estallidos tenían lugar únicamente cuando Kemper se sentía capaz de dominar completamente la situación. Los psiquiatras que lo habían atendido en el hospital psiquiátrico durante su adolescencia no lograban tampoco explicar lo sucedido. En general la psiquiatría penitenciaria fue duramente atacada.
Mientras aguardaba el juicio, Kemper intentó por dos veces suicidarse cortándose las muñecas. El juicio fue rápido, las pruebas eran abrumadores incluso si se hubiera obviado la completa confesión que hizo el asesino que a pesar de todo se declaró “no culpable por motivos de locura” aunque su abogado no fue capaz de encontrar a ningún psiquiatra o psicólogo que testificara en su favor. Al preguntársele cual sería un castigo adecuado para él Kemper respondió “muerte por tortura”. Pero como le tocó una época en la que en el estado de California no se aplicaba la pena capital, en su lugar fue sentenciado a siete condenas de cadena perpetua consecutivas. Lleva ya 35 años encerrado en la prisión de Vacaville (la más poblada del mundo con cerca de diez mil reclusos) y es seguro que morirá allí.
Los asesinos en serie no suelen ser muy populares entre sus compañeros de reclusión, especialmente sin son famosos, algunos hasta han sido asesinados en prisión. Sin embargo Kemper ha logrado sobrevivir ayudado sin duda por su corpulencia y también por su conocida capacidad de adaptación. Incluso ha terminado por convertirse de nuevo en un preso modelo, se ha convertido en profesor de Informática y en 1981 recibió públicamente un premio por sus trabajos de reproducción de libros para ciegos con un equipo de quince reclusos a sus ordenes. Tampoco ha descuidado sus relaciones públicas y durante todos estos años ha estado siempre disponible para cualquier periodista, investigador o documentalista que haya querido entrevistarle
También ha ayudado a las autoridades penitenciarias para conseguir meter en cintura a otros presos menos dispuestos a colaborar. Es el caso de Herbert Mullin que asesinó a trece personas en cuatro meses según él para evitar unos terremotos que habrían destruido California. Es uno de los pocos asesinos en serie cuyos crímenes no están motivados directa o indirectamente por el sexo.
En prisión Mullin se muestra problemático, a menudo interrumpe a los demás reclusos cuando están viendo la televisión y se pone a leer discursos a pleno pulmón o a cantar con una horrible voz de falsete. Hasta los guardias quieren partirle la cara pero Kemper encuentra la manera de domesticarle. Descubre que adora los cacahuetes de la marca Planters. Cuando se porta bien le tira cacahuetes a su celda pero cuando se porta mal se las arregla para lanzarle un cubo de agua en la cabeza dejándole completamente mojado. Tras tres semanas de tratamiento Mullin parece calmarse, su comportamiento se vuelve más sociable y tiene frecuentes conversaciones con Kemper que se convierte en su confesor. Kemper le dice “Sobre todo, Herbie, no me hables más de tus bobadas de los terremotos o de que Dios te ordena esto o aquello. Todo eso es un cuento chino y lo sabes muy bien.” Mullin responde “Tienes razón, Ed, pero nunca se lo dije a nadie”.
Era la tercera vez que Ressler visitaba a Kemper. Al cabo de cuatro horas, da por terminada la entrevista y aprieta el timbre para llamar al guardia. Llama tres veces en un cuarto de hora. Sin respuesta. Kemper advierte a su entrevistador que no sirve de nada ponerse nervioso, pues es la hora del relevo y de la comida de los condenados a muerte. Con un toque de intimidación en la voz, Kemper agrega, haciendo una mueca, que nadie contestará a la llamada antes de otro cuarto de hora por lo menos: “Y si de repente me vuelvo majareta, vaya problema que tendrías ¿verdad?. Podría desenroscarte la cabeza y ponerla encima de la mesa para darle la bienvenida al guardia…”
Nada tranquilo, Ressler le contesta que esto volvería aún más difícil su estancia en la cárcel. Kemper le responde que tratar así a un agente del F.B.I. provocaría, al contrario, un enorme respeto entre los demás prisioneros: “No te imagines que he venido aquí sin medios de defensa” dice el policía. “Sabes tan bien como yo que está prohibido a los visitantes llevar armas”, responde Kemper mofándose.
Conocedor de las técnicas de negociación en los casos de rehenes, Ressler trata de ganar tiempo. Habla de artes marciales y de autodefensa. Finalmente el guardia aparece y Ressler lanza un suspiro de alivio”.
Al salir de la sala de entrevistar, Kemper le dirige un guiño y, poniéndole el brazo sobre el hombre, sonríe: “Ya sabes que sólo bromeaba ¿no?!”.
23 Comments:
Impresionante relato.
Sister, no han hecho película sobre este sicopata?
Aqui en Colombia por desgracia tenemos y aun vivo, al sicopata que mas niños a asesinado en la hitoria de America y si no estoy mal, del MUNDO: FERNANDO GARAVITO.
Lo absurdo de todo es que está próximo a salir de prisión, dizque por buena conducta.
Un reconocido periodista y deportista extremo de mi país (Pirry), le hizo una entrevista donde se encuentra recluído, y el tipo sin pena o arrepentimiento alguno confesaba como mató a muchas de sus victimas.
La locura de este tipo es aterradora y la forma en que asediaba, torturaba y mataba a sus victimas eran brutales.
Lo mas que mas impresiona de la entrevista, era la manera en como narraba tales hechos, con una tranquilidad escalofriante, como si tratase de una anecdota cualquiera.
Dicho documental de Pirry estuvo nominado hace poco en los Globos de Oro.
Se los recomiendo.
Perdón, no hundí bien la tecla de la H.
Quería decir: "ha asesinado...
Jon he buscado en google información sobre ese tal Fernando Garavito y sólo me sale el nombre de un escritor también colombiano. ¿seguro que el nombre es correcto?
Que yo sepa no se ha hecho ninguna pelicula sobre Kemper, al menos de forma explicita aunque eso puede cambiar según la imdb
http://spanish.imdb.com/title/tt1144581/
Lapsus, lapsus, PERDON (ya van dos) se llama: Luis Alfredo Garavito: LA BESTIA, y que pena con mi querido escritor Fernando.
Aquí les pongo el enlace via youtube de la famosa entrevista:
http://www.youtube.com/watch?v=CbHCdrNAFA0
Bueno sister, en ese enlace te vas encontrando apartes de la entrevista y los comentarios, busca, busca.
Y si quieres mayor informacion escrita sobre sus asesinatos, en Google encontraras MUCHAS crónicas.
Ok, ya le seguiré la pista. El sistema judicial americano me da escalfrios en muchos aspectos pero al menos en estos casos existe la seguridad de que de un modo u otro el tipo nunca volverá a la calle
Espero que de esta bonita conversación salga una amistad que nos garantice muchos capítulos del abecedario del crimen.
Ante una entrada así, tan prolija, tan rotunda, tan bien pautada, tan bien narrada, ¿qué te puedo decir?
Mis respetos más respetuosos. Esté a un lado u otro de la blogosfera siempre tendré un momento para romperme las manos aplaudiendo entradas como ésta.
Tal y como le dije, esta va por usted maestro
Súmense mis aplausos acongojados a los del impenitente Dorando Pietri.
Mi grado de paranoica aumenta considerablemente después de leer historias como esta. Vamos que no me fío ni de mi sombra, no vaya a ser que le de por atizarme un hachazo :S
Gracias Frederick y como cre que no tengo el gusto de conocerle le doy la bienvenida.
Pi dont worry es más fácil que nos toque el euromillón a que tengamos alguna vez la posibilidad de tropezarnos con alguien como este individuo.
No creas sister, locos peligrosos hay muchos en este mundo, y con cara de yonofui que inquieta demasiado.
Recuerdo lo único bueno que tiene "8mm" con Nicolas Cage, y es aquel final en el que desenmascara al sicópata, dicha reacción de Cage y del publico al ver que no era el tipico malo maloso que uno espera en un film como este, el personaje tenía cara de bonachón, un gordinflón gafufo que pasa inadvertido como asesino.
No está muy lejos de la realidad, si vemos al que reseñas y a la bestia que asotó a mi país.
Esa es también la tesis de la notable pelicula corena Memories of Murder, al final la única descripción del asesino que obtiene el policia encargado de investigar los crimenes viene de los labios de un niño que le dice "era una persona normal, como usted"
Asisto con la lectura de tu artículo a dos acontecimientos:
-Conocer la vida y muertes de un asesino confeso, superdotado y supercabrón.
-Comprobar una vez más tu maestría como contador de historias. Iba escribir cuentos, pues este relato es lo más parecido a los tradicionales cuentos de terror. Una carga simbólica y dramática, que estimula intelectualmente tanto como inquieta.
Se podría hacer una película, de hecho nos has dejado imágenes y diálogos que un buen guionista sería incapaz de mejorar. Es un hijoputa brillante (me refiero Kemper, tú también pero en otro sentido). Recuerda a la película “La soga” de Alfred Hitchcock . Dos criminales actúan por encima de bien y del mal, uno de ellos considerado como genio. En este caso, una inteligencia al servicio del refinamiento macabro en la decapitación y decoración de dormitorio y salón-comedor, donde los trofeos se exhiben como en los cuento s de Babá Yagá. Esquizofrenia paranoide que no le impide afirmar como Aurora Rodríguez en la película “Mi hija Hildegart”: “Ni estoy loca ahora ni cuando hice lo que hice”. (Hay que imaginarse la cita con la voz de Amparo Soler)
Con frecuencia escuchamos aquello de que necesitamos un sentido vital para no perder el sentido. Ed Kemper encuentra su sentido vital en su demencia. Lo percibe en sus juegos y obtiene su visión, con el truco de la guillotina falsa. Lo expresa como una revelación. Para alguien que padece de sesgo hedónico, la cabeza es símbolo de inteligencia.
Datos que me llaman la atención:
-Los ocho meses que duerme en el sótano castigado por la madre. Cuando por la noche pueda salir de sus sombras por la intervención del padre (como si se tratase de un parto prematuro); los ensayados descabezamientos con las muñecas se llevan a la práctica con animales según su similitud a la especie humana. De menos a más. Esa cúspide ascendente cree él, culminará con la muerte de su madre. Estas palabras suyas y que recoges, sister, no tienen desperdicio: “Siempre consideré a mi madre como alguien muy impresionante, un ser casi indestructible. Tuvo una enorme influencia en mi vida. Me sorprende mucho darme cuenta de hasta qué punto es vulnerable, tan humana como mis demás víctimas. Esto me sobrecoge un buen rato, y todavía me conmueve aunque su muerte me alivie”.
-La falta de capacidad de los siquiatras para hacer buenas terapias y mejores seguimientos.
-La conciencia de su aburrimiento y por lo tanto la falta de su “sentido vital”. Confiesa sus crímenes como el chaval que deja de hacer sus deberes en el colegio, por hartazgo.
-En su trastorno físico, se mantiene intacta la capacidad de razonamiento, la memoria, la lucidez y la capacidad de juicio.
-El de ser un personaje absolutamente hijo de puta y plenamente literario.
Me pregunto que hubiese hecho Sir Arthur Conan Doyle, creador del dectective Sherlock Holmes, con un personaje como Ed Kemper. Tan alejado él del que defendiera como ganador moral de la carrera de maratón, Dorando Pietro.
Doran Pietro o el a-zar polloso de las cosas. Porque a veces, algunas veces se vuelve al lugar del crimen. Un saludo por eso y por todo, a todos.
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Marina a veces creo que escribo estas cosas sólo para leer tus comentarios :D
La simple descripción de una serie de truculentos crímenes no tiene ningún interés para mí (al menos para el mí que escribe este blog). Lo interesante es como siempre el misterio del hombre.
Quise contar la historia de Kemper porque tal y como tú dices es quizás uno de los maníacos más presentables, no por lo que hizo naturalmente, sino por la lucidez con la que analiza sus actos.
Pero bueno en aras como de costumbre de ofrecer una visión lo más amplia posible de esta parte del ser humano el próximo capítulo de la Biblia del Mal tendrá como protagonista a un personaje en las antípodas de Mister Kemper y lo que en este es reflexión introspectiva y sentimento trágico de lavida en aquel será un sobrecogedor ejemplo de la banalidad del mal
oooooh, my god!! esto es como Psicosis, la imposibilidad de relacionarse en términos medio bien con el sexo opuesto conduce a matar y la madre, que siempre está ahí, para mal, ara decirte lo lerdo y memo que eres... uuuuuffffffff, me da miedo cuando alguien me observe más de la cuenta en la calle, qué pensará?? pensará también en desenrroscarme la cabeza?? y anda que la conversación final con el policía... no le envidio la papeleta por nada del mundo, a solas, en una celda con ese gigantón y encima soportando sus "bromas"... buuuuuuuf, escalofríos tengo!!! llegué a tu blog por estas historias y veo que aunque me dan miedo es realmente atrayente conocer las distintas caras del ser humano, somos más complejos que un diamante talla brillante...
este juego te gustaría...
http://fizzlebot.com/dead/purgatorium.php
es cortito...
No lo he entendido muy bien pero la cabeza mola :D
A mí lo que me parece muy fuerte es que no entrara en la policía por ser demasiado alto y no por haber matado a sus abuelos a tiros siendo adolescente, porque por aquel entonces aún contaban esos hechos en su historial.
Sisterboy, tú y tu blog me dais miedo a veces.
Pues deberías ver lo que tuve que dejar fuera de la historia por autocensura
Pues, si hubo autocensura, reclamo lo que fue a parar a la papelera. El ocultar parte de la verdad no es más que otra forma de miedo. Miedo a la sensibilidad del lector o a las repercusiones negativas del trabajo expuesto. Siendo incondicionales de tus narraciones, no hace falta la poda en aspectos del suceso. Avisa : “Agua va...”, y nosotros tomaremos el tiempo para la retirada, si es preciso. ;-)
Un saludo
Bueno como dije antes me parece innecesario hacer una minuciosa descripción de las truculentas aficiones de Kemper, eso es simple charcuteria del crimen. Repito que me interesa más la historia del criminal más que la de sus crimenes de los que desde luego hay que dejar constancia.
Además tengo una innata tendencia a no herir sensibilidades en este y en otros ámbitos. Mi mejor amiga me dijo que se había mareado cuando leyó la historia de la laringe en la trituradora y eso me disgusta.
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