Llibertad, amnistia i estatut d´autonomia
Yo, como algunos otros de mi generación y como consecuencia de vivir en el territorio nacional más lejano a Madrid, en algún momento de mi juventud he gritado consignas del estilo “Godos no” o “Independencia”. La mayor parte de las veces esas consignas estaban restringidas a ámbitos del estilo de un estadio de fútbol o alguna manifestación política de aquella última época de lo que se conoció como “movimiento estudiantil” (hoy desaparecido o al menos invisible en lo que a un espectador corriente se refiere).
Con el tiempo me volví bastante escéptico en cuanto a sentimientos nacionalistas se refiere, tanto a nivel de mi propia Comunidad como del resto. Asumiendo que vivimos en un mundo con escasas diferencias palpables respecto a una forma de gobierno u otro a estas alturas considero que la diferencia entre estar bajo una administración estatal o autonómica consiste en que en vez de darte por el saco Juan te da por el saco Joan (sustituyesen esos nombres por otros que sean características de cada Comunidad en cuestión).
Concretamente en el lugar en el que vivo las mayores agresiones que sufre la población provienen precisamente de la clase política considerada como nacionalista (por mas que la mayoría de ella provenga de partidos de ámbito nacional como la UCD o el CDS con lo que resulta difícil no llegar a la conclusión de que dicho paso hacia el nacionalismo se vio forzado porque ya no quedaba otra forma de mantenerse en la política) parte de la cual por cierto está adoptando posturas cada vez más radicales en una actitud que se sospecha que forma parte de un intento de presionar al Estado contra el cerco que la justicia está poniendo a sus trapacerías.
En definitiva que particularmente me siento bastante apartado de cualquier tipo de sentimiento nacional ya sea a nivel la patria grande o chica, vamos que no tengo nada a favor ni en contra de la idea.
Por supuesto respeto a aquellos que piensen de forma diferente, hasta el punto que cualquier veleidad independentista no me causa la más mínima inquietud. Siempre he dicho que si, por ejemplo, Cataluña alcanzara alguna vez la completa autodeterminación mi única inquietud residiría en si el Barça iba a continuar jugando en la liga española.
Naturalmente también me causaría alguna inquietud el hecho de que, en una hipotética situación de independencia, una parte sustanciosa de la población en cuestión tendría que renunciar a la nacionalidad que consideran suya y aceptar otra nueva pero así es la democracia. O así debería ser pero no lo es al menos en este caso. Incluso si la mitad más uno de los catalanes manifestaran su deseo de independizarse (algo que de todos modos dudo mucho que responda a la situación actual) tal cosa no sería posible porque en este asunto estamos totalmente atrapados por una Constitución cuyos padrinos dejaron bien claro que no querían que tal cosa sucediera.
Así pues, cualquier iniciativa tendente a obtener una situación asimilada a la Independencia por vías laterales, que excluyan la reforma de la carta magna, está destinada a tropezar con el obstáculo del Tribunal Constitucional tal y como ha sucedido recientemente.
Repasando la sentencia del inapelable tribunal encontramos que la susodicha avala el Estatuto con significativas excepciones, entre las que se encuentran la declaración de que el termino “nación” carece de efectividad jurídica. Otros artículos rechazados son los que se refieren a la lengua catalana como “preferente” en la Administraciones públicas o el que niega a la Generalitat capacidad para establecer y regular impuestos municipales.
La resolución ha sido interpretada de muchas maneras y todas ellas muy reveladoras. Tanto el PSOE como el PP se han expresado con palabras conciliadoras, los primeros porque consideran la sentencia como un fracaso para el partido en la oposición por más que dicha oposición pocas veces ha acogido una derrota mejor ánimo. Tal y como se ha comentado en numerosas ocasiones el partido popular tiene una característica que es a la vez una ventaja y un inconveniente: es una formación política que abarca a toda la derecha desde la más moderada a la más extremista y por lo tanto debe medir sus actuaciones con el ánimo de contentar a todos y no desagraviar a nadie. Por más que hubieran preferido no hacerlo, la facción más extremista (y por consiguiente la más ruidosa) de su parroquia le exigía la interposición del recurso de inconstitucionalidad cuyo resultado hemos conocido ahora, el hecho de que la sentencia haya sido razonablemente moderada sin duda les habrá supuesto un alivio, supongo que también estarán rezando para el recurso que interpusieron (y por los mismos motivos anteriormente expresados) en su día contra la ley que autorizaba el matrimonio homosexual sea rechazado.
En cuanto a los partidos catalanes que amparaban el Estatut, aun reconociendo que la sentencia suponía una derrota para las tesis del PP, han manifestado su malestar porque se rechazan los dos aspectos más simbólicos del texto, los ya mencionados que hacen referencia al término “nación” y al uso preferente del catalán en las instituciones. Y es comprensible dicho malestar por más que parte de él se apoye en ideas tan increíbles como la de que “el Tribunal Constitucional no puede ir en contra de la voluntad del pueblo expresada a través de los Parlamentos español y catalán así como a través de un referéndum vinculante”, tenebroso argumento que esperemos que sea abandonado cuanto antes (me refiero al hecho de que el TC ha sido creado precisamente para poner freno a los disparates –y no digo con esto que el Estatut lo sea- que la voluntad popular pudiera avalar).
Podríamos también mencionar el hecho de que el alto tribunal haya tardado cuatro largos años en pronunciarse y que durante los mismos haya quedado evidencia de que los magistrados pueden ser calificados, según su adscripción política, como conservadores o progresistas cuando en teoría sus dictámenes no deberían estar viciados por esta circunstancia. Y es razonable también hacer estas observaciones de no ser porque nuestra Constitución establece igualmente que son principalmente los partidos políticos los encargados de designar a dichos magistrados y eso quedará lógicamente reflejado en la composición final del Tribunal.
Pero al margen de esto hay que reconocer asimismo que el principal obstáculo sigue siendo el propio texto Constitucional y que resulta lógico que si dicho texto en su artículo segundo establece que la Nación española es indisoluble no pueda concebirse la existencia de otra “Nación” dentro de sus fronteras. Igualmente si se establece de forma explicita la cooficialidad de la lengua española con respecto a las lenguas propias de cada Comunidad no puede tampoco existir una prevalencia de una sobre la otra. Y esto no es una defensa de la Constitución sino una defensa del hecho de su inmutabilidad. Mejor harían los partidarios de la autodeterminación en proponer la opción más lógica, una reforma constitucional que nos saque del estancamiento. Pero claro, esto será un proceso muy lento, tanto que nuestros nietos no lo verán. Mientras tanto seguiremos bajo una sola nación, el resto de las naciones que quieran tener entidad propia quedarán, como ha dejado claro la sentencia, sin validez jurídica y por lo tanto seguirán existiendo únicamente en las canciones.
5 Comments:
Personalmente me la bufa. Es un problema político creado por políticos. Endogamia creo que se llama. Sus problemas no son los míos (aunque ellos son mi problema). Mis problemas no los suyos.
También opino que la principal fuerza de cohesión en España es la Liga. Y también opino que el principal hecho diferencial de todas las sensibilidades (como se dice ahora) es que en Galicia se emborrachan con Ribeiro, en el País Vasco con Chacolí y Calimocho y en Andalucía con Fino.
Todo lo que dices es verdad de la buena. No se puede añadir más.
Pues mira, no sé qué comentar, porque en estos temas digas lo que digas siempre quedas mal con alguien... y paso.
¡En mi blog tienes derecho de vida y muerte!
Cuantos que ayer vibraban con el partido, el sábado estarán manifestándose por el estatut...
Personalmente paso. Probablemente tenga gran parte de culpa de no saber qué dice ni la constitución ni el estatut (el vigente y la propuesta), tampoco es que los (supuestamente) interesados lo hayan difundido demasiado, aunque remarco que la primera que debería preocuparse por hacerse con dichos documentos soy yo misma... Creo que debería formar parte del currículum escolar el tener conocimiento de ambos textos, como otras tantas cosas que se pasan por alto y así salimos...
Y digo paso porque al menos en mi experiencia particular, si quiero hablar catalán/castellano tengo la libertad de hacerlo, de expresarme tanto oral como escrito en la lengua que me convenga, luego está el "gran tema" de lo de si Nación sí o no... yo es que el asunto del patriotismo lo tengo bastante dormido... Me siento española y catalana por igual, pero sin fundamentalismos de ningún tipo... También me sentiría australiana si por cosas de la vida terminase viviendo allí... En asuntos económicos también hablo desde la ignorancia y el absoluto desconocimiento de causa, pero gestionen desde el gobierno central, lo hagan desde las administraciones autonómicas, me temo que mi economía seguiría igual... Por ahora me muevo como y por donde puedo, consells comarcals, ajuntament, generalitat, departamento de trabajo, tesorería de la seguridad social... hay tantos organismos que, aunque también es cierto que todos "chupan", todos reparten...
Me alzaría en manifestación ante la negativa, el incumplimiento, la descriminación, a los que creo derechos fundamentales que toda persona debe disponer para tener una vida digna... para todo lo demás... ya sabemos lo que es lo que manda y dispone... ¿mastercard? pues eso... money, money... disfrazado de burdos nacionalismos (ser "Epañó", y ahora que tanto nos une bajo una misma bandera y unos colores la archifamosa Roja, es un signo de nacionalismo por igual que sentirse catalán por el hecho de comer pan con tomate y cubrirse la cogotera con una barretina... no se si me explico...)
Post a Comment
<< Home