Niño atrapado en el refrigador se come su propio pie.
Hablamos de “127 horas” con spoilers.
¡Bah! Al cuerno con eso de los spoilers. Todo el mundo sabe que esta es la película en la que un barranquista se corta el brazo para poder escapar tras quedarse atrapado en una grieta, “Titanic” es la película donde se hunde el barco y “127 horas” es esa donde un tipo se corta el brazo y ese es el motivo por el que casi todo el mundo irá a verla, independientemente de quien la dirija y quien la interprete.
Pero resulta que dirige Danny Boyle, un realizador que irrumpió en la escena con la impactante “Trainspotting” y que luego fue dando bandazos antes de recobrar el favor del público (que no el de la crítica por muchos Oscars que ganase) con la irregular “Slumdog Millonaire” (lo de “28 días después” fue sólo un guiño para freaks). Ignoro cómo le irá a su película en esta edición de la Gala (parece dudoso que vaya más allá de optar a las categorías técnicas pero cualquiera sabe) pero opino que, tal y como ocurrió con su anterior entrega, “127 horas” no pasará de ser una película de temporada.
Y no creo que merezca otra cosa. Yo particularmente le encuentro bastantes defectos, el principal de ellos sería que filme carece de un ritmo adecuado: el prólogo, a pesar de resultar bastante extenso en metraje, no consigue que la introducción de la historia en lo que es la trama principal (momento que incluso queda remarcad cuando se sobreimpresiona en la pantalla el título de la película cuando Aron queda atrapado en la grieta) deje de resultar brusca y anti climática. A partir de ahí resulta evidente que Boyle no consigue en ningún momento comunicar la sensación de angustia que debería sentir alguien inmerso en una tribulación tan horrenda, lo que afecta a todos y cada uno de los momentos que, en teoría, deberían impactar al espectador (lo que incluso incluye el momento “brazo” que todos estaban esperando ver). Además la película tampoco logra encontrar la manera de transmitir cómo la gravedad de la situación se acrecenta con el paso de las horas, algo que entronca incluso con el propio título del filme dado que la ya reseñada falta de ritmo despoja el elemento del transcurso del tiempo de cualquier peso dramático en la trama.
Podría argumentase también que, el hecho de que durante la acción se necesite acudir continuamente a todo tipo de recursos (flashbacks, alucinaciones, etc...) que distraigan la atención sobre el hombre atrapado en la grieta, podría ser un indicio de la poca confianza que Boyle tiene en su propia habilidad para restringir la acción en un espacio tan reducido sin que dicha acción resulte monótona (algo que sí consiguió evitar de manera brillante Rodrigo Cortes en su “Buried”). Pero para ser justos hay que decir que es precisamente en esa trama “off roca” donde parece residir lo que se podría considerar como la autentica razón de la película, por más que ello de pie a posiblemente la cualidad más desagradable de la misma.
Las evocaciones del protagonista (en algo hay que tener ocupada la mente si se está cinco días con la barbilla apoyada en una piedra) dan paso a escenas brillantes (como cuando recuerda su breve encuentro con las dos excursionistas y se imagina a sí mismo acudiendo a la fiesta de Scooby Doo con su lujuriante impedimenta de cerveza fresquita) y otros directamente sonrojantes, como todas las que ilustran alguna clase de explicación determinista a la razón de que el chico haya terminado en el fondo del pozo, he ahí el motivo de esas escenas que contraponen el caos de las aglomeraciones urbanas con la vida y aficiones solitarias de Aron, o esas en las que una antigua novia le recrimina su individualismo, aunque el colmo de todo esto sería el momento de la mama y el contestador telefónico. En fin que parece que si el ingeniero aventurero hubiera pisado sólo cinco centímetros más a la izquierda seguiría teniendo el brazo en su sitio pero seguiría también siendo un egoísta hijo de puta.
Es todo demasiado ridículo para tomarlo en serio, yo prefiero pensar simplemente que cuando uno lleva cinco días bebiéndose sus propios meados la adrenalina se dispara de tal manera que puedes acabar imaginando las asociaciones más inverosímiles, como en aquella escena del docu-drama “Touching the void” (que tiene bastantes puntos en común con la película que hoy nos ocupa al menos en lo referido al argumento) en la que un montañero exhausto, tras pasar muchos días en la intemperie, sólo tenía en la cabeza la melodía de una canción de “Boney M” que ni siguiera le gustaba
¿Significa todo esto que “127 horas” es un espectáculo desagradable o aburrido? Pues no, la película, a pesar de los deméritos reseñados, tiene momentos buenos y se mantiene en pie gracias sobre todo al trabajo de James Franco que consigue lo que no es capaz de hacer el hombre que le dirige: una cierta implicación emocional en la historia y un sincero interés por los sufrimientos que padece su protagonista, y esto repito que sería mérito de Franco, vamos que si el protagonista hubiera sido por ejemplo mi odiado Joseph Fiennes me hubiera pasado todo el metraje descojonándome.
Pero, al margen de esto, lo más importante es que me pasé los 94 minutos que dura “127 horas” recordando otros títulos que expresaban de un modo mejor las situaciones que estaba presenciando, y eso no es ningún cumplido. Cualquier telefilme de mediodía podría darle lecciones a la película de Boyle sobre el sentido del ritmo; de la habilidad para mantener el interés con unos elementos mínimos la lección podría darla la ya mencionada “Buried” y sobre cómo dramatizar hechos reales relacionado con el instinto de la supervivencia podríamos acudir a la también mencionada “Touching the Void”. Incluso si se quiere hablar de la soledad del urbanita en la naturaleza salvaje y del aprovechamiento de los recursos que ofrece el medio me siento más implicado si recuerdo cuando Krusty el payaso trataba de continuar su show en medio del desierto de Springfield.
¡Bah! Al cuerno con eso de los spoilers. Todo el mundo sabe que esta es la película en la que un barranquista se corta el brazo para poder escapar tras quedarse atrapado en una grieta, “Titanic” es la película donde se hunde el barco y “127 horas” es esa donde un tipo se corta el brazo y ese es el motivo por el que casi todo el mundo irá a verla, independientemente de quien la dirija y quien la interprete.
Pero resulta que dirige Danny Boyle, un realizador que irrumpió en la escena con la impactante “Trainspotting” y que luego fue dando bandazos antes de recobrar el favor del público (que no el de la crítica por muchos Oscars que ganase) con la irregular “Slumdog Millonaire” (lo de “28 días después” fue sólo un guiño para freaks). Ignoro cómo le irá a su película en esta edición de la Gala (parece dudoso que vaya más allá de optar a las categorías técnicas pero cualquiera sabe) pero opino que, tal y como ocurrió con su anterior entrega, “127 horas” no pasará de ser una película de temporada.
Y no creo que merezca otra cosa. Yo particularmente le encuentro bastantes defectos, el principal de ellos sería que filme carece de un ritmo adecuado: el prólogo, a pesar de resultar bastante extenso en metraje, no consigue que la introducción de la historia en lo que es la trama principal (momento que incluso queda remarcad cuando se sobreimpresiona en la pantalla el título de la película cuando Aron queda atrapado en la grieta) deje de resultar brusca y anti climática. A partir de ahí resulta evidente que Boyle no consigue en ningún momento comunicar la sensación de angustia que debería sentir alguien inmerso en una tribulación tan horrenda, lo que afecta a todos y cada uno de los momentos que, en teoría, deberían impactar al espectador (lo que incluso incluye el momento “brazo” que todos estaban esperando ver). Además la película tampoco logra encontrar la manera de transmitir cómo la gravedad de la situación se acrecenta con el paso de las horas, algo que entronca incluso con el propio título del filme dado que la ya reseñada falta de ritmo despoja el elemento del transcurso del tiempo de cualquier peso dramático en la trama.
Podría argumentase también que, el hecho de que durante la acción se necesite acudir continuamente a todo tipo de recursos (flashbacks, alucinaciones, etc...) que distraigan la atención sobre el hombre atrapado en la grieta, podría ser un indicio de la poca confianza que Boyle tiene en su propia habilidad para restringir la acción en un espacio tan reducido sin que dicha acción resulte monótona (algo que sí consiguió evitar de manera brillante Rodrigo Cortes en su “Buried”). Pero para ser justos hay que decir que es precisamente en esa trama “off roca” donde parece residir lo que se podría considerar como la autentica razón de la película, por más que ello de pie a posiblemente la cualidad más desagradable de la misma.
Las evocaciones del protagonista (en algo hay que tener ocupada la mente si se está cinco días con la barbilla apoyada en una piedra) dan paso a escenas brillantes (como cuando recuerda su breve encuentro con las dos excursionistas y se imagina a sí mismo acudiendo a la fiesta de Scooby Doo con su lujuriante impedimenta de cerveza fresquita) y otros directamente sonrojantes, como todas las que ilustran alguna clase de explicación determinista a la razón de que el chico haya terminado en el fondo del pozo, he ahí el motivo de esas escenas que contraponen el caos de las aglomeraciones urbanas con la vida y aficiones solitarias de Aron, o esas en las que una antigua novia le recrimina su individualismo, aunque el colmo de todo esto sería el momento de la mama y el contestador telefónico. En fin que parece que si el ingeniero aventurero hubiera pisado sólo cinco centímetros más a la izquierda seguiría teniendo el brazo en su sitio pero seguiría también siendo un egoísta hijo de puta.
Es todo demasiado ridículo para tomarlo en serio, yo prefiero pensar simplemente que cuando uno lleva cinco días bebiéndose sus propios meados la adrenalina se dispara de tal manera que puedes acabar imaginando las asociaciones más inverosímiles, como en aquella escena del docu-drama “Touching the void” (que tiene bastantes puntos en común con la película que hoy nos ocupa al menos en lo referido al argumento) en la que un montañero exhausto, tras pasar muchos días en la intemperie, sólo tenía en la cabeza la melodía de una canción de “Boney M” que ni siguiera le gustaba
¿Significa todo esto que “127 horas” es un espectáculo desagradable o aburrido? Pues no, la película, a pesar de los deméritos reseñados, tiene momentos buenos y se mantiene en pie gracias sobre todo al trabajo de James Franco que consigue lo que no es capaz de hacer el hombre que le dirige: una cierta implicación emocional en la historia y un sincero interés por los sufrimientos que padece su protagonista, y esto repito que sería mérito de Franco, vamos que si el protagonista hubiera sido por ejemplo mi odiado Joseph Fiennes me hubiera pasado todo el metraje descojonándome.
Pero, al margen de esto, lo más importante es que me pasé los 94 minutos que dura “127 horas” recordando otros títulos que expresaban de un modo mejor las situaciones que estaba presenciando, y eso no es ningún cumplido. Cualquier telefilme de mediodía podría darle lecciones a la película de Boyle sobre el sentido del ritmo; de la habilidad para mantener el interés con unos elementos mínimos la lección podría darla la ya mencionada “Buried” y sobre cómo dramatizar hechos reales relacionado con el instinto de la supervivencia podríamos acudir a la también mencionada “Touching the Void”. Incluso si se quiere hablar de la soledad del urbanita en la naturaleza salvaje y del aprovechamiento de los recursos que ofrece el medio me siento más implicado si recuerdo cuando Krusty el payaso trataba de continuar su show en medio del desierto de Springfield.
15 Comments:
A mí creo que lo único que me llevaría a ver esta peli sin pensar en el precio de la entrada es la sonrisa de James Franco, que me parece la más encantadora de Hollywood en muchas décadas. Pero aquí no creo que sonría mucho, así que... :D
De Danny Boyle vi hace unas semanas 'Millions', y aún estoy tratando de discernir por qué debería parecerme algo más que una cursilada insufrible de apariencia vanguardista :(
Pues no dejes de ver Superfumados porque la sonrisa estupefaciente de Franco dura toda la película.
Recuerdo tan poco Milliones que ni siquiera vale la pena ponerle de nuevo a parir.
Glad to see you again bytheway
suscribo lo de james franco. siempre pense que hubiese sido mucho mejor Spiderman que Duendeen las tres peliculas de la saga, por supuesto mucho mejor que Tobey Maguire...
en cuanto a esta peli supongo que sera tan efectista como todas las de danny boyle (transpotting incluida). pero seguro que me la pillo para casa, ahora que se que no iba en bicicleta!! no se de donde me sacaria yo que la historia iba de un ciclista, creia que habia visto alguna imagen...en fin no se!
Haberla hayla (bicicleta) pero no tiene nada que ver con el incidente así que puedes seguir confiando en tus recuerdos.
Nunca ha estado tan claro el caso de guión que le viene como anillo al dedo a un director. Boyle no puede con otra cosa. Es un efectista, y solo funciona con historia psicotrópicas que den un sentido a sus excesos. Por eso amo trainspotting y 127 horas y por eso detesto slumdog y otras mierdas.
Le sobran algunos minutos, no sabe narrar como Cortés, lo sabemos, pero con otro director, ésto nunca habría sido tan divertido.
Jamás pensé que me fliparía ver un plano aberrante como el de una cámara dentro de la botella!! Siempre odié esos recursos, pero a Boyle le funcionan (en películas como éstas).
Y es uno de los grandes juntando música con imagen. Es un videoclipero maravilloso y eso unido a que me muero de amor por James Franco... pues felicidad absoluta durante 96 minutos.
Al igual que Boyle se evade del lugar con varias triquiñuelas, en Buried con el recurso del móvil, creo que estamos en las mismas. Vale que no vemos a los interlocutores, pero nos estamos llevando la acción fuera del ataúd.
Deckard el otro día dijiste que te había gustado 127 horas pero con reparos, ¿cuales eran?
Mer por eso digo que la peli fuciona en gran medida porque a todo el mundo le gusta James Franco (en diferentes intensidades)
No la he visto... uhm... dime aquí en comentarios sólo si vale o no la pena armarme con una copia de seguridad ;)
Ah!¿Has visto "La trampa del mal"? Yo tengo ganas, a ver si me pongo, que últimamente no tengo tiempo ni para quejarme de que no tengo tiempo! jeje
No me gustó que reiterara tantas veces que el prota pasa bastante de la gente.
Y luego el final con la familia real y nadando en la piscima no me terminó de convencer, ahí sí que debería haberse quedado con el rescate en el cañón.
Pi la copia de seguridad siempre por delante, la de "La trampa del mal" me han dicho que no está muy alla, quizas la vea un día que no tenga nada que hacer. Y a propósito de eso, creo que el auge de las series de tv es por el poco tiempo que te roban(al menos las que no son españolas en la que cada capitulo sigue durando una hora y media)
Deckard no te gustaron entonces las mismas cosas que a mí.
Sí, pero tú le restas más puntos :)
La cuestión es que Deckard y yo disfrutamos mucho con lo demás.
Por cierto, los que no han visto la peli y siguen estos comentarios, por desgracia, ya no tendrán mucho de lo que disfrutar.
Bueno el aviso de spoiler se entiende extendido a los comentarios :)
Es inevitable pensar en "Buried" cuando ves "127 horas". A mí me parece tan correcto tratar de rodar 90 minutos sin salirse de un caja como 90 minutos a base de alucinaciones, flashbacks y trucos visuales para darle dinamismo al asunto. Cada opción tiene su mérito y en mi caso disfruté con las dos.
"127 horas" no es una película de las que te cambia la vida, ni siquiera de las que recuerdas a los tres días de verla, pero me parece muy superior a todos los niveles a "Slumdog Millionaire" (vale, tampoco es decir mucho) y la actuación de Franco es una de las mejores del año. Probablemente no gane el Oscar, se lo darán a mi detestado Colin Firth, pero ahí queda eso.
Discrepo, Colin se lo merece lo que no quiere decir que no me una a ti y a Mer para gritar
¡VIVA FRANCO!
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