Actualidad
Vamos con dos temas de actualidad a los que la muerte (de otros) y la época navideña desplazaron un poco de su espacio natural, y que pese a todo siguen estando presentes.
SI EL PRECIO DE ESTE DISCO ES SUPERIOR A SETECIENTAS PESETAS, ENTONCES ROBALO.
El otro día hice algo que llevaba mucho tiempo sin hacer. Fui a la sección de cine de El Corte Inglés y me compré dos películas. ¿Por qué lo hice ahora? Porque tenía trabajo, ¿Por qué no lo hice antes? Por que no lo tenía.
Y a eso se reduce todo ¿para qué darle más vueltas? La gente se baja canciones y películas (también libros) porque es más barato y fácil (es decir, doblemente barato) que comprar en una tienda. Y por otro lado los cantantes, cineastas y escritores se encolerizan tanto porque son conscientes de que cada una de esas descargas ilegales les cuesta dinero, por más que en ocasiones dicha cólera se manifieste rebasando por una cabeza los límites del ridículo.
Es una teoría no basada en ningún estudio sociológico o antropológico, pero siempre he tenido la sensación de que por regla general el español es un individuo que trata, siempre que puede, de saltarse a la torera la ley o el reglamento siempre y cuando pueda beneficiarse de ello, y siempre y cuando no hablemos de delitos serios naturalmente. La mayor parte de la gente que conozco no tiene ningún inconveniente, por ejemplo, en trampear su declaración de impuestos si le es posible hacerlo, y además lo hace sin tener conciencia de estar actuando mal. Las campañas contra el límite de velocidad, el fraude fiscal o la descarga ilegal de música y películas no suelen tener demasiado éxito cuando apelan a argumentos morales dado que, repito, al final todo se reduce a una cuestión de avaricia y pereza.
Y yo que he defraudado a Hacienda todo lo que he podido y violo el límite de velocidad a diario (cosas de las que no me enorgullezco pero que tampoco me hacen sentir culpable) trato sin embargo de ejercer mi actividad pirata (ahora que tengo nómina) con algo de moralidad. Y no lo hago porque alguna vez haya creído en esas apocalípticas predicciones de que si el problema de las descargas ilegales prosigue, algún día no habrá música ni cine porque dichas actividades ya no serán rentables económicamente. Primero porque no creo que tal cosa sea cierta, la industria siempre ha sabido sobreponerse a desafíos semejantes o peores que este, y segundo porque creo que una actitud moral debe ser exigida en base a un razón moral y no de beneficio propio. En resumen que la música y sobre todo las películas me interesan mucho más que la Declaración de Hacienda y por ello me gusta pensar que trato de contribuir en lo posible a que algo de mi dinero llegue a manos de quienes las crean. Con la música no hay problema porque hace mucho que no me descargo ninguna canción, me basta con oírla en el youtube donde es posible encontrar el 90% de los temas que quieres oír (al menos los que yo quiero oír). Con el cine en cambio sí que me aplico algunas reglas.
En primer lugar nunca pirateo una película que tenga la posibilidad de ver en el cine. El problema es que en las regiones europeas ultraperiféricas hay muchas películas que no se estrenan, y hay otras que se emiten en condiciones inadmisibles. Me estoy refiriendo naturalmente al doblaje. Aunque siempre es mejor ver una película en versión original ya hemos comentado que en ocasiones se puede tolerar el doblaje, por ejemplo “La red social” puede ser vista doblada si no hay más remedio, pero hay otras ocasiones en que dicho doblaje es intolerable. Pongo el ejemplo de dos títulos recientes, “Neds” la película dirigida por el actor Peter Mullen y “El discurso del Rey”, no se puede ver esas películas dobladas, es como no verlas, o verlas con un mosquito metido en cada ojo.
Se podría argumentar que lo más decente sería esperar a que dichos títulos estuvieran disponibles en DVD pero sinceramente me fastidia quedarme fuera del tiempo real en el que se estrena una película, y de las discusiones que sobre ella se generan, sólo porque algún distribuidor decida que los que vivimos en provincias no somos dignos de ver una película o no somos dignos de verla como Dios manda. Ya me pasó con “Inglorious Basterds” (que también me negué a ver doblada) y no quiero que me siga pasando.
Con las series de televisión ocurre otro tanto. Se supone que en la década que acabamos de dejar atrás, y todavía en esta en la que entramos, estamos viviendo una edad de oro de las series, una edad de oro que al público español se le ha hurtado pues muchas de esas series no han sido emitidas, o lo han sido en plataformas de pago, o en condiciones deleznables: desplazamientos de horario sin avisar, emisión de una temporada ignorando las siguientes, interrupción de la serie incluso antes de emitir el último capítulo de una temporada, emisión de temporadas en orden inverso (esto es rigurosamente serio, ocurrió con la serie “Urgencias). Por no hablar de nuevo del tema del doblaje, ¿de verdad alguien piensa que puede verse esto doblado al español?
En resumen, yo por mi parte dejare de robar (no tengo ningún inconveniente en llamar robo a lo que hago) cuando el sistema de producción, distribución y exhibición español deje de ser la mierda que siempre ha sido. Pero incluso si eso terminara por ocurrir la cosa seguirá estando jodida porque repito que la razón principal del pirateo es el dinero.
¿Por qué pagar una pasta en el cine o en la sección de series de televisión de un gran almacén cuando se puede conseguir todo lo que se quiera apretando un botón? Las soluciones no son sencillas, las apelaciones al civismo no parece que estén funcionado, el cierre de webs que facilitan la descarga (en el caso de que algún día llegue a aprobarse la ley que lo posibilita) tampoco serviría de mucho (surgirían otras iguales o incluso peores). Queda el sistema francés por el cual, según dicen, se puede suspender la conexión a Internet de los ordenadores que sean detectados ejerciendo esta actividad ilegal. Pero, suponiendo que esto último fuera posible en España, yo auguraría en ese caso una caída drástica en el número de personas conectadas por tarifa plana. Seamos sinceros, tenemos Internet en casa para poder descargarnos cosas, el resto de nuestras actividades en la red sería perfectamente posible con una hora diaria de sesión pagada en un cibercafé o gratis en las Bibliotecas Públicas o en nuestros respectivos trabajos. Sería interesante comprobar si las bajas masivas de abonados compensarían el aumento de ganancias de discográficas y salas de cine.
Hasta que eso ocurra seguiré acudiendo a la red para ver cosas que no tengo otro modo de ver.
COFFE AND CIGARRETTES
Bueno, al igual que con lo del pirateo, el tema de la entrada en vigor de la nueva ley anti tabaco no es de inminente actualidad, pero sin duda dará que hablar durante mucho tiempo.
Soy fumador desde hace 25 años aproximadamente. Aunque he pasado por etapas de mucho consumo en cantidad y bajo en calidad (Kruger azul a 35 pesetas el paquete) ahora me mantengo en un cartón de Marlboro al mes, eso son diez paquetes, dos a la semana, entre cinco y seis al día, no está mal. Sinceramente no creo tener una adicción con ese nivel de nicotina, lo cual quiere decir que todavía para mí fumar es un placer.
Pero no me parece mal esta ley, no tengo nada en contra de ella y comprendo que es una lógica etapa en el lento e inexorable camino que conducirá algún día a la prohibición total de cultivar, fabricar, vender y fumar tabaco. Desde luego jamás me alinearía con todos esos incomprensibles postulados marianos (lo digo por Javier Marías, fumador militante que muy pronto sacará, a propósito de este tema, uno de esos artículos suyos que provocaran un aluvión de cartas de protesta en la sección correspondiente de “El País Semanal”, una circunstancia que sospecho que es el motivo principal por el que este escritor publica allí sus escritos) que hablan de ataque a la libertad, persecución y marginación del fumador, derechos fundamentales vulnerados, etc.. etc… Yo he fumado mucho en bares, vestíbulos de cines y teatros, escaleras de centros comerciales, aviones, barcos, oficinas, aulas universitarias e incluso aulas de enseñanza media (se permitía fumar en el Instituto durante los exámenes finales de junio, aunque no se lo crean). Ahora no se puede y comprendo que tal cosa suceda.
Pero confieso que me perturba la idea de no poder volver a sentarme en una cafetería (una normal y corriente, con barra de acero inoxidable y camareros con camisa blanca y pantalón negro, con la tapa de una botella de butano colgando del cinturón) a tomarme un cortado natural acompañado de un cigarrillo, o de que la próxima vez que salga (cosa que hago sólo una o dos veces al año) tampoco pueda acompañar el Johnny-Cola con el veneno acostumbrado. El otro día recorrí por casualidad los bares de mi código postal y la mayor parte de ellos estaban sorprendentemente vacíos, a excepción de algunos parroquianos que estaban fumando por fuera. Es curioso como esta nueva ley nos haya mostrado que los bares no eran sitios para gente que no quería beber sola sino para gente que no quería fumar sola
SI EL PRECIO DE ESTE DISCO ES SUPERIOR A SETECIENTAS PESETAS, ENTONCES ROBALO.
El otro día hice algo que llevaba mucho tiempo sin hacer. Fui a la sección de cine de El Corte Inglés y me compré dos películas. ¿Por qué lo hice ahora? Porque tenía trabajo, ¿Por qué no lo hice antes? Por que no lo tenía.
Y a eso se reduce todo ¿para qué darle más vueltas? La gente se baja canciones y películas (también libros) porque es más barato y fácil (es decir, doblemente barato) que comprar en una tienda. Y por otro lado los cantantes, cineastas y escritores se encolerizan tanto porque son conscientes de que cada una de esas descargas ilegales les cuesta dinero, por más que en ocasiones dicha cólera se manifieste rebasando por una cabeza los límites del ridículo.
Es una teoría no basada en ningún estudio sociológico o antropológico, pero siempre he tenido la sensación de que por regla general el español es un individuo que trata, siempre que puede, de saltarse a la torera la ley o el reglamento siempre y cuando pueda beneficiarse de ello, y siempre y cuando no hablemos de delitos serios naturalmente. La mayor parte de la gente que conozco no tiene ningún inconveniente, por ejemplo, en trampear su declaración de impuestos si le es posible hacerlo, y además lo hace sin tener conciencia de estar actuando mal. Las campañas contra el límite de velocidad, el fraude fiscal o la descarga ilegal de música y películas no suelen tener demasiado éxito cuando apelan a argumentos morales dado que, repito, al final todo se reduce a una cuestión de avaricia y pereza.
Y yo que he defraudado a Hacienda todo lo que he podido y violo el límite de velocidad a diario (cosas de las que no me enorgullezco pero que tampoco me hacen sentir culpable) trato sin embargo de ejercer mi actividad pirata (ahora que tengo nómina) con algo de moralidad. Y no lo hago porque alguna vez haya creído en esas apocalípticas predicciones de que si el problema de las descargas ilegales prosigue, algún día no habrá música ni cine porque dichas actividades ya no serán rentables económicamente. Primero porque no creo que tal cosa sea cierta, la industria siempre ha sabido sobreponerse a desafíos semejantes o peores que este, y segundo porque creo que una actitud moral debe ser exigida en base a un razón moral y no de beneficio propio. En resumen que la música y sobre todo las películas me interesan mucho más que la Declaración de Hacienda y por ello me gusta pensar que trato de contribuir en lo posible a que algo de mi dinero llegue a manos de quienes las crean. Con la música no hay problema porque hace mucho que no me descargo ninguna canción, me basta con oírla en el youtube donde es posible encontrar el 90% de los temas que quieres oír (al menos los que yo quiero oír). Con el cine en cambio sí que me aplico algunas reglas.
En primer lugar nunca pirateo una película que tenga la posibilidad de ver en el cine. El problema es que en las regiones europeas ultraperiféricas hay muchas películas que no se estrenan, y hay otras que se emiten en condiciones inadmisibles. Me estoy refiriendo naturalmente al doblaje. Aunque siempre es mejor ver una película en versión original ya hemos comentado que en ocasiones se puede tolerar el doblaje, por ejemplo “La red social” puede ser vista doblada si no hay más remedio, pero hay otras ocasiones en que dicho doblaje es intolerable. Pongo el ejemplo de dos títulos recientes, “Neds” la película dirigida por el actor Peter Mullen y “El discurso del Rey”, no se puede ver esas películas dobladas, es como no verlas, o verlas con un mosquito metido en cada ojo.
Se podría argumentar que lo más decente sería esperar a que dichos títulos estuvieran disponibles en DVD pero sinceramente me fastidia quedarme fuera del tiempo real en el que se estrena una película, y de las discusiones que sobre ella se generan, sólo porque algún distribuidor decida que los que vivimos en provincias no somos dignos de ver una película o no somos dignos de verla como Dios manda. Ya me pasó con “Inglorious Basterds” (que también me negué a ver doblada) y no quiero que me siga pasando.
Con las series de televisión ocurre otro tanto. Se supone que en la década que acabamos de dejar atrás, y todavía en esta en la que entramos, estamos viviendo una edad de oro de las series, una edad de oro que al público español se le ha hurtado pues muchas de esas series no han sido emitidas, o lo han sido en plataformas de pago, o en condiciones deleznables: desplazamientos de horario sin avisar, emisión de una temporada ignorando las siguientes, interrupción de la serie incluso antes de emitir el último capítulo de una temporada, emisión de temporadas en orden inverso (esto es rigurosamente serio, ocurrió con la serie “Urgencias). Por no hablar de nuevo del tema del doblaje, ¿de verdad alguien piensa que puede verse esto doblado al español?
En resumen, yo por mi parte dejare de robar (no tengo ningún inconveniente en llamar robo a lo que hago) cuando el sistema de producción, distribución y exhibición español deje de ser la mierda que siempre ha sido. Pero incluso si eso terminara por ocurrir la cosa seguirá estando jodida porque repito que la razón principal del pirateo es el dinero.
¿Por qué pagar una pasta en el cine o en la sección de series de televisión de un gran almacén cuando se puede conseguir todo lo que se quiera apretando un botón? Las soluciones no son sencillas, las apelaciones al civismo no parece que estén funcionado, el cierre de webs que facilitan la descarga (en el caso de que algún día llegue a aprobarse la ley que lo posibilita) tampoco serviría de mucho (surgirían otras iguales o incluso peores). Queda el sistema francés por el cual, según dicen, se puede suspender la conexión a Internet de los ordenadores que sean detectados ejerciendo esta actividad ilegal. Pero, suponiendo que esto último fuera posible en España, yo auguraría en ese caso una caída drástica en el número de personas conectadas por tarifa plana. Seamos sinceros, tenemos Internet en casa para poder descargarnos cosas, el resto de nuestras actividades en la red sería perfectamente posible con una hora diaria de sesión pagada en un cibercafé o gratis en las Bibliotecas Públicas o en nuestros respectivos trabajos. Sería interesante comprobar si las bajas masivas de abonados compensarían el aumento de ganancias de discográficas y salas de cine.
Hasta que eso ocurra seguiré acudiendo a la red para ver cosas que no tengo otro modo de ver.
COFFE AND CIGARRETTES
Bueno, al igual que con lo del pirateo, el tema de la entrada en vigor de la nueva ley anti tabaco no es de inminente actualidad, pero sin duda dará que hablar durante mucho tiempo.
Soy fumador desde hace 25 años aproximadamente. Aunque he pasado por etapas de mucho consumo en cantidad y bajo en calidad (Kruger azul a 35 pesetas el paquete) ahora me mantengo en un cartón de Marlboro al mes, eso son diez paquetes, dos a la semana, entre cinco y seis al día, no está mal. Sinceramente no creo tener una adicción con ese nivel de nicotina, lo cual quiere decir que todavía para mí fumar es un placer.
Pero no me parece mal esta ley, no tengo nada en contra de ella y comprendo que es una lógica etapa en el lento e inexorable camino que conducirá algún día a la prohibición total de cultivar, fabricar, vender y fumar tabaco. Desde luego jamás me alinearía con todos esos incomprensibles postulados marianos (lo digo por Javier Marías, fumador militante que muy pronto sacará, a propósito de este tema, uno de esos artículos suyos que provocaran un aluvión de cartas de protesta en la sección correspondiente de “El País Semanal”, una circunstancia que sospecho que es el motivo principal por el que este escritor publica allí sus escritos) que hablan de ataque a la libertad, persecución y marginación del fumador, derechos fundamentales vulnerados, etc.. etc… Yo he fumado mucho en bares, vestíbulos de cines y teatros, escaleras de centros comerciales, aviones, barcos, oficinas, aulas universitarias e incluso aulas de enseñanza media (se permitía fumar en el Instituto durante los exámenes finales de junio, aunque no se lo crean). Ahora no se puede y comprendo que tal cosa suceda.
Pero confieso que me perturba la idea de no poder volver a sentarme en una cafetería (una normal y corriente, con barra de acero inoxidable y camareros con camisa blanca y pantalón negro, con la tapa de una botella de butano colgando del cinturón) a tomarme un cortado natural acompañado de un cigarrillo, o de que la próxima vez que salga (cosa que hago sólo una o dos veces al año) tampoco pueda acompañar el Johnny-Cola con el veneno acostumbrado. El otro día recorrí por casualidad los bares de mi código postal y la mayor parte de ellos estaban sorprendentemente vacíos, a excepción de algunos parroquianos que estaban fumando por fuera. Es curioso como esta nueva ley nos haya mostrado que los bares no eran sitios para gente que no quería beber sola sino para gente que no quería fumar sola
10 Comments:
Para mí lo más interesante (porque al igual que con el tema de las descargas, todo lo que se discuta sobre este tema es hablar por hablar, la realidad va por otro camino) de esto de la ley antitabaco es que cambiará usos y costumbres y surgirán expresiones nuevas, sin duda muy creativas y guachis: "Nos conocimos durante un pitillo de umbral" o "Me encontré con Fulanito echando un pitillo de dintel".
Espero que no sea más bien "me cogí aquella pulmonía en el zaguán"
Lo de la tapa de la bombona de butano nunca lo he visto. A lo sumo un abridor colgando de una cadena.
Y, bueno, "nos conocimos en el hospital curándonos de una pulmonía de zaguán" no suena mal. Y "en tu umbral o en el mío" tampoco.
Lo de la tapa de la bombona debe ser una costumbre local, la verdad es que siempre he querido preguntar el motivo.
Yo tampoco he visto nunca lo de la bombona, asi que la proxima vez que vayas a ese bar PREGUNTA POR FAVOR, no nos dejes con esta duda.
en cuanto a tus temas de actualidad, yo al contrario que tu me espero siempre al DVD, tambien es verdad que en mi barrio esta el mejor videoclub de la ciudad, con muchisimas peliculas, nuevas, viejas, de todo genero y condicion- el dia que me lo cierren seguro que me pongo a bajar como loca, de momento me aguanto. en cuanto a la musica me sorprende que no hables del SPOTIFY que para mi ha sido todo un descubrimiento. aun con todo sigo comprandome algun disco, que me gusta mucho, y el resto lo escucho en el programa este, que es la locura.
lo del tabaco pues estoy contigo al 100% y eso que tambien soy fumadora (poco). el otro dia sali de noche y fue estupendo volver a casa sin apestar a tabaco por primera vez en la vida.
Pues lo de Spotify lo he escuchado mucho estos días con motivo del tema que nos ocupa pero lo cierto es que no tengo ni idea de qué es.
Repito que yo ahora cuando quiero escuchar una canción la busco en youtube y ahí me quedo.
jo, tienes que bajarte el programa (es gratis, bueno hay una version de pago pero nadie se la hace):
http://www.spotify.com/es/get-spotify/overview/
dale a OPEN. cuando lo tengas instalado, empieza a buscar todo lo que quieras,
y empieza a darme las gracias.;-)
Te las doy ahora que la intención es lo que cuenta :)
Yo, aun con nómina, jamás he comprado un DVD de una película y he pagado por muy pocos CD de música. Algún vinilo en mi lejana adolescencia.
Sin embargo, a pesar de tener un lector de libros electrónicos (cosa que recomiendo a lectores; absténganse amantes de los gadgets), sigo comprando libros aunque probablemente nunca los usaré (los leeré en el cacharro electrónico que es mucho más cómodo).
¿Lo mejor de las descargas? Más allá del precio o la pereza, la inmediatez.
-¿Qué vemos?
-Una de terror.
-¿A serbian film por ejemplo?
-Venga.
Tener acceso a casi toda la música, casi todo el cine y casi toda la literatura de forma inmediata y gratuita es casi ciencia ficción. Cada día doy gracias por haber tenido la suerte de vivir esta época. : )
Pues mira que a mí el rollo de los libros electrónicos no me llama mucho. Claro que también dije que jamás vería una película en la pantalla de un ordenador y desde entonces debo haber visto....¿tres mil?
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