The people under the stairs
Pensaba escribir sobre el austriaco maniaco pero sinceramente no he encontrado la inspiración. Lo que pensaba decir iba en el sentido de cómo una noticia que hace diez años no hubiera pasado de ser reseñada en cierta sección de la revista Semana (para llorar, para gritar, para reír, para correr) se convierte en primera página de todos los periódicos y portada en todos los noticiarios de radio y televisión (y no solamente en España).
Quería decir también que la extraordinaria difusión de esta noticia, al carecer de toda finalidad didáctica, no tenía otro objetivo que regodearse en la morbosidad del asunto. Y digo que carece de toda finalidad didáctica porque el hecho es tan increíble y extravagante que es difícil sacar ninguna conclusión sobre él y mucho menos alguna lección de carácter preventivo. Veinticuatro años de cautiverio con finalidad criminal rompe todos los records establecidos (incluido el de Natasha Kampusch como algún bloguero malévolo se ha encargado de comentar) y con el asunto lo de los siete hijos-nietos sucede otro tanto.
Quisiera haber dicho asimismo que esa falta de referentes hace que resulte muy complicado el tratamiento futuro de las victimas aunque al menos todavía no nos han ofrecido ninguna entrevista televisada con Elizabeth Fritzl (la esposa-hija) como sí se hizo con la anteriormente mencionada Natasha Kampsuch (en una decisión que entonces y ahora me resulta difícil de entender). Me preguntaba si en esta ocasión las autoridades podrían resistir la presión mundial por contemplar la obra del diablo y me hacía recordar el caso descrito en la película de Werner Herzog “El enigma Kaspar Hauser” en el que un hombre que había permanecido desde su nacimiento recluido en un sótano era liberado repentinamente y se convertía en el objeto de la morbosa curiosidad general (de tal modo que el inocente terminaba por añorar su vida anterior en el sótano) hasta el punto de que terminaba siendo apuñalado por un demente.
Hubiera querido finalizar el comentario diciendo que, al margen del siempre patético espectáculo de la búsqueda de explicaciones (“¿acaso Hitler no era también austriaco?”) y de culpables (“alguien debía saberlo, alguien debía saberlo”) no quedaba otra conclusión que reconocer que este acto de crueldad prolongada era un suceso cerrado que empezaba y terminaba con la espantosa e impredecible locura de su autor. Y para terminar hubiera acudido a mi oráculo filosófico habitual que son las tiras cómicas de Mafalda (ya sé que sería mejor citar a Adorno y Horkheimer o algún otro por el estilo pero esto es lo que hay). En una de ellas Mafalda sufría y se lamentaba por los pobres del país, a lo que Susanita contestaba: ¿Y qué podemos hacer salvo decir ¡Qué barbaridad! Así que dale, decí vos también tu 'qué barbaridad!' así podemos ir a jugar tranquilas"..
Pues eso que me hubiera gustado poder decir todas esas cosas pero no me ha salido.
Quería decir también que la extraordinaria difusión de esta noticia, al carecer de toda finalidad didáctica, no tenía otro objetivo que regodearse en la morbosidad del asunto. Y digo que carece de toda finalidad didáctica porque el hecho es tan increíble y extravagante que es difícil sacar ninguna conclusión sobre él y mucho menos alguna lección de carácter preventivo. Veinticuatro años de cautiverio con finalidad criminal rompe todos los records establecidos (incluido el de Natasha Kampusch como algún bloguero malévolo se ha encargado de comentar) y con el asunto lo de los siete hijos-nietos sucede otro tanto.
Quisiera haber dicho asimismo que esa falta de referentes hace que resulte muy complicado el tratamiento futuro de las victimas aunque al menos todavía no nos han ofrecido ninguna entrevista televisada con Elizabeth Fritzl (la esposa-hija) como sí se hizo con la anteriormente mencionada Natasha Kampsuch (en una decisión que entonces y ahora me resulta difícil de entender). Me preguntaba si en esta ocasión las autoridades podrían resistir la presión mundial por contemplar la obra del diablo y me hacía recordar el caso descrito en la película de Werner Herzog “El enigma Kaspar Hauser” en el que un hombre que había permanecido desde su nacimiento recluido en un sótano era liberado repentinamente y se convertía en el objeto de la morbosa curiosidad general (de tal modo que el inocente terminaba por añorar su vida anterior en el sótano) hasta el punto de que terminaba siendo apuñalado por un demente.
Hubiera querido finalizar el comentario diciendo que, al margen del siempre patético espectáculo de la búsqueda de explicaciones (“¿acaso Hitler no era también austriaco?”) y de culpables (“alguien debía saberlo, alguien debía saberlo”) no quedaba otra conclusión que reconocer que este acto de crueldad prolongada era un suceso cerrado que empezaba y terminaba con la espantosa e impredecible locura de su autor. Y para terminar hubiera acudido a mi oráculo filosófico habitual que son las tiras cómicas de Mafalda (ya sé que sería mejor citar a Adorno y Horkheimer o algún otro por el estilo pero esto es lo que hay). En una de ellas Mafalda sufría y se lamentaba por los pobres del país, a lo que Susanita contestaba: ¿Y qué podemos hacer salvo decir ¡Qué barbaridad! Así que dale, decí vos también tu 'qué barbaridad!' así podemos ir a jugar tranquilas"..
Pues eso que me hubiera gustado poder decir todas esas cosas pero no me ha salido.
24 Comments:
en uruguay fue igual. creo que el lector (en el que vergonzosamente me incluyo tantas veces) lejos de hacer una autocrítica, del estilo de: "pensar que debería estar más atenta en lo que ocurre en el vecindario, como nadie denunció a este tipo en ninguna parte", dice "qué horrible" y , solo por decirlo, ya se siente mejor persona.
repito que odio incluirme. sobre todo porque nunca voy a ser ese vecino, apenas hablo con dos amigos.
Yo creo que uno está preparado para muchas cosas excepto para pensar que su vecino tiene a una familia secreta enterrada en el sótano.
Bienvenida al blog ya veo que el tuyo tiene tremendo éxito :)
depende, porque si uno atendió las señales debería ser capaz de notar que su vecino es un poco raro.
Yo no creo que MI vecino tenga una familia enterrada, porque lo conozco y su conducta no me parece extraña.
Ahora, si los vecinos de este tipo dicen que les parecía normal y no había nada llamativo, para mí que se hacían los zotas.
No sé, tengo la convicción de que si realmente se hubiera sabido lo que estaba pasando algo se hubiera hecho incluso aunque fuera a través de denuncia anónimo. Así fue por ejemplo como se desmontó el tinglado de otra casa de los horrores, la habitada por Frederick y Rose West cuyas circunstancias constan en su wikipedia más cercana.
Supongo que tu decisión de confiar en la humanidad es la más sana.
Yo creo que sí se puede extraer una moraleja muy buena y práctica: Si te vas de casa porque tu padre te viola, no se te ocurra volver que podría encerrarte en el sótano para violarte a discrección.
Y bueno, de los vecinos no digo nada, pero ¡la mujer! ¡las otras hijas! De esos sí que no me puedo creer que no sospechasen nada, pero vaya usted a saber qué infierno particular vivía el resto de la familia.
Todo lo que dices acertadísimo, como siempre.
eso aqui no creo que pasara, porque aqui somos mucho mas cotillas. los austriacos, con eso de que les parece de mala educacion meterse en la vida del vecino, se pasan de discretos. y si, me creo que no supieran nada de nada.
a mi esto me supera, es que no puedo ni leer sobre ello. soy peor que susanita, que barbaridad.
Estremecedor... en todas sus dimensiones
El tema de la prensa y su tendencia al alarmismo y a la creación de una sucesión encadenada e inacabable de estados de desasosiego es una cosa. A mí lo del pavo este austriaco me parece espeluznante. Al final es qué barbaridad y miramos a otro lado para buscar otra cosa con que escandalizarnos, pero pensar lo que ha pasado en esa casa, arriba y en el sótano no deja de estremecerme.
Luego termina el telediario, empiezan los anuncios y nos fijamos en los anuncios.
Y creo que era en "Diez minutos".
El resumen de todo eso está en el final de El show de Truman. Una vez que Truman se va el espectador dice "¿Y ahora que ponen?".
Yo creo que como siempre el intentar buscar más gente en el ajo es para dar tranquilidad a la gente. Pensar que un solo zumbado puede crear semejante horror no es concebible. Tiene que haber algo más como dice el narrador de Magnolia.
A la gente le encanta escandalizarse para creer que sus vidas son más normales, no lo pongo entre comillas que se lo que te jode el gesto de las comillitas con los dedos ;)
El caso es que, sí, es cierto, es un caso inaudito, y en eso debe quedar. Una aberración llevada a extremos. Pero hay una cantidad de personas que viven en profundos aislamientos reconocidos, admitidos y tolerados por familiares, conocidos, vecinos y autoridades y nadie hace nada al respecto, o si se hace, las ayudas son más bien escasas y porque alguien las reclame. Es el caso de muchos ancianos que imposibilitados por la edad y enfermedades viven atrapados en sus casas sin poder salir a la calle desde hace años. Se de sobras que no es comparable, pero me lo ha hecho pensar, la hipocresía social, y el mal gusto por la morbosidad del ser humano es despreciable, lo que cuesta más de aceptar es que cada uno de nosotros poseemos esa parte despreciable.
Y como además soy una cínica, me encogeré de hombros y diré: ¡Que barbaridad!
Estoy con Slim aquí nuestro lado más cotilla hubiera impedido guardar un secreto así por tantos años, cuando hay algún altercado al menos en mi vecindario nos enteramos todos.
Vaya, por una vez el mal afamado caracter latino sirve de algo
Una cosa es que nos enterasemos y otra que alguien moviera un dedo. ¿Cuántas denuncias anónimas hay por malos tratos? Luego todo el mundo está dispuesto a salir en el telediario diciendo que se veía venir, eso sí.
Como en lo de Coslada. Para denunciar la situación nadie movia un dedo pero para hacer el chusma por fuera de la comisaria se apunta todo el mundo
Y hoy otra noticia de un austríaco que ha matado a sus padres,a su mujer, sus hijos y sus suegros (¿por qué los suegros?) con un hacha. Y el reportero del informativo ha querido crear conciencia social diciendo que los austríacos, orgullosos de su prosperidad económica y su progresismo miran a otro lado, incapaces de afrontar la realidad. Pelín amarillista.
Lo de Coslada me tiene pasmá a mí. Todo el mundo tiene un primo del que abusó el tal Ginés, pero todos callados como muertos hasta la que la Nacional lo ha sacado a rastras.
De lo del austriaco (cuyos artículos me he pasado semanas evitando en la prensa, que yo soy muy pusilánime), de acuerdo: me parto cada vez que sale uno (y salen varios al día) queriendo sacar conclusiones sobre la sociedad austriaca. Como además Freud era compatriota...
Ahora que lo pienso lo de Coslada es nuestro sotano austriaco.
Pues eso, que qué barbaridad. Y que no me creo que la esposa no sospechara nada.
Cuanta corrupción hay en el mundo.
Bueno, me voy a echar los papeles de las oposiciones a policía de Coslada, que la cabra tira al monte.
Hombre desde luego enterarnos nos enteramos de todo ahora tener "guevs" de cantar pues no, eso está claro. Que somos cotillas que no héroes!
Me ocurre mucho con tus escritos. Llego a ellos en el intermedio, en la pausa del trabajo buscado y requerido, con la sensación de que será leer y volver a mis asuntos. Estiramientos mentales e inspiración profundamente narrativa. Pero después de oxigenarme con tu lectura, me quedo atrapada en las inquietantes líneas de tu discurso. Interesantes perspectivas geométricas y puntos de fuga, que incitan a la búsqueda y la respuesta.
¿He dicho que me falta tiempo?...Bueno, tampoco he dicho nada sobre el sótano del miedo, en esta proyección cilíndrica de lo que quise decir y no dije.
Un saludo, sister
Me gustaría poder tener esas sensaciones al leer tu blog. Pero primero tendrás que hacer uno :)
Sobre el extraño proceder de Natasha Kampsuch al conceder la entrevista nada mas ser liberada, hay que añadir el hecho de que ha comprado la casa donde estuvo encerrada durante 8 años (al menos eso he leido en algun periodico de hoy). :-\
¡Jesus! Trataré de confirmar esa noticia
Por cierto bienvenido/a
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