La partida del fin del mundo
La primera noticia que tuve de este documental fue a través del blog "24 imágenes por segundo" Me picó la curiosidad, más que por el tema en sí por los elogios que el autor del blog le dedicaba al filme, y digamos que al poco tiempo la película llegó a mis manos.
No soy partidario de hablar de películas que no sean de estreno. Lo malo es que “The king of kong” no sólo no se ha estrenado en nuestro país sino que posiblemente nunca se estrenará. Y dado que se trata de una producción más bien poco conocido (sólo tiene una crítica en el film affinity única manera que conozco de medir la popularidad de una película que no tenga cifras de taquilla registrables) creo justificado dedicarle estas letras a un trabajo que en mi opinión no merece pasar desapercibido.
Antes de entrar en materia hay que dejar clara una cosa: “The king of kong” es un documental que gira en torno a la disputa por batir el record del videojuego histórico “Donkey Kong”.
Si después de leer esto deciden abandonar la lectura de esta recomendación lo entenderé pero ¿de verdad no les pica la curiosidad el hecho de que una película con un argumento tan trivial –estupido si lo prefieren- haya generado tantos elogios al menos en su país de origen?.
En mi caso no se trata de un ejercicio de nostalgia personal, algo que podría deducirse si tenemos en cuenta que los personajes que protagonizan el documental y yo nacimos más o menos en los mismos años y que al igual que ellos yo pasé parte de mi infancia en los salones de juegos recreativos (que en el argot local se conocían como “vicios”) gastando dinero en el “space invader”y demás juegos que hoy parecen tan pedestres. No, de hecho no me gustaba el tal “donkey kong” (es más, ni siquiera lo recuerdo) y en general me suelen repeler bastante los ejercicios de nostalgia ochentera.
El desafío de “The king of kong” no está en lo que cuenta sino en como lo hace. Quizás (y esta es una idea a la que vuelvo continuamente y no sólo a propósito del cine) el verdadero arte consiste en convertir lo vulgar en sublime a través de la habilidad del artista. En este caso el secreto está en transformar una absurda competición entre dos colgados para ver quien es el campeón de un juego que hace veinte años ya estaba pasado de moda en un enfrentamiento épico lleno de suspense y golpes de efecto en el que el espectador se ve tan implicado como si estuviera viendo un thriller. Y precisamente de eso se trata, si hay muchas películas que por la forma en la que están se asemejan a documentales, este documental se asemeja en cambio a una película de ficción.
Del mismo modo también los protagonistas del drama electrónico se presentan bajo el típico antagonismo del bueno y el malo.
Por un lado tenemos a Billy Mitchell una autentica leyenda de los antiguos videojuegos (entre otras cosas consiguió jugar la partida perfecta del pac-man que era lo que nosotros llamabamos el come cocos) y que en 1982 siendo aún un adolescente estableció un record mundial aparentemente inalcanzable en el “Donkey kong”.
Con el tiempo Mitchell se ha convertido en una especie de palurdo (corbata con los colores de la bandera americana incluida) de pelo imposible y una perenne expresión facial que hace sospechar de donde sacó Ben Stiller su famosa mirada “acero azul”.
Mitchell es además un empresario de éxito dedicado a la fabricación de salsa para condimentar alitas de pollo aunque su mayor orgullo sigue siendo todos los records que batió en su juventud.
En resumen, Mitchell se considera la perfecta encarnación del sueño americano aunque les aseguro que hay que hacer un verdadero esfuerzo intelectual para auto convencerse de que el personaje no forma parte de una parodia pasada de vueltas (algo parecido al ejercicio que también había que hacer en el caso de “Grizzly Man” otro documental algo más conocido en nuestro país).
Su contrincante es Steve Wiebe que, al contrario que el empresario salsero, es un autentico “nice guy”, un tipo tranquilo y flemático que soporta con paciencia de santo los desprecios del agresivo Mitchell y la inacabable ristra de zancadillas que le ponen los admiradores del campeón y la asociación de jugadores que ven a Wiebe como alguien ajeno al cerrado mundo de los fanáticos de los viejos juegos del Arcade y que no quieren ver como cae su ídolo.
Pero el enfrentamiento no es sólo entre dos personas con caracteres diferentes sino también entre dos formas de entender el mundo y la disputa ya va mucho más lejos de batir un simple record y tiene unas insospechadas implicaciones filosóficas. Ambos contrincantes luchan también por su propio destino. Mitchell bajo su impasible semblante da la impresión de tener verdadero pánico a perder su estatus, a pesar de su aparente éxito en los otros aspectos de su vida para él ser el campeón del Donkey Kong lo es todo y no repara en medios (algunos de ellos bastante opacos) para que las cosas no cambien. Wieber en cambio aparece como un típico perdedor americano que se ha quedado a medias en todo lo que ha intentado hacer en la vida (jugador profesional de baseball, músico, ingeniero,…) y se empeña en batir el record como una forma de demostrarse a sí mismo que es capaz de triunfar en algo.
Alrededor de los dos contendientes circula una sorprendente fauna de maniacos de los videojuegos antiguos que incluyen a un individuo que se ha fabricado un guante especial para poder jugar mejor, un psicópata que profesa un odio mortal por Mitchell y cuyo único objetivo en la vida es que se le reconozca su record personal en el juego “Missil Comand”, un abogado con aspecto de yuppie que lleva veinticinco años rindiendo pleitesía al histórico campeón después de que éste le diera una paliza jugando al Donkey cuando ambos eran adolescentes y como sumo sacerdote de todos Walter Day el fundador de Twin Galaxies la organización que controla los records mundiales de las maquinitas tragaperras y que además no sólo es arbitro de las competiciones sino que además SE VISTE de arbitro.
Decíamos antes que el documental está organizado como una película de suspense y puede que ahí reside uno de sus puntos flacos (el otro no lo desvelaremos porque significaría también desvelar el final). Dejando al margen el hecho ya mencionado de que resulta difícil asumir que los personajes que estamos viendo sean reales lo cierto es que también cuesta creer que la acción se haya podido desarrollar de esa manera tan dramática y que las cámaras hayan podido estar siempre presentes en el momento adecuado y además en varios escenarios simultáneos.
Pero bueno quizás lo importante es que la verosimilitud queda en un segundo plano al servicio de un trabajo de realización que, hay que decirlo una vez más, consigue convertir un argumento que la mayor parte de la gente –y con razón- consideraría una memez en un autentico duelo de titanes. El juego está servido ¿Quién ganará? Para saberlo tendrán que ver la película (o consultar la wikipedia ¡qué carajo!) y si tras hacerlo les ha gustado lo que ven, difundan el mensaje.
Labels: The king of kong
18 Comments:
Parece que casi estuvieras excusándote por recomendarla y no deberías hacerlo, a mí el argumento me parece de un épico comparable al de "Guerra y Paz". Ya sabes, sólo se puede retratar lo general a partir de lo particular (o algo así).
Es una gozada.
Sobre la irrealidad que a veces se puede apreciar creo que es similar a Capturing the Friedmans, yo hubo un momento que pensé que era un falso documental, no daba crédito a que una familia se grabara en vídeo mientras se destruía.
De acuerdo en todo con todos. La vi hace bien poco y me parece brillante. Esa abstracción a partir de un mundo tan pequeño como el Twin Galaxies es perfecta.
Se me ocurre que en realidad se puede hacer una obra maestra de casi cualquier cosa si se hace bien.
Con Grizzly Man me la dieron bien con queso, estaba totalmente convencido de que era un falso documental y !resulta que no!
Hombre, tienes razón, no se estrenará, el tema no calaría aquí ni de cachondeo. Pero tiene buena pinta, al menos como curiosidad freaky.
A mí Grizzly Man me sorprendió, la vi como por descuido y me enganchó, sorprendentemente.
He leído por ahi que la gente se queja de que Mitchell se vuelve demasiado malo, y que todo es culpa del montaje. Pero toda esa "culpa" del montaje se intuye. Podemos hacernos una idea que una imagen determinada quizás se colocó en cierto momento para provocar un efecto, pero eso es anecdótico. Los momentos clave sí que son auténticos. Como cuando Mitchell entra en el salón y mira de reojo a Steve, se hace el desinteresado y encima dice algo como que allí huele mal. Ese tío era un verdadero cretino.
Juas. A eso se le llama clímax!
Era como si Apollo Creed no hubiera querido luchar contra Rocky, y le hubiera llamado italianini de mierda...
(Hace años que no veo Rocky, así que no estoy seguro que eso no pasara).
El tema realmente no me interesa en absoluto. Los salones recreativos siempre me han dado grima, no sólo por los individuos que los frecuentaban, si no también por el efecto claustrofóbico que me causaban (creo que sólo entré una vez en uno empujada por mi grupo de amigos y no duré dentro más de tres minutos, ¡todo un récord!) No me gustan los juegos que implican un desembolso, salvo que te compres la consola de turno y ya una vez en casa tengas ilimitado tiempo para jugar. Odio los bingos y las tragaperras, vamos, podríamos decir que para lo que algunos Las Vegas puede resultar un paraiso, para mí sería sin duda, un viaje al infierno. Por no hablar de las lucecitas y musiquitas que martillean mi cabeza.
Pero en lo que se refiere al aspecto cinematográfico y la original idea de utilizar toda esta trama como un auténtico documental, me parece fascinante. No me negaría a verlo.
¿He dicho ya que los personajes me parecen el súmmum del patetismo? Totalmente necesarios para consolar a otros por nuestros sentimientos de perdedores, y que en la mediocridad no se está tan mal. Siempre se puede caer más bajo. Ya sabes, ser concursante de GH, tú si que vales, y demás sucedáneos, hija de multimillonario echada a perder o estrella de la música reducida a un esperpento de una misma.
Por cierto Pi que también intenté "comprar" Old Joy pero no funcionó y ahora tengo el ordenador bastante mal, en cuanto la vea la difundo también (si me gusta claro).
No me preocupa que el documental se decante tan claramente por una de los dos contrincantes. Primero porque es casi inevitable que así suceda, creo que hubiera pasado lo mismo si hubieran elegido sólo las partes positivas de Mitchell. El tipo es un cretino hasta durmiendo seguro. Segundo porque teniendo ya asumido que no es una pelicula-documental sino un documental-pelicula ya no tengo problema en entrar de lleno en el juego del bueno y el malo imprescindible en toda pelicula de ficción.
Tengo un amigo que siempre dice que el qué ya está escrito, que el campo a desarrollar es el cómo. Y estoy de acuerdo con él. Y también estoy de acuerdo de que de la nada se puede sacar una obra maestra.
¿No hay record del mundo de "Carta blanca"? Ahí igual me podría defender.
Por cierto, me gustó bastante "Al final de la escapada". Y esta noche toca "Los viajes de Sullivan". Vente a Valencia.
Me han desaconsejado visitar esa ciudad en verano ;)
Hombre, no le falta razón a quien te lo desaconsejó, con este calor y esta humedad que sólo lo soportamos quienes no nos queda más remedio. Y a finales de agosto vienen los cretinos de la fórmula 1. Les va a dar algo. Que se jodan.
Bueno, te dejo que tengo a Veronica Lake esperando y confío no te moleste si te digo que la encuentro más atractiva que a John Kerr.
Suerte que tienes, a mi me espera una noche con La maldición y ni Cristina Ricci lo está arreglando
La Maldición es tan mala que ni te puedes reír de lo mala que es.
Eso sí, hay una moraleja muy bonita que es que si te conviertes en hombre lobo te vuelves guapérrimo y tienes aspecto siempre de recién follado.
No acabé de verla, cuando llevaba una cuarta parte aproximadamente me dije "¿Qué hago yo viendo esta mierda cuando tengo un porron de capitulos de The Office (UK) y The Wire por ver?"
sisterboy, a pesar de que tus recomendaciones suelen dar en el clavo, y a pesar de que soy un fan de las recreativas (tengo una en casa y ¡pensaba que era bueno en el Donkey Kong!), me puse a ver el documental con cierta reserva.
Después de verlo, ¡me avergüenzo de mis dudas! ¡OBRA MAESTRA! ¡Gracias una vez más!
No hay de qué Torrance aunque las gracias se las debes dar a nuestro común amigo (o conocido) Foscardo. Ahora difunde la noticia por el mundo.
Post a Comment
<< Home