Tuesday, July 20, 2010

Abecedario del crimen. Capitulo XIX. Helter Skelter. Parte Segunda: Apocalypse Now



En 1968 el verano del amor estaba empezando a degenerar en malas vibraciones de modo que Charlie decidió agenciarse un autobús y se embarcó con sus fieles en una Gira Mágica y Misteriosa por toda la costa de California. Finalmente algunos de ellos se instalaron en la casa del profesor de música Gary Hinman. Poco después, Charlie conoció a Dennis Wilson, batería de los Beach Boys.



Wilson tenía la costumbre de recoger autoestopistas, y un día subió a su coche a Patricia Krenwinkel y Ella Jo Bailey, dos chicas de la Familia.





Las llevó a su casa de Sunset Boulevard y les dijo que podían quedarse mientras él se marchaba a una sesión de grabación. Cuando volvió, encontró su casa llena de jóvenes hippies y a un desarrapado hombre de mediana edad. Asustado, Wilson preguntó “¿Vais a hacerme daño?”. Manson se acercó a él y le dijo: “¿Tengo aspecto de ir a hacerte daño, hermano?”, mientras se arrodillaba y le besaba los pies. La estancia de la Familia en casa de Wilson duró un tiempo y le costó al músico 100.000 dólares en ropa robada, préstamos no devueltos y un Ferrari siniestrado.

Salvo por los gastos Wilson declaró que se había llevado bien con Charlie y las chicas, de hecho en un momento dado llego a tener a 25 de ellas durmiendo en su dormitorio. Para alimentarse la Familia montaba en un Rolls Royce y se iba de ronda por los cubos de basura de los supermercados de San Francisco, llenado el maletero con los mejores productos desechados.

Musicalmente, Manson compuso a medias con el anfitrión el tema “Deja ya de existir” (“Cease to exist”). Sin embargo los Beach Boys no entendieron el mensaje. Cambiaron dos veces el nombre de la canción, titulándola primero “Cease to resist” y por fin “Never learn not to love”.



Mientras tanto Manson seguía buscando lugares aislados donde poder concentrarse en la creación del culto a su persona. Por último decidió instalarse en Death Valley, en los estudios cinematográficos de Rancho Spahn, en medio del desierto.



Rancho Spahn era un lugar que había servido como escenario para cientos de películas de cowboys en los años 20 y que ahora funcionaba como atracción turística. Charlie llegó a un acuerdo con el propietario del rancho, el anciano y ciego George Spahn, que les permitió vivir allí a cambio de ayudar con tareas como limpiar los excrementos de los caballos, y de los favores sexuales proporcionados por algunas chicas de la comunidad.



Una vez instalada allí la Familia empezó a crecer hasta alcanzar el centenar de miembros, aunque el núcleo básico se reducía a unos veinticinco o treinta incondicionales, casi todos adolescentes fugados que habían roto todo contacto con amigos, familiares o los sitios y personas que antes frecuentaban. Ningún libro mancillaba la libertad intelectual de la comuna y, puesto que el tiempo era una convención burguesa, tampoco los relojes estaban permitidos.

Se prohibió la palabra “por qué”. De acuerdo con Manson y la ortodoxia imperante en ese entonces: “Jamás preguntéis por qué. Todo es bueno. Todo cuanto hacéis es lo que debéis hacer. Estáis siguiendo vuestro karma”.

Manson disfrazaba a los miembros de la Familia de piratas y los animaba a repeler los abordajes; al día siguiente era indios contra vaqueros, o pistoleros mexicanos, o demonios. Pero siempre eran “ellos” contra “nosotros”, incluso cuando se trataba de de aguantarle la mirada a las serpientes del desierto.

Pero el verdadero anzuelo era el sexo, el nudismo era la vestimenta habitual. El sexo “deconstruía” a las chicas; llegaban allí con su moral burguesa intacta y acababan participando en orgías colectivas. Si la muchacha era poco atractiva, Manson la convencía de que era hermosa; si necesitaba una figura paternal, él se convertía en el padre; si lo que quería era un líder, él le revelaba que era Cristo. Tenía un olfato extraordinario para las debilidades personales.

Las orgías Familiares solían tener una frecuencia semanal y el primer ingrediente eran las drogas. Manson distribuía las raciones de hierba, peyote y LSD. Él mismo dirigía el evento: era el primero en iniciar el baile y también el primero en desnudarse y encabezar la serpenteante cadena de acólitos desnudos mientras marcaba el ritmo con su tambor. Luego se tumbaban todos y cada cual fornicaba con el que le tocara más cerca. Manson hacía que sus discípulos “afrontasen sus temores”. Cualquier prurito o inhibición –respecto a la homosexualidad, la sodomía, el sexo oral- se convertía en la tarea del día. Lo normal era que hubiese cinco mujeres por hombre; Manson utilizaba a las mujeres para asegurarse a los hombres.



La última orgía tuvo lugar el 22 de julio de 1969, aunque para entonces el sexo había decaído. En esa época las preocupaciones de la Familia derivarían hacia la Apocalipsis y el derramamiento de sangre, no se hablaba de otra cosa.

Parte de culpa la tuvo la audición compulsiva del reciente “Álbum Blanco” de los Beatles. Como se ha dicho Manson ya era un fanático del grupo mientras estaba en prisión pero ahora interpretaba ese álbum doble a la luz del Libro de las Revelaciones, elevando a los Cuatro de Liverpool a la altura de portavoces de Dios. Manson intuyó que las canciones eran proféticas. Los Beatles estaban enviándole mensajes cifrados sobre el fin del mundo.

Si se les prestaba atención, decía Manson, casi todas las canciones propagaban sus puntos de vista. La letra de "I will” era para él una invitación directa a entrar en un estudio de grabación: “Y cuando al fin te encuentre, tu canción llenará el aire. Canta fuerte para que te oiga”.

En “Honey Pie” Los Beatles sabían que su redentor vivía en la costa del Pacífico, ¿por qué si no cantaban “Ay, Honey pie, eres un ser tan fantástico, y yo cruzaré el Atlántico para estar contigo allí”?. No podía tratarse de otro que Manson.

La letra de “Piggies” aportaba más revelaciones, presagiando un futuro en el que grotescas parejas porcinas eran cenadas con cuchillo y tenedor, lo cual se tenían bien merecido. “What they need's a damn good whacking"



El extenso collage sonoro de “Revolution 9” era un augurio de la carnicería que se avecinaba. De fondo se oían ametralladoras, gruñidos de cerdo y muy débilmente, durante lo dos minutos y 34 segundos del corte, la palabra “Alzaos” repetida en un grito largo y desgarrado.



Luego estaba “Helter Skelter”, una expresión de la que he escuchado ya tantas posibles traducciones que he decidido no optar por ninguna de ellas, pero que por lo visto hace referencia en origen a un tipo de tobogán que constituía una de las atracciones de las ferias inglesas.



Paul Mcartney explicó que la canción era una especie de tobogán lisérgico pero está claro que una letra tan críptica podía ser interpretada de múltiples formes. Para Manson la canción evocaba el descenso de la Familia al “pozo sin fondo” profetizado por el Apocalipsis, pozo donde se refugiarían del inminente baño de sangre. “Look out helter skelter/ She's coming down fast/ Yes she is/ Yes she is.”



Como se señalaba anteriormente, Manson combinó estas señales con las que contenía el libro de las Revelaciones, cuya parafernalia de muerte, sangre, juicio y condena de una tercera parte de los hombres contribuyó a avivar su ya de por sí fértil imaginación. El noveno capítulo era su favorito.

En Revelaciones 9,11 aparece el quinto ángel: “Y por encima de ellos había un rey, y este era el ángel del abismo insondable”. Manson sabía a quién se refería el pasaje: a Charles Mason, una estrella caída del cielo a la tierra. El nombre latino del quinto ángel es Exterminans.

El concepto bíblico clave era el de los cuatro ángeles sosteniendo los cuatro vientos de la tierra en los cuatro confines del mundo. Según Manson, sus nombres era John, George, Paul y Ringo pues la Biblia dice “Sus rostros eran como el rostro de los hombres [pero] sus cabellos eran como los de las mujeres”. Los Beatles eran profetas, ordenados con “corazas de fuego” (las guitarras eléctricas), y sus letras eran el “fuego y la lava” que arrojaban las bocas de los ángeles.



Por aquel entonces hacía tiempo que la Familia, que estaba siendo acosada por la policía debido a sus pequeños delitos y trapicheros con drogas, había decido internarse aun más en el desierto de Death Valley. Allí Manson muchas veces cenaba solo, sobre una gran roca con el resto de la Familia sentada reverencialmente escuchándolo tras administrarse todos una buena dosis de LSD. A su habitual discurso apocalíptico se había añadido el factor racial. Manson predicaba que los negros se relevarían contra los blancos y convertirían las ciudades en un infierno de venganza. Los negros ganarían esa guerra, pero no serían capaces de conservar el poder debido a su innata inferioridad.

Charlie y la Familia sobrevivirían a este Holocausto racial porque se esconderían en el desierto. Sacó del Apocalipsis el concepto de un pozo sin fondo cuya entrada era una cueva por debajo del Valle de la Muerte que llevaba hasta una ciudad de oro con fuentes de chocolate y árboles de comida en el que vivía otra civilización. En este paraíso esperarían el final de la guerra. Después, cuando los negros no lograsen mantener el poder, Manson y los suyos, que para entonces se habrían multiplicado hasta alcanzar la cifra bíblica de 144.000, les desposeerían y gobernarían las ciudades y ya no habría nadie excepto ellos y los sirvientes negros.

Charlie el profeta había predicho que la guerra racial comenzaría en el verano de 1969, los negros marcharían sobre los exclusivos distritos de Bel Air y Beverly Hills y provocarían una orgía de asesinatos, con apuñalamientos, sangre en las paredes y palabras como “cerdos” pintadas con la sangre de las propias víctimas. Pero según pasaba el tiempo, parecía que el profeta se había equivocado. “Lo único que los negros saben es lo que los blancos les han contado”, le dijo a uno de sus seguidores. “Voy a tener que enseñarles cómo hacerlo”.

Sin embargo y por encima de toda esta amalgama de drogas, música psicodélica y mesianismo lo que en realidad desencadenó la masacre más conocida de la Familia fue un acontecimiento relacionado con la más pueril de las vanidades.

Algún tiempo antes y gracias a su amistad con Dennis Wilson, Charlie había conocido al hijo de Doris Day, el productor discográfico Terry Melcher, al que trató de interesar en su música.



Manson y sus amigos visitaron a menudo a Melcher, quien por entonces vivía en el 10050 de Cielo Drive. El productor le organizó una sesión de grabación el 9 de agosto de 1968 (justo un año antes de que se produjera el acontecimiento por el que Manson pasaría a la posteridad), pero no le gustó la música de Charlie y finalmente se negó a producirle un disco. Manson se sintió muy decepcionado, y comenzó a albergar en su interior un gran odio hacia Melcher.

El primer crimen conocido de la Familia (se ha hablado de muchos otros, incluso se ha mencionado la cifra de treinta, pero para lo que nos concierne ahora sólo nos ocuparemos de tres incidentes separados) también tuvo un carácter más bien prosaico.



Manson estaba convencido de que su antiguo protector, el profesor Gary Hinman, le debía dinero de manera que la noche del 27 de julio de 1969 (25 de julio según otras versiones) envío a Susan Atkins, Mary Brummer y Bobby Beausoleil (otro miembro del grupo cuya rocambolesca forma de involucrarse con la Familia ya fue contada aquí hace tiempo) a casa de Gary donde pensaba que el músico escondía 20.000 dólares. Hinman fue torturado durante varias horas, pero se negó a confesar donde guardaba su fortuna. Bobby telefoneó a Manson y este se presentó en el interrogatorio al que contribuyó cortando una oreja al infortunado Gary, pero tampoco consiguió nada. Entonces simplemente se marchó no sin antes ordenar a Bobby que matara a Hinman. Beausoleil apuñaló hasta la muerte a Hinman y con su sangre escribió “Political Piggie” en la pared, también estampó una garra, para hacerlo parece un crimen cometido por el grupo radical afroamericano “Panteras Negras”.

El 6 de agosto Beausoleil fue arrestado, todavía con manchas de sangre en su camisa, mientras conducía la camioneta de Hinman. Esta forma increíblemente descuidada de actuar sería una constante en los crímenes del grupo.



Sin dejarse impresionar por la captura de uno de sus pupilos, tres días más tarde Manson instruyó convenientemente a Charles Watson para un nuevo ataque, el objetivo en esta ocasión era la vivienda de Terry Merchel el hombre que había humillado al profeta negándose a producir su música. Charlie le entregó Watson un cuchillo y una pistola del 22, y seleccionó para que le acompañaran (“Id con Tex y haced lo que él os diga”) a las ya mencionadas Susan Atkins y Patricia Krewinkel a las que se unió Linda Kasabian que estaba destinada a tener un papel fundamental en esta historia aunque bastante más tarde.



A lo largo de los años ha habido versiones contradictorias acerca de si la idea del ataque provino directamente de Manson o de si el hombre simplemente dio su conformidad a una iniciativa planteada por Tex Watson (con quien de hecho Charlie mantenía una pugna sobre el liderato del grupo). No es una cuestión menor teniendo en cuenta que Manson nunca mató directamente a nadie y ni siquiera estuvo presente en los crímenes.

Mientras los miembros del comando arrancaban el viejo Ford modelo 59, Manson se asomó a la ventanilla y añadió: “Dejad una señal. Vosotras sabéis qué poner chicas. Algo que suene a brujería”. Y así el cuarteto partió atravesando la noche hacia el 10050 de Cielo Drive.




FIN DE LA SEGUNDA PARTE

13 Comments:

Blogger Slim said...

y que paso en casa de Terry? que hizo Linda Kasabian? que señal dejaron las chicas?
eres unico para los finales!! te tenia que contratar antena 3 para darle garbo a las teleseries!!

7:56 AM  
Blogger SisterBoy said...

¡Paciencia! Así son los seriales de verano :)

8:36 AM  
Blogger Igor said...

Brutal. Llenado los vacíos de cada uno encarrilados en una fiesta continua. Hasta el final.
Gran explicación.
Saludos.

8:40 AM  
Blogger SisterBoy said...

Gracias Igor y bienvenido

9:09 AM  
Blogger El Impenitente said...

¿El hijo de Doris Day? Cagliostro.

Y que el batería de los Beach Boys se dedicase a coger autoestopistas me parece alucinante.

Y el caso es que habré escuchado infinidad de veces el "Álbum blanco" y, sin embargo, todavía no he ordenado matar a nadie. Tendré que hacérmelo mirar.

Algo ha cambiado el mundo desde finales de los sesenta hasta hoy.

9:49 AM  
Blogger SisterBoy said...

Sin embargo está demostrado que la audición de Zapato Veloz ha provocado autenticas matanzas como sabrá todo aquel que haya estado alguna vez en una verbena.

Dennis Wilson era un calavera y en esa época muchas recogidas en autoestop acaban en cogidas argentinas

10:22 AM  
Blogger 3'14 said...

Y yo que conocía solamente, lo que creo ser, el final de la historia... ¡increible!

11:30 AM  
Blogger El Impenitente said...

Pues razón tienes. Y no sólo con Zapato Veloz. Si Charles Manson hubiese escuchado e interpretado las sucesivas ediciones del Caribe Mix la población mundial se hubiese reducido en un treinta por cien y adiós al problema malthusiano. La letra -ahí está, ahí está, se la llevó el tiburón, el tiburón- significa claramente que hay que aniquilar a toda la población de raza amerindia.

2:03 PM  
Anonymous Anonymous said...

Refrescospepito dixit:

Fantásticamente bien documentado, Sister Boy.
Son unos textos estupendos.
¡Y yo tampoco puedo esperar por el desenlace!

9:44 PM  
Blogger SisterBoy said...

¡Pero si todo el mundo sabe ya cómo acaba la historia!

11:09 PM  
Anonymous Ra está en la aldea said...

Jojojo. Me encanta esta expectación, parece que todos odiásemos a Sharon Tate.
Aprecio mucho las fotografías de la comuna, que la historia ya la conocía (implicaciones beachboyescas incluidas), y me da un poco de cosica pensar si habrá fotos del interior de la casa con esos "pigs" escritos con sangre en las paredes, y si las colgarás.

2:10 AM  
Blogger SisterBoy said...

Haberlas habrialas pero creo que son razonablemente sangrientes sin caer en la truculencia

3:42 AM  
Anonymous Ra está en la aldea said...

Yo estoy totalmente a favor de que las cuelgues, ¿eh?

7:33 AM  

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