Saturday, October 30, 2010

Abecedario del crimen capítulo XX. Psycho Killer Qu'est-ce que c'est? (especial Halloween)

Como mucha otra gente la primera vez que oí hablar de Ed Gein fue en el libro “American Psycho” de Bret Easton Ellis, dado que la conversación en la que ese nombre salía a la luz se reprodujo posteriormente de forma casi íntegra en la versión cinematográfica nos evitaremos la cita literal.

La obra de Ellis debí leerla allá por el 91 o el 92, algunos años antes de que llegara Internet por lo que tuve que echar mano de algunas fuentes menos avanzadas para tratar de averiguar quien era este señor (quien por cierto parece que no fue el autor de la célebre frase sobre las mujeres como ya se desveló hace algún tiempo en otro capítulo de la Biblia del Mal).



Ed Gein no fue el primero, ni el más prolífico, ni tampoco el más truculento de los asesinos, pero su irrupción en la soñolienta America de los años 50 sacudió a la sociedad de aquél país de tal manera que su influencia no ha dejado de hacerse notar desde entonces. Una muestra es el hecho de que tres de los personajes de ficción más aterradores de la historia del cine están inspirados de forma explicita en Gein.






El autor de todo este embrollo nació en el año 1906 y tras una infancia típica entre las personas de su condición (padre alcohólico y displicente, madre autoritaria y fanática religiosa) acabó instalándose con su madre y su hermano mayor Henry en una apartada granja de Plainfield, Wisconsin donde permaneció durante casi toda su vida.




En aquella apartada localidad del medio oeste Gein se ganaba la vida como granjero y hombre para todo en una propiedad de 65 hectáreas. Su madre, Augusta, había prevenido a sus dos hijos casi desde que nacieron de que todas las demás mujeres eran malvadas, y les convenció a de que no se casaran sino que cuidaran de ella y de la granja. También les previno de que el sexo antes del matrimonio era malo y la masturbación, aún peor. Tiempo más tarde, durante su interrogatorio, Gein dedicó horas a discutir sobre la relación con su difunta madre. Era, decía él, “buena en todos los sentidos”.

La señora Gein murió en 1943 tras un ataque al corazón, y el hermano Henry falleció al año siguiente cuando combatía un incendio forestal. Ed estaba ahora completamente solo, desde entonces sintió que las cosas no eran reales. Después de su fallecimiento, sintió que mamá se mantenía en contacto con él durante un año o más, hablándole mientras se adormecía

Selló el cuarto de su madre y la sala de estar, y se limitó a vivir en su pequeño dormitorio y en la cocina. El espartano lugar no tenía electricidad ni agua corriente. Como un recluso, leía revistas de detectives y libros de texto de anatomía, en especial las secciones que trataban de las mujeres. Le impresionaron sobre todo los reportajes sobre la operación de cambio de sexo de Christine Jorgensen y jugó con la idea de convertirse en mujer.






Poco más tarde Ed pasó de la teoría a la práctica y comenzó a desenterrar cuerpos de mujeres del cementerio local para cortarlos en pedazos y estudiar sus órganos.



A un vecino de pocas luces llamado Gus le dijo que ayudaría al progreso de la causa de la ciencia si le ayudaba a desenterrar cuerpos para experimentos. Pero Gus nunca vio lo que sucedía después de que ambos llevaran los cuerpos a un cobertizo contiguo a la granja. Gein los despellejaba y se envolvía con la piel, llevándola a veces durante horas. Diseccionaba los cuerpos y guardaba algunas partes como trofeos: cabezas, órganos sexuales, corazones, hígados y varias tiras de piel que le fascinaban. Enterraba los cuerpos y quemaba las partes que no le gustaban.

Tras un cierto tiempo se cansó de robar tumbas y decidió conseguir cuerpos frescos. El primero de ellos fue el de Mary Hogan, de cincuenta y un años, que regentaba una taberna en Pine Grove.



Una tarde de invierno de 1954, Gein entró en la vacía taberna con una pistola de calibre 22 y le disparó en la cabeza sin decir palabra. Llevó el cuerpo de vuelta a la granja en un trineo.

Años más tarde, en noviembre de 1957, un sábado por la mañana, Gein entró en la tienda de ferretería de Plainfield y tomó un rifle calibre 22 del armero, metió una sola bala en él y la usó para matar a la propietaria, Bernice Worden, luego llevó el cuerpo de vuelta a la granja, en su camioneta.



El hijo de la señora Worden, y ayudante del sheriff de la ciudad, Frank Worden descubrió más tarde la tienda cerrada y la ausencia de su madre. La última anotación en el libro de ventas era una lata de anticongelante, un producto que Gein mencionó haber comprado la noche antes. El ayudante del sheriff fue a investigar.

En la granja, a once kilómetros de distancia, las autoridades efectuaron un macabro hallazgo: brazaletes hechos con piel humana, cuatro narices en una taza en la mesa de la cocina, un par de labios en una cuerda atada al alfeizar de una ventana, piel humana tensada sobre una lata de café vacía como si fuera el parche de un tambor, piel del cuerpo de una mujer convertida en una chaqueta, algunos cinturones de piel , una silla tapizada también con piel humana, la piel de los rostros de nueve mujeres montadas en la pared., y un bolso hecho con piel así como un cinturón formado por pezones.






También se encontraron diez cabezas aserradas por la parte superior. “¿Los utilizaba como recipientes?”, preguntó el incrédulo investigador Joe Wilimovsky. “Creo que ha acertado –respondió Gein alegremente-. Me parece que está inspirado en una moda de la antigua Noruega.” Otros cráneos humanos decoraban las columnas de su cama.



Pero quizás el artículo más insólito era un torso despellejado de mujer con una raja en cada lado. Curtido y de una pieza, podía utilizarse a modo de peto y de espaldar; Gein lo reservaba para las noches de luna llena en las que se ponía a saltar por el patio en estado de excitación sexual, adornado con el rostro, el pelo, los pechos y las vaginas de sus trofeos humanos.

El cuerpo de Bernice Worden fue hallado en el ahumadero, colgado por los talones, eviscerado y despellejado como la carcasa de un ciervo. Fue un trabajo limpio; según el informe médico; “El cuerpo había sido abierto con una incisión central desde el manubrio del esternón, extendiéndose en línea media hasta la zona que hay justo encima del monte de Venus” Las cavidades vacías del cuerpo estaban relucientes y limpias de sangre; parecía que las hubieran lavado”




La cabeza cortada de Bernice estaba en una caja de cartón, y su corazón fue hallado en una bolsa de plástico en el hornillo de la cocina. El único sitio normal de la casa era el dormitorio de la fallecida madre, contenía una cama, un armario de cedro y otros muebles, cubiertos por una fina capa de polvo.




Según todo lo que se pudo suponer, había quince cuerpos en los alrededores. La mayor parte de ellos procedía de las profanaciones de cuerpos del cementerio.

Gein admitió ser asesino, caníbal y necrófilo pero de lo que se mostraba más trastornado era de haber tomado una caja registradora y 41 dólares de la tienda de la señora Worden.

-No soy un ladrón. Tomé el dinero y la caja registradora sólo porque deseaba ver cómo funcionaba la máquina.


Aunque sólo fue juzgado por el homicidio de la señora Worden, Gein admitió también el de Mary Hogan. Los psicólogos advirtieron rápidamente que ambas mujeres tenían un gran parecido con su madre. Se insinuaron más crímenes, incluso se puso en duda que el fallecimiento del hermano mayor de Ed fuera un simple accidente, también se habló de un hombre que desapareció después de que Gein le invitara a salir de caza y de otras dos muchachas de la localidad que se esfumaron sin dejar rastro pero todo eso quedó en nada.

En el juicio, que tuvo lugar el 6 de enero de 1958, el juez Bunde declaró: “No veo que mi opinión pueda ser otra más que pensar que el acusado es un enfermo”.





Diagnosticado como esquizofrénico crónico, Gein fue hallado mentalmente incapacitado para soportar un juicio y nunca fue condenado por ningún crimen, (un punto de vista que fue confirmado diez años más tarde y que hoy en día ningún juez que estimara en algo su cargo se atrevería a sostener) pero pasó el resto de su vida confinado en instituciones para criminales dementes donde se convirtió en un interno modelo. Murió de una afección respiratoria en el Instituto de Salud Mental de Mendota el 26 de julio de 1984. Tenía 77 años. Fue enterrado junto a su madre, hermano y padre.







Durante años, la granja fue apedreada y se convirtió en un símbolo del mal. El 30 de marzo de 1958 fue arrasada, después de que corriera el rumor de que estaba destinada a convertirse en una atracción para turistas. Pero la camioneta Ford de 1949 sobrevivió y, tras una rápida oferta, se vendió en pública subasta por 760 dólares. El vehículo fue utilizado en ferias locales. Un letrero anunciaba” ¡Aquí! ¡Vean el coche que transportó a los muertos de las tumbas!”.



Pero como hemos explicado antes el culto al monstruo no se detuvo en unos meros entretenimientos pueblerinos. A 75 kilómetros de Plainfield vivía un joven escritor, Robert Bloch, quien en su novela sobre la historia de Gein, Psycho, centro la acción en un hotel regentado por un solitario joven que vivía bajo la maléfica influencia de su castradora madre. Bloch entró directamente en la motivación edípica del antihéroe: tenía que haber una razón para que Gein viviese de aquella manera.




En el año 1974 apareció otra versión cinematográfica basada en las hazañas de Gein, esta vez la película no era la adaptación de ninguna obra literaria de éxito, algo entendible si tenemos en cuenta el endeble argumento del filme que, dejando atrás cualquier tipo de intención psicoanalítica, era un simple cuento de horror macabro protagonizado por una familia de matarifes que vivía aislada en una granja de Texas. Curiosamente esta historia resultó en parte bastante más fiel a lo que sucedió en la realidad, me refiero a que el mostrenco de Leatherface tenía más de Ed Gein que el aseado y amanerado Norman Bates.



Otro acierto del filme sin duda fue la cuidada escenografía de la sórdida granja donde tenía lugar el drama, directamente inspirada en la casa de los horrores de Plainfield



Por último, en 1991 se estrenó “El silencio de los corderos”. A pesar de que el villano favorito de la película era por supuesto Hannibal Lecter, era el malvado secundario “Buffalo Bill” y su empeño en travestirse (no usando la ropa de las mujeres, sino su piel) el tercer gran personaje de ficción basado en la vida y crímenes de Ed Gein.



No fue hasta diez años más tarde cuando alguien se decidió a tratar de adaptar la historia real. El encargado de hacerlo fue Chuck Parello, un director con una corta carrera que parece vinculada casi en su totalidad a escenificar las hazañas de otros asesinos célebres (“Los estranguladores de las colinas” y la desconocida secuela “Henry, retrato de un asesino 2”). El protagonista fue Steve Railsback que curiosamente también había dado vida a otro de los criminales más célebres de la historia, el mismísimo Charles Manson.




Tuve ocasión de ver el estreno de “Ed Gein” en el festival de Sitges y no se puede decir que levantara demasiadas pasiones. La película se abonaba a lo que se podría considerar un nuevo estilo entre los biopics sobre asesinos famosos, un estilo basado en un realismo estricto, sin concesiones a difusas teorías psicológicas ni ejercicios de glorificación. El exponente más brillante de esa tendencia fue sin duda el filme “Ted Bundy” pero la película de Parello estaba muy lejos de alcanzar esa excelencia y el resultado fue un ejercicio plano y sin ninguna fuerza, los aficionados a la casquería (que forman una parte apreciable de los asistentes al festival) quedaron especialmente decepcionados por la timidez que mostraron los realizadores de la película en este aspecto. De hecho la única escena que se puede considerar digna de mención es esa que representa una de las ya mencionadas danzas a la luz de la luna del maníaco.



Hay que decir en desagravio de los autores de la película que la historia del autentico asesino tampoco daba mucho de sí en realidad.Ed Gein podría estar encuadrado en una facción (menos del 5% del total) de los asesinos en serie que pueden ser considerados como psicóticos. En términos ya más policiales que psiquiátricos se les conoce también como “asesinos desorganizados”, individuos de inteligencia media y socialmente inmaduros con empleos poco cualificados además de sexualmente incompetentes (Gein jamas tuvo relaciones sexuales con nadie, al menos con nadie que estuviera vivo). Estos criminales no suelen tener una carrera dilatada por su disposición ansiosa para cometer sus crímenes, lo que les lleva a actuar cerca de los lugares donde viven y trabajan y atacar a personas con las que tiene alguna clase de relación, no se ocupan de elaborar un plan y los lugares en los que comete sus fechorías reflejan su desorden mental por lo que dichos lugares suelen estar plagados de evidencias, tampoco suelen ocultar los cadáveres ni las armas que utilizan y generalmente no se esconden ni huyen ni se resisten a su arresto.

Todas estas características les convierten en una clase de delincuentes que resulta poco atractiva para la prensa y el público siempre ávidos de historias (inventadas o reales) de supervillanos inteligentes, crueles y escurridizos. Ed Gein fue una excepción porque, como se ha dicho, la truculencia de sus crímenes resulto un preludio de los horrores que vendrían más tarde. Es por ello que sin esa truculencia (que Tobe Hopper abordó sin concesiones en su adaptación) y si no se adornaba al asesino de algunas características más atractivas (como hicieron Alfred Hitchcock y Jonathan Demme en las suyas) no has mucho que contar.

Y ese es también el motivo por el que el autor de esta sección ha elegido una noche como hoy para contar la historia de Ed Gein, una historia de puro horror que se justifica por sí misma.






9 Comments:

Blogger Slim said...

apunte blogosferico: Veo que ya pones los videos adecuados al tamaño del blog, genial!!

miedo: de los videos que has puesto solo he podido ver el ultimo. los otros dos en cuanto ha sonado la puerta esa de las granjas americanas los he tenido que quitar..con eso te imaginaras que tu historia me ha dado mas miedo que a cien viejas, asi que has cumplido el objetivo de la historia.

1:17 AM  
Blogger SisterBoy said...

Bueno, hay quien piensa que David Byrne es un tipo que da miedo :)

De todos modos te adelanto que los dos vídeos que no has visto tienen más de grotesco que de terrorírico, a ver si te animas a verlo a plena luz del día cuando ya ha pasado la noche de brujas.

1:23 AM  
Blogger 3'14 said...

No se porque sigo leyendo esta sección... me entra un malrollo paranoico brutal, me hace desconfiar incluso de mi propia sombra... uff quita, quita.
Aunque paea mi conocimiento cinematográfico ha sido muy constructivo, desconocía que este "personaje" fuera una referencia común para esos tres clásicos del cine de terror que citas.

10:17 AM  
Blogger SisterBoy said...

No te preocupes cuando te entre mal rollo, preocupate cuando no te entre :=)

10:36 AM  
Blogger El Impenitente said...

Leyéndote uno piensa que en Estados Unidos todos tienen un padre alcohólico y una madre fanática religiosa.

El miedo que pasé la primera vez (y única) que vi "Psicosis". La leche.

De los "Talking heads" a mí me gustaba Tina Weimouth.

No he leído "American psycho" pero, por lo que me han contado, creo que no estaba lleno ni de sutilezas ni de sobrentendidos.

Y yo me sigo estremeciendo. Y más con las fotos que has puesto.

12:25 PM  
Blogger SisterBoy said...

Pues el caso de American Psycho es verdaderamente sorprendente porque en mi opinión la película resulta mucho más valiosa que el libro. Lo digo en el sentido de que al prescindir de la casquería y de las orgía sexuales que predominaban en el original literario (supongo que se hizo porque una adaptación literal hubiera sido imposible desde un punto de vista comercial) lo que yo considero como el verdadadero mensaje del libro quedaba más diáfano.

Así que si no has leído el libro al menos hazte con la película.

Respecto a las fotos creeme que he escogido el ángulo menos explicito del cuerpo de la señora Worden, como podrás comprobar tecleando el nombre de Ed Gein en el buscador de fotos del Google.

12:38 PM  
Blogger Slim said...

yo la peli no la he visto pero el libro...que rollo!! esos discursos sobre marcas para mi desconocidas, las disertaciones sobre el agua embotellada, los restaurantes de lujo..que pesado!!

8:42 AM  
Blogger SisterBoy said...

Eso también lo omite la película, creo que para bien igualmente. ¡Vela! ¡vela!

9:18 AM  
Blogger 3'14 said...

Completamente de acuerdo con slim. No pude terminar de leerlo, menudo coñaaaaaaaaaaazo! Y de la peli no puedo hablar porque no me entraron ganas de verla recordando el libro.

2:54 AM  

Post a Comment

<< Home