Saturday, September 06, 2008

Que caigan las bombas sobre Slough



Hace años escuché que había una serie inglesa llamada “The Office” que trataba, como su propio nombre indica, de las tribulaciones de un grupo de empleados en una oficina corriente y moliente. Recuerdo que pensé que se trataba de una buena idea pero no pude seguir esa serie en su día debido a que no me venía muy bien el horario en el que la pasaban por el canal satélite y sobre todo porque, si no recuerdo mal, la pasaban doblada y tenía la sensación de que no era una serie para ver en esas condiciones. (Algo en lo que me reafirmo ahora por lo que les recomiendo que si no tienen posibilidad de verla en su idioma original es mejor que no la vean). Pasó el tiempo y pude comprobar como el prestigio de la serie seguía subiendo en los diferentes foros televisivos que visitaba, incluso contaba ya con una secuela ambientada en Estados Unidos.

Algo más tarde se empezó también a hablar de otra producción inglesa llamada “Extras” cuyo nexo con “The office” era el actor, escritor y director Ricky Gervais, responsable de las dos series y verdadero héroe de esta historia.



Debo decir que la primera serie que vi. fue Extras, la historia de Andy Millman un hombre que trabaja como extra para películas y series de televisión. La serie tenía ese tono peculiar de las comedias de situación inglesas que consiste en presentar situaciones dramáticas (e incluso trágicas) bajo el disfraz de la comedia. Efectivamente la historia de Andy y su amiga Maggie (un personaje de una estupidez insondable) está plagada de situaciones grotescas y sórdidas en la que dos seres patéticos descienden a las más bajas cotas de la humillación para tratar de conseguir sus propósitos que en el caso de Andy es convertirse en actor profesional y en el de Maggie encontrar un hombre. Se trata de un humor que se podría calificar apropiadamente de negro en el que la carcajada va siempre seguida de un regusto amargo. Situaciones graciosas que pensadas un poco más despacio no tienen ni puñetera gracia.




El buen sabor de boca de Extras (que por añadidura contaba con jugosos cameos de estrellas locales e internacionales que daban la impresión de estar encantados de tener la oportunidad de reírse de sí mismos y de la imagen que el público tiene de ellos) me impulsó a buscar la legendaria “The Office”.

Este primer gran éxito de Ricky Gervais tiene las mismas características de “Extras” pero cuenta con una cualidad añadida que la hace ser mucho más trascendente. Y esto hace referencia más a la condición de la persona que contempla el espectáculo que a la del que lo proporciona.

Como espectadores no tenemos ningún inconveniente en asistir de forma apasionada las aventuras de los náufragos de “Lost” o las de los traficantes de drogas de “The Wire” o –por mencionar mi último descubrimiento televisivo- a los avatares sentimentales de los chicos de “Gossip Girl”. Y esto ocurre porque son productos televisivos impecablemente realizados por más que nos sintamos muy lejos de las situaciones por las que pasan los protagonistas de esas historias dado que ni somos ni seremos nunca supervivientes de un accidente aéreo en una isla desierta ni viviremos jamás en el oeste de Baltimore y mucho menos en el Upper East Side de Nueva York.

Pero a veces ocurre que la historia que se nos narra tiene un plus de realidad que nos implica de forma especial y que convierte el espectáculo de su contemplación en algo mucho más importante que un simple entretenimiento. Me pasó hace algún tiempo con “Six feet under” (está claro que la mayor parte de nosotros tampoco llegaremos a ser nunca propietarios de una funeraria pero esta serie no trata sobre eso, trata sobre la muerte, y está claro también que todos vamos a morir, posiblemente tras ver morir primero a buena parte de nuestros seres queridos) y me ha pasado ahora con “The Office”.

Para mí una obra de arte, cualquiera que sea el medio por el que se exprese, es como un diamante. Para llegar a él primero tenemos que partir de un mineral de carbono puro cristalizado. Este diamante en bruto podríamos decir que es el talento. Pero para obtener la piedra preciosa ese diamante en bruto necesita ser tallado, es decir necesitamos trabajarlo. La conclusión es que el talento sin trabajo no genera nada verdaderamente digno de mirar salvo una vulgar piedra. Pero todo el delicado proceso de tallar una piedra no puede tener un resultado si no tienes nada que tallar, es decir, todo el trabajo del mundo no puede suplir la falta de talento. Y faltaría aún un tercer factor: la suerte, ¿y qué sería la suerte en esta pequeña metáfora?. Está claro: encontrar el puto diamante.

Todo esto viene a cuenta de lo que decía sobre la implicación personal en una historia como la de “The Office”. Tal y como se dice en uno de los muchos monólogos de la serie el trabajo es el lugar donde no sólo pasamos como mínimo un tercio del día sino que es el lugar que posibilita (o mejor dicho financia) que podamos tener una vida fuera de allí. Y con nuestros compañeros de trabajo pasamos casi más tiempo que con nuestros familiares o amigos con el agravante de que a esa personas con las que pasaremos buena parte de nuestra vida no las hemos escogido nosotros como compañeros de viaje.

Así pues el trabajo y las relaciones que establecemos en él forman una parte fundamental en nuestra vida aunque curiosamente es una parte de la que el cine y la televisión en general parecen prescindir. Siempre me llamó la atención de que en cualquier historia de ficción rara vez se mostraba al protagonista trabajando y estoy seguro de que a mucha gente más habrá pensado alguna vez lo mismo. ¿Por qué? ¿Quizás se piensa que es algo aburrido o en todo caso de un interés secundario para el espectador?. “The Office” demuestra que ese es un pensamiento errado pero no porque sea una serie en donde ocurran cosas extraordinarias, de hecho tal y como se dice al principio de este comentario, la oficina donde tiene lugar la acción es tan corriente como todas en las que muchos hemos trabajado alguna vez.

Y ahí está el detalle, esas oficinas, esos lugares tan aparentemente cotidianos están habitados por personajes asombrosos y en ellos tienen lugar hechos insólitos, algunos de los cuales (algunos al menos de los que yo he contemplado) superan incluso en extravagancia a las grotescas escenas que se muestran en la serie. Porque en todo lugar de trabajo, sea donde sea y sea lo que sea a lo que se dedique hay siempre algo importante que contar. ¡Que diablos!, incluso en un paseo alrededor de la manzana de un barrio cualquiera hay materia suficiente para escribir una obra maestra. En resumen todos nosotros tenemos experiencia suficiente para crear algo como “The Office” pero sólo algunos (entre ellos Ricky Gervais al que ahora también yo considero un genio) tienen el talento, la suerte y la capacidad de trabajo suficientes para convertir ese pedazo de carbono cristalizado en un diamante.




La acción de “The Office” transcurre en la sucursal de una empresa papelera situada en la ciudad británica de Slough. Podía haber transcurrido en cualquier otra parte pero quizás Gervais eligió ese lugar (una ciudad no muy grande situada al oeste de Londres caracterizada por el gran número de fábricas y empresas comerciales que tienen allí su sede) por considerarla emblemática gracias en parte a unos versos que el poeta inglés John Betjeman le dedicó:


Slough
Come friendly bombs and fall on Slough!
It isn't fit for humans now,
There isn't grass to graze a cow.
Swarm over, Death!
Come, bombs and blow to smithereens
Those air -conditioned, bright canteens,
Tinned fruit, tinned meat, tinned milk, tinned beans,
Tinned minds, tinned breath.
Mess up the mess they call a town-
A house for ninety-seven down
And once a week a half a crown
For twenty years.
And get that man with double chin
Who'll always cheat and always win,
Who washes his repulsive skin
In women's tears:
And smash his desk of polished oak
And smash his hands so used to stroke
And stop his boring dirty joke
And make him yell.
But spare the bald young clerks who add
The profits of the stinking cad;
It's not their fault that they are mad,
They've tasted Hell.
It's not their fault they do not know
The birdsong from the radio,
It's not their fault they often go
To Maidenhead
And talk of sport and makes of cars
In various bogus-Tudor bars
And daren't look up and see the stars
But belch instead.
In labour-saving homes, with care
Their wives frizz out peroxide hair
And dry it in synthetic air
And paint their nails.
Come, friendly bombs and fall on Slough
To get it ready for the plough.
The cabbages are coming now;
The earth exhales.




El director de la oficina, interpretado por el mismo autor de la serie, es David Brent un cuarentón con turbio pasado como músico sin demasiado éxito (como el propio Gervais que en los primeros ochenta trató de triunfar en el mundo de la música con un grupo de techno llamado “Seona Dancing”) cuyo interés profesional no parece residir en las cifras de ventas de su sucursal sino en que las personas que están bajo su mando le consideren como un padre.

Brent trata de congraciarse con ellos de las formas más ridículas que se pueda imaginar, su lema es que lo más importante en esa oficina es divertirse y él mismo trata de autoconvencerse de que es un héroe para sus empleados cuando estos en realidad sienten por él una mezcla de pena, desprecio y asco. Brent es por añadidura la peor clase de jefe que se puede ser: un jefe intermedio que tiene que sufrir por igual las presiones de sus subordinados y la de sus jefes superiores que tampoco tienen mejor opinión de él. Es lo que Manuel Vázquez Montalbán definió en cierta ocasión como “la soledad del manager”.

Brent no tiene esposa ni hijos ni ningún otro familiar conocido y su único amigo es Finch, un tipo aún más despreciable que él. De tal modo que no es que la oficina sea una parte importante de la vida de este individuo, es que es toda su vida. De ahí que se dedique a torturar a sus subordinados con todo tipo de iniciativas para fomentar el compañerismo en el lugar de trabajo y con numerosas actividades fuera de horas de oficina.

La figura del jefe Brent puede parecer un poco exagerada pero no es difícil reconocer en ella a ese tipo de hombres sin muchos estímulos fuera de su profesión que tratan de convertir el centro de trabajo en el lugar en el que puedan encontrar alivio a sus frustraciones personales (conocí a uno del que estoy convencido que había fundado su empresa con el único fin de poder echarle la bronca a alguien). Todos ellos se consideran casi siempre unos grandes tipos que son amados por sus empleados.




Las desventuras de David son el alma y el corazón de la trama de “The office” si exceptuamos una historia paralela pero no menos importante que se refiere a la relación que se establece entre Tim (vendedor) y Dawn (recepcionista). Tim es un treintañero sin mucha idea de qué hacer con su vida que lleva años trabajando en un sitio que todavía considera como provisional y que fantasea con volver a la Universidad. Dawn parece tener las cosas más claras al menos en sus relaciones personales porque lleva tiempo prometida a un proletario y decidido empleado del almacén aunque también sueña con dedicarse a la ilustración profesional.

Entre ellos se establece un vinculo muy sutil compuesto de miradas, gestos y malentendidos varios que también resulta típica entre personas que comparten una cierta intimidad en el ámbito profesional que a veces entra en conflicto con las relaciones personales que ya tienen establecidas fuera de él.


El tercer protagonista (a Tim y Dawn podríamos considerarlos como uno solo) destacable es Gareth un sujeto imposible tanto desde el punto de vista físico como desde el punto de vista personal debido esto último a su carácter rastrero con el poder y risiblemente apegado a las normas aunque su principal función en la vida parecer ser la de servir de blanco a las crueles bromas de Tim y Dawn por más que Gareth en el fondo no sea muy diferente a ellos, es solamente un hombre atrapado en un trabajo por el que es imposible sentir ningún apego y que adorna su vida de una ridícula impostura basada en un montón de cualidades de las que evidentemente carece.

Todos estos personajes (y algunos otros más no tan destacados pero igualmente brillantes e igualmente reconocibles por el espectador) forman la tripulación de la oficina y durante catorce episodios se muestran sus monótonas vidas y se les hace pasar por situaciones tan grotescas y humillantes que rayan el sadismo (en ocasiones dan ganas de retirar la vista de la pantalla de pura vergüenza ajena). Se trata, como se ha señalado arriba, de una verdadera tragedia disfrazada de comedia. Un cadáver al que alguien le ha pintado un sonrisa con un lápiz de labios. Muestra de ello es una escena aparentemente dramática (el despido de uno de los personajes) que inmediatamente tiene su contrapunto en otra tan hilarante que haría que un enfermo terminal de cáncer en sus últimos días de vida se descojonara de la risa.

“The Office” está filmada con el formato de un falso documental de la BBC que trata precisamente sobre la vida diaria en una oficina administrativa. Esta forma de contar la historia ofrece algún recurso cómico muy efectivo como cuando los personajes se quedan mirando a la cámara con cara de haba después de sufrir alguna de las numerosas situaciones chuscas en las que se ven envueltos y además sirve como soporte a una de las escenas más emotivas que he visto nunca en una pequeña pantalla. (Si alguien no ha visto la serie y tiene intención de hacerlo le aconsejo que no vea el siguiente video).



“The Office” sólo tiene dos temporadas, algo que también ocurre con “Extras”. En una entrevista Gervais dice que prefiere no prolongar excesivamente la duración de una serie y terminar esta antes de que el público se aburra de ella. Es un punto de vista defendible y desde luego digno de admiración en un medio en el que estamos hartos de ver buenas series que se acaban estropeando por tratar de prolongarlas demasiado. Aunque creo que en esta ocasión había material suficiente para prolonga un poco más la historia y en ambas ocasiones lamenté mucho que el final llegara tan pronto.

Las dos series tienen a modo de conclusión un doble episodio presentado como especial de navidad. En este epilogo parece como si Gervais quisiera dar un final digno a ambas historias y ofrecer algún tipo de redención para sus desgraciados personajes, un recurso que suele resultar molesto mas no en este caso quizás porque hemos llegado a querer demasiado a estos perdedores.

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23 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Pues tienes razón en lo de talento, suerte y trabajo. El diamante no sólo se valora por su belleza, también por su utilidad. Como tus reseñas y crónicas. De esta serie en concreto no puedo comentar nada, ya que no la he visto. De la que sí puedo decir algo es de “The Big Bang Theory”. A simple vista podría pasar como una serie más, con analogías a “Friends”; pero si aguantas en esta primera apreciación los diálogos, de los frikis de sus personajes, son muy divertidos.

Intentaré hacerme con “The office”

4:02 PM  
Blogger SisterBoy said...

Oh he visto la primera temporada de "The big bang Theory" y la he encontrado muy divertida. No mantiene el mismo nivel en todos los capitulos pero algunos son memorables como aquel en el que los chicos compran por ebay la maquina del tiempo.

Espero que te hagas con The Office, si no encuentras donde "comprarla" dimelo que te guiaré a buen puerto

4:29 PM  
Blogger g. said...

Hola Sister,

Estoy aqui medio tomando el sol en la terraza, medio escribiéndote medio escuchando a Mendelssohn.
Me encanta "The Office" la que pasan por la sexta. La que pasaban, bah, porque ahora no la encuentro.
Vuelvo con menos sol y te leo, te leo bien quiero decir.

bsos.

8:10 AM  
Blogger SisterBoy said...

¿Leerme mejor que en un terraza tomando el sol y escuchando a Mendelsshohn? NO creo que tal cosa sea posible

8:16 AM  
Blogger 3'14 said...

La inglesa no la he visto, pero sí la versión americana. Lamento esta traición a la Corona, y más vniendo de alguien que critica los remakes yankies, nadie es perfecto :S

Me dijeron que la británica era mucho más sarcástica y cínica (o sea, mucho mejor, je) y como ejemplo, me comentaban quienes habían visto ambas versiones que, así como al jefe de la oficina de Scranton (localidad de Pennsylvania en donde sucede la serie estadounidense), al final el espectador termina por cogerle cierto cariño, e incluso llega a despertar ternura, al de Slough no hay ente humano que consiguiera tener una pizca de simpatía por él. No se, como yo no la he visto, tendrás que decirme tú si estoy equivocada o no.

Pero vamos, es una serie que tenía ganas de ver también. así pues, cuando termine con Lost, luego vea la primera temporada de Flight of the conchords (de 12 episodios) y no se... consiga avanzar en la montaña de pelis pendientes que tengo por ver, puede que la vea. Eso si antes no me da el punto y me salto cualquier de los pasos intermedios. :)

8:27 AM  
Blogger SisterBoy said...

Pues te diré pi que ahora me entró curiosidad por ver el contraste y al menos voy a ver la primera temporada de The Office USA. Ya les contaré.

8:51 AM  
Blogger JRB said...

Había oído hablar mucho de "The Office". "Extras" en cambio no la conocía. No he visto ninguna de las dos, pero tal y como las pintas la verdad es que me han entrado muchas ganas de echarles un ojo.

A ver cuando tengo tiempo y las "compro" en versión original subtitulada. Ya no sé ni cuantas series sigo, ni cuantas tengo por ver. Me pasa como a Pi: montaña de pelis y series pendientes.

Por cierto, deberías darle una oportunidad a "Swingtown", la que recomienda Ra en su blog.

2:06 PM  
Blogger SisterBoy said...

Investigaré un poco a ver que onda

2:14 PM  
Blogger Deckard said...

Del remake americano no te pares solo en los ocho capítulos de la primera temporada. Por lo menos tienes que ver la segunda (y ya no pararás). En la primera reciclan algunas tramas antes de empezar a volar en solitario.

12:48 AM  
Blogger SisterBoy said...

Como hicieron con Queer as Folk. Bueno me parece muy duro ver dos temporadas completas de una serie para engancharte pero haremos el intento

1:25 AM  
Blogger Ra está en la aldea said...

Tengo una amiga que me decía, hablando de The Office: "No puedo verla. Me pasa lo que a ti con "La conjura de los necios", que el protagonista me desquicia tanto que veo cinco minutos y me pongo frenética"
Muy de acuedo con lo que comentas sobre la "implicación" con una serie. A mí, por ejemplo, cosas que hablan de "encontrar un hombre, encontrar el amor" y tal pueden divertirme mucho y apasionarme, pero en el fondo de un modo despegado, porque es un tema que no me preocupa lo más mínimo. Pero, ¡ay de aquellas que hablan de conflictos familiares, de conseguir trabajo, de crecer "socialmente" y evolucionar como persona! Ahí me provocan un regomeyo incómodo, porque me hacen reflexionar sobre mi propia vida (buf, qué trascendencia, ya ves tú).

2:32 AM  
Blogger Slim said...

yo como no veo nada que no salga en la tele "de verdad" tambien he visto solo la de la sexta, o sea la americana. precisamente el primero que vi fue el capitulo del despido de uno de los miembros de la oficina y me encantó, la manera de tratarlo y luego vi bastantes mas.
tampoco la he visto desde que he vuelto de vacaciones...seguro que me lan quitado.
a ver si la ponen de nuevo, y si reponen la inglesa-

4:09 AM  
Blogger SisterBoy said...

En los casos como los de tu amiga no haya nada que hacer Ra. Si no soportar al personaje protagonista de una serie es imposbible seguirla. Me pasa a mí con The Shield, Medium, The Closer, 24 y otras tantas.

Slim ¿la veias doblada o en v.o.?

5:49 AM  
Blogger Deckard said...

Lo que pasa es que en la primera, son solo seis no ocho (con varios geniales), no te haces con los personajes hasta los primeros de la segunda, con el descacharrante inicio de la segunda es un no parar de reír y de ver capítulos.

Envidia me das de empezar ahora y tener 66 capítulos en la saca.

6:38 AM  
Blogger Realice said...

Vaya, Ra, a mí me pasó exactamente eso también con 'La conjura de los necios', tantísimo que me la recomendaron...

De 'The office' sólo he visto un capítulo en La Sexta (versión americana, pues), así que no puedo opinar mucho. Pero de 'Medium', que he visto quizá hasta tres capítulos, sister, te juro que hay muchos más motivos para no verla que el carácter de la protagonista.

Aunque es absolutamente verdad eso de los personajes. Mira que los diversos CSI los hacen clónicos de guión y estilo... pues yo, que me he tragado en esta vida muchos capítulos de 'CSI Las Vegas', apagaba cada vez que empezaba un capítulo de 'CSI Miami', porque no podía soportar el personaje del jefe, Horatio... ni la voz de su doblador al español, todo hay que decirlo.

1:52 PM  
Blogger SisterBoy said...

Gracias Realice me alegra que me acompañes en mi cruzada contra las series policiacas neofascistas :)

1:55 PM  
Blogger Slim said...

doblada, doblada. te he dicho que la veia en la sexta? que yo sepa en la tele española doblan todo. a veces vemos a traves del teletexto (en la 1 y la 2) en VO con los subtitulos para sordos, pero en las otras cadenas no existe esa posibilidad.

mira eso me encanto de suecia, todas las series y peliculas de todas las cadenas en VO subtitulada. hasta disney channel!! asi se aprende ingles y no lo que hacemos aqui.

11:45 PM  
Anonymous Anonymous said...

En Polonia hay una cosa increíble que es que todas las series y películas las dobla una sóla voz, y se escucha la versión original en inglés por debajo. Es delirante, porque además la voz (de un hombre casi siempre) no interpreta, sólo lee sin ninguna entonación. Entonces tú ves, por ejemplo, "Lo que el viento se llevó" y escuchas a Reth y Escarlata discutir "ambos los dos" con la misma voz de hombre como si estuviesen leyendo un menú, y por detrás, casi inaudible, sus voces originales en inglés. Supongo que en otros países del este también debe ser así.

12:20 AM  
Blogger SisterBoy said...

¿En Suecia? ¡En Colombia dan las peliculas (al menos en el cine) siempre en versión original!.

Bueno quizas con la versión USA no importe tanto pero la versión UK prohibido verla doblada.

12:22 AM  
Blogger SisterBoy said...

Ra, me he "comprado" peliculas en las que pasaba eso. Seguro que si le quitas el sistema a los polacos hay manifestaciones. En fin, cada pais tiene sus perversiones dobladoras.

12:23 AM  
Blogger Unknown said...

Tienes que ver la americana, y dejar que los personajes crezcan.

Es de lo más divertido que he visto en televisión.

9:43 AM  
Blogger El Impenitente said...

Estoy a punto de echarme a llorar. Mi incultura televisiva ha llegado a tal extremo que si esta entrada y todos sus comentarios hubiesen estado escritos en cirílico habría entendido lo mismo.

11:58 AM  
Blogger SisterBoy said...

Impetinente trata de reservar una hora al día para series. Esta misma es un buen comienzo porque son sólo dos temporaditas de seis epis cada una.

12:17 PM  

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