Sunday, April 10, 2011

El diablo jamás sabrá que has muerto






¿Reconocen este rostro? ¿Saben quien es este hombre? Apostaría a que no ¿verdad? Bueno no se apuren, yo mismo, pese a ser un director cuya obra admiro desde hace mucho, reconozco que podría haber hecho el vuelo Santa Cruz de Tenerife-Canberra sin saber que estaba sentado al lado de Sidney Lumet.

Con Lumet se puede repetir lo mismo que ya afirmábamos al hablar del también finado recientemente Blake Edwards, es de esos realizadores que te sorprenden cuando revisas su trayectoria y te das cuenta del elevado número de películas de calidad que contiene, sobre todo porque es un nombre que no aparecerá nunca en esa lista de grandes directores en la que tampoco estaba Blake.

Lumet perteneció a lo que se dio por llamar “Generación de la televisión” (junto a otros como John Frankenheimer y Sidney Pollack), un grupo de realizadores nacidos a finales de los años veinte y principios de los años treinta y que dieron sus primeros pasos precisamente en la pequeña pantalla. Se les considera una generación puente entre los grandes mitos del Hollywood clásico y los cineastas de la “Nueva ola” razón por la que nunca han recibido demasiado reconocimiento. Si dicho reconocimiento fue negado con o sin merecimiento es algo que podría discutir con respecto a los compañeros de quinta de Sidney, pero no con respecto a él, razón principal por la que me he decidido a rendirle este modesto homenaje.





Revisando su filmografía se comprueba en efecto que sus primeros años como profesional están relacionados con la realización de películas y series de televisión hasta que en 1957 llegó “Twelve angry men”, que posiblemente siga siendo uno de sus títulos más conocidos (al menos en España siempre fue una historia muy popular debido a la adaptación que se hizo para nuestra televisión y que les adelanto ya que es absolutamente intragable).




Basada en una obra de teatro y con una realización igualmente teatral (o de teatro para televisión mejor dicho) es la historia de un jurado más que predispuesto (como sospecho que suele ser habitual) a condenar a un adolescente por el homicidio de su padre, un solo hombre se enfrentara a todos para al menos introducir el concepto de duda razonable.

“Twelve angry men” es un drama de estilo sobrio y directo apoyado en un conjunto de excelentes actores de reparto (con la excepción de Henry Fonda naturalmente que también era excelente y además una estrella) que trata sobre todo de los prejuicios más comunes que conducen a los hombres a establecer un veredicto anticipado sobre los demás (y eso que hoy por hoy hacer una película sobre un jurado compuesto enteramente por varones blancos sería imposible), sin embargo existe un componente más perturbador incluso que sospecho que subyace en el fondo de la trama. Me refiero a que ¿no podría esta historia ser la de un egocéntrico que sabiéndose superior intelectualmente a sus compañeros se dedica a demostrarlo haciéndoles cambiar de opinión por simple pasatiempo? Posiblemente paranoias mías.





Ignoro si la película fue un éxito en su momento pero si tal cosa sucedió ello no indujo a Lumet a dejar la caja tonta en la que siguió firmando múltiples trabajos que alterno con otros títulos menos conocidos o al menos desconocidos para mi (como “Piel de serpiente” con Marlon Brando). Ya en la década de los sesenta dirigió dos películas que sólo he visto a medias y que me gustaría recuperar algún día: hablamos de “Larga jornada hacia la noche”, adaptación de un texto autobiográfico del dramaturgo Eugene O´neill protagonizada por Katherine Hepburn, Jason Robards y un jovencísimo Dean Stockwell ; la otra es “El prestamista”, la historia del misántropo propietario de una casa de empeños en Harlem (Rod Steiger mereció una nominación al Oscar por su interpretación) que esconde un horroroso trauma del pasado. En esta película Lumet abandona su reseñado tono sobrio para entregarse a algunas veleidades artísticas producto de la inevitable influencia del estilo de las obras de John Cassavettes y otros cineastas innovadores.





Ese mismo año Lumet filmó una excelente película que descubrí gracias al programa de José Luis Garci. Se trata de “Fail Safe”, una historia casi idéntica a “Dr. Strangelove”, tanto que ésta parece una parodia de aquella, algo poco probable pues ambas son producciones de 1964. “Fail Safe” es un nuevo drama protagonizado por Henry Fonda en el que Lumet hace gala de una extraordinaria habilidad para generar un suspense casi insoportable con un estilo aun más minimalista que en “Twelve angry men” (gran parte del metraje se compone únicamente de planos fijos de Fonda y Larry Hagman).




Al año siguiente Lumet volvió a dar en el blanco con “La colina” un peculiar drama carcelario, peculiar porque tiene lugar en una prisión militar británica situada en el desierto de África durante la Segunda Guerra Mundial. En este microcosmos el realizador norteamericano analiza nuevamente las relaciones de poder, el sadismo y la manipulación en un conjunto decididamente pesimista. Protagoniza Sean Connery



Para encontrar otra película de Lumet que recuerde haber visto tenemos que saltar hacia adelante y llegar al año 1972 con “La ofensa” también protagonizada por Connery. De esta película ya se comentó algo en aquella entrada que dedicamos a hablar de películas “raras” así que me limitaré a repetir lo que dije entonces.

Es la historia de un policía trastornado (como muy pocas veces se ha mostrado en pantalla) por la violencia de la que ha sido testigo a lo largo de su carrera, algo que provoca en él una reacción extrema que le lleva a protagonizar un estremecedor viaje hacia el interior de su mente que, como es habitual, no suele tener vuelta atrás.



En los setenta hizo Lumet algunos de sus mejores trabajos, es posible que esa dura y desencantada década le viniera como anillo al dedo a su estilo “televisivo”. Lamentablemente tampoco he podido ver “Serpico” en su totalidad pero sí que he visto varias veces otra película igualmente interpretada por Al Pacino, me refiero a “Tarde de perros”, un filme que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los más celebrados de este actor y también en un verdadero emblema del cine de aquellos años, una historia a la vez trágica e hilarante, tierna y áspera, absurda y al mismo tiempo reveladora, con un final que es el equivalente fílmico a un puñetazo en el hígado. Si sólo se me permitiera elegir una película de Lumet que todos deberían ver posiblemente fuera esta.



1976 fue el turno de “Network”, otra película por la que también siento especial debilidad y que igualmente me viene a la cabeza (o por lo menos a la mía) cuando se habla de la fractura social de la década de los setenta. Con la excusa de contar la historia de un locutor (Peter Finch) que anuncia en directo su intención de suicidarse, se hace un cínico e incisivo análisis del papel de los medios de comunicación de masas. A Finch le acompañan nada menos que William Holden, Robert Duvall y Ned Beatty en una película que parece una concatenación de escenas inolvidables.



Curiosamente Lumet abordó en el año siguiente un filme de temática y estilo radicalmente diferentes, me refiero a “Equus”, otra adaptación de una obra teatral. Se trata de un perturbador drama en torno al tratamiento psiquiátrico de un adolescente que ha cometido un monstruoso acto de crueldad. Richard Burton interpreta al médico que tratará de escudriñar en la mente del joven donde descubrirá cosas aun más importantes sobre sí mismo



Resulta un poco presuntuoso pontificar sobre cuales son las películas en las que un director está artísticamente implicado y cuales son los títulos meramente alimenticios. No obstante es inevitable pensar que alguien que había llevado a la pantalla historias tan intensas como las que hemos descrito hiciera a continuación algo tan marciano como “El mago” un remake de “El mago de Oz” con Diana Ross haciendo de Dorothy y Michael Jackson de Espantapájaros. Por supuesto no la he visto ni conozco a nadie que lo haya hecho pero parece una de esas cosas sobre las que es mejor no investigar ni siquiera por puro interés morboso.



Ya en los ochenta resulta más difícil encontrar tantos títulos de interés como en la década interior pero de entre todos ellos destaca con luz propia “Veredicto final”, película de la que también hablamos extensamente cuando repasábamos la larga y venturosa carrera de Paul Newman, posiblemente se trate del último gran título de Lumet que además fue nominado al Oscar al mejor director.





Del resto de la filmografía de aquellos años podríamos mencionar “La trampa de la muerte”, una película de suspense “teatral” un poco al estilo de “La huella” aunque sin llegar, desde luego, ni a la suela de los zapatos de la gran obra de Mankiewicz. Ya en 1990 podríamos también decir algo de “Q & A”, una película con la que puede que el director tratara de reverdecer los laureles del pasado sin conseguirlo del todo puesto que, en este caso, la austeridad se veía sustituida por el exceso merced a una acumulación de tópicos raciales y la actuación descontrolada de Nick Nolte.









De las dos últimas décadas de su vida y su carrera no hay mucho que decir, tan solo nombrar un thriller de medio pelo protagonizado por Melanie Griffith (“Una extraña entre nosotros”) que no logró interesarme lo bastante como para recordar como terminaba y un innecesario remake de “Gloria” (el único éxito de público del cineasta John Cassavettes) que no tengo intención de ver nunca.

Pero el veterano cineasta se guardaba un as en la manga y se despidió del mundo con una película que volvería a dar que hablar. Se trata de “Antes que el diablo sepa que has muerto” un filme invadido de un tono oscuro y fatalista que recuerda a clásicos como “El cartero llama dos veces” o “Detour” y en el que destaca la soberbia interpretación (una mas) de Philip Seymour Hoffman. Sin ser una película perfecta resulta una digna despedida para una carrera provechosa, otros directores no tuvieron tanta suerte con los filmes que cerraron su trayectoria


Ahora Sidney Lumet ha muerto y con él desaparece el último superviviente de su generación, sus colegas de origen y estilo tuvieron también carreras interesantes y películas destacables pero personalmente ninguno de ellos tenía para mí el mérito suficiente como para dedicarle un homenaje como el de hoy, pero Lumet era diferente.

12 Comments:

Blogger JRB said...

Eso de "El mago" hay que verlo, aunque sea la última cosa que haga en esta vida.

1:36 PM  
Blogger SisterBoy said...

Dios mío, he abierto la caja de Pandora

2:25 PM  
Blogger Ra está en la aldea said...

Interrumpo para comentar que hay un asesino en serie suelto por Long Island. ¿Se convertirá con los años en un nuevo capítulo del abecedario del crimen o quedará en el olvido de la medianía?

3:58 AM  
Blogger SisterBoy said...

Por absurdo que parezca escuché esa historia de Long Island por primera vez gracias a Maruja Torres, le seguiré la pista.

By the way creo que ya es hora de empezar a escribir un nuevo capítulo del Abecedario. Empiezo a pensar algo.

9:46 AM  
Blogger Isa said...

Hola!! Yo he visto la peli de "El mago". Es algo marciana, pero se deja ver. Tampoco es que sea para crucificarla XDD

10:32 AM  
Blogger El Impenitente said...

Los acérrimos del "Abecedario del crimen" afilamos los colmillos.

No me digas que la versión española de "Doce hombres sin piedad" ha envejecido mal. Si es un clásico. Si es una frase hecha. "Antes se hacía mejor televisión, sobre todo por "Estudio 1". Recuerdo cuando hicieron "Doce hombres sin piedad". Aquello sí que era televisión".

Por otra parte, tu visión de la trama, con la mente superior jugando con las mentes inferiores me ha abierto los ojos. Tendré que volver a verla.

1:12 AM  
Blogger El Impenitente said...

Por cierto, me han enviado el enlace de una película que se llema "El desencanto" de Jaime Chávarri sobre los Panero. La voy viendo a ratos. Supongo que la conocerás. Supongo que la habrás visto. A mí me está gustando. Y los Panero son unos personajes como poco fascinantes. Y desconcertantes.

1:15 AM  
Blogger SisterBoy said...

Pero hombre "El desencanto", buen exponente del gran cine de la transición, es de visión obligada. Por cierto que hay una segunda parte que no he visto pero que presiente que tiene muchísima menos gracia

9:37 AM  
Blogger Mer said...

El mago era una de nuestras pelis de la infancia. Mi padre la veía una vez al mes. Nos encantaba.

1:52 AM  
Blogger SisterBoy said...

Bueno parece que al final SÍ habrá que verla, lo han conseguido.

8:33 AM  
Anonymous IVAN said...

Acojonante tu homenaje.

5:04 AM  
Blogger SisterBoy said...

Gracias Ivan, me alegra volver a verte por aquí

9:21 AM  

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