Esta semana he visto y he leido
Dracula: pages of a Virgin´s
diary es una de las muchas adaptaciones de la inmortal (uso esa palabra por el
simple hecho de que parece que no hay modo de librarse de ella) novela de Bram
Stoker que consiste en esta ocasión en representarla en forma de ballet.
Después de entregar al mundo la que posiblemente sea la
primera película de culto del Siglo XXI (“Donnie Darko”) se esperaba con
interés la segunda obra del cineasta Richard Kelly, una obra de facturación por
lo visto bastante complicada pues tardó seis años en estrenarse El resultado ha
sido “Southland Tales”.
Vamos a ver, a mí no me importa ver una película y no tener
ni idea de qué es lo que intentan contarme, prefiero saberlo evidentemente,
pero el no saberlo tampoco me ha resultado nunca un demérito siempre y cuando
el espectáculo sea capaz de producir sensaciones positivas. Ahí están la propia
“Donnie Darko” o “Primer” por poner los dos primeros ejemplos que se me vienen
a la cabeza. ¡Qué diablos! “El año pasado en Marienbad” está considerada como
una de las grandes obras de arte del cine y nadie ha sido capaz de entender un
carajo acerca de qué va el tema (y el que diga que lo entiende miente como un
bellaco).
De este modo el problema no es el hecho de que se casi
imposible seguir el hilo argumental de “Southland Tales”, el problema es que lo
que te están contando te importa un pimiento o, peor aún, te resulta
chirriante. De hecho ver esta película es lo más próximo –cinematograficamente
hablando- a contemplar como se rasca un plato con un tenedor. O al menos esta
ha sido la sensación que he tenido en los 40 minutos que le concedí a esta
cosa, no creo que pudiera haber continuado así los largos 140 que dura la
película (y por lo visto el montaje original llegaba a los 160 ¡horror!).
No ha sido fácil ver “Dans ma
peau”. En primer lugar ha costado más de lo habitual “comprarla”, en segundo lugar
ha sido imposible encontrar subtítulos en castellano. Ni siquiera en la heroica
“Subdivx” donde se puede encontrar casi todo ha sido posible, al final me he
tenido que decidir entre una versión subtitulada en inglés y otra subtitulada
en italiano, he elegido el inglés porque desconfío de un idioma que traduce
“Top hat” por “Il capello cilindrico”.
Pero incluso una vez conseguido el
material “Dans ma peau” sigue siendo una película difícil de ver, de hecho me
ha parecido una de las más desagradables que he visto nunca, y no agradablemente
desagradable sino desagradablemente desagradable (perdón por el trabalenguas
cuyo significado trataré de explicar después).
En una entrada del singular blog
“Lector constante” ( http://www.lectorconstante.com/2007/01/05/dios-mio-no-siento-las-piernas/#comments)
se transcribía un extracto del libro del neurólogo Oliver Sacks “El hombre que confundió a su mujer con un
sombrero”, en dicho extracto se narraba la historia de un paciente que
manifestaba un horror irracional hacia su pierna izquierda que aseguraba que no
le pertenecía. Un fenómeno semejante se describía también en un capitulo de la serie “Nip tuck” (una fuente mucho
menos ilustre que el doctor Sacks desde luego pero para el caso es lo mismo)
donde otro individuo manifestaba un horror semejante por uno de sus miembros
inferiores y pretendía que los simpáticos doctores Troy y Macnamara se lo amputaran.
En “Dans ma peau”, la protagonista del drama (interpretada por
Marina de Van que también escribe y dirige la película) siente una alineación
respecto a su cuerpo igualmente extraña que la lleva al extremo de no sentir
dolor cuando se provoca accidentalmente una grave herida en la pierna, a partir
de ese momento la mujer inicia un incontrolable y terrible proceso de
autoconocimiento carnal ilustrado a través de una serie de escenas que en
ocasiones me han obligado a detener el visionado la película para coger
resuello, y en otras me han puesto al borde del vómito (algo que como
espectador de alguna clase de manifestación artística sólo me había ocurrido
leyendo las confesiones del asesino Albert Fish y el segmento del concurso de
tartas perteneciente al cuento “El cuerpo” de Stephen King).
Y no es que estemos ante un
despliegue espectacular de efectos especiales hemoglobínicos, de hecho lo más
aterrador de las escenas antes mencionadas es su apariencia de realidad, en
ocasiones más sugerida que mostrada. Posiblemente muchos fans del cine de
terror que son capaces de contemplar sin un pestañeo las imágenes de ficción
más sórdidas sentirían repulsión al ser testigos, por ejemplo, de una operación
a corazón abierto, algo semejante ocurre en esta película y precisamente por
eso me gustaría recomendar su visión con toda clase de prevenciones
gastroenteríticas.
Aceptando que no tengo alma,
corazón ni vida para leerme toda su obra (de hecho me faltan al menos cinco de
sus títulos más conocidos para declararme al menos un simple aficionado a dicha
obra) hay que reconocer que Stephen King es en ocasiones un escritor
apasionante, y digo en ocasiones porque, por muy bicho raro que parezca, el
hombre es más americano que echarle mantequilla a las palomitas y a veces es
eso precisamente lo que hace, echar algo pringoso como condimento a algunos de
sus relatos convirtiéndolos en un engrudo que dan ganas de ponerle por
sombrero.
Después del (en mi opinión) fiasco
de la lamentable “Cell” hace ya unos años, lo cierto es que siento algo de
aprensión a volver a enfrentarme a alguno de esos enormes libracos que King
saca de vez en cuando porque además de no ser un material barato la sensación
que producen es una mezcla de pereza e incertidumbre. Pero como no quiero
perder del todo el contacto con el gafotas de Bangore he decidido leer esta
colección de cuentos cortos (es un decir, al menos tres de ellos podrían
definirse más bien como novelas cortas) y aunque no hay ninguno que pueda
calificarse de malo sí que he sentido al leerlo la misma sensación de
ambigüedad que mencionaba antes, en concreto me han gustado más los relatos
impares que los pares, pero vamos a concretar un poco más.
- 1922
Ambientado en la
America profunda anterior a la Gran Depresión, este relato llama la atención
por la atroz misoginia que desprende, pero más que un demérito me parece una
honesta forma, no ya de contar una historia de aquella época, sino de tratar de
imbuirse del ambiente social en el que dicha época tuvo lugar. Bajo la forma de
un naturalismo-fatalismo que recuerda a las novelas decimonónicas, se narra la génesis
de un crimen rural que, como en dichas novelas, supone una profunda
transformación en la conciencia y en el alma de los que en él participan.
Además el relato alcanza unas cotas de sordidez verdaderamente espeluznantes,
de un modo que casi se puede olfatear.
- Camionero grande.
Aunque se tratara de una simple
historia del subgénero violación y venganza (de hecho es eso exactamente lo que
es) este cuento sería digno de leer solo por la embriagadora forma de narrar
que tiene King, de hecho reconozco que mi libro preferido de este autor es “Danza macabra” que no es una obra de ficción
sino una suerte de ensayo literario-cinematográfico sobre el terror y la
ciencia ficción del siglo XX, añadiría que en ocasiones los prólogos y epílogos
de sus libros son tan interesantes como el libro mismo (y a veces incluso más
). Pero de todos modos es una lastima que “Camionero grande” caiga en el mismo
error que todos los relatos del subgénero antes mencionado (que es por cierto
un subgénero puramente cinematográfico) que es ceder ante la imbatible fantasía
americana de la venganza perfecta.
- Una extensión justa.
El relato más corto, el único en el
que entra en juego un elemento fantástico (o cuanto menos no realista), y el
más gozosamente sádico del cuartero, un cuento rebosante de mala leche que es
una prueba más de que lo que verdaderamente mueve el mundo es el odio.
- Un buen matrimonio
Las primeras páginas de este último
cuento podrían definirse como la versión literaria del célebre segmento “vida
matrimonial” de la película “Up”, y lo mejor de todo es que lo que ocurre
después (que por supuesto no tiene nada que ver
con la emotiva película de Pixar) no desvirtúa en absoluto lo descrito
hasta ese momento, de hecho el punto fuerte del relato consiste precisamente en
una reflexión sobre la dualidad del hombre que se resume en la pregunta
“¿Alguien conoce realmente a alguien”? que se formula la protagonista. Por
desgracia el relato acaba por parecerse más a “Camionero Grande” que a una
novela de Patricia Highsmith como parecía en un principio.
2 Comments:
El odio, la vanidad y el dinero. Y supongo que por ese orden.
Vanidad de vanidades y todo vanidad
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