Esta semana he visto...
Para todo aquel que conozco la trayectoria artística de
Jaime Rosales (no la llamaremos trayectoria profesional porque el hombre por lo
visto no se dedica profesionalmente a esto) que el director catalán estrene una
película llamada “Sueño y silencio” sólo puede sonar a broma o a ingenuidad,
teniendo en cuenta las entrevistas en las que Rosales define su nuevo proyecto
pienso que se trata más de lo segundo que de lo primero.
Las películas de Jaime Rosales (las cuatro que ha hecho) se
caracterizan por una concepción del desarrollo dramático de la historia
notablemente anti climático. Bueno, para ser claros, las películas de Jaime
Rosales son aburridas pero, aparte el hecho de que el aburrimiento es una
sensación que goza de excesiva mala fama (pareciera que la gente prefiere matar
a sus hijos antes que aburrirse), tengo la sensación de que es un efecto no
diré que buscado pero sí inevitable.
En “Las horas del día” (su película más académica en cuanto
a las formas) el argumento giraba en torno a la vida vulgar de un individuo con
la única excepción de que de vez en cuando asesinaba a alguien, en “La soledad”
la mayor parte del metraje giraba igualmente en torno a la existencia de una
mujer corriente que sufría un atentado casual. En “Tiro en la cabeza”, su película
sin duda más radical, se desgranaba el recorrido absolutamente rutinario (e
inevitablemente aburrido) de otro hombre que finalmente se revelaba como un
terrorista (revelación expresada eso sí mediante una escena magistral en la que
se escenificaba de forma escalofriante la transformación de una persona
aparentemente normal en un fanático asesino).
En “Sueño y silencio” tenemos más de lo mismo, la película
comienza con la descripción de la vida de una familia a través de una serie de
estampas cotidianas hasta que una inesperada tragedia causa una transformación
irreversible. Es un tipo de historia que se nos ha contado muchas veces, sin ir
más lejos es exactamente el mismo argumento que la muy celebrada (y con razón)
“La habitación del hijo” de Nani Moretti. La diferencia está en el estilo, la
película de Moretti está filmada como un drama de corte clásico, “Sueño y
silencio” abunda en la elipsis, el fuera de campo, diálogos improvisados, tomas
únicas y en general un manera de hacer cine que espanta al espectador no
iniciado y que incluso expulsa de la sala al espectador predispuesto (al inicio
el metraje éramos seis en el patio de butacas y al encenderse las luces estaba
yo más solo que un ocho).
Jaime Rosales es un cineasta de esos que nos gusta (a
algunos) el hecho de su existencia pero de cuyas entregas resulta muy difícil
disfrutar, así que, paradójicamente, la conclusión sería la misma que tras el
visionado de otra película española reciente y en principio totalmente distinta
a esta, me refiero a “Holmes y Watson, Madrid days” de José Luis Garci: en
ambas producciones nos encontramos ante dos francotiradores que no se deben a
nadie excepto a sus propios deseos y a los de sus admiradores y sólo eso ya
resulta algo digno de alabanza.
Si acaso le reprocharía dos cosas al autor de la película
que nos ocupa hoy: primero que un metraje de 112 minutos me parece pedirle
demasiado a la complicidad del espectador, y segundo que puedo entender que los
diálogos sean inaudibles cuando al fin y al cabo sabemos que los personajes
están hablando de banalidades, pero no tanto cuando (en la segunda parte del
filme) sabemos que están diciendo cosas que son importantes para el desarrollo
del argumento, verdaderamente eran de agradecer las partes de la película en las
que se hablaba en catalán y francés con subtítulos en español.
3 Comments:
Película aburrida de ciento doce minutos de duración con diálogos inaudibles. Sí, estoy a punto de ir a verla. Pero a punto, a punto.
Reconozco que como publicista no tengo precio :(
yo también te hubiera esperado fuera...
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