Continuamos siguiéndole la pista a Terence Davis en esta
ocasión con “The long day closes” que parece una continuación, o al menos una
continuidad de estilo, de la anterior “Distant Voices”, aunque con unos
postulados quizás algo más experimentales, por más que en el fondo persiste el
empeño por capturar la esencia de una época (la Inglaterra de los años
cincuenta siempre desde el punto de vista de una familia católica de clase
trabajadora) a través de pequeños gestos costumbristas (aunque más reveladores
de la sociedad de la época que cualquier tratado de carácter académico), pero
sobre todo del cine y de la música.

Y
finalizamos por el momento con el expediente Davies (a falta de nuevas
adquisiciones que están en proceso de “compra”) acudiendo a los orígenes del
cineasta inglés. “The Terence Davies Trilogy”, estrenada en 1984, recoge tres
cortometrajes dirigidos por Davies (“Children”, “Madonna and Child” y “Death
and Transfiguration”) pero en los que el presente y el pasado del personaje
Robert Tucker se alterna continuamente. A pesar de guardar algunas similitudes
con sus posteriores trabajos (como la persistente figura de la madre doliente o
la religión católica) el tono de esta trilogía (filmada en blanco y negro y con
una decisiva vocación underground) está
muy lejos de las nostálgicas ensoñaciones de la existencia de la clase obrera y
sus humildes entretenimientos. De hecho considera esta película como una de las
más deprimentes que haya visto jamás. Otra novedad con respecto al cine posterior
de Davies es el tema de la homosexualidad, que en dicho cine posterior aparece
de modo casi imperceptible, pero que aquí se muestra de forma directa y tan
sórdida que las orgías de urinario de “

Después
del gran éxito (posiblemente excesivo aunque no inmerecido) que supuso “Pequeña
Miss Sunshine”, el dúo Dayton-Faris no había vuelto a dirigir ninguna otra
película, más que el conocido “miedo a la opera seconda” (un tema que por
cierto es el arranque argumental de este filme) parece que la pareja estaba
demasiado ocupada con sus producciones para publicidad y vídeos musicales, algo
que sospecho que es lo que en realidad les da de comer.
“Ruby
Sparks” tiene algunos defectos bastante notorios, puede que ya de por sí los
tuviera su anterior película pero al menos ésta contaba con el refuerzo de unas
actuaciones extraordinarias y es que cuando metes en una película a Greg
Kinnear, Toni Collette, Steve Carell e incluso Abigail Breslin es difícil meter
la pata. En “Ruby Sparks” de aquél casting sólo queda Paul Dano que era
precisamente lo peor de “Pequeña Miss Sunshine”.
Tampoco
queda nada de los postulados argumentales de la producción de 2006, en esta
ocasión estamos ante una aparente comedia romántica de ribetes fantásticos,
cuando la película intenta adaptarse a este formato fracasa debido a las
carencias de sus protagonistas (el ya señalado Paul Dano y Zoe Kazan también
autora del guión y una clara candidata a formar parte del elenco de la serie
“Girls” la próxima temporada por ser descendiente de famoso y por que su
personaje hace gala de una estudiada excentricidad y además no dispara
chícharo) y también al escasamente ingenioso guión. Puede que la comparación
sea un poco injusta pero es inevitable pensar lo que Woody Allen o Charlie
Kauffman podrían haber hecho con un argumento así, bueno qué diablos incluso en
la película de Disney “El chico” se las arreglaban mejor con una trama
semejante y su guionista no es nadie.
No
obstante no sería justo tirar a la papelera “Ruby Sparks” sin hacer mención a
algunos aspectos destacables del filme, aspectos que aparecen cuando el
argumento se separa del tono anteriormente descrito para internarse por caminos
más oscuros, es aquí donde se producen las mejores escenas y donde la película
ofrece un tema de reflexión bastante más interesante que el que hasta ese
momento nos había presentado.
Nueva
recomendación del pasado festival de Sitges.
Aunque
al final la película no terminara de gustar al menos se le puede reconocer a
“The tall men” el hecho de ser un filme que recupera el suspense en su acepción
más pura: esto es no saber qué carajo está pasando y sentir un vivo interés por
cuál será el desenlace de la historia. No obstante hay que advertir previamente
que no nos encontramos con un thriller al uso (tal y como podría desprenderse
de los trailers y del cartel promocional del filme) y el público que acuda a
verla con intención de asistir a una muestra entretenida de ese género recibirá
una sorpresa sospecho que no precisamente agradable.
Es
cierto que “The tall men” transita los caminos del thriller pero su intención
es, aparte de sorprender al espectador con toda clase de giros inesperados,
ofrecer una suerte de dilema moral de difícil resolución, algo que lo convierte
en un espectáculo cinematográfico insólito y puede que incluso incómodo, un
poco al estilo de otra película semejante de la cual no vamos a mencionar el
título porque sería desvelar demasiado.
Dirige
Pascal Laugier, el hombre que sobrecogió al mundillo del género con “Martyrs”
aunque esta nueva entrega es notoriamente diferente en fondo y estilo, sospecho
que el desembarco de Laugier en el cine estadounidense no va a ser precisamente
un éxito y la verdad es que será una pena si se confirma dicha sospecha.
Sitges
2012. Hoy se habla de “Chained”, una película que viene firmada por Jennifer
Lynch hija del director del mismo apellido. La muchacha se inició en el mundo
de la farándula participando en el intento de exprimir el limón de “Twin Peaks”
cuando se dedicó a escribir los diarios secretos de Laura Palmer. Su estreno
como realizadora de cine con “Boxing Helena” se puede comparar con el de Sofia
Copolla en el mundo de la interpretación.
Pasando
ya a “Chained” hay que decir que el principal defecto de la película es
precisamente la poca pericia de la realizadora a la hora de llevar a imágenes
una historia con mucho potencial pero que se queda en un espectáculo arrítmico
y por momentos incluso monótono. Lo mejor de la película está primero en sus
interpretaciones (sobre todo en la de Vincent D´onofrio que da vida a ese
depredador mostrenco, intransigente y amenazador y le reviste de una humanidad
no incompatible con lo monstruoso de sus actos) y también en la descripción de
la cotidianeidad de la vida de un asesino así como en los esfuerzos por dotar a
su pupilo de una suerte de educación criminal, aunque, como se ha dicho, son
momentos que resultan más brillantes en su concepción que en su puesta en
escena.
No
obstante la película está a punto de rozar lo excelso cuando su argumento se
aproxima hacia un planteamiento verdaderamente provocador, sin embargo Lynch no
se atreve a llegar hasta el final y prefiere recular y optar por una resolución
más conciliadora y por ende menso brillante, por añadidura adorna el desenlace
de la película con un giro de guión ingenioso pero en el fondo bastante tonto,
dos términos no necesariamente antagónicos, el cubo de Rubik es un aparato
ingenioso pero también una gilipollez.
Fui
a ver “Me and You and Everyone We Know” porque parecía la película que había
que ver en ese momento. Cuando salí del cine odiaba profundamente no sólo ese
filme sino también a su directora (y protagonista) Miranda July, a partir de
entonces la consideré a ella a y su obra como el epítome de lo que se conoce
como “mierda indie”.
El
otro día mientras hacía el gandul en la Casa de la Cultura me encontré con el
libro cuya portada ilustra este comentario (libro con un título increíblemente
malo por cierto) y como no estaban los dos que había ido a buscar (uno de
Richard Wiseman que me gustaría comentar algún día y una colección de cuentos
góticos de fantasmas encantadoramente afectados y cursis) me decidí a echarle
una visual.
Lo
primero que tengo que decir es que después de leerlo odié todavía con más
encono a la pelos de cuca pero aun así el libro me ha gustado. La obra trata
básicamente de entrevistas que la July le hace a una serie de ciudadanos
anónimos residentes en Los Ángeles que se anuncian en una revista de
compraventa de baratijas. Lo verdaderamente interesante del asunto es esa
radiografía humana de la esquizoide y desclasada sociedad angelina en la que una muestra completamente al azar
revela a un grupo de seres humanos cada uno de lo cuales es un candidato firme
a ingresar en una clínica mental. Con un material tan potente como este uno
puede obviar los comentarios a pié de
página (que oscilan entre el desprecio y el paternalismo) de la autora que al
menos tiene la sensatez de confesar de forma más o menos explícita que en cinco
minutos de la vida de cualquiera de esos perdedores hay más autenticidad que
toda su obra pasada, presente y futura.
2 Comments:
La de “The Tall Man” se estrena dentro de poco y yo quiero verla porque “Martyrs” me gustó mucho, quizás porque me senté a verla sin saber de que iba y fue una sorpresa.
No sé si me equivoco, ¿Dirigió Jennifer Lynch una con Bill Pullman y Julia Ormond? No recuerdo el titulo pero creo que en Sitges gustó, y leí varias críticas positivas, no estaba mal pero tampoco era para tirar cohetes.
El Richard Wiseman del libro que buscaba ¿es el Richard Wiseman psicólogo, ilusionista, escéptico, etc…? Si es así no sabía que hubiera nada suyo publicado en castellano.
Un saludo.
La que dices es "Surveillance" y no solo gustó sino que además ganó, ya me hecho con ella.
El libro de Wiseman es "¿Es esto paranormal?" y habla de todos esos fenómenos desde el escepticismo aunque también, y esto es la novedad, desde el respeto y la comprensión. Creo que tendré que comprarmelo.
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