NIGHTMATRE AT 20,000 FET
Emitido por primera vez el 11 de Octubre de 1963.
Y aquí concluye todo amigos, llegamos al final de una
aventura que comenzó la noche de Halloween del año 2012 y termina la misma
noche dos años más tarde.
Y termina con el que sin duda es uno de los episodios más
famosos de toda la serie o puede que incluso el más famoso (pese a ello se ha
seguido un estricto orden cronológico, según la fecha de la primera emisión, a
la hora de comentar los diez capítulos por lo que este relato se comenta al
final por el simple hecho de que es, de entre los diez elegidos, el que se
emitió en último lugar ), homenajeado hasta la saciedad (incluyendo, una vez
más, un episodio de “Los Simpsons”) y que también fue uno de los capítulos seleccionados
para formar parte de la antología-homenaje de la película de 1983, siendo
además posiblemente la más popular de las cuatro historias de las que se
componía dicha película.
Precisamente opino que, hablando del filme, ocurre lo mismo
que con el también homenajeado allí episodio “It´s a good life”, el tono con el
se trata este relato en la película del 83 resulta excesivamente recargado de
elementos grotescos y surrealistas, como si se estuviera ilustrando una
pesadilla suburbana alejando precisamente así la historia del espíritu de la
mayor parte de los episodios de la serie original: personas normales sometidas
a experiencias extraordinarias y que se
ven arrastradas fuera de su existencia cotidiana hacia la “zona crepuscular”.
Dirigido por Richard Donner,
basado en un relato de Richad Matheson (dos nombres habituales en la
serie que con los años acabaron deviniendo el primero en el director de algunas
de las películas más populares de los ochenta y el segundo en uno de las más
reputados escritores de fantasía y ciencia ficción de la segunda mitad del
Siglo XX) y con un reparto al frente del cual aparece William Shatner (también
protagonista de otro episodio comentado aquí, “Nick of time” y también un
hombre que posteriormente desarrollaría una fructífera carrera profesional), es
la historia de Robert Wilson, un vendedor de treinta y siete años casado y con
hijos (una vez más un perfecto representante de lo que por aquel entonces debía
ser un americano medio) que acaba de salir de una estancia de seis meses en una
clínica mental tras sufrir un colapso nervioso durante un viaje en avión.
Wilson regresa a casa acompañado de su esposa precisamente en avión lo cual le
causa cierto nerviosismo pese a que se considera recuperado de su enfermedad,
es en ese momento, en mitad de un vuelo tormentoso, cuando el hombre cree ver a
alguien caminando sobre el ala del aparato…
Entre los numerosos aspectos a destacar esta historia me
llama la atención sobre todo el hecho de que nunca sepamos cuál fue la causa
del problema mental que aquejó a Wilson la primera vez, se nos dice que ocurrió en un avión pero no que fuera
provocado por el simple hecho de volar, tampoco se nos da demasiada información
sobre la vida del protagonista de esta historia, lo cual nos lleva a considerar
si lo que sucederá a continuación tiene que ver más con una cierta clase de
alineación urbana que con el simple medio físico dónde se materializa la
psicosis.
En esta historia convergen por un lado el miedo atávico a
volar que es inevitable sentir en mayor o menor grado cuando se es consciente
de la sensación de indefensión que provoca
el hecho de haber entregado tu voluntad y tu seguridad a una máquina de
la que es prácticamente imposible salir con vida en caso de accidente, y por
otro lado la aterradora sensación de soledad que siente alguien que padece una
experiencia como la descrita aquí al no poder compartir dicha experiencia con
un entorno que le cree mentalmente desquiciado. En efecto el horror de Wilson
no tiene su origen únicamente en la misteriosa criatura que transita por el ala
del aparato, sino en el hecho de que sólo él parece capaz de verla y de que los
demás (en especial su propia esposa) le traten con la condescendencia con la
que se trata a un loco al rodearle de un biombo de mentiras y falsedades (una
de las virtudes de este relato es que la ambigüedad sobre si lo que está
sucediendo es real o fruto de una mente trastornada se mantiene intacta hasta
el final). Es precisamente este sentimiento el que parece conducir a Wilson a
la fatal decisión con la que concluye este episodio que constituye una pequeña
obra maestra de la pequeña pantalla a la que sólo habría que ponerle un pero:
el diseño del espanto en cuestión deja bastante que desear, o hablando en plata,
resulta directamente ridículo. Una opinión que compartía el propio autor del
relato original que lo definió literalmente como “una especie de huraño osito
de peluche”.
Y eso ha sido todo amigos, espero que hayan disfrutado de
este viaje compuesto de diez estaciones y una introducción inicial, y espero
sobre todo que estos simples comentarios de aficionado hayan despertado en
ustedes el interés por una serie de televisión que, como hemos tratado de explicar,
va mucho más allá de una simple sucesión de relatos de ciencia ficción,
fantasía y misterio (aunque si así fuera ya de por sí merecería la pena su
visionado) y representa una verdadera antología de la condición humana y de los
terrores que la atormentan amen de una aguda crónica social de la vida
cotidiana en una época histórica (finales de los cincuenta y principios de los
sesenta) en la que se produjo un abrupto cambio cultural que transformó el
pasado siglo. Espero que lo comprueben alguna vez con sus propios ojos.
Gracias por todo y Feliz Noche de Halloween.