Vuelta al terror químicamente puro.
El año pasado cuando
comentábamos la película “La mujer de negro” hablábamos de cómo este título
parecía anunciar una vuelta a los postulados clásicos del cine de terror
después de años de variaciones extravagantes, importación y adaptación de
estilos de otras culturas y experimentos auto referenciales.
Posiblemente resulta atrevido
presuponer cambios de tendencias en un mundo tan variado y complejo como el
cine de terror pero la abundancia de remakes de películas originales de la
segunda gran época del cine de género (finales de los sesenta y principios de
los ochenta), el aparente agotamiento de las fórmulas antes mencionadas y el
estreno de títulos como el anteriormente señalado y el que hoy nos ocupa así
parece indicarlo.
“The conjuring” (titulada en
España “Expediente Warren”) narra una historia que se presenta como basada en
hechos reales (el grado de fidelidad es, como de costumbre, algo que no debería
inquietarnos) y desarrollada precisamente en mitad de esa época histórica antes
mencionada donde por añadidura el estudio de fenómenos paranormales adquirió
una especial relevancia lejos del cariz de materia prima para “reality shows”
que tiene hoy en día.
Patrick Wilson y Vera Farmiga
interpretan a los Warren, un matrimonio de parapsicólogos que estudian todo
tipo de sucesos extraños, algunos de los cuales son capaces de explicar de
forma lógica y otros que califican como obra de entidades demoníacas en
consonancia con sus fuertes convicciones religiosas (y católicas). Cuando la
pareja de investigadores es requerida por una familia afectada por una
manifestación especialmente virulenta de estos entes malignos, se encontraran
con algo que jamás habían visto antes y que además llegará a afectarles de
forma personal.
“The Conjuring” es, como ya
se ha adelantado, un filme clásico de fantasmas y posesión diabólica y cuenta
con todos los elementos que el espectador consciente desea encontrar como son
un enfoque serio del argumento; un guión estructurado un principio, un nudo y
un desenlace bien definidos (algo que el cine moderno –y no sólo el de terror-
parece haber olvidado, sobre todo en lo relativo al primero de estos tres
tiempos) y abundancia de buenas escenas de tensión ausentes de cualquier ánimo
de truculencia. Y por supuesto sustos a mansalva.
Desde luego “The Conjuring”
es inferior a las muchas películas que homenajea de forma directa o indirecta
(“Poltergeist” y “El exorcista” podrían ser las referencias más evidentes pero
hay muchas otras y algunas verdaderamente sorprendentes) y también adolece de
algunos defectos como son la poca entidad de sus actores masculinos (el ya
mencionado Patrick Wilson y el insulso Ron Livingston), sobre todo si los
comparamos con las réplicas que les dan Vega Farmiga y la gran Lili Taylor.
También hay que mencionar cómo la cinta baja bastante en ritmo e interés a
medida que los espantos se van materializando aunque hay que decir que casi
ninguna película del género se libra de este inconveniente. Por último
mencionar que tengo la sensación de que al director se le va la película de las
manos en el tramo final donde el argumento se vuelve un poco loco. Aunque no
tanto como en “Insidious” dirigida curiosamente por el mismo James Wan que
firma “The Conjuring” y que curiosamente
también es el autor de la primera “Saw”, y el hecho de que esta vuelta a los
postulados del pasado este firmada por el mismo hombre que entregó uno de los
títulos emblemáticos del nuevo cine de terror de principios de siglo, y que
ahora parece estar ya dando muestras de agotamiento, resulta de lo más
simbólico.
Que ustedes lo pasen mal.
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