If six was three

El día en el que nació la tarifa plana se produjo posiblemente uno de los momentos culminantes de la historia del entretenimiento occidental: aquel en el que millones de personas en todo el mundo pasaron a decidir qué era lo que querían ver en su casa en lugar de tragarse lo que alguien decidía que tenían que ver.
El arco de posibilidades era infinito: uno podía acomodarse a contemplar desde el último estreno de la temporada -mucho antes de que llegara a las salas comerciales- hasta la película más extravagante que no sería posible conseguir de ninguna otra manera (recuerdo que una de las primeras que “compré” en la red fue la japonesa “Onibaba”). Y para qué hablar de las series, me estremece pensar cuantas maravillas de las que ha disfrutado el resto del mundo nos hubiéramos perdido en España de no ser por que algunos teníamos la posibilidad de estar al acecho de las novedades más prestigiosas.

Y ante este lujurioso panorama ¿qué fue de las televisiones generalistas? Pues poca cosa, telediarios, partidos de fútbol y poco más. Y ni siquiera tenía uno la sensación de estar perdiéndose ningún acontecimiento televisivo de interés, en lo que se refiere a los realities, ya que el advenimiento de nuevas maravillas como “Youtube” le permitía a uno estar al tanto de dichos acontecimientos servidos en breves descargas de pocos minutos de duración sin tener que pasarse horas esperando a que llegara el tomate.

La llegada de la TDT contribuyó a animar un poco el cotarro televisivo convencional aunque, al menos en lo que a mí se refiere, de un modo distinto al que sin duda pretendían sus creadores. En efecto la hemorragia de nuevos canales y sobre todo la subdivisión de las grandes cadenas tradicionales creó muchas horas nuevas de programación y poco contenido novedoso para rellenarlas ¿consecuencias?: reposiciones y más reposiciones de series y películas antiguas y más recientes. De las bondades de esta nueva forma de entretenimiento televisivo ya nos contó algo Ra en su casa pero yo más bien quería particularizar en uno de estos canales recién nacidos.

Creo que fue a mediados de 1991 cuando las televisiones privadas llegaron a España, hasta ese momento el concepto que teníamos de una caja tonta multicanal se reducía a lo que habíamos visto con envidia durante años en las teleseries americanas, donde invariablemente aparecía algún personaje que oprimía con gesto cansino el mando a distancia contemplando con apenas unos segundos de intervalo una innumerable sucesión de canales, es decir haciendo eso que entonces no sabíamos que se llamaba “zapping”. Y eso es lo que queríamos todos y lo que yo pensaba que iba a suceder, al final la cosa no fue para tanto y se quedó simplemente en Tele 5 y Antena 3. Y ojo, no es que me queje de las programaciones pioneras de estas dos empresas, todo lo contrario, en comparación con lo que dan hoy no podemos recordar aquellos años con otro cosa que no sea simpatía.

Pero vamos que esto no era lo que tenía uno en la cabeza cuando soñaba con la Televisión Privada. Más adelante se añadieron otras novedades, Canal Cuatro, la Sexta y las diferentes televisiones autonómicas. Pero vamos repito que a esas alturas mi reino ya no era de ese mundo. Pero hete aquí que ahora, veinte años después del nacimiento (o la parida) de las privadas por fin tenemos algo parecido a lo que habíamos esperado, algo tan genialmente simple como un jodido canal donde sólo ponen películas ¿tan poco era tan difícil verdad?. Bueno ya sé que no sólo ponen películas, de hecho la programación peliculera no empieza hasta las 15.30 pero eso sí, luego se encadenan hasta cinco películas seguidas. Pero la cuestión no es la cantidad sino la calidad.
Si alguien me pidiera una definición de La Sexta 3 contestaría que se trata de un canal donde pasan películas que ya has visto antes pero que no te importa volver a ver. Saliendo de casa a las 6.30 de la mañana y regresando a las 16.00 de la tarde uno tiene el tiempo más bien medido a la hora de ver las muchas horas de cine y televisión que tiene almacenadas después de muchos meses de “compras”, en ocasiones tienes el tiempo justo para ver una película de 90 minutos, o el capítulo de una serie de 50 minutos o un episodio de una sitcom de 20 minutos. Y en ocasiones uno está demasiado cansado para ver nada de eso y simplemente se acuesta en la cama y enciende la tele para ver algo antes de dormir, y es ahí donde entra la función social de La Sexta 3: sabes que casi siempre (si exceptuamos la noche de los miércoles dedicada al cine de artes marciales) encontraras una buena película (o al menos una película de recuerdo agradable) que te acompañará en la duermevela y que no te importará perderte (o verla doblada) porque seguro que ya la has visto antes o bien tampoco te interesa tanto como para permanecer despierto. Además la variedad (dentro repito de unos límites de calidad bastante sobresaliente) es tan amplia que se pueden conseguir unas sesiones dobles y triples de lo más interesantes, fíjense por ejemplo en la sesión de noche de hoy: a las 22.00 “Tombstone” (un gran western que espero que algún día reciba el reconocimiento que merece) y Luego “La conversación” de Francis Ford Coppola, mañana “¿Qué tal Pussycat”, luego “Los amigos de Peter” y al final “El dormilón” y el sábado “El desafío de las águilas”, “Pulp Fiction” y luego “Rabia (una secuela de “Carrie”). ¿No les parece una programación maravillosa?
En fin que bienvenido sea este canal cuyo éxito (por lo visto ha alcanzado picos de audiencia con el pase de “Showgirls”, toma ya) augura una larga vida (yo me conformo con que dure todo el verano) y cuyo ejemplo espero que sea adoptado por las demás cadenas, ya veremos.