Thursday, June 23, 2011

If six was three



El día en el que nació la tarifa plana se produjo posiblemente uno de los momentos culminantes de la historia del entretenimiento occidental: aquel en el que millones de personas en todo el mundo pasaron a decidir qué era lo que querían ver en su casa en lugar de tragarse lo que alguien decidía que tenían que ver.

El arco de posibilidades era infinito: uno podía acomodarse a contemplar desde el último estreno de la temporada -mucho antes de que llegara a las salas comerciales- hasta la película más extravagante que no sería posible conseguir de ninguna otra manera (recuerdo que una de las primeras que “compré” en la red fue la japonesa “Onibaba”). Y para qué hablar de las series, me estremece pensar cuantas maravillas de las que ha disfrutado el resto del mundo nos hubiéramos perdido en España de no ser por que algunos teníamos la posibilidad de estar al acecho de las novedades más prestigiosas.




Y ante este lujurioso panorama ¿qué fue de las televisiones generalistas? Pues poca cosa, telediarios, partidos de fútbol y poco más. Y ni siquiera tenía uno la sensación de estar perdiéndose ningún acontecimiento televisivo de interés, en lo que se refiere a los realities, ya que el advenimiento de nuevas maravillas como “Youtube” le permitía a uno estar al tanto de dichos acontecimientos servidos en breves descargas de pocos minutos de duración sin tener que pasarse horas esperando a que llegara el tomate.



La llegada de la TDT contribuyó a animar un poco el cotarro televisivo convencional aunque, al menos en lo que a mí se refiere, de un modo distinto al que sin duda pretendían sus creadores. En efecto la hemorragia de nuevos canales y sobre todo la subdivisión de las grandes cadenas tradicionales creó muchas horas nuevas de programación y poco contenido novedoso para rellenarlas ¿consecuencias?: reposiciones y más reposiciones de series y películas antiguas y más recientes. De las bondades de esta nueva forma de entretenimiento televisivo ya nos contó algo Ra en su casa pero yo más bien quería particularizar en uno de estos canales recién nacidos.



Creo que fue a mediados de 1991 cuando las televisiones privadas llegaron a España, hasta ese momento el concepto que teníamos de una caja tonta multicanal se reducía a lo que habíamos visto con envidia durante años en las teleseries americanas, donde invariablemente aparecía algún personaje que oprimía con gesto cansino el mando a distancia contemplando con apenas unos segundos de intervalo una innumerable sucesión de canales, es decir haciendo eso que entonces no sabíamos que se llamaba “zapping”. Y eso es lo que queríamos todos y lo que yo pensaba que iba a suceder, al final la cosa no fue para tanto y se quedó simplemente en Tele 5 y Antena 3. Y ojo, no es que me queje de las programaciones pioneras de estas dos empresas, todo lo contrario, en comparación con lo que dan hoy no podemos recordar aquellos años con otro cosa que no sea simpatía.



Pero vamos que esto no era lo que tenía uno en la cabeza cuando soñaba con la Televisión Privada. Más adelante se añadieron otras novedades, Canal Cuatro, la Sexta y las diferentes televisiones autonómicas. Pero vamos repito que a esas alturas mi reino ya no era de ese mundo. Pero hete aquí que ahora, veinte años después del nacimiento (o la parida) de las privadas por fin tenemos algo parecido a lo que habíamos esperado, algo tan genialmente simple como un jodido canal donde sólo ponen películas ¿tan poco era tan difícil verdad?. Bueno ya sé que no sólo ponen películas, de hecho la programación peliculera no empieza hasta las 15.30 pero eso sí, luego se encadenan hasta cinco películas seguidas. Pero la cuestión no es la cantidad sino la calidad.

Si alguien me pidiera una definición de La Sexta 3 contestaría que se trata de un canal donde pasan películas que ya has visto antes pero que no te importa volver a ver. Saliendo de casa a las 6.30 de la mañana y regresando a las 16.00 de la tarde uno tiene el tiempo más bien medido a la hora de ver las muchas horas de cine y televisión que tiene almacenadas después de muchos meses de “compras”, en ocasiones tienes el tiempo justo para ver una película de 90 minutos, o el capítulo de una serie de 50 minutos o un episodio de una sitcom de 20 minutos. Y en ocasiones uno está demasiado cansado para ver nada de eso y simplemente se acuesta en la cama y enciende la tele para ver algo antes de dormir, y es ahí donde entra la función social de La Sexta 3: sabes que casi siempre (si exceptuamos la noche de los miércoles dedicada al cine de artes marciales) encontraras una buena película (o al menos una película de recuerdo agradable) que te acompañará en la duermevela y que no te importará perderte (o verla doblada) porque seguro que ya la has visto antes o bien tampoco te interesa tanto como para permanecer despierto. Además la variedad (dentro repito de unos límites de calidad bastante sobresaliente) es tan amplia que se pueden conseguir unas sesiones dobles y triples de lo más interesantes, fíjense por ejemplo en la sesión de noche de hoy: a las 22.00 “Tombstone” (un gran western que espero que algún día reciba el reconocimiento que merece) y Luego “La conversación” de Francis Ford Coppola, mañana “¿Qué tal Pussycat”, luego “Los amigos de Peter” y al final “El dormilón” y el sábado “El desafío de las águilas”, “Pulp Fiction” y luego “Rabia (una secuela de “Carrie”). ¿No les parece una programación maravillosa?

En fin que bienvenido sea este canal cuyo éxito (por lo visto ha alcanzado picos de audiencia con el pase de “Showgirls”, toma ya) augura una larga vida (yo me conformo con que dure todo el verano) y cuyo ejemplo espero que sea adoptado por las demás cadenas, ya veremos.

Thursday, June 16, 2011

No significa cuánto.



En primer lugar me gustaría que leyeran este artículo.

La intervención del escritor Javier Marías en el affaire Dominique Strauss Khan resulta bastante insólita incluso viniendo de un literato que, al menos en su faceta como columnista de El País Semanal, parece querer alimentarse únicamente de esa extraña raza que conforman los lectores indignados de la sección de cartas.

Analicemos el texto por partes. Lo primero que llama la atención es que Marías califique lo sucedido como un hecho “incomprensible y absurdo”, una afirmación que parece provenir de alguien que ha pasado demasiado tiempo imbuido en las ficciones que pueblan sus libros, ficciones (las de sus libros y las de todos en general) que se caracterizan precisamente por ser un territorio donde todo resulta mucho más comprensible y lógico que la realidad, que no está sujeta a ninguna regla literaria que la haga asimilable.

Ya en el segundo párrafo el escritor prosigue agitando la bandera de la inverosimilitud preguntándose cómo una camarera de pisos puede entrar en una habitación ocupada (supongo que algo tendrá que ver la sobrecarga de trabajo que suelen tener estas profesionales independientemente de la categoría del hotel en el que trabajen), o cómo un hombre sale desnudo de la ducha sin llevar un albornoz o al menos una toalla (manías personales, yo me estuve duchando con la ropa interior puesta hasta los 13 años por lo menos), pero estas objeciones se quedan en nada ante la sorpresa del columnista por el hecho de que uno de los hombres más poderosos del mundo dedique parte de su valioso tiempo y se juegue además su carrera política en estas correrías de hotel.

Ay mi querido Marías ¿cómo es posible que algo así te parezca tan extraño? ¿No ha sido el sexo la perdición de los hombres desde el principio de los tiempos? ¿Por qué fueron expulsados Adán y Eva del paraíso? ¿Por qué si no se hizo el rey David acreedor del desprecio de Dios cuando decidió correr detrás de Betsabé? ¿Acaso los por mucho tiempo inmaculados Kennedy no eran unos maniacos sexuales? ¿No hubiera preferido Clinton machacársela con un ladrillo antes de pasar a la historia por sus becariadas? ¿No hay en estos momentos millones de hombres sentados sobre su culo preguntándose cómo diablos echaron toda su vida a rodar por un minuto de calentura?





Sin embargo la cosa se pone peor a partir del tercer párrafo cuando Marías empieza una sórdida disquisición sobre el carácter de las presuntas agresiones sufridas por la camarera, se habla de penetración bucal y anal por más que en todo lo que he leído sobre el caso es la primera noticia que tengo de que tal cosa pudo habar sucedido. Pero lo verdaderamente inquietante es la clase magistral que J.M. sobre la imposibilidad de agredir a una mujer por alguna de estas dos vías, como si él fuera una autoridad en la cuestión (supongo que no se trata de eso) y si la, por desgracia, larga y multivariada casuística del tenebroso mundo de las agresiones sexuales no fuera otro de los muchos territorios en los que no rigen las leyes de la lógica a las que tan adicto parece Marías. Recuerdo en cierta ocasión como un jurista experto en el tema describía un caso de violación que comenzaba con la víctima declarando que “había sido subida con violencia a una motocicleta”, el letrado manifestaba que por mucho que resultara insólito que alguien fuera subido con violencia a una moto el hecho fundamental es que la víctima no había consentido, todo comentario que obvie esta cuestión no son más que digresiones que entendíamos como más propias de otros hombres públicos célebres por su rijosidad.





El artículo de Marías prosigue en el siguiente y último párrafo donde estalla en un brillante final en el que asegura que quizás lo que pudo haber pasado es que el viejo verde le ofreciera dinero a la camarera por echar un aquí te pillo aquí te mato, y que todo el jaleo posterior vendría a cuento de una discrepancia en torno al pago o al carácter de los servicios contratados, vamos, que se retoma aquel viejo adagio de “señora es usted una puta, lo único que falta por determinar es el precio”. En fin repito que aquí caben dos explicaciones, o al bueno de Marías se le ha ido la olla y ha terminado por desconectarse completamente de la realidad o ha escrito el artículo pensando en la reacción del respetable que se manifestará (o no) en la sección de cartas al director de dentro de dos semanas. Ya se verá.

Sunday, June 12, 2011

La escena: The beach bitch

Todavía no es 21 de junio así que faltan días para que empiece oficialmente la canícula, pero en este blog no rige el cambio oficial de estaciones, aquí son los refranes los que controlan el tiempo y dado que ya hemos pasado con creces el 40 de mayo declaro el inicio del verano.

Y para ello nada mejor que recordar la película que todo ser humano tiene en mente cuando se mete en el agua salada. En concreto homenajearemos la escena que con el tiempo se revela como la más escalofriante de todas.


The beach bitch por Perfado

Monday, June 06, 2011

Last night i watched myself sleep

Se habla de “Insidious” y una advertencia sobre “spoilers” sólo tendría sentido para un extraterrestre o para alguien que jamás haya visto una película de terror. Y no creo que exista nadie que cumpla alguna de esas dos condiciones.



Con “Insidious” pretendía prestar un servicio semejante al que quise hacer con el comentario sobre “Romanzo Criminale”, es decir hablar sobre algo que pensaba que no iba a tener la difusión que merecía debido a su vocación de producción marginal. Pero he aquí que resulta que la película se estrena este viernes, no esperaba que tal cosa sucediera, de hecho la había “comprado” porque tenía la sensación de que no podría verla de ninguna otra manera (de todos modos quizás lo hubiera hecho también en caso de saberlo porque detesto ver películas de terror en el cine). Y no solo eso sino que además “Insidious” aparenta ser la sensación de la temporada en lo que se refiere al cine de terror, tal y como en su día lo fueron “El proyecto de la bruja de Blair” o “Paranormal Activity”.



Como suele ser habitual, y como se adelantó en la introducción, sólo alguien muy poco familiarizado con el cine de terror puede evitar ver esta película sin notar similitudes a multitud de filmes pertenecientes a este género, desde los más ilustres hasta los más recónditas, quizás la referencia más clara sea la de “Poltergeist” en lo referido a que se trata básicamente de la historia de una familia afectada por una serie de fenómenos fuera de lo común. Sin embargo el estilo de “Insidious” se aparta de forma deliberada de la enfática ambientación de la película de Tobe Hopper (enfática incluso cuando se produce la irrupción de lo paranormal) y adopta en cambio uno mucho más naturalista y cotidiano, casi documental, lo que hace que su visión resulta por lo tanto más perturbadora, algo a lo que ayuda el tono neutro con el que la película está fotografiada y la presencia de actores no demasiado conocidos, Rose Bryne y Patrick Wilson, dos de esos nombres que no dicen nada a no ser que vaya acompañados de las correspondientes fotografías (también aparece por ahí Bárbara Hershey pero seremos tan caballeros de hacer como si no nos hubiéramos dado cuenta)






Estas características hacen de “Insidious” un título más próximo al cine de terror independiente (al que pertenecen algunos de los títulos anteriormente citados), y es precisamente en ese ámbito de textura tan malsana en el que la película ofrece sus mejores armas, con unos primeros 45 minutos plenos de tensión y sustos tan cuidadosamente colocados y tan efectivos que no me avergüenza reconocer que durante buena parte del metraje al que corresponde este segmento de la película tuve que verla con el volumen bajado.




Sin embargo con posterioridad la película abandona el tono discreto y elegante de los primeros tres cuartos de hora y entra de lleno en otro dominado por un indescifrable tono de homenaje o parodia (imposible al menos para mi determinar con cual de estas dos intenciones se aborda esta parte del argumento) a la ya citada “Poltergeist”, desde la introducción en la trama de un grupo de investigadores freaks (comandados por una médium mucho más bizarra que Zelda Rubinstein y no lo digo por su aspecto físico) hasta llegar a una irrupción en un mundo paralelo que se nos presenta dominado por una grotesca estética que sólo puedo comparar con la de un célebre vídeo de “Soundgarden”.



En resumen resulta bastante difícil hacerse una idea de conjunto sobre qué es “Insidious” y con qué finalidad se ha hecho, repetimos que posiblemente el ruido mediático proporcionado por la publicidad oficial y extraoficial la convertirá en una de esas películas de miedo de temporada “que hay que ir a ver” y de donde los espectadores saldrán inevitablemente decepcionados. Puede que después de todo la primera mitad de la película no sea más que una engrasada máquina de fabricar sustos y que la segunda no deje de ser un ejercicio de barroquismo granguiñolesco y que al final, una vez más, no haya nada nuevo que contar pero bueno, quizás debamos quedarnos con el concepto de que “Insidious” puede que no sea una gran película de terror pero sí una película que da miedo ¿y no es esto al fin y al cabo lo más importante de todo?

Wednesday, June 01, 2011

IO STAVO CON LIBANESE!!!!!!!!!

No suelo hablar de las series de televisión que veo, viviendo como vivímos en la epoca dorada de la caja tonta (en cuanto a series de ficción no española se refiere) me parece redundante comentar cosas que tienen su adecuada semblanza en muchos blogs más especializados (algunos de los cuales se pueden encontrar en la sección de links situada a la derecha por más que mi amiga Mer siga malgastanto su espacio en la incansable lucha por encontrar algo de talento en la ficción televisiva nacional).

Sí es cierto que hace más o menos un año tuvimos que hacer referencia al final de "Lost", pero -algunos- convendrán conmigo en que aquello fue una experiencia que iba más allá de lo meramente televisivo.



El que hoy sí haya decidido mencionarles la existencia de una teleserie responde al hecho de que me da en la naríz que estamos ante una producción que posiblemente va a pasar desaparecibida para el gran público (entendiendo por tal el colectivo de espectadores entusiastas seguidores de estos productos por vías no generalistas), y eso por varias razones. En primer lugar porque se trata de una serie italiana, algo que ya de por sí espanta a los espectadores más prejuiciosos ya que el género televisivo del país de la bota salvo honrosas excepciones (como el celebradísimo "La mejor juventud" que espero ver de una puñetera vez un día de estos) se suele asimilar a alguna horterada berlusconiana emitida al ritmo de la música de "Ricchi e Poveri" o algo aún peor.



Pero incluso sin esos prejuicios (perfectamente lógicos por otro lado) resulta bastante dificíl acceder a una producción que es un pecado ver doblada y de la que debe ser bastante trabajoso halla subtítulos. Yo mismo dudo mucho que la hubiera visto de no haber estado abonado a ese salvavidas llamado Digital +. Por cierto ya sería hora de decir que estamos hablando de "Romanzo Criminale" (llamada en España "Roma Criminal")



El argumento (basado en un libro que dió origen asimismo a una película estrenada en el año 2005) sigue la clásica estructura de las historias criminales estilo "rise and fall", centrada en esta ocasión en un grupo de delincuentes comunes romanos que deciden aliarse para lograr lo que nadie ha conseguido antes: instaurar el crimen organizado en la rebelde y caótica capital de Italia. Al frente de todo el tinglado (y de una banda de esbirros algunos con apodos tan encantadores como "Treinta denarios") la habitual figura del líder carismático que en esta ocasión es un monstruo tricefalo: el Freddo, el Dandi y el Libanes que representan respectivamente la cabeza, el corazón y los cojones de la pandilla.






Pero esto va un poco más allá de la mera crónica de gangsters, el drama comienza a finales de los setenta y concluye a mediados de los ochenta, una etapa especialmente convulsa en la historia italiana del siglo XX y que fue conocida como "los años del plomo". Como reflejo de ello La Banda de la Magliana aparece en medio de una multitud de acontecimientos reales (como fueron el secuestro de Aldo Moro, el gran atentado de la estación de Bolonia, el escándalo del Banco Ambrosiano e incluso la victoria de la Squadra Azzurra en el Mundial de 1982) y relacionada con terroristas de extrema derecha, miembros de la Mafia, la Camorra y la 'Ndrangheta, así como una serie de mefistofélicos esbirros de las más sórdidas alcantarillas del estado italiano. Una autentica "piovra" como la de aquella serie homónima, también italiana, que pasaron por la tele hace unos veinte años, de hecho sostengo que uno de los personajes de "Romanzo Criminale" (el esforzado Scialoja) es un homenaje a Corrado Cattani, aquel Comisario que trataba inutilmente de luchar contra el gran pulpo de la Mafia siciliana.




La serie podría compararse con otras sagas criminales del estilo de "Los Soprano" o "The Wire" pero con un enfoque menos intelectual (sí, las dos series norteamericanas tienen ese enfoque por más que sus personajes sean escoria) y más próximo a un tono folletinesco mezcla de culebrón y drama shakesperiano (que no obstante está basado, aunque de forma muy libre, en hechos y personas reales) que lo hace más entrañable y por así decirlo más "latino". En fin una serie que me ha gustado, espero que estas palabras sirvan para difundir un poco este pequeño vicio medianamente confesable.