Saturday, July 31, 2010

y dos millones de gallos que dejan los cielos hechos añicos.




Supongo que a todo el mundo le habrán preguntado alguna vez en su vida cual es su postura en lo referente al tema de los toros. No sé que hubiera respondido hace diez años pero ahora mismo si alguien me lo preguntara respondería que no estoy ni favor ni en contra.

Yo vivo en un territorio bastante poco taurino, tenemos una plaza de toros desde luego, pero que yo recuerde no se ha utilizado para lo que en teoría se creó desde hace más de cuarenta años. Así pues no es un tema con el que haya tenido mucho que ver, puede que en alguna ocasión haya visto una corrida de toros por la tele, pero fue en la época de la gran oscuridad (es decir antes de Internet y las televisiones privadas), esa en la que uno veía cualquier cosa que echaban por la caja tonta. Los únicos toros que miro ahora aparecen en los reportajes del telediario cuando he oído que han corneado a algún matador.





No soy una persona insensible en lo que se refiere al maltrato a los animales, es sólo que considero que lo que sucede con los toros está en un nivel no demasiado alto en la lista de agravios que sufren las bestias de las que se sirve el hombre. No creo que los millones de seres vivos que son sacrificados a diario para nuestro provecho lo pasen mejor que el toro. Estoy convencido de que muchos de los que defienden la prohibición son consumidores de carne de animales que habrán llegado hasta su boca después de un espeluznante proceso que haría vomitar al Doctor Mengele. Bien decía Mark Twain que es mejor no saber cómo están hechas las salchichas y las leyes.

¿Por qué entonces se hace tanto hincapié en una cuestión que afecta tan sólo a una mínima parte de las víctimas del holocausto animal?. En primer lugar porque las cuitas de los toros de lidia son públicas y notorias y en segundo lugar porque dichas cuitas tienen una finalidad lúdica, algo que por lo visto supone una villanía añadida. No dejan de ser argumentos un tanto hipócritas, pareciera entonces que se puede hacer cualquier cosa con un animal siempre y cuando no se vendan entradas ni se programe el acontecimiento por televisión (see no evil) y por otro lado criticar que la masacre tenga por objeto divertir a la afición equivale a ignorar o justificar el bombardeo indiscriminado de una aldea en el transcurso de una guerra y por otro lado escandalizarse por las fechorías de un maníaco que asesina por placer, como si la primera fuera inevitable y la segunda no.

Por otro lado están los que defienden la fiesta invocando la tradición (el garrote vil también era una tradición que se remontaba al medievo), o que la desaparición de las corridas provocaría también la desaparición del toro como especie (imagino que ese hipotético futuro sin fiesta seguirán habiendo toros como en la inmensa mayoría de países en los que no se practica la lidia) o que el animal disfruta una vida privilegiada hasta que salta a la plaza (si se le pudiera preguntar al interesado estoy seguro que no le parecería un buen plan estar cuatro años triscando entre azucenas para luego acabar torturado de forma atroz durante una hora). Aunque últimamente los argumentos derivan más bien hacia posiciones menos pedestres como son la defensa de la libertad de elección (absurdo viviendo como vivimos en una sociedad en donde tal concepto ha sido reducido a la mínima expresión sin que los mismos que defienden la lidia por este motivo parezcan preocuparse) o el hecho de que en el fondo se trate simplemente de una batalla más en la guerra que por lo visto libra Cataluña contra España (o contra el resto de España como se prefiera).

No soy un fundamentalista de la coherencia, hace tiempo que llegué a la conclusión de que hasta una asquerosa rata de agua es más coherente que cualquier ser humano, no pasa nada, todos estamos sometidos a eso, los ciudadanos que pagamos impuestos tenemos derecho a contradecirnos todo lo que queramos, aunque sería bueno pensar que las autoridades que gobiernan nuestras vidas tratan de usar esa rara virtud, aunque supongo que la manera en la que el Gobierno central tratará de solucionar este enredo nos dará una muestra de lo contrario.

En fin todo esto se resume en que a nivel personal el mantenimiento de la fiesta no me causa ninguna tristeza al igual que tampoco me lo causaría su desaparición.

Wednesday, July 28, 2010

Abecedario del crimen. Capitulo XIX. Helter Skelter. Parte Cuarta: Hollywood Burns




Tras retirarse, la banda arrojó desde una colina la ropa ensangrentada a la carretera de Benedict Canyon. A Krewinkel le dolía la mano de tanto apuñalar hasta el hueso, y las otras muchachas se jactaban de que les habían arrancado mechones de pelo.

Manson los esperaba en Spanh Ranch. “¿Qué hacéis en casa tan pronto?, preguntó. “Tío –respondió Watson-, menuda confusión hemos montado.”

A las 08.00 de la mañana del 9 de agosto la doncella Winifred Chapman llegó a Cielo Drive como todos los días y entró por una puerta de servicio lateral. Al encontrarse con la dantesca escena de la masacre salió corriendo de la casa, gritando histéricamente. La policía no tardó en llegar, primero hallaron el cadáver de Steven Parent a la entrada de la propiedad, luego a Frykowski y Folger en el exterior de la casa y por último a Tate y Sebring en el salón.

También encontraron a William Garretson el cuidador de la finca de 19 años de edad y único superviviente de la masacre.



Desde el principio la posición de Garretson parecía poco sostenible. En un primer momento alegó no haber oído nada pero la policía no le creyó y fue considerado sospechoso, más tarde se descartó esta posibilidad cuando el joven pasó la prueba del polígrafo, además no se encontró ni una sola huella suya en la casa y él no tenía ni el más mínimo rasguño. La conclusión es que Garretson no había estado, ni esa noche ni antes, en el interior de la mansión de los Polanski.

De todos modos seguía siendo poco creíble que el guardés no oyera ni viera nada del infierno que se había desatado esa noche en la casa. Bastantes años más tarde Garretson fue entrevistado para un documental y en ese momento reconoció que aquella noche había escuchado los disparos que anunciaron la irrupción de los asesinos en la propiedad y posteriormente había presenciado el asesinato de Abigail Folger y había escuchado asimismo sus últimas y extrañas palabras. Aunque en esa entrevista trató de dar otra explicación lo más probable es que durante los sucesos de esa noche Garretson entrara en shock y fuera incapaz de reaccionar ante lo que estaba ocurriendo.



Mientras tanto Polanski que permanecía aun en Europa se enteró de la tragedia por su manager, William Tenant, que fue llamado para identificar los cadáveres. El cineasta volvió inmediatamente a Los Ángeles en medio de la expectación general.



Tras quedar Garretson descartado la policía empieza a ponerse nerviosa, el crimen había atraído la atención no sólo del país sino del mundo entero y siempre que se conjugan un crimen misterioso, la ausencia de pistas y la excesiva publicidad los investigadores tienden a tirar balones fuera acusando al que tienen más a mano (y cierto matrimonio inglés que tuvo la mala idea de veranear en Portugal podría decir algo sobre eso).

Muy pronto el director es considerado sospechoso oficial. El hecho de que Jay Sebring, el ex-novio de Sharon, estuviese entre las víctimas, llevó a los investigadores a concluir que los crímenes podrían haber sido ordenados por el propio Polanski.

“Estamos barajando diversas teorías”, dijo un veterano detective de homicidios. “¿Quién sabe lo que un hatajo de polacos sería capaz de hacer?”.

Polanski se negó a hablar con la policía hasta después del funeral de Sharon, enterrada el 13 de agosto en el Cementerio de Holy Cross, en Culver City, con su hijo no nacido entre sus brazos. Luego fue sometido a extensos interrogatorios en los que no fue capaz de aportar alguna pista sobre el móvil del homicidio múltiple aunque negó varios rumores entre los cuales los de que su esposa fuera consumidora de drogas, una afirmación que también mantendría ante la prensa.



Al final la policía descartó a Polanski como sospechoso pero la prensa, ante la falta de cualquier indicio de solución del espectacular crimen, empezó a hacerse eco de las más disparatadas habladurías que pintaban una escena de drogas, orgías de sexo estrafalario y rituales de magia negra en Cielo Drive. Se mencionaban la cantidad de individuos estrafalarios a los que Polanski permitía pulular por la casa así como la turbia reputación de varias de las víctimas como Frykowski y Sebring.

El hallazgo de una tabla de ouija en la casa dio pábulo a rumores de brujería. Un periódico publicó varias fotografías de Sharon Tate aparentemente tomadas durante una misa satánica, pero después se demostró que correspondían al rodaje de “El ojo del diablo”. Sí es cierto en cambio que la actriz jugueteó en esa época con la magia blanca, siendo iniciada en el culto de Alex Sanders, el autoproclamado rey de los brujos de Inglaterra. Pero es dudoso que este hecho fuese otra cosa que la típica curiosidad sixties por cualquier clase de ritual exótico.



Paralelamente a todos estos hechos una oleada de terror se cernía sobre Hollywood. La prensa informó de que muchas estrellas estaban abandonando la ciudad, mientras otras instalaban en sus casas sistemas de seguridad. El escritor Dominick Dunne recordaba después que “las ondas de choque que atravesaron la ciudad superaron todo lo que yo había visto antes”. La gente estaba convencida de que los ricos y famosos de la comunidad estaban en peligro. Los niños eran enviados fuera de la ciudad. Se contrataban vigilantes. Steve McQueen llevaba una pistola cuando asistió al funeral de Jay Sebring.

Aquellos que no vivían en las colinas de Hollywood tampoco se sentían muy tranquilos, si algo así podía pasarle a las estrellas del cine ¿quién estaba a salvo entonces? En este caso ni siquiera se produjo la habitual cascada de confesiones falsas que suelen seguir a todo asesinato célebre, ni los más enfermos buscadores de publicidad querían quedar manchados por esa pintura.

Los únicos que no parecían impresionados eran los propios asesinos. De hecho tras escuchar la descripción hecha por Watson y las chicas, Manson había mostrado su descontento con el ataque a la residencia Tate. “Demasiado descuidado”, dijo, y decidió acompañar a la siguiente misión que tuvo lugar la misma noche del 9 de agosto.

En la expedición además de Manson repetían Watson, Atkins, Krenwinkel y Kasabian a los que se sumaron Steve Grogan (Rebautizado Clem) y Leslie Van Houten (Rebautizada Ouisch).




El grupo condujo hasta Waberly Drive, en la zona residencia de Los Feliz, a unos 15 kilómetros de Cielo Drive. Allí se erigía una gran mansión de estilo Tudor que Manson había visitado varias veces, pero escogió la casa de al lado porque estaba más aislada. Era el domicilio del matrimonio formado por Leno y Rosemary Labianca.



Watson y Manson entraron por la parte posterior en el domicilio familiar y encontraron a Leno adormilado en un sofá, rápidamente fue reducido y atado lo mismo que su esposa que se encontraba en el dormitorio. En ese momento Manson volvió al coche y ordenó a Krenwinkel y Van Houten que entraran en la casa.

A continuación Watson apuñaló a Leno 26 veces. En el dormitorio Van Houten sujetó a Rosemary mientras Krenwinkel la acuchillaba pero la dueña de la casa logró liberarse y trató de huir. Watson llegó corriendo, la derribó y la apuñaló hasta 41 veces. De vuelta al salón Krenwinkel cogió un tenedor de trinchar y se lo clavó al ya fallecido Leno en el estómago. Después le grabó la palabra “War” en el abdomen con un cuchillo. Además, como Atkins había hecho la noche anterior, dejó varios mensajes escritos con sangre en diversos lugares de la casa: “Rise” y “Death to Pigs” en las paredes y “Helter Skelter” en la puerta del frigorífico.




Por sorprendente que parezca en un principio nadie pareció relacionar dos crímenes tan aparentemente similares (excepción hecha de la relevancia social de las víctimas) y mucho menos conectar estos dos con el que había tenido lugar menos de un mes antes.

El 31 de julio, nuevo días antes de la masacre en casa de los Polanski, se asignó a dos inspectores de homicidios el caso de Gary Hinman, el primer crimen conocido de la Familia. El 6 de agosto estos dos policías fueron los que arrestaron a Bobby Beausoleil. Dos días después, ambos inspectores leyeron los detalles de la masacre que había tenido lugar en la casa de Sharon Tate: las coincidencias eran impactantes, pero Guenther y Whitely trabajaban para la oficina del sheriff del condado de Los Ángeles y el caso Tate estaba en manos de los sabelotodos del Departamento de Policía de Los Ángeles (la tradicional rivalidad entre los diferentes cuerpos de policía que se da en todos los países se eleva a la enésima potencia en los Estados Unidos debido a su compleja red de defensores de la ley) a quienes las elucubraciones de Whitely traían sin cuidado. El sargento Jess Buckles fue muy explícito: “Sabemos muy bien qué hay detrás de estos asesinatos. Son parte de una gran operación de tráfico de drogas”. Lo cierto es que en la casa se habían encontrado pequeñas cantidades de hachís, cocaína y marihuana pero lo raro hubiera sido que en alguna casa del Hollywood de 1969 no se hubiesen encontrado esas sustancias.

Así pues no se investigó a las extrañas amistades de Beausoleil y nadie quiso saber nada sobre ningún hippie trastornado pese a que los problemas con la ley de la Familia solían ser frecuentes.El mismo 9 de agosto Spanh Ranch había sido allanado por sospecha de robo de coches pero finalmente todos los detenidos quedaron libres.

Algo más tarde la involución de la Familia les había llevado a adentrarse todavía más en el Valle de la Muerte, en concreto en un área casi inaccesible denominada Barker Ranch.




Por esos andurriales transcurrieron otros dos meses con Manson y Familia empeñados aun en encontrar la puerta del paraíso. Manson determinó que uno de los portales de entrada estaba sumergido en un lago junto a la carretera 127, al otro lado del pueblo de Death Valley Junction, y Manson averiguó cuánto podía costarle drenar el agua, pero 33.000 dólares por el privilegio de un acceso directo era demasiado dinero, de modo que la Familia se dedicó a rastrear el desierto en busca de otra entrada.

Mientras tanto otros miembros de la Familia trabajaban en la construcción de atalayas y fortificaciones para defenderse ante la inminente llegada del Armagedon. Varios buggies robados llegaron cargados de reclutas, algunos de ellos fuertemente armados.

Por fin el 12 de octubre la policía del condado de Inyo volvió a invadir el cubil de la Familia por otro asunto de coches robados. Se arrestó a 26 miembros del grupo incluyendo al propio Manson cuya escasa estatura (medía apenas 1,58 metros de alto), casi evita que lo encuentren al esconderse en un armario, dividido por un estante horizontal, que había debajo de un fregadero.



Cuando los coches patrulla abandonaban la propiedad dando botes por el desierto, dos atemorizadas muchachas salieron de los arbustos, pidiendo ayuda a gritos. Huían de la cólera de la Familia y temían por sus vidas. Una de ellas Kitty Lutesinger, de 17 años, la ex-novia de Bobby Beausoleil, era buscada para ser interrogada acerca del caso Hinman.



Fue ella quien hablo por primera vez a la policía de la implicación de Susan Atkins en la muerte de Gary Hinman. En base a esa información se interrogó a Sadie que admitió haber ido a casa de Hinman con Booby, y les explicó cómo éste había matado al músico. Esta declaración de Atkins fue bastante confusa ya que también declaró haber asestado tres o cuatro puñaladas a un hombre en las piernas. Sin embargo, las de Hinman estaban intactas. Así que Susan debía referirse a otra persona. Los inspectores recordaron entonces que en el caso Tate una de las víctimas masculinas (Frykowski) había sido efectivamente apuñalado en las extremidades inferiores, pero una vez más el Departamento de Policía de Los Ángeles no pareció más interesado que antes por esta pista.

De este modo en un principio Atkins fue sólo procesada por el homicidio Hinman. Mientras esperaba su juicio por asesinato, Sadie fue enviada al Instituto Sybil Brand, una cárcel para mujeres en Los Ángeles. A comienzos de noviembre, empezó a hablar con sus compañeras de celda sobre su participación en la matanza. Mencionó una cantidad ingente de detalles truculentos sobre los últimos momentos de la vida de Sharon así como que tras matarla quiso arrancarle el feto de las entrañas para llevárselo como ofrenda a Manson, pero no tuvo tiempo de hacerlo. También dijo haber probado la sangre de la actriz.

Después admitió que había participado en los asesinatos de los La Bianca la noche siguiente. “Era parte del plan”, explicó. “Y aún hay más”.

Ante la atónita mirada de las otras reclusas, Atkins recitó la lista de celebridades que formaban parte de su lista de objetivos: Richard Burton y Elizabeth Taylor, Frank Sinatra, Steve McQueen y Tom Jones. Era importante seleccionar víctimas que impactasen al mundo, explicó.

Sadie había planeado grabar las palabras “helter skelter” en la cara de Elizabeth Taylor con un cuchillo al rojo vivo y después sacarle los ojos. A continuación castrarían a Richard Burton y pondrían su pene junto a los ojos de Taylor en un frasco y se lo enviarían a Eddie Fisher (el anterior esposo de la actriz).

Sinatra iba a ser despellejado vivo, mientras le hacían escuchar su propia música. Luego la Familia haría bolsos con su piel y los venderían en las tiendas hippies. A Tom Jones le cortarían el cuello, pero sólo después de haber sido obligado a practicar sexo con Atkins.

En algún momento a mediados de noviembre, una de las reclusas le contó a la policía la escalofriante historia que Sadie les había confiado. Todo había terminado.

Friday, July 23, 2010

Abecedario del crimen. Capitulo XIX. Helter Skelter. Parte Tercera: You can stop now, im already dead



Sharon Tate nació el 24 de enero de 1943 en Texas y comenzó su carrera profesional como modelo, ganando varios concursos de belleza. Tras aparecer en algunas series de TV y como extra en varias películas, en 1965 viajó a Londres para filmar su primer papel protagonista en “El ojo del diablo”, un thriller protagonizado por David Niven y Deborah Kerr sobre un culto de adoradores de Satán que realizan sacrificios humanos. Finalizado rodaje, se quedó en Londres, y una noche conoció en una fiesta a Roman Polanski, que estaba en la capital preparando su comedia de terror “El baile de los vampiros”.



El director polaco no tardó en considerar a Sharon como la actriz perfecta para protagonizar la película. Durante el rodaje se hicieron amantes, y Sharon se instaló en el apartamento londinense de Polanski. Después se fueron juntos a América, donde él dirigió “La semilla del diablo” y ella protagonizó “No hagan olas” y “El valle de las muñecas”. A finales de 1967 regresaron a Londres, y se casaron el 20 de enero de 1968.



De nuevo en Los Ángeles, los Polanski se integraron rápidamente en la jet set de Hollywood, un grupo en el que se contaban algunos de los más exitosos jóvenes de la industria del cine, como Steve McQueen, Warren Beatty, Peter Sellers, Jacqueline Bisset, Leslie Caron, Joan Collins, Peter y Jane Fonda, y músicos como Jim Morrison y los miembros de The Mamas & the papas. El círculo de Polanski también incluía a Voytek Frkyoswski, su amigo de la infancia en Polonia;



la novia de éste, Abigail Folger, hija del magnate del café A.J. Folger;



y Jay Sebring, peluquero de las estrellas de Hollywood y ex amante de Sharon Tate.



La residencia de los Polanski siempre estaba llena de gente, y Sharon consideraba esa atmósfera casual como parte del “espíritu libre” de la época, diciendo que no le importaba quién entrase en su casa porque su lema era “vive y deja vivir”.

Tate se quedó embarazada a finales de 1968, y en febrero de 1969 la pareja se mudó al 10050 de Cielo Drive, en la lujosa zona residencial de Bel Air. La casa había estado previamente ocupada por sus amigos el productor discográfico Terry Melcher y su novia, la actriz Candice Bergen. Tate y Polanski habían visitado el lugar en varias ocasiones, y Sharon se emocionó cuando supo que estaba disponible, refiriéndose a ella como la “casa de sus sueños”. De este modo la expedición de castigo de Manson se encontró con Tate en lugar de con Melcher y así uno de los crímenes más célebres de la historia tuvo su origen en una fatal concatenación de casualidades.




Una semana después de instalarse en la mansión, los Polanski se fueron a Europa. Sharon iba a rodar “¿Cuál de las trece?” (1969) en Italia, mientras Roman empezaba a trabajar en el guión de su siguiente película, “The Day of the Dolphin” en Londres. Tras completar su trabajo, Tate se reunió con su esposo en Inglaterra, pero Polanski no pudo acompañarla de vuelta a California. Sharon estaba embarazada de ocho meses cuando subió a bordo del Queen Elizabeth II el 20 de julio. Roman debía regresar el 12 de agosto, a tiempo para el nacimiento de su hijo, y pidió a Frykowski y Folger que se quedasen en casa con ella hasta su llegada.

La noche del viernes 8 de agosto, Sharon, Jay Sebring, Voytek Frykowski y Abigail Folger fueron a cenar al restaurante “El Coyote”, y después regresaron a Cielo Drive. Lo que ocurrió a partir de ese momento ha sido contado muchas veces, prácticamente todos los que sobrevivieron a esa noche (incluyendo alguien que sobrevivió de forma inesperada) han narrado los hechos antes o después, de todas maneras las versiones pueden variar con respecto a los sentimientos de las personas que intervinieron en los hechos pero no con respecto a los hechos en sí que al fin y al cabo es lo que interesa.

Lo cierto es que parece que todo empezó poco después de la medianoche. A esa hora Charles Watson cortó los cables del teléfono de la casa y trepó a la cerca seguido por el resto de la banda. A través del terreno un coche se acercó a ellos; Watson obligó al vehículo a detenerse y le disparó cuatro veces al conductor con la pistola del 22 que Manson le había dado. De este modo la primera víctima de aquella noche fue Steve Parent de 18 años.



Parent ni siquiera conocía a los Polanski, había ido a visitar a William Garretson, el cuidador de la finca, que vivía en la casa de invitados a espaldas de la residencia principal. Tras despedirse de su amigo, tuvo la mala suerte de encontrarse con los intrusos. Su muerte fue una nueva casualidad fatal.



Después de esta primera sangre Watson, Atkins y Krenwinkel entraron en la casa por una ventana, mientras Kasabian se quedaba fuera montando guardia.

Frykowski, adormilado en un sofá, fue despertado por Watson, que le apuntó a la cabeza con su revolver.

“¿Quiénes sois y qué estáis haciendo aquí?” preguntó sorprendido.
“Soy el Diablo y estoy aquí para hacer el trabajo del Diablo”, replicó Watson

Tex envió a Atkins a ver si había más gente en la casa. Sadie encontró a Folger leyendo en una habitación y a Sharon y Sebring en el dormitorio de al lado, charlando sobre la cama. Se cuenta que en un primer momento Folger saludó a Susan como si tal cosa acostumbrada a ver toda clase de bichos raros pululando por la casa, pero en esta ocasión se trataba de algo diferente. A punta de cuchillo Atkins se llevó a los tres al salón.

Cuando los habitantes de la casa estuvieron reunidos, Watson les ordenó tumbarse en el suelo boca abajo. “¿No ves que está embarazada?”, dijo Sebring, señalando a Tate. “Deja que se siente”. Como respuesta recibió un balazo.

A continuación, Tex cogió la cuerda que habían llevado y ató por el cuello a Sebring, Sharon y Abigail. Pasó el cabo de la soga por una viga del techo y tiró. Las dos mujeres se pusieron de pie para no ahogarse. Una de las víctimas preguntó a los intrusos qué les iban a hacer, y Watson replicó: “Vais a morir todos”.

Tex ordenó a Atkins que matase a Frykowski, pero éste la derribó y corrió hacia la puerta pidiendo auxilio a gritos. Watson salió tras él, le disparó dos veces y luego le remató con la culata de la pistola y el cuchillo, en total Frykowski recibió trece golpes y cincuenta y un puñaladas.



Por su parte Folger también logró liberarse y trató de huir por el otro lado de la casa hacia el jardín pero fue a su vez cazada por Krewinkel y apuñalada, Tex que ya había acabado con Frykowski, se sumó a la carnicería. En total Folger recibió dieciocho puñaladas, sus ultimas palabras fueron “No hace falta que sigas, ya estoy muerta”



Krewinkel y Watson entraron de nuevo en la casa, allí Sebring que ya había recibido un tiro fue rematado con siete puñaladas.



Los tres asesinos formaron un semicírculo alrededor de la última superviviente. Luego Watson ordenó a Aktins que acabara con ella, Sharon suplicó a Sadie que le permitiera vivir para que naciera su hijo, Susan respondió “Mira, zorra, no me importa si vas tener un hijo. Será mejor que te prepares. Vas a morir y no siento nada al respecto”. Luego le asestó un total de dieciséis puñaladas. Sharon murmuró “madre, madre” y luego murió.

Antes de abandonar la escena Atkins mojó una toalla en la sangre de Tate y escribió “Pig” en la puerta delantera de la casa.

Tuesday, July 20, 2010

Abecedario del crimen. Capitulo XIX. Helter Skelter. Parte Segunda: Apocalypse Now



En 1968 el verano del amor estaba empezando a degenerar en malas vibraciones de modo que Charlie decidió agenciarse un autobús y se embarcó con sus fieles en una Gira Mágica y Misteriosa por toda la costa de California. Finalmente algunos de ellos se instalaron en la casa del profesor de música Gary Hinman. Poco después, Charlie conoció a Dennis Wilson, batería de los Beach Boys.



Wilson tenía la costumbre de recoger autoestopistas, y un día subió a su coche a Patricia Krenwinkel y Ella Jo Bailey, dos chicas de la Familia.





Las llevó a su casa de Sunset Boulevard y les dijo que podían quedarse mientras él se marchaba a una sesión de grabación. Cuando volvió, encontró su casa llena de jóvenes hippies y a un desarrapado hombre de mediana edad. Asustado, Wilson preguntó “¿Vais a hacerme daño?”. Manson se acercó a él y le dijo: “¿Tengo aspecto de ir a hacerte daño, hermano?”, mientras se arrodillaba y le besaba los pies. La estancia de la Familia en casa de Wilson duró un tiempo y le costó al músico 100.000 dólares en ropa robada, préstamos no devueltos y un Ferrari siniestrado.

Salvo por los gastos Wilson declaró que se había llevado bien con Charlie y las chicas, de hecho en un momento dado llego a tener a 25 de ellas durmiendo en su dormitorio. Para alimentarse la Familia montaba en un Rolls Royce y se iba de ronda por los cubos de basura de los supermercados de San Francisco, llenado el maletero con los mejores productos desechados.

Musicalmente, Manson compuso a medias con el anfitrión el tema “Deja ya de existir” (“Cease to exist”). Sin embargo los Beach Boys no entendieron el mensaje. Cambiaron dos veces el nombre de la canción, titulándola primero “Cease to resist” y por fin “Never learn not to love”.



Mientras tanto Manson seguía buscando lugares aislados donde poder concentrarse en la creación del culto a su persona. Por último decidió instalarse en Death Valley, en los estudios cinematográficos de Rancho Spahn, en medio del desierto.



Rancho Spahn era un lugar que había servido como escenario para cientos de películas de cowboys en los años 20 y que ahora funcionaba como atracción turística. Charlie llegó a un acuerdo con el propietario del rancho, el anciano y ciego George Spahn, que les permitió vivir allí a cambio de ayudar con tareas como limpiar los excrementos de los caballos, y de los favores sexuales proporcionados por algunas chicas de la comunidad.



Una vez instalada allí la Familia empezó a crecer hasta alcanzar el centenar de miembros, aunque el núcleo básico se reducía a unos veinticinco o treinta incondicionales, casi todos adolescentes fugados que habían roto todo contacto con amigos, familiares o los sitios y personas que antes frecuentaban. Ningún libro mancillaba la libertad intelectual de la comuna y, puesto que el tiempo era una convención burguesa, tampoco los relojes estaban permitidos.

Se prohibió la palabra “por qué”. De acuerdo con Manson y la ortodoxia imperante en ese entonces: “Jamás preguntéis por qué. Todo es bueno. Todo cuanto hacéis es lo que debéis hacer. Estáis siguiendo vuestro karma”.

Manson disfrazaba a los miembros de la Familia de piratas y los animaba a repeler los abordajes; al día siguiente era indios contra vaqueros, o pistoleros mexicanos, o demonios. Pero siempre eran “ellos” contra “nosotros”, incluso cuando se trataba de de aguantarle la mirada a las serpientes del desierto.

Pero el verdadero anzuelo era el sexo, el nudismo era la vestimenta habitual. El sexo “deconstruía” a las chicas; llegaban allí con su moral burguesa intacta y acababan participando en orgías colectivas. Si la muchacha era poco atractiva, Manson la convencía de que era hermosa; si necesitaba una figura paternal, él se convertía en el padre; si lo que quería era un líder, él le revelaba que era Cristo. Tenía un olfato extraordinario para las debilidades personales.

Las orgías Familiares solían tener una frecuencia semanal y el primer ingrediente eran las drogas. Manson distribuía las raciones de hierba, peyote y LSD. Él mismo dirigía el evento: era el primero en iniciar el baile y también el primero en desnudarse y encabezar la serpenteante cadena de acólitos desnudos mientras marcaba el ritmo con su tambor. Luego se tumbaban todos y cada cual fornicaba con el que le tocara más cerca. Manson hacía que sus discípulos “afrontasen sus temores”. Cualquier prurito o inhibición –respecto a la homosexualidad, la sodomía, el sexo oral- se convertía en la tarea del día. Lo normal era que hubiese cinco mujeres por hombre; Manson utilizaba a las mujeres para asegurarse a los hombres.



La última orgía tuvo lugar el 22 de julio de 1969, aunque para entonces el sexo había decaído. En esa época las preocupaciones de la Familia derivarían hacia la Apocalipsis y el derramamiento de sangre, no se hablaba de otra cosa.

Parte de culpa la tuvo la audición compulsiva del reciente “Álbum Blanco” de los Beatles. Como se ha dicho Manson ya era un fanático del grupo mientras estaba en prisión pero ahora interpretaba ese álbum doble a la luz del Libro de las Revelaciones, elevando a los Cuatro de Liverpool a la altura de portavoces de Dios. Manson intuyó que las canciones eran proféticas. Los Beatles estaban enviándole mensajes cifrados sobre el fin del mundo.

Si se les prestaba atención, decía Manson, casi todas las canciones propagaban sus puntos de vista. La letra de "I will” era para él una invitación directa a entrar en un estudio de grabación: “Y cuando al fin te encuentre, tu canción llenará el aire. Canta fuerte para que te oiga”.

En “Honey Pie” Los Beatles sabían que su redentor vivía en la costa del Pacífico, ¿por qué si no cantaban “Ay, Honey pie, eres un ser tan fantástico, y yo cruzaré el Atlántico para estar contigo allí”?. No podía tratarse de otro que Manson.

La letra de “Piggies” aportaba más revelaciones, presagiando un futuro en el que grotescas parejas porcinas eran cenadas con cuchillo y tenedor, lo cual se tenían bien merecido. “What they need's a damn good whacking"



El extenso collage sonoro de “Revolution 9” era un augurio de la carnicería que se avecinaba. De fondo se oían ametralladoras, gruñidos de cerdo y muy débilmente, durante lo dos minutos y 34 segundos del corte, la palabra “Alzaos” repetida en un grito largo y desgarrado.



Luego estaba “Helter Skelter”, una expresión de la que he escuchado ya tantas posibles traducciones que he decidido no optar por ninguna de ellas, pero que por lo visto hace referencia en origen a un tipo de tobogán que constituía una de las atracciones de las ferias inglesas.



Paul Mcartney explicó que la canción era una especie de tobogán lisérgico pero está claro que una letra tan críptica podía ser interpretada de múltiples formes. Para Manson la canción evocaba el descenso de la Familia al “pozo sin fondo” profetizado por el Apocalipsis, pozo donde se refugiarían del inminente baño de sangre. “Look out helter skelter/ She's coming down fast/ Yes she is/ Yes she is.”



Como se señalaba anteriormente, Manson combinó estas señales con las que contenía el libro de las Revelaciones, cuya parafernalia de muerte, sangre, juicio y condena de una tercera parte de los hombres contribuyó a avivar su ya de por sí fértil imaginación. El noveno capítulo era su favorito.

En Revelaciones 9,11 aparece el quinto ángel: “Y por encima de ellos había un rey, y este era el ángel del abismo insondable”. Manson sabía a quién se refería el pasaje: a Charles Mason, una estrella caída del cielo a la tierra. El nombre latino del quinto ángel es Exterminans.

El concepto bíblico clave era el de los cuatro ángeles sosteniendo los cuatro vientos de la tierra en los cuatro confines del mundo. Según Manson, sus nombres era John, George, Paul y Ringo pues la Biblia dice “Sus rostros eran como el rostro de los hombres [pero] sus cabellos eran como los de las mujeres”. Los Beatles eran profetas, ordenados con “corazas de fuego” (las guitarras eléctricas), y sus letras eran el “fuego y la lava” que arrojaban las bocas de los ángeles.



Por aquel entonces hacía tiempo que la Familia, que estaba siendo acosada por la policía debido a sus pequeños delitos y trapicheros con drogas, había decido internarse aun más en el desierto de Death Valley. Allí Manson muchas veces cenaba solo, sobre una gran roca con el resto de la Familia sentada reverencialmente escuchándolo tras administrarse todos una buena dosis de LSD. A su habitual discurso apocalíptico se había añadido el factor racial. Manson predicaba que los negros se relevarían contra los blancos y convertirían las ciudades en un infierno de venganza. Los negros ganarían esa guerra, pero no serían capaces de conservar el poder debido a su innata inferioridad.

Charlie y la Familia sobrevivirían a este Holocausto racial porque se esconderían en el desierto. Sacó del Apocalipsis el concepto de un pozo sin fondo cuya entrada era una cueva por debajo del Valle de la Muerte que llevaba hasta una ciudad de oro con fuentes de chocolate y árboles de comida en el que vivía otra civilización. En este paraíso esperarían el final de la guerra. Después, cuando los negros no lograsen mantener el poder, Manson y los suyos, que para entonces se habrían multiplicado hasta alcanzar la cifra bíblica de 144.000, les desposeerían y gobernarían las ciudades y ya no habría nadie excepto ellos y los sirvientes negros.

Charlie el profeta había predicho que la guerra racial comenzaría en el verano de 1969, los negros marcharían sobre los exclusivos distritos de Bel Air y Beverly Hills y provocarían una orgía de asesinatos, con apuñalamientos, sangre en las paredes y palabras como “cerdos” pintadas con la sangre de las propias víctimas. Pero según pasaba el tiempo, parecía que el profeta se había equivocado. “Lo único que los negros saben es lo que los blancos les han contado”, le dijo a uno de sus seguidores. “Voy a tener que enseñarles cómo hacerlo”.

Sin embargo y por encima de toda esta amalgama de drogas, música psicodélica y mesianismo lo que en realidad desencadenó la masacre más conocida de la Familia fue un acontecimiento relacionado con la más pueril de las vanidades.

Algún tiempo antes y gracias a su amistad con Dennis Wilson, Charlie había conocido al hijo de Doris Day, el productor discográfico Terry Melcher, al que trató de interesar en su música.



Manson y sus amigos visitaron a menudo a Melcher, quien por entonces vivía en el 10050 de Cielo Drive. El productor le organizó una sesión de grabación el 9 de agosto de 1968 (justo un año antes de que se produjera el acontecimiento por el que Manson pasaría a la posteridad), pero no le gustó la música de Charlie y finalmente se negó a producirle un disco. Manson se sintió muy decepcionado, y comenzó a albergar en su interior un gran odio hacia Melcher.

El primer crimen conocido de la Familia (se ha hablado de muchos otros, incluso se ha mencionado la cifra de treinta, pero para lo que nos concierne ahora sólo nos ocuparemos de tres incidentes separados) también tuvo un carácter más bien prosaico.



Manson estaba convencido de que su antiguo protector, el profesor Gary Hinman, le debía dinero de manera que la noche del 27 de julio de 1969 (25 de julio según otras versiones) envío a Susan Atkins, Mary Brummer y Bobby Beausoleil (otro miembro del grupo cuya rocambolesca forma de involucrarse con la Familia ya fue contada aquí hace tiempo) a casa de Gary donde pensaba que el músico escondía 20.000 dólares. Hinman fue torturado durante varias horas, pero se negó a confesar donde guardaba su fortuna. Bobby telefoneó a Manson y este se presentó en el interrogatorio al que contribuyó cortando una oreja al infortunado Gary, pero tampoco consiguió nada. Entonces simplemente se marchó no sin antes ordenar a Bobby que matara a Hinman. Beausoleil apuñaló hasta la muerte a Hinman y con su sangre escribió “Political Piggie” en la pared, también estampó una garra, para hacerlo parece un crimen cometido por el grupo radical afroamericano “Panteras Negras”.

El 6 de agosto Beausoleil fue arrestado, todavía con manchas de sangre en su camisa, mientras conducía la camioneta de Hinman. Esta forma increíblemente descuidada de actuar sería una constante en los crímenes del grupo.



Sin dejarse impresionar por la captura de uno de sus pupilos, tres días más tarde Manson instruyó convenientemente a Charles Watson para un nuevo ataque, el objetivo en esta ocasión era la vivienda de Terry Merchel el hombre que había humillado al profeta negándose a producir su música. Charlie le entregó Watson un cuchillo y una pistola del 22, y seleccionó para que le acompañaran (“Id con Tex y haced lo que él os diga”) a las ya mencionadas Susan Atkins y Patricia Krewinkel a las que se unió Linda Kasabian que estaba destinada a tener un papel fundamental en esta historia aunque bastante más tarde.



A lo largo de los años ha habido versiones contradictorias acerca de si la idea del ataque provino directamente de Manson o de si el hombre simplemente dio su conformidad a una iniciativa planteada por Tex Watson (con quien de hecho Charlie mantenía una pugna sobre el liderato del grupo). No es una cuestión menor teniendo en cuenta que Manson nunca mató directamente a nadie y ni siquiera estuvo presente en los crímenes.

Mientras los miembros del comando arrancaban el viejo Ford modelo 59, Manson se asomó a la ventanilla y añadió: “Dejad una señal. Vosotras sabéis qué poner chicas. Algo que suene a brujería”. Y así el cuarteto partió atravesando la noche hacia el 10050 de Cielo Drive.




FIN DE LA SEGUNDA PARTE

Sunday, July 18, 2010

Abecedario del crimen. Capitulo XIX. Helter Skelter. Parte Primera: Un hombre de familia.




Charles Milles Maddox nació en Cincinatti, Ohio, el 12 de noviembre de 1934, hijo de Kathleen Maddox de 16 años y de padre desconocido aunque en algunos documentos oficiales se hace mención a un tal “Coronel Scott” como su progenitor. Más tarde la joven madre se casó brevemente con William Manson, que dio su apellido al niño.

Durante la infancia de Charlie su madre tenía la costumbre de desaparecer durante varias semanas seguidas, dejando a su hijo al cuidado de su abuela o su tía. En 1939 Kathleen y su hermano fueron encarcelados por atraco a mano armada, y Charlie se fue a vivir a Virginia Occidental con sus tíos, una pareja extremadamente religiosa y estricta, un gran contraste respecto a la permisividad materna.

A pesar de ello a los nueve años Charlie comenzó a dedicarse al robo, a esa edad fue procesado por primera vez y enviado a un reformatorio. A los 12 volvieron a cogerle y le mandaron a la Escuela para Chicos Gibault en Terre Haute, Indiana. Se fugó menos de un año después y trató de volver con su madre cosa que no consiguió por la oposición de la mujer por lo que siguió viviendo del robo hasta que fue arrestado de nuevo y el juez le mandó a la famosa Ciudad de los Muchachos del Padre Flanagan donde tampoco duró mucho tiempo.

Hacia 1951 tras uno de sus múltiples encierros las cosas parecieron mejorar para el incorregible adolescente, su tía había accedido a hacerse cargo de él y sus oportunidades de obtener la libertad condicional eran elevadas. Pero en 1952, unos días antes de su vista, sodomizó a otro chico del reformatorio a punta de navaja. Le transfirieron al Reformatorio Federal de Petersburg, Virginia, donde fue calificado como un homosexual peligroso.



Por alguna razón, Manson cambió radicalmente de actitud en Petersburg. Se volvió más cooperador y mejoró su educación, aprendiendo a leer y escribir. Esto le garantizó la libertad condicional en Mayo de 1954.

A comienzos de 1955 incluso llegó a contraer matrimonio con una camarera de 17 años con la que tuvo un hijo. En esta época Manson sobrevivía a base de empleos mal pagados de manera que volvió a robar y volvió a ser detenido y sentenciado a tres años. Cuando salió su mujer le había abandonado y el probó suerte en esta ocasión ejerciendo como proxeneta. En 1959 fue arrestado y condenado a 10 años por violación. Durante esta nueva estancia en la cárcel, cultivó tres obsesiones que serían la base teórica de su “filosofía”: la cienciología, el budismo y la obra de Los Beatles. También comenzó a utilizar conceptos como “karma” o “reencarnación”, que serían fundamentales a la hora de presentar su particular versión del Apocalipsis: el “helter skelter”. En aquella época empezó a fantasear sobre ganarse la vida con la música.

El 21 de marzo de 1967, Charlie fue puesto en libertad. Tenía 32 años y había pasado 17 de ellos entre rejas. Es probable que de haber sido juzgado por delitos comparables en tribunales no federales sino estatales, las condenas no hubiesen sumado más de cinco años; pero da la impresión de que se empeñaba en cometer los crímenes peor penalizados. A pesar de sus protestas –“No puedo salir ahí fuera”, dijo, “no podía adaptarme a ese mundo, después de haber pasado toda mi vida encerrado y donde mi mente era libre”-, los oficiales de la prisión le metieron en un autobús rumbo a San Francisco donde el ex presidiario se tropezó con un país que había cambiado radicalmente en los siete años que había pasado encerrado, lo mismo que él.






En cualquier otra época de la historia Manson hubiera continuado con su carrera de criminal de poca monta hasta terminar muerto o nuevamente en la cárcel pero el colorido San Francisco del verano del amor era una tierra de oportunidades para cualquier chiflado capaz de balbucear algo que sonara remotamente trascendente.



El intuitivo Manson vio el tipo de persona que caía en gracia a los jóvenes, individuos con el pelo largo, que llevaban sandalias, gente poco corrientes, con discursos de corte trascendente. De manera que decidió convertirse en uno de ellos. Manson descubrió que podía pasarse por Haight-Ashbury y que, como era una docena de años más viejo que los hippies, e iba siempre vestido con cierta clase de ropa y se comportaba de cierta manera, los adolescentes se congregaban alrededor de él.

En aquella época Manson pasaba el rato en las escalinatas de la puerta Santher de la Univesidad de California, tocando la guitarra. Allí se tropezó con Mary Brummer, una joven de veintitrés graduada en historia y carente de atractivo que trabajaba por entonces como bibliotecaria adjunta en esa universidad



Una cosa llevó a la otra y Charlie acabó mudándose a la casa de la bibliotecaria. Más tare invitó allí a otra joven. “¡No, no traigas a ninguna chica a vivir aquí!”, dice Mary pero al final su compañero de piso se salió con la suya. Pero después de que aquella chica fuese a vivir con ellos, aparecieron otras dos. Mary dijo entonces “¡Puedo aceptar una más, pero de ningún modo tres!”. Pero más tarde serían cuatro, cinco, y así hasta dieciocho.

La mayor parte de estas primeras adeptas eran chicas con vidas problemáticas que querían revelarse contra sus padres y contra la sociedad en general. Una vez más todo ocurría en el tiempo y el lugar preciso para los sueños de grandeza de Charlie.

Susan Atkins (rebautizada por Manson como Sadie), uno de los más célebres miembros de la Familia, describió así sus primeras impresiones de Manson: “Estaba sentada en la sala cuando un hombre entró con una guitarra, y de pronto tenía un grupo de chicas alrededor. Empezó a cantar y enseguida supe que era lo que siempre había buscado de modo que fui hasta él y le besé los pies”



Para Atkins, hasta el nombre de Manson estaba imbuido de poder. “Os pido que reflexionéis sobre cómo se llama –diría más tarde-. Escuchad: se lllama ¡Man´s son! (Hijo del Hombre).

Otro de los miembros de la Familia más destacados por aquella época era Charles Watson, (rebautizado por Manson como “Tex”) un típico adolescente americano criado en una pequeña población de Texas, buen estudiante y estrella del deporte que, como tantos otros jóvenes de su edad, había abandonado su casa para vagabundear por San Francisco en busca del paraíso hippy hasta que por casualidad se había tropezado con Charlie.



De todos modos Manson nunca se sintió demasiado impresionado por la cultura hippie, era algo pensado más bien para adolescentes de clase media con problemas de identidad y él era un duro delincuente al que todos esos ideales de paz y amor debían sonarle a monsergas, pero aprendió mucho sobre drogas y cómo podía utilizarlas para adaptar las personalidades de sus súbditos a sus necesidades. Una vez más el tiempo y el espacio se habían conjugado para ofrecer el marco perfecto que necesitaba un artista de la manipulación. Era hora de dar el siguiente paso.


FIN DE LA PRIMERA PARTE

Thursday, July 15, 2010

La frase de la semana. Honestidad brutal.

"Cuando camino de noche por la ciudad y siento unos pasos detras de mí siento un gran alivio si me doy la vuelta y veo que el me sigue no es un hombre negro".

Reverendo Jesse Jackson

Friday, July 09, 2010

La flema que conquistó el mundo. Los galeses nunca se riden

Thursday, July 01, 2010

Llibertad, amnistia i estatut d´autonomia



Yo, como algunos otros de mi generación y como consecuencia de vivir en el territorio nacional más lejano a Madrid, en algún momento de mi juventud he gritado consignas del estilo “Godos no” o “Independencia”. La mayor parte de las veces esas consignas estaban restringidas a ámbitos del estilo de un estadio de fútbol o alguna manifestación política de aquella última época de lo que se conoció como “movimiento estudiantil” (hoy desaparecido o al menos invisible en lo que a un espectador corriente se refiere).

Con el tiempo me volví bastante escéptico en cuanto a sentimientos nacionalistas se refiere, tanto a nivel de mi propia Comunidad como del resto. Asumiendo que vivimos en un mundo con escasas diferencias palpables respecto a una forma de gobierno u otro a estas alturas considero que la diferencia entre estar bajo una administración estatal o autonómica consiste en que en vez de darte por el saco Juan te da por el saco Joan (sustituyesen esos nombres por otros que sean características de cada Comunidad en cuestión).

Concretamente en el lugar en el que vivo las mayores agresiones que sufre la población provienen precisamente de la clase política considerada como nacionalista (por mas que la mayoría de ella provenga de partidos de ámbito nacional como la UCD o el CDS con lo que resulta difícil no llegar a la conclusión de que dicho paso hacia el nacionalismo se vio forzado porque ya no quedaba otra forma de mantenerse en la política) parte de la cual por cierto está adoptando posturas cada vez más radicales en una actitud que se sospecha que forma parte de un intento de presionar al Estado contra el cerco que la justicia está poniendo a sus trapacerías.

En definitiva que particularmente me siento bastante apartado de cualquier tipo de sentimiento nacional ya sea a nivel la patria grande o chica, vamos que no tengo nada a favor ni en contra de la idea.

Por supuesto respeto a aquellos que piensen de forma diferente, hasta el punto que cualquier veleidad independentista no me causa la más mínima inquietud. Siempre he dicho que si, por ejemplo, Cataluña alcanzara alguna vez la completa autodeterminación mi única inquietud residiría en si el Barça iba a continuar jugando en la liga española.

Naturalmente también me causaría alguna inquietud el hecho de que, en una hipotética situación de independencia, una parte sustanciosa de la población en cuestión tendría que renunciar a la nacionalidad que consideran suya y aceptar otra nueva pero así es la democracia. O así debería ser pero no lo es al menos en este caso. Incluso si la mitad más uno de los catalanes manifestaran su deseo de independizarse (algo que de todos modos dudo mucho que responda a la situación actual) tal cosa no sería posible porque en este asunto estamos totalmente atrapados por una Constitución cuyos padrinos dejaron bien claro que no querían que tal cosa sucediera.

Así pues, cualquier iniciativa tendente a obtener una situación asimilada a la Independencia por vías laterales, que excluyan la reforma de la carta magna, está destinada a tropezar con el obstáculo del Tribunal Constitucional tal y como ha sucedido recientemente.

Repasando la sentencia del inapelable tribunal encontramos que la susodicha avala el Estatuto con significativas excepciones, entre las que se encuentran la declaración de que el termino “nación” carece de efectividad jurídica. Otros artículos rechazados son los que se refieren a la lengua catalana como “preferente” en la Administraciones públicas o el que niega a la Generalitat capacidad para establecer y regular impuestos municipales.

La resolución ha sido interpretada de muchas maneras y todas ellas muy reveladoras. Tanto el PSOE como el PP se han expresado con palabras conciliadoras, los primeros porque consideran la sentencia como un fracaso para el partido en la oposición por más que dicha oposición pocas veces ha acogido una derrota mejor ánimo. Tal y como se ha comentado en numerosas ocasiones el partido popular tiene una característica que es a la vez una ventaja y un inconveniente: es una formación política que abarca a toda la derecha desde la más moderada a la más extremista y por lo tanto debe medir sus actuaciones con el ánimo de contentar a todos y no desagraviar a nadie. Por más que hubieran preferido no hacerlo, la facción más extremista (y por consiguiente la más ruidosa) de su parroquia le exigía la interposición del recurso de inconstitucionalidad cuyo resultado hemos conocido ahora, el hecho de que la sentencia haya sido razonablemente moderada sin duda les habrá supuesto un alivio, supongo que también estarán rezando para el recurso que interpusieron (y por los mismos motivos anteriormente expresados) en su día contra la ley que autorizaba el matrimonio homosexual sea rechazado.

En cuanto a los partidos catalanes que amparaban el Estatut, aun reconociendo que la sentencia suponía una derrota para las tesis del PP, han manifestado su malestar porque se rechazan los dos aspectos más simbólicos del texto, los ya mencionados que hacen referencia al término “nación” y al uso preferente del catalán en las instituciones. Y es comprensible dicho malestar por más que parte de él se apoye en ideas tan increíbles como la de que “el Tribunal Constitucional no puede ir en contra de la voluntad del pueblo expresada a través de los Parlamentos español y catalán así como a través de un referéndum vinculante”, tenebroso argumento que esperemos que sea abandonado cuanto antes (me refiero al hecho de que el TC ha sido creado precisamente para poner freno a los disparates –y no digo con esto que el Estatut lo sea- que la voluntad popular pudiera avalar).

Podríamos también mencionar el hecho de que el alto tribunal haya tardado cuatro largos años en pronunciarse y que durante los mismos haya quedado evidencia de que los magistrados pueden ser calificados, según su adscripción política, como conservadores o progresistas cuando en teoría sus dictámenes no deberían estar viciados por esta circunstancia. Y es razonable también hacer estas observaciones de no ser porque nuestra Constitución establece igualmente que son principalmente los partidos políticos los encargados de designar a dichos magistrados y eso quedará lógicamente reflejado en la composición final del Tribunal.

Pero al margen de esto hay que reconocer asimismo que el principal obstáculo sigue siendo el propio texto Constitucional y que resulta lógico que si dicho texto en su artículo segundo establece que la Nación española es indisoluble no pueda concebirse la existencia de otra “Nación” dentro de sus fronteras. Igualmente si se establece de forma explicita la cooficialidad de la lengua española con respecto a las lenguas propias de cada Comunidad no puede tampoco existir una prevalencia de una sobre la otra. Y esto no es una defensa de la Constitución sino una defensa del hecho de su inmutabilidad. Mejor harían los partidarios de la autodeterminación en proponer la opción más lógica, una reforma constitucional que nos saque del estancamiento. Pero claro, esto será un proceso muy lento, tanto que nuestros nietos no lo verán. Mientras tanto seguiremos bajo una sola nación, el resto de las naciones que quieran tener entidad propia quedarán, como ha dejado claro la sentencia, sin validez jurídica y por lo tanto seguirán existiendo únicamente en las canciones.