Pumkinhead

Hoy es 31 de octubre y como cada año (desde hace unos diez más o menos) casi cualquier programa de radio y televisión que se precie o se desprecie dedica unos minutos a reflexionar (la mayor parte de las veces en tono de queja) sobre cómo se ha introducido en nuestro país la fiesta de Halloween. Es poco más o menos lo que sucede también cuando llegan las Navidades (y esto ya es algo que vengo escuchando desde que tengo orejas) donde tampoco faltan aquellos que reivindican la figura tradicional de Los Reyes Magos frente a la invasión baptista del gordo Santa Claus.
Son dos fiestas distintas pero creo que en el fondo el problema es el mismo: aunque hay cosas que en España sabemos hacer mejor que en los Estados Unidos (como paellas y cosas así) hay que reconocer que los yankees saben como hacer una fiesta aunque sea deconstruyéndola a pedazos y volviéndola luego a recomponer de tal modo que la cosa resulte más....”divertida”. Fíjense si no en el mencionado Santa Claus y en toda la parafernalia navideña que le acompaña que fue más o menos un invento de la Coca Cola y de los almacenes Macy´s de Nueva York. Ahora sabemos que Santa Claus vive en el Polo Norte, que está casado con la señora Santa Claus, que tiene unos duendes que le echan una mano con los regalos e incluso sabemos el nombre de todos sus renos (Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donder y Blitxen sin olvidar a Rudolph el de la nariz roja). Además, que quieren que les diga, Santa parece un tipo simpático. En cambio ¿qué sabemos de los Reyes Magos? pues que uno era negro y que llevaron unos regalos bastante raros al recién nacido (incluida la mirra que nadie ha sabido nunca qué carajo es). Hay que reconocer que como personajes populares resultan bastante sosos, no es de extrañar que la gente prefiera ponerse un gorrito rojo en la cabeza antes que una corona.
Tres cuartos de lo mismo sucede con lo de esta noche. Comprendería que en países en los que existe una particular forma vernácula de celebración de esta fiesta algunos se mostraran dolidos por el retroceso de las costumbres locales frente a la invasión cultural norteamericana tal y como sucede con los mexicanos y su “Día de muertos”.

Por eso me pregunto si los que en nuestro país se quejan de que hayamos adoptado la manera estadounidense de celebrar la noche de difuntos viven en localiades en los que tradicionalmente se solía hacer algo especial esta noche. Porque a nivel colectivo (es decir de estado) sinceramente no recuerdo otra forma de pasar esta festividad que no sea comprando flores a precio de uranio para luego ir a depositarlas sobre una losa de piedra debajo de la cual no hay más que un poco de materia orgánica embalsamada. La otra alternativa era ver alguna representación de Don Juan Tenorio por la tele.

No es de extrañar que las nuevas generaciones encuentren mucho más estimulante disfrazarse de alguna modo terrorífico o acudir a alguna de las muchas fiestas de Halloween que se celebraran esta noche. Sobre todo si comparamos esas atractivas actividades con la alternativa que plantea la iglesia que como suele ser habitual es una cursilada jacobiana-vicenciana .Quizás sí es cierto que la costumbre del “trato o truco” resulta un poco ridícula y no termine de implantarse pero en lo que respecta al resto me parece bien que la gente se divierta. Y si importamos otras fiestas yankis como el Cuatro de Julio o El Día de Acción de gracias por mí perfecto. Siempre será mejor que adoptar otras costumbres de dicho país como la pena de muerte, la libre posesión de armas, el límite de edad para tener relaciones sexuales o la Asociación Nacional del Rifle.
Que pasen una terrorífica noche.