La película recuperada. "Fearless"

Quizás había motivos suficientes para hablar del accidente de Barajas de la semana pasada, incluso por motivos personales. Siendo alguien que ha vivido toda su vida en un archipiélago situado a miles de kilómetros del territorio nacional más cercano yo, y por extensión todos los canarios, somos gente que nos sentimos especialmente afectados por cualquier incidente que tenga que ver con la navegación aérea: subidas de precios, huelgas y, por descontado, accidentes.
Además de eso resulta que vivo en un lugar en el que en el plazo de 12 años tuvieron lugar cuatro incidentes graves relacionados con aviones, incluyendo la mayor catástrofe aérea de la historia de la aviación civil de la cual guardo bastantes recuerdos. Y por si todo esto fuera poco resulta también que yo cogí un avión con destino a Canarias dos días antes del accidente desde ese mismo aeropuerto y además ocurre que tengo miedo a volar.
No se trata de un miedo insuperable que me haya impedido alguna vez tomar un avión, pero sí reconozco que la perspectiva de viajar en este medio de transporte no me resulta agradable, especialmente durante el momento del despegue, en esos pocos segundos que pasan entre que el avión no acaba de dejar el suelo y todavía no ha cogido el impulso suficiente para decir que el despegue ha sido un éxito.
En fin, que había motivos pero al final he decidido no escribir nada sobre el tema, al menos de una forma directa. Cuando se conoció la magnitud de la catástrofe ya sabía que los medios de comunicación se volcarían sobre la noticia, sobre todo en pleno mes de Agosto. Pero la verdad es que no esperaba que se produjera este autentico tsunami de mierda de treinta metros de altura que no tiene pinta de acabarse nunca. No me gustaría sumarme a esa gran ola ni siquiera para ponerla a parir.
Así que he decidió aprovechar la coyuntura para inaugurar una nueva sección del blog. Es una idea que tenía desde hace tiempo, mucho ante incluso de que existiera blogger. Se trataba, tal y como dice el título de esta entrada, de recuperar películas que por alguna razón habían caído en el olvido. Se dice con frecuencia que el tiempo es un juez que pone a cada uno en su lugar (paradójicamente era una frase que decía mucho José María García, y hay que reconocer que al menos en su caso el dicho se ha cumplido a la perfección). Esto referido al campo del arte se traduce en que una obra maestra o al menos eminente consigue salir siempre del anonimato temporal y con el transcurso del tiempo ocupar el lugar que le corresponde en la historia.
Yo no creo que esto sea siempre así. En muchas ocasiones esa justicia poética no se produce y, al menos en el mundo del cine, hay muchas películas que sin merecerlo han caído rápidamente en el olvido o que ni siquiera han sido reconocidas como deberían. “Fearless” (“Sin miedo a la vida” como se llamó en España) es una de ellas. Y dado que la trama gira en torno a un accidente aéreo me parece adecuado empezar esta sección con ella.
“Fearless” fue dirigida por el australiano Pete Weir en el año 1993 entre dos de sus películas más conocidas: “Matrimonio de conveniencia” (Green Card) y “El show de Truman”. Weir es un director peculiar debido a que se prolifera más bien poco (algo más de 15 películas en treinta años de carrera) y que además ha conseguido aunar siempre, si exceptuamos el desastre merecido o inmerecido de “La costa de los mosquitos”, cine de calidad con éxito de taquilla.
Al margen de eso no recuerdo si “Fearless” fue un éxito en su día. Desde luego no tuve noticia de que su estreno en cine fuera un acontecimiento especialmente memorable (yo la descubrí al año siguiente durante su pase en Canal Plus) pero aunque así hubiera sido se puede afirmar que hoy en día es una película olvidada. Puede que no sean datos muy fiables pero consultando la imdb se puede ver por ejemplo como esta película sólo ha recibido 7.728 votos mientras que la obra posterior del director, la ya reseñada “El show de Truman”, cuenta con mas de 100.000. También se puede ver como en el film affinity sólo cuenta con dos críticas y por último –y para mí definitivo- podemos ver que en el youtube, el juez supremo sobre lo que está y no está de modo en el mundo, ninguno de los clips dedicados a "Fearless" supera las 10.000 visitas.
Quizás la explicación de todo resida en que este título dista mucho del estilo narrativo popular (pero no exento de calidad como se ha dicho anteriormente) de las películas de la etapa norteamericana de Weir, y por el contrario se acerca más al tono trascendental y esotérico de dos de sus películas australianas: las inquietantes “Picnic en Hanging Rock” y “La última ola”.


Pasando ya a hablar de "Fearless" directamente, lo primero que hay que decir es que la película está basada en parte en un hecho real: el accidente del vuelo de la United 232 que se estrelló durante un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Sioux City, Iowa.
Una historia que también fue objeto de una dramatización -más ajustado a lo que sucedió realmente- en un telefilm.
La impresionante secuencia (de la que seguramente es deudora la también secuencia inicial de la serie “Lost”) que abre la película con los supervivientes del avión saliendo de entre un campo de maíz es totalmente verídica.
El hombre que encabeza la marcha es Max Klein un empresario que efectuaba un viaje de negocios con su socio. Pero ¿es realmente Max Klein ese hombre que ha escapado a la muerte?. Tiene el mismo semblante pero la figura que emerge del maíz parece ser una persona totalmente diferente, algo que se manifiesta desde el primer momento cuando el hombre niega ser uno de los supervivientes y se marcha sin más del aeropuerto para alquilar y un coche e irse a visitar a una novia del instituto sin ni siquiera comunicar a sus familiares que sigue con vida. Durante esta visita tiene lugar un incidente que revela el nacimiento del nuevo hombre. El Max Klein de antes del accidente padecía una intolerancia grave a las fresas de tal manera que la ingestión de una sola de ellas podía provocarle un shock alérgico e incluso la muerte. El nuevo Max Klein en cambio puede comerlas sin ningún peligro.
Cuando por fin es localizado Max manifiesta a la compañía aérea su deseo de volver a casa usando nuevamente el avión sin manifestar el menor temor a ello. Durante el viaje de regreso Max es “custodiado” por un psicólogo de la compañía (John Turturro) por el que el superviviente manifiesta un claro desprecio y al que incluso llega a agredir en una escena que regocija a todos los que, como yo (y reconociendo que posiblemente de forma injusta), no aciertan a comprender esa figura del psicólogo de catástrofes.
Por fin Max llega a casa donde es recibido por su esposa (interpretada por Isabella Rossellini) y su hijo hacia los que a partir de ese momento manifiesta si no desden sí un cierto distanciamiento.
El nuevo Max Klein se convierte en una figura mesiánica, inmune no ya al miedo sino a cualquier convención social de las que le sujetaban en el pasado. Sigue negándose a recibir tratamiento psicológico, huye de la prensa, se niega mentir para conseguir una indemnización más sustanciosa (perjudicándose no sólo a sí mismo sino también a la mujer de su socio muerto en el accidente) y todo ello mostrando un comportamiento extravagante, intransigente e incluso violento. Max Klein más que un superviviente se conduce como un resucitado, un hombre que ha escapado a la muerte y que se siente ahora invulnerable, un fantasma al que se le ha concedido una prórroga divina para que pueda vagar por el mundo sin miedo a la vida y ocupándose únicamente de su propio bienestar moral. Para el psicólogo en cambio se trata de un caso claro de síndrome de stress postraumático.
Lo único que parece animar al alucinado Max es el rescate espiritual (ejecutado a su peculiar manera) de otra de las supervivientes del desastre (Rossie Pérez) que se autoinculpa de la muerte de su bebe al que no pudo sujetar en el momento del choque.
Pero el mundo sigue siendo el de antes y reclama al Max de antes negándose a admitir el estrafalario comportamiento del superviviente. Quizás ha llegado el momento de que finalice el hechizo y de que el espectro que ha estado suplantando la identidad de Max le abandone para que el hombre pueda regresar por fin con todas las ataduras de la carne y del espíritu que le eran características.
La secuencia del accidente en sí (que se muestra al final de la película y que sirve para explicar bastante de lo que ha sucedido antes) ocupa un lugar muy elevado en el top ten de escenas ficticias de catástrofes aéreas que tenemos todos los que padecemos miedo a volar (en la mía particular figuran otras como la de “Destino Final” o todo el episodio de “Pesadilla a 20.000 pies” de “En los límites de la realidad). Y el punto culminante de esa terrorífica secuencia se localiza en el minuto tres del video que se muestra a continuación (lamento lo de la musiquita de mierda que le han puesto a dicho video pero no he podido encontrar otro en el youtube), cuando la azafata, tras retirar todos los objetos punzantes de los pasajeros, los arroja dentro del cuarto de baño y se vuelve hacia la cámara con una indescriptible expresión de horror en la cara como confirmando que efectivamente la cosa está jodida.
En fin, el propósito de este tipo de entradas es reivindicar un poco una película de la que nadie parece acordarse y sobre todo estimular a los que no la conocían o nunca la han visto (en cuyo caso espero que tampoco hayan visto los videos que han ilustrado este comentario). Les aseguro que la contemplación del drama que se describe en “Fearless” es mucho más recomendable a la hora de entender lo que ha pasado en Barajas, o al menos es un ejercicio mucho más digno que todo lo que hemos estado viendo y lo que aún nos queda por ver.
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